UN OFICIO MUY ESPECIAL
Teresa Jiménez, de Ávila. España.
Nací hace unos cuantos años en Madrid, y actualmente también vivo en la capital de España. Soy un tipo... redondo, aunque no me avergüenzo de ello, muy al contrario, estoy encantado porque si no, no podría ejercer mi oficio. Me hace mucha gracia ver que para algunas cosas es imprescindible estar esbelto y delgado, y sin embargo todos en mi trabajo somos "redondos" y ¡pobres de nosotros si no lo fuéramos!
¿Mi vida personal? Pues casi ni tengo. Comparto todo con mis compañeros de trabajo, que a la vez son mi familia y me siento muy orgulloso de formar parte de un grupo tan bien nutrido en el que somos como los tres mosqueteros, aunque variando un poco la famosa frase: "Todos somos uno y cada uno somos un todo".
Lo que sí tengo es vida social. No es que me pase todo el día fuera de casa, disfrutando de los placeres de la buena vida de la capital. Al contrario. Cuando precisamente tengo vida social es mientras trabajo. Por unas horas mis compañeros y yo nos convertimos en los protagonistas de España e incluso en los protagonistas de los preámbulos de la Navidad en todo el mundo, porque, modestia aparte, somos mundialmente conocidos. ¡Si hasta salimos en la tele! Ese día por mucho conflicto social que haya, por mucho "Caso Lewinski", nosotros acaparamos las primeras imágenes de todos los informativos, y afortunadamente, siempre damos buenas noticias y llenamos de alegría a muchas personas.
El día 22 de diciembre, tan sólo un par de días antes de Nochebuena, ya estamos dispuestos a desempeñar nuestro trabajo, pero el trabajo realmente duro viene de atrás. Digamos que ese día, tan sólo es la puesta en escena. Ensayamos mucho con unos niños majísimos, que nos lucen orgullosos, y nosotros, mostramos nuestro "número de identificación" con una altanería pasmosa. Bueno, perdonad que no os hubiera dicho mi nombre... Es que ahora, hablando de los números es cuando me he acordado... Nosotros no tenemos nombre. Somos como los soldados, a nosotros nos llaman por un número y obedecemos, así que se podría decir que ese es nuestro nombre. Digamos entonces que soy 00666.
Como os estaba comentando, nuestro gran día es el 22 de diciembre. Obviamente, al estar cercanos a unas fechas tan señaladas, y al repartir buenas y grandes noticias, alegramos a mucha gente las Navidades. No, no somos carteros, aunque en cierta medida somos "mensajeros" de alegría, ilusión, suerte... ¡y salud! En la mañana del 22, casi de madrugada nos preparan a todos, nos limpian, nos maquillan si tenemos algún defectillo y nos colocan por orden. Salimos a una gran sala llena de expectación y de cámaras, cosa que nos hace lucir más orgullosamente nuestro cuerpo serrano y nuestro número, que es en definitiva nuestro estandarte, lo más principal de nuestra persona. ¿La duración de cada trabajo? Va variando de unos a otros, pero centrándonos en este trabajo, el más especial de todo el año, tardamos sobre 3 horas, siempre dependiendo de cómo se vaya dando.
Anécdotas tengo muchas. Desde gente que no ha dicho mi número correctamente, a gente que se ha equivocado y lo ha leído al revés... de estas os podría contar cantidad pero la que más me impresionó fue cuando comprobé personalmente lo mucho que importamos. Resulta que en "un día grande", o sea un 22 de diciembre, me resbalé y caí al suelo. Enseguida se me echaron encima decenas de personas deseosas de tenerme entre sus manos, como si fuera un fetiche para ellos. Un hombre vestido con mucho colorido, me cogió y echó a correr en dirección a la salida, pero unos policías le detuvieron y le hicieron devolverme a mis dueños. ¡Fue muy emocionante tener a "la poli" detrás!
Lo que más me fastidia de esto, es el "nombre" tan raro que me ha tocado. Los compañeros no cesan de hacer bromas: que si soy el mismísimo diablo (ya sabéis, por eso de los tres "seises"), que si soy bajito y nadie me quiere... Bueno, y no os cuento nada de cuando me pongo a charlar con mi compañero 00999... Entonces dicen que qué fuerte, que cómo es posible hacer... ¡tres "sesenta y nueves" seguidos! Por suerte ya sé de qué pie cojea cada uno y les puedo responder con otra bromita para ellos.
Esto es lo que hago en la vida. Tengo un trabajo estable y fijo, y encima, dependiendo del estado español, cosa que hoy en día es casi imposible de conseguir. Tengo unos amigos que son más que eso, que son mi familia, salgo en la "tele"... ¿Qué más se puede pedir? Pues lo que suelen pedir al finalizar mi trabajo casi todas las personas que han estado pendientes de mí: salud. Que no falte nunca. ¡Ah! Y a vosotros, un fuerte abrazo, y por favor, no os olvidéis de mí y cuando llegue el 22 de diciembre y me veáis por la "tele", sonreidme, que os estoy viendo.
Por cierto, lamento mi mala memoria... ¡os he hablado de mi trabajo y ni siquiera os he llegado a decir qué hago! Bueno, supongo que a estas alturas no os descubro nada si os digo que soy una bola de los números del sorteo de lotería de Navidad... ¡Chao!
Navidad 1989
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