LAS LAGRIMAS DE SAN PEDRO.
San Pedro, arrepentido, derrama lágrimas de aflicción tras haber negado a Cristo por tres veces.
La imágen, representada siguiendo los convencionalismos de la pintura italiana, figura al apóstol con túnica azul y manto amarillo, situado en la entrada de una cueva, detrás de él hay un tronco y unas hojas de hiedra adheridas en la pared. Un San Pedro de brazos rudos y fuertes como son los de un pescador, elevando la vista hacia el cielo, con las manos entrelazadas sobre el pecho en gesto de penitente oración y los ojos anegados de lágrimas, implora perdón por su pecado.
Através de la entrada de la cueva (que aunque no es citada en ningún texto bíblico, simboliza el común lugar de penitentes) podemos ver a lo lejos al ángel guardando el Santo Sepulcro, ya vacío tras la resurrección de Jesús, y a María Magdalena que vuelve tras descubrir ésta ausencia, cuando se disponia a ungir el cuerpo de Cristo con un tarro de esencias.
Así mismo El Greco, con la inclusión de la Magadalena, refuerza el mensaje de arrepentimiento, con ésta segunda gran arrepentida de los evangelios, de igual modo que en un solo cuadro rompiendo la unidad temporal, nos representa tanto el arrepentimiento de San Pedro, hecho ocurrido antes de la crucifixión, junto con el posterior a su resurrección.