CARDUMEN | ||
A Abel Entra el rinoceronte pasajero en un segundo helado. Formas el crepúsculo en la ventana (la de los verbos) Emprendes un viraje desnudo hacia el vuelo de mamífero enorme desencadenado de reptil indomable, para que tus esporas deformes respiren para que se respiren la savia hasta quedarse exhaustos, sin aire. Cierras tranquilo tu párpado indefenso y esperas exangüe que la tierra trague tu último beso (el que nunca pudo darnos) entreteniendo los adioses que tampoco te dimos jamás Lila |
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