LA TALLER:
LA VIDA COMO PERFORMANCE DE LA CAIDA del catre

La necesidad -cara de hereje- llevó originalmente a Croci, Arrambide y Sánchez Gómez a concentrarse en un atelier de una casa de pintores, en los alrededores de Scalabrini Ortiz y Vera. Se conocían de antes, acaso sigan tratándose después de la experiencia de compartir este espacio de producción, reflexión, ocio, sexo (hablado, escrito, ocasionalmente actuado, ensoñado, proscripto), dormidero, estudio, siesterío, degustaciones, vínculos con el alcohol, poesía por publicarse, poesía inédita, obscenidad, devoción, fumadero de opio, guarida.

Hoy, como está dicho en otra parte, la delantera de La Taller está formada por las Pin-ups Gribaudo-Fagaburu -acaso también la trasera, con bombachita roja y acampanada falda breve- y JSG (doliente como un cristo en Turkestán).

Alrededor de La Taller hay otra gente, otros grupos que renegarían de cualquier relación con nosotros: los auténticos devotos de la poesía argentina, la academia, la sensibilidad clásica, la de vanguardia, la popular.

Algunos convierten cualquier hecho en performance, a fuerza de documentarlo. No es nuestro caso. Este es nuestro caso.

 

NOTA SOBRE UN NOMBRE:

La aclamación popular hizo que el osito de aquella temporada de Sofovich se llamara Totón. Hoy, La Taller vivió al borde del cisma, ya que se abrió debate sobre algo tan básico como su denominación: ¿El Atelier? ¿La Taller?. Afortunadamente primó la cordura: tuvo que terciar la autoridad,en forma de carta del PRESTIGIOSO JORGE DI PAOLA, para que se lograra consenso:_ el nombre de hoy y hacia el futuro es LA TALLER. Cualquier vestigio de otro nombre debe ser borrado de las crónicas. De ustedes depende.

 

 

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