CREO QUE TODAS
LAS HISTORIAS se terminaron enredando un poco, y creo
que no he hablado nada de ellas acá, así que aprovechando
que ahora tengo cámara, y tomo fotos, voy a recapitular un poco.
1. GENTE QUE
YA NO QUIERO VER: Este es Francesco. Mi ex roomate.
Italiano, ex novio de Rebecca.
Hace un par de meses decidí que no quería ver mas a Francesco,
ni dirigirle la palabra ni nada. Un desastre. Yo viví con Francesco,
el verano, en Barton Springs. Esta era la casa. Verde, gran jardín
y muy barata. Calurosa y llena
de insectos, pero grande. Rodeada de plantas y unos bichos muy raros, que
son como cigarras, pero que cantan en las mañanas. Francesco, que
vivía desde principio de año en la casa, había dicho
que se iba de vuelta a su Italia natal a fines de verano (verano de acá,
o sea, el mes pasado). Que ya estaba chato de Estados Unidos, que como
carpintero no tenía nada mejor que hacer acá, y que echaba
de menos, y toda esas razones que tiene uno para irse de un lugar. Ese
era el plan también. Francesco, en agosto, se iba de la casa, y
nos quedabamos viviendo allí Rebecca y yo hasta fin de año.
Boleto de avión en mano, dos días antes de partir a Italia
(y sospechosamente sin empacar demasiado como se supone que debe hacerlo
alguien que se va para siempre), Francesco tiene un revelación.
Decide quedarse. Es decir, irse a Italia, pero no para siempre. Decide
volver en un mes. Me lo informa un viernes en la mañana, una semana
antes de que mi avión partiera a Chile. Lo que me dijo, en simples
matemáticas, era que la casa tenía dos habitaciones, y si
se quedaba él y Rebecca, el próximo semestre uno se tenia
que ir. Yo.
En esos días, Rebecca viaja por Europa. Visita museos y suda,
y luego me cuenta, maldice la hora que decidió partir dos meses
a Europa. A los 15 días ya estaba chata, con hambre, agotada, deshidratada
y desmoralizada. Con dos amigos mexicanos, recorre ruinas, museos, calles,
mercados, y todo lo aborrece, como si estuviera pagando por pecados, e
indefectiblemente, apareciendo como parte del paisaje en millones de fotos
tomadas por turistas japoneses.
Desde el día que Rebecca se había dado cuenta de que yo
era absolutamente insoportable, y no me dirigía la palabra (cuando
me invitó a Mexico y a mitad de camino cambió su estado de
ánimo y casi me botaba a la carretera con la mirada) yo estaba más
bien perdido con tanta gente tan cambiante, tan mimada y sorpresiva, así
que mande a Francesco a la cresta, y él, sintiéndose culpable,
y casi buscando empatía, me reconocía que si volvía
a Estados Unidos, era sólo para intentar por ultima vez de recobrar
a su ex-novia. A Rebecca.
Con todo esto en la cabeza, vuelvo a Chile, y la idea de que soy un
homeless
no alcanza a perturbar los buenos momentos que por allá paso. Rebecca,
lo sé, por esos días también está en Chile,
visitando a su padre gringo que vive y trabaja en Santiago. Le dejo mi
teléfono anotado en alguna parte de la casa en Austin, ella lo recibe,
pero nunca me llama.
En agosto, yo vuelvo a Austin. Primero Nueva York, luego Austin. Es
un martes a las 10 de la noche. Yo me bajo de un taxi, y asumo que la casa,
la casa en Barton Springs, debe estar abierta. Asumo mal. La casa está
cerrada, son casi las once de la noche, y literalmente, no puedo entrar.
La llave, que yo dejé amablemente a mano antes de irme, no está
en ninguno de los supuestos escondites donde siempre la dejábamos.
Intento abrir las ventanas, pero están apretadas como clavos. Intento
a empujar las puertas a patadas, pero la idea de un vecino paranoico me
hace desistir. Después de una hora, sudando, decido esconder las
maletas en el patio, y partir, a cualquier parte, a una plaza, a comer
algo, a vagar por una calle a ver si encuentro a alguien que conozco.
No entiendo nada.
Cuando llego a Corner Store, el servicentro, reviso mi mochila buscando
el teléfono de alguien, cualquier persona que me pueda ayudar. Irónicamente,
sólo tengo teléfonos de Chile. Me acuerdo que hace más
de un mes y medio perdí mi agenda con todos los teléfonos
de acá. Meto la mano por última vez a la mochila, y hay una
servilleta. Es el teléfono de Jeff.
2. GENTE QUE
ESTOY EMPEZANDO A VER SEGUIDO: Este es Jeff. Se que
suena mal decirlo, pero antes de conocerlo, yo por mucho tiempo pensé
que Jeff era maricón.
Gay, quiero decir. O era eso, o era muy muy perno. A Jeff lo conocí
en las fiestas de estudiantes europeos, siempre conversando, hablando rápido,
viendo como el resto de la gente se embriagaba. Siempre yendo a dejar en
su auto a alguna niña hungara que le coqueteaba y se reía
de sus chistes sólo para tener ride. Jeff, que además de
calvo es medio encorvado, siempre miraba y hacia un chiste medio woody
allen, y nunca lo vi con novia, y lo más cercano que tenía
como amigo era un gordo gay y rubio que usaba lentes de contacto en forma
de espiral, o de bolas de billar. Eso es todo lo que puedo decir que lo
conocía.
Después supe que a Jeff le gustaba Rebecca, y que por eso siempre
se acercaba a conversar conmigo, para saber de ella, porque yo siempre
andaba con ella, y supongo, también quería tantear cuáles
eran mis intenciones con ella. Pero yo siempre le tuve esa clase de desconfianza
que te callas pero que no puedes evitar. Lo miraba con esa tonta desconfianza
latina, claro, nunca me quedaba muy claro si era o no. En
el verano, mientras Rebecca estaba en Europa y yo trabajaba en lo de las
encuestas telefónicas, me encontré con Jeff unas cinco veces,
especialmente a la hora de almuerzo. Por supuesto, ahí descubrí
que Jeff tenía el hobby de ir a tomar cafe a Einstein Bros, simplemente,
porque podía estar por horas sentado hundido en esos sillones de
cuero, y desde ahí se podía ver un poco más arriba
de las faldas de las mujeres que pasaban por la calle. Ahí deje
de urgirme. Y empecé a conocerlo.
3. GENTE QUE
TE EMPIEZAS A REENCONTRAR: El mismo día que
me quedé afuera de la casa, revisé el correo y había
una postal para mí. Desde Rumania. De Alis.Creo que todavía
la tengo en la mochila. La voy a escanear. Dice textual:
-
"Hola Gonza. Estoi muy feliz con mama aqui. Espero que tu te divertices
mucho en Austin. Te espero mucho. Aca el tiempo es muy bueno. El mar es
caliente, el sol es..."
Y hasta ahí llega. Alis no habla español, así que
más abajo dice.
-
"Llama-me en Austin.
-
Alis.
-
Do you like my spanish? It took me 1/2 hour to write this :) ".
Dos semanas más tarde llamo por teléfono, pero el papá
de Alis me dice que aún no llega de Rumania, donde anduvo visitando
a su mamá. Una semana más tarde, nada tampoco. Finalmente,
la llamo a su habitación en Jester cuando las clases han comenzado.
Le dejo un recado con su nueva compañera de pieza, Christina. Otro
día por fin la encuentro, y ella pega un grito por el auricular.
Es un viernes y ella dice que nos veamos inmediatamente. La visito, y en
su pieza no está su roomate, pero está Kevin, su novio
argentino-gringo que vive en su mismo piso, y que -espero, supongo- no
sabe nada de Alis y yo. Nos damos la mano apretado, y la situación
se hace incómoda, pero Alis como si nada. Esta contando su viaje
por Europa, y que le encantó París, y que se quiere ir de
intercambio el próximo año allá. Me dice que este
verano tomó muchas decisiones importantes, y mira a Kevin. Más
rato, cuando bajamos a fumarnos un cigarro a la terraza, y por un segundo
podemos hablar sin Kevin encima, me cuenta que terminaron. Que, la verdad,
con él no tenía mucho sentido seguir, sin nunca lo quiso
mucho. Kevin acepta el veredicto, pero anda como perro faldero, tras ella
día y noche. Así que tratamos de escaparnos como podemos.
Después subimos de nuevo a su pieza y tomamos mal vino rumano. Supongo
que todo fue muy obvio. Después me regalo cigarros que trajo de
alla. Estos cigarros.
4. VIEJA GENTE
NUEVA: El asunto es que Jeff está terminando
su carrera. Está sacando su Master en Recursos Naturales, en Geología.
Debió terminarla en el verano, pero se atrasó con la tesis.
La verdad, fue buscando excusas para quedarse otro semestre más
en la universidad. El último semestre de universidad que va a hacer
en su vida, porque ya tiene 28 años. Y si se quedó, si no
terminó su tesis a tiempo en el verano, es porque -me lo confesó
después- tenía ganas de conocer a las chicas nuevas que llegarían
a las fiestas de Estudiantes Europeos este año.
Por eso buscamos departamento juntos. Porque, de repente, nos dimos
cuenta que a los dos nos estaban echando de nuestros respectivos lugares.
Después también me di cuenta que lo que a mí me parecia
gay, era sólo el hecho de que Jeff era una persona muy amable. Básicamente,
un huevón bien educado. Que cuando no entiende algo, pregunta I
beg your pardon?, que siempre le abre la puerta a las mujeres, que
siempre le gusta buscar conversación con gente que no conoce, por
el puro gusto de conversar. El clasico huevón atento: el día
que lo llamé por teléfono, cuando no podía entrar
a la casa, Jeff no sólo me recibió en la suya, sino que me
fue a buscar en auto. Yo le dije que le debía una.
Al final encontramos depto en la calle Cuarenta, como a diez cuadras
de la universidad. Amplio, alfombrado, iluminado, y con todos los gastos
pagados, incluso cable, lo que fue lo que finalmente decidió a Jeff,
que es fanático de la tele, y siempre me explica los subplots que
me he perdido de las temporadas pasadas de Friends.
5. Y TODO ES
CIRCULAR: En cuanto a Francesco y Rebecca, como no
tenían contrato por la casa, el dueño, tan mimado como ellos,
se las pidió de un día para otro. Después de todo
el asunto, al final tambien tuvieron que irse. Ahora viven en la calle
38, a unas 10 cuadras de nosotros. Por cierto, ahora he visto a Rebecca,
y me dice que ya está cansada de Francesco. Y que no lo quiere ver
más.
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