Nuestra infancia en los años 60 mirando al Cosmos versus las redes actuales
En los tiempos de nuestra infancia, un esquema bipolar imperaba en el Mundo, y podían reconocerse claramente dos utopías.
En nuestros sueños mirábamos las estrellas y ubicábamos al hombre como parte de un Universo, en su concepción cósmica, quedando la Humanidad completa resumida como una pequeña partícula de polvo en el océano galáctico.
Actualmente las redes de información y la realidad virtual presentan un panorama sin polaridades, en una extensión sin puntos cardinales. ¿ Dónde está el Sur, dónde el Norte ? ¿ Y el Este y el Oeste ?.
En el ciberespacio de las redes, el poder no está relacionado con la orientación, (ésta última a su vez íntimamente ligada con la gravedad y las leyes de mecánica estelar). Como los problemas de ubicación y coordinación de un astronauta en la ingravidez, todas las direcciones posibles requieren del mismo esfuerzo para ser vencidas.
Hoy el hombre se define en función de su capacidad de interconexión, y el poder se fundamenta en la cantidad de unidades de información por segundo a las que puede acceder y procesar (o traficar), algo que los técnicos llaman "ancho de banda".
Por supuesto, existen ricos y pobres en esta red, tal como existen arterias principales y pequeños vasos periféricos, los menos desarrollados han accedido a pequeños riachos bastante alejados de los brazos principales.
Por otro lado, en nuestra infancia vivíamos la amenaza latente de la autodestrucción. Una especie infinitamente pequeña con suficiente poder para eliminarse a sí misma. Fue la era del nacimiento de la ecología como respuesta a la auto-agresión.
La oportunidad que dio la visión de la Tierra desde el espacio, el alejarse del mundo para mirarlo desde una distancia suficiente para abarcarlo en su totalidad, fue lo que brindó a los ecologistas su principal arma : el mundo en el que estábamos viviendo se comportaba como un sistema biológico complejo, al cual estábamos agrediendo. La paz no era una bondad en sí misma, sino lo que había que conseguir para no herir a este organismo que estábamos empezando a reconocer.
El hombre o en general los seres vivos, colocados en el espacio, parecían frágiles y manteniendo su vida con mucho esfuerzo en un medio gélido y falto de oxígeno.
Hoy, en realidad las computadoras y las redes son "extensiones" del cuerpo o bien prótesis del mismo (en la ciencia ficción actual comienzan a aparecer los mecanismos híbridos biónicos, o bien máquinas con adición de tejidos vivos). También recientemente ha aparecido la idea de comunidades con cerebros colectivos distribuidos a modo de redes con crecimiento canceroso, ávido de captar organismos biológicos para insertarse (éstos últimos probablemente tengan más desarrollada la capacidad de auto-reconstitución). Nada más cercano a la paranoia del surfing en las redes : el temor a ser captado subrepticiamente y perder el dominio de la propia intelectualidad, pasando nuestras neuronas a ser una extensión más de este circuito.
Las fantasías paranoicas de la década del 60 eran, como en "2001 Odisea del Espacio", que una gran Computadora (de la que el hombre estaba asépticamente separado, "individuado") se rebelara contra la Humanidad y tomara el control : nosotros como esclavos de nuestra propia creación. Pero como era un enemigo tangible, tan determinado como la Unión Soviética para los Estados Unidos y viceversa, nuestra hipótesis de defensa era cortar el switch principal que le daba alimento a ese organismo. En la imaginación de la ciencia ficción actual, el enemigo está atomizado, y nuestra estrategia de defensa no podría ser otra que la guerra de guerrillas : no existe ningún switch principal, y no hay posibilidad de "herir de muerte" a este organismo, que ha aprendido de la biología el reemplazo de funciones de una célula muerta por otra que la sustituye, con caminos alternativos para continuar el flujo incesante de información en la red.
La historia de la perra Laika presenta varias facetas que pueden ser relacionadas con estas especulaciones.
En primer lugar se presenta como el mejor ejemplo de la fragilidad de la vida fuera de la atmósfera terrestre protectora. Si bien hasta el momento del lanzamiento de Laika al espacio, ya habían sido llevadas a cabo otras experiencias con perros sometidos a las fuerzas provocadas por la aceleración, y experiencias de ingravidez de duración muy limitada, el delicado y meticuloso equipo de medición de las reacciones musculares de Laika, como así también los numerosos electrodos de plata colocados en su cuerpo, conferían a ésta experiencia un valor científico muy importante en el avance a viajes tripulados por humanos.
Lamentablemente,y esto relacionado con las especulaciones ya comentadas más arriba acerca de la Guerra Fría, éste experimento fue realizado anticipadamente, sin haberse desarrollado aún las técnicas de reingreso a la atmósfera, con lo cual, ya en su concepción, el mismo finalizaba con Laika inmolada en pos de la ciencia Espacial. Inclusive, algunos estudiosos consideran las experiencias llevadas a cabo como incompletas, dejando entrever la tozudez soviética por colocar elementos en el espacio más pesados y más alto que los americanos. En gran parte, éstos éxitos iniciales se debieron a la rapidez con que los rusos contaron con un cohete transportador confiable, en parte heredado tecnológicamente de los experimentos de la Alemania nazi.
Por último, podemos elaborar una hipótesis acerca de por qué los experimentos de los rusos incluían perros (Laika no fue la única enviada al espacio por los soviéticos, pero los americanos prefirieron los chimpancés, los ratones, etc.). En toda la historia soviética los perros fueron utilizados como animales de laboratorio (basta recordar las experiencias de Pavlov sobre los reflejos condicionados). Además, como dato curioso, la edición original soviética de la novela "De la Tierra a la Luna" de Julio Verne, tiene en una de sus ilustraciones una perra muy parecida a Laika que viajaba en aquella bala de cañón.
Existen muchas hipótesis sobre la verdadera muerte de Laika.
En un libro que yo había leído en mi infancia (seguramente no por falta de información, sino por estar dirigido a los niños), se decía que Laika había regresado a la Tierra. Puede especularse que se haya quedado sin oxígeno antes de fundirse la nave en el reingreso a la atmósfera, o bien haya tenido el peor de los finales (o quizás una última piadosa dosis de veneno en la máquina que la alimentaba), pero definitivamente ha pasado a la historia como el primer corazón que ha latido en órbita en el espacio, y por otro lado el primero que muere en el reingreso a la atmósfera.
En vísperas de cumplirse 40 años de la fecha en que fue enviada al espacio, quienes pasamos la infancia mirando las estrellas con los sueños del Hombre en armonía con el Universo y descubriendo nuevos mundos, reconocemos en Laika un corazón como el nuestro.
Ricardo Pons