Correo NINJA presenta:
El punto de intersección entre dos líneas imaginarias que se cruzan, formadas por la union de a pares de cuatro puntos equidistantes de la Capital Federal, como por ejemplo: La Boca-Saavedra y Catalinas-Lugano, nos muestra el lugar geográfico exacto donde pasa Giordano Bruno.
Giordano Bruno, aparentemente, sería una de las tantas pintorescas calles de nuestra ciudad y, más precisamente, del barrio Primera Junta, pero no es así. Más que una calle es un lugar; por momentos calle de tierra, por momentos de adoquín, es una calesita vieja que aún funciona, es vía de tren abandonada, puente giratorio, es una pequeña placita que invita a la reunión a jubilados, chicos, jóvenes madres y, en ocasiones, a toda la familia alrededor de algún asadito dominguero.
Otra característica que tiene Giordano Bruno es que, luego de internarnos algunos metros en su estrecho territorio y después de diez exactos segundos, comenzamos a experimentar la sensación de haber entrado en otra dimensión. Con un microclima siempre óptimo, es tal el contraste que presenta con el resto de la ciudad, que parece un lugar de otro lugar, de otra ciudad, de otro país o de otro mundo. Nos daría la impresión que Giordano Bruno tiene que tener su propia Constitución, elegir sus propios representantes y organizarse política, social, económica y culturalmente en forma independiente, aunque pensándolo bien, mejor no; tal vez si ésto ocurriera sería el principio del final. Mejor así, perdida e ignorada en medio de la ciudad, sobrevivirá eternamente.
Al margen de todas las bondades que hacen tan querible a este lugar, existe otra característica, tal vez la más interesante, que lo hace sencillamente irresistible. Dicen que los vecinos de Giordano Bruno, conocen todas las historias de la ciudad y sus habitantes, cosa que siempre puse en duda, aún después de haber recibido contundentes muestras de que pudiera ser cierto. Una y otra vez volví a Giordano Bruno para poner a prueba ese mito y, debo confesarlo, aunque en algunas ocasiones tenía la esperanza de que "esa historia" no la conociesen, una y otra vez triunfaba la leyenda.
Pero un día, y por una suerte de sanidad mental, dejé de frecuentar ese mágico lugar. Temía que mi vida corriera por el mismo camino que la de Funes el memorioso, aquel inolvidable personaje de Borges, ya que de repente, y después de haber escuchado centenares y centenares de historias, todo lo que veía, oía o me tocaba vivir, existía sólo si tenía relación con aquellos relatos, al igual que Funes con su memoria.
Así que ya saben: si los desvela algún misterio que tenga que ver con nuestra ciudad , no tienen más que tomar cualquier colectivo que transite por la avenida Rivadavia y le piden al chofer que les avise en la calle Rojas. A dos cuadras descansa Giordano Bruno. Puede ser que en un principio les cueste entrar en confianza con sus habitantes, pero les comento un secreto: los vecinos del lugar, al igual que los de toda Buenos Aires, mueren por contar lo que saben.
Autor:
Frichi Fridman.
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