LA VIRTUD MARAVILLOSA | ||
A Sacha el Nazareno... La noche caía inmersa en un chaparrón enorme, en ese día de esperas innecesarias, fumándose las últimas alternativas del tiempo, mirando el cadáver inmóvil esparcido sobre la tierra dura y la grama seca del jardín de al fondo de la casa. Pero el sacha ya no estaba aquí para saber lo ridículo que se veía así tirado, echo mierda sobre el pasto amarillento, haciendo las de huevón para todo curioso (¡infelices!) de los que andaban por ahí husmeando los alrededores. Mirando; mirándose sin mirar y escuchando las palabras y requintos que el Sacha nunca pudo decir. Jamás hubiera podido decírcelos, quizá por que era muy tímido, natural, o por su terca filosofía " el que sabe no habla y el que habla no sabe". Esta era su identificación con el misterio, para él parecía obvio. Ya mañana a primera hora sería enterrado junto con los primeros rayos solares que cayeran( el sol siempre sabe para quien trabaja. Faltaba más!). Las últimas palabras no se dirían, pues "las palabras veraces no son hermosas y las palabras hermosas no son veraces", así nos dijo una vez. Las oraciones y las plegarias no servirían, estarían demás con el Sacha ateo. - Lo justo es que murió en su ley. Decía el mas joven, el bien amado por él, y se rumoreaba por ahí que hay que ser valientes para morir por lo que uno cree, o mas bien dicho, por lo que uno cree que ya no cree. Además siempre se dijo que los suicidas son optimistas, al fin y al cabo: " c´est la vie et c´est la mort aussi..." (" Yo sé que tu sabes que yo sé"....O. Reeve). - Ya mañana veremos qué hacer. Dijo optimista esa misma tarde el padre José Ignacio, él que tocó la savia( él que todo lo sabía), al que Sacha de cachorro, buscaba desesperado para refugiarse en sus tibias faldas cuando se sentía triste, melancólico o maltratado ( ya ves como lo barato salió caro, no era posible tanta belleza). Entre las cosas atónitas que dejo y que decían no entender( porque nunca brindaron de su palabra al Sacha), éste parecía ya haber decidido, por ellos, - desde tiempo atrás, como gran oidor regresar a la Pachamama, al agua pura, al verbo, como en el principio, como en el origen. Como en todo comienzo. Las tormentas embalsamaron su mar quieto, su silencio sabio, su lúgubre tranquilidad de no tener las respuestas, de no buscar las preguntas, de no aceptar ver talar loa árboles para que en silencio crezcan alto, acéfalos bajo el mismo hueco cascarón enorme, incoloro e insípido al que muchos llaman cielo, y del que muy pocos tienen noticias. Ahora sí realmente estaría solo, sin nadie que lo cuide y le cuente las mismas huevadas de siempre: el rompecabezas enorme, que todos compramos, del cual probó y comió algunas de sus piezas, las más oscuras, para renunciar de una vez al juego. Aunque lo peor de todo sin la femme da coté (Matilde) la que le miraba lo suficiente, y a la que Sacha contemplaba durante largas horas absorto sin dormir, quien sabe si obsesionadamente (quién lo entendería). La verdad que se les venía buscando, empantanando desde hace tiempo en las locuras que hacía renunciando, poniendo a prueba su equilibrio, a fin sus instintos, su amor, en fin. Luego vino Bernie , el semidiós de a dos cuadras de aquí, el galán de circo, el que una vez casi y después nunca. Lo sacaba por el parque para contarle sus historias del arte; de que el arte era un oficio solo para locos todavía, pues la locura está a una media vuelta de la marginalidad cotidiana. A esto el sacha ya no sobrevivió más. Quizás por su problema cardiaco o por deficiencia pulmonar ( lo extraño es que nunca fumaba nada, ni un poquito ). Anduvo como loco durante tres días y dos noches, sin comer, como siempre, hasta que terminó derrumbándose con todo, con todos nosotros también que fuimos tan ajenos al dolor que lo atormentaba tanto. Y el ; dando vueltas desesperrado sobre la azotea, palpando la sensación a la inmortalidad de la carne (quién sabe). Aun así siempre fuimos tan diferentes y no me explico todavía al viejo Sacha, él que siempre fue el mejor amigo del hombre, aunque quizá nunca lo sabrá y nadie mas lo recuerde. Erick Galvez
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