San Sebastián del Pepino: 13
Monografías por C.A. López Dzur
Contenido / Enlaces

Lista

Indice a Obra de Carlos López Dzur

La formación de la etnia cultural pepiniana

Biografía / Carlos López Dzur

Carlos López Dzur y la Generación del '70

Convocatoria al Estudio de la Historia Pepiniana

Notas sobre el magisterio en El Pepino

La tertulia de La Central

La etnia cultural pepiniana

Indice de las Partidas Sediciosas

Mantillita / Tipos Populares

Correo


Poetas / Escritores

Escritores y poetas de San Sebastián del Pepino

Indice / USA

Index / España

Cartas Recibidas

Carta a los pepinianos

Fotos del Pepino

1. Introducción

2. Un tema ignorado y censurado

3. La simpatía por Cuba

4. La guerra hispanoamericana de 1894

5. Una oportunidad de romper con el pasado

6. Revanchismo y confrontación

7. El país en la incertidumbre

8. La Proclama Miles y las esperanzas

9. Los juegos del gato y el ratón

10. Las veleidades de Soto Villanueva

11.España se fue de bruces

Parte II

1. La desilusión y el discurso anarquista

2.El eco local: «Todo comenzó en el Casino»

3. La Zorra: ¿una revista anarquista

Radiografía sicológica y existencial de la pepinianidad (I)

Radiografía sicológica y existencial de la pepinianidad (2)

Lcda. Nilita Vientós Gastón

Lcdo. Ramón Edwin Colón Pratts / Estilete

Joaquín Torres Feliciano

Ramón M. Estrada Vega / Caminos

La literatura en San Sebastián / Aportación de Ramón Luis Cardé Serrano

Pintores de San Sebastián del Pepino

Obra personal

Meditar el ser

Homenaje a Hebe

Letralia

Jacinta

La casa donde llegas

Elegía a mi madre

Nihilismo nocturno

Elegía a mi madre

El guabá

Crucito el Feo

Homenaje a Hebe

Consejos kantianos para el flaco

Tijuana

Heideggerianas (1)

Heideggerianas (2)

Heideggerianas (3)

Heideggerianas (4)

Axona

Prisa

Amor inmundus

A Juan Mari Bras

Poemarios

Uno es un zorro viejo

La palabra amorosa

inmundus

El hombre extendido

A Juan Mari Bras

La tertulia de La Central

Indice / El corazón del monstruo

Consolaciones de Agar

En la muerte de Chato

Puerto Rico a la distancia

A Marcianita Echeandía

Lope de Aguirre y los paraísos soñados

Notas sobre el magisterio en El Pepino

El perro habló

La maldición de Tahuantinsuyo

Jacinta

Guillé

La vulva mística

Memoria del ultraje de Floris

Megillah de la ovación

La meada

Kim clin clin

La vellonera y la cerca

Marco el Loco

Justicia de tercera clase

El derrumbamiento

Mantillita

El reportero y la diva

Mi araña predilecta en el congal

El hombre que hablaba solo

Guille el Loro

Crucito, el Feo

El filósofo machista

Memoria del ultraje de Floris

Lot y el esquizoide

Evaristo

Las goteras

Crucito el feo

$365 a la mano

Críticas a López Dzur

La Casa / por Luis Cariño Preciado

Interview

El hombre extendido / por David Páez

El hombre extendido / Libro premiado en el Certamen Literario Chicano / Universidad de California, Irvine

El poeta vendido

Homenaje a Pan

Homenaje a Hebe

Oir

La sustancia

Nihilismo nocturno

El amor existe

Yván Silén

El hombre extendido, análisis en torno a López Dzur

Apartamentos prestados

Crucito el feo

Memoria del ultraje de Floris

Lot y el esquizoide

La violación de Eulalia

La bruja de la torre

La traición

Mi araña predilecta en el congal

La pianista negra

La marrana

Enlaces

Gaitiana

A Angel Ganivet

Detalles de amor y deseo

Desocultamiento

Arnold Benedict, el traidor

Pascual Cervera

Cuentos

] Mantillita

El reportero y la diva

Mi araña predilecta en el congal

El hombre que hablaba solo

El guabá

Crucito, el Feo

Las goteras

Consejos kantianos para el flaco

$365 a la mano

El filósofo machista

Memoria del ultraje de Floris

Lot y el esquizoide

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Colaboraciones de Carlos López Dzur

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Indice / carlos92701

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Convocatoria al Estudio de la Historia Pepiniana

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La Naranja / Bitácora política de Carlos López Dzur

Indice / Partidas Sediciosas del Pepino 1898

Estéticas mostrencas y vitales

Dzur en Letralia

Palabras preliminares a Leyendas históricas y cuentos coloraos

Teth, mi serpiente / 1

El hombre enamorado de la vida escribe "Yo soy la muerte" / por Abelardo García Vera

Yo soy la muerte: Poemario

CARLOS LÓPEZ DZUR • ESTETA CARIBEÑO-CALIFORNIANO

Comentarios sobre la novela El Pueblo en sombras

Zoomblog / Carlos López Dzur

El lector cósmico

De Antístines a Diógenes

Homenaje a Pan

Homenaje a Epicuro

Oustanding writer: Carlos López Dzur / Somos Primos

Art Pedroza

Carlos López Dzur y la Generación del '70

Argos: Las Esfinger

Tarea Escolar: Carlos López Dzur

Megillah de la Ovación

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Introducción a la Laguna: Dzur

Homenaje a Martin Heidegger

Sobre «Camino de eternidad» de Héctor Soto Vera

Crítica a El Hombre Extendido

Un vistazo a los estantes de libros

El poeta vendido

Literal Lengua

Revista Con voz propia

Trozos poéticos

Homenaje a Hebe: Filigranas de Perder

Carlos López en Charkito Blog

Locuras, Caramelos y Miel: Blog

Lamentaciones de Agar

A Lord Shelburne

A Enrique Octavo A Jan Huss

El amor existe

El diosito

Testimonio de la separación Intemerata

El parto de la sustancia

Utiles a la mano

Eurídice

Temporalidad

Historicidad

Los madrugadores

El Uno que no sirve para nada

Convocatoria a la investigación de la historia municipal

Partidas Sediciosas de 1898: Campesinos Armados en Pepino (Parte 1)

Los Tipos Folclóricos Pepinianos

Poetas y Literatos Destacados de San Sebastián del Pepino

La poesía pepiniana y el folclor: Enfoque Heideggeriano

Del Unionismo al Anexionismo

Escríbeme:


Carlos López Dzur

De la época de oro del muñocismo
al elitismo asimilista renovado

... Víctor Primo, el abogado...
y a Simplicio, el orador...
y recuerdo a toda prisa
la señora Doña Visa...
el juez Eduardo Negrón...
Millo y Getulio se vieron
como los guapos de antes
y de la tertulia amantes
Manolo y Pepín lo fueron...
... Y lucharon con tesón
Don Puyí y Tite Pagán,
representante, Cucán
y el actual Alcalde Mon...
Don Cayo y Nito Cortés,
del Pepino alcaldes fueron...
Ché Padró, representante.
Millo Vélez, prestamista...
Chilín Echeandía, el más bravo...
Ojalá que existan mil
como Cucán, el banquero:

Juan Roure, Jr.
(poeta pepiniano)

El primer Alcalde instruído plenamente con la ideología del Partido Popular Demócratico (PPD) y, por ello, el primer administrador de la Pava que tuvo El Pepino, fue Arcadio Estrada Linares. El pueblo, con poco más de 30,000 habitantes, creció a 33,000 vecinos a la fecha que Arcadio dejó el cargo.

Cariñosamente, conocido como Don Cayo, o por sus íntimos colaboradores como Cayito, tenía 39 años de edad cuando venció en las elecciones municipales después de la Segunda Guerra Mundial. Administró la municipalidad de 1945 a 1956. Este fue un decenio que define localmente la Epoca de Oro del Muñocismo y cierto influjo de militancia pro-social en Pepino. El triunfo del mensaje social de la Pava, en favor del hambriento y el explotado, fue sobre todo un mensaje de rebeldía contra el blanquitaje.

Al alborear su tercer término de Estrada en el gobierno, la política local se llenó de ciertas zozobras. Estas incidieron profundamente en el ánimo del alcalde. Sobre este hecho, escribe Ramón M. Estrada Vega, historiador y pariente del ex-Alcalde Don Arcadio:

Recuerdo cuando en 1954 mi padre me llevó a conocerlo a la alcaldía, año en que regresamos al Pepino. Tenía una oficina justo a la entrada del edificio, donde recibía a todos los que deseaban pasar a saludarlo o a exponerle sus problemas. No tengo datos, por ahora, sobre sus inicios en la política al comienzo de los años 40. Siempre me he preguntado las razones que tuvo para renunciar en pleno año electoral, el 30 de mayo de 1956, siete meses antes de cumplir su tercer término. El PPD nombró entonce a Fey Méndez, quien lo sustituyó en el puesto. No estoy totalmente de acuerdo que fuera por el simple motivo de 'dedicarse por entero a la agricultura', como dice la nota del Programa de la Fiestas Patronales del año 1967. Su hija Rosa Matilde dice que él no estuvo muy a gusto con Muñoz para ese entonces, cuando el contacto personal que solía mantener el gobernador con los alcaldes ya no era como en los comienzos del 'jalda arriba'. 1

Este mismo distanciamiento se produjo con otros líderes; el primero, de los cuales, fue Bernardino Méndez Jiménez.

Con la instauración de Rafael Méndez Cabrero, el proceso que dará las señales de cierto renuevo elitista se acelera. Se abandona el cambio de dirección moral y política que, con la Pava, aplaudió y cundió en entusiasmo por la población. Se intensificará un espíritu sectario y partidista al cual antes se resistió. Una cepa de pepinianos que rechazó la cultura elitista y el control económico y social ejercida por ésta y las familias que lo representan es sustituída y neutralizada.

¿Quiénes pudieron ser la gente llevada al ostracismo? ¿Cuáles los motivos para desarticular el liderazgo? ¿Cómo se logró tal propósito?

La gestión muñocista y los hombres que la sostuvieron son parte de un triunfo popular que la gente del pueblo de San Sebastián avaló con orgullo profundo. Sin embargo, antes del triunfo de Cayo Estrada, Pepino fue incapaz de dar la espalda a su realidad sicológica de pueblo tribal y egocéntrico.

El periodo de Evangelista Cortés (1941-1945) fue espectral, contradictorio y apañado, tanto que llevaría a violencia. 2 Una victoria más clara y más democrática, sin las sombras que representan la burguesía explotadora de los caciques consabidos, fue la de Estrada Linares.

En sus discursos Estrada Linares fue el primero que advirtió como tragedia nacional en ciernes el inicio de la emigración puertorriqueña a los EE.UU. explicándola como la salida desesperada por la falta de trabajo y la búsqueda de su mejor bienestar socioeconómico. Todavía el Presidente en Washington tenía la prerrogativa de nombrar a los gobernadores insulares, pero Cayito Estrada se hizo el eco local de una propuesta de Harry Truman (firmada como ley el 5 de agosto de 1947), según la cual, a partir del año siguiente, los puertorriqueños elegirían a su gobernador por voto directo.

En la historia política pueblerina, Estrada Linares supo vencer sobre las coaliciones republicanas de caciques locales, e.g., las familias Font y Echeandía, con socialistas de José Padró Quiles y Evangelista Cortés y pasar, sucesivamente, de la etapa de los gobernadores por nombramiento a dictado de Washington a las de gobernadores aclamados por el voto popular. De ahí que sobreviviera a Rexford Guy Tugwell, a Jesús T. Piñero y a Luis Muñoz Marín, tres estilos diferentes de autoridad gubernativa.

Estrada Linares contó, en su beneficio, con la amistad y asesoría bona fide de dos utuadeños excepcionales, uno pepiniano adoptivo, el Dr. Isaac González Martínez (1871-1954); otra, la educadora María Libertad Gómez, vicepresidenta de la Cámara de Representantes y delegada a la Convención Constituyente del Estado Libre Asociado de Puerto Rico. A la sombra de la administración de Estrada, creció un liderazgo poderoso disputado por el legislador Tite Pagán y el senador Méndez Jiménez.

PAN SIN LIBERTAD: También presente en ese escenario del Pepino de la primera administración del Partido Popular Democrático que venció, en toda la isla, con el lema «Pan, Tierra y Libertad», hay que mencionar a una generación de maestros y primeros administradores de la educación pública. Por ser amigo de Muñoz Marín, quizás su «oído más fino en el pueblo» [López Nieves] destaca la figura de Juanito Rosa Méndez.

La mayoría de los maestros egresados de la universidad, entre el decenio de 1920 y 1930, son los que con más entusiasmo entenderán el proyecto muñocista. Estos maestros, disciplinadores, ortodoxos, formados por los métodos pedagógicos de Dewey y Montessori, tenían la anuencia de los padres para formar un alumnado serio e integral, comprometido con el aprendizaje. Maestros que fueron como una «segunda familia», o «segundos padres», al surgir la escuela pública, no hicieron del salón un campo de batalla para la lucha de clases, el menosprecio de unos por otros, el favoritismo o el rigor de la frase autorizada «romper la regla encima» a quien no aprenda. 3

Un lector voraz, autodidacto, sin educación universitaria formal, Rosa Méndez siempre estuvo cerca de Muñoz Marín. Con él, el Vate, se une a una camarilla exclusiva, con entusiasmos literarios y culturales. Tertulias privadas en La Fortaleza. Muñoz lo consulta porque el estilo de Don Juanito y su don de gentes es la del hombre culto, comedido, atento, sincero y no pierde la sonrisa. Fue auditor del Municipio y Secretario de la Junta Escolar y el hombre que se ocupara en la época de que los niños más pobres de San Sebastián tuviesen zapatos y fuesen atendidos, con sus vacunas y medicinas, en el hospital. 3

Hay también que entender que la familia de Juanito es una cepa grande de ancestro canario y su padre, ___ Rosa, tenía vículos con una tradición logiera. Fue masón como otros liberales y unionistas de la época en el pueblo (e.g., los Sagardía Torrens, los Pesante, los Oronoz). A la familia pertenció Francisco Lugo Rosa y Cabán Rosa. Los niños de la cepa Lugo tiene el privilegio de educarse desde antes de la década de 1850, si juzgamos los expedientes escolares de Juan Elías, Vicente y Froilán Elías Lugo y otros. En la primera Junta Municipal de Instrucción Pública, siendo Alcalde Joaquín Martorell en 1865, uno de los funcionarios es Juan Antonio Lugo. El masón Juanito Rosa Pérez, padre del primer Juanito mencionado, trabajó como Secretario de la Corte Municipal y, anteriormente, fue maestro auxiliar para 1896. A mediados del decenio de 1920, una de las primeras maestras graduadas es Isabel Rosa. 4

En la administración de Nito Cortés, predecesor de Estrada y primer funcionario de origen humilde en la Alcaldía pepiniana, si algún correligionario socialista fuese de sentimientos tan claros como los de Juanito Rosa, «ese podría el Maestro Ponce». La referencia es a José Toro, residente en Pueblo Nuevo, talabartero de oficio, fallecido en Stalingrado. Unico, pero buenísimo talabartero en el poblado; compañero de luchas de José Padró Quiles, fundador del Partido Socialista, celoso en la promoción de la educación como la conquista mayor que puede adquirir el jornalero y campesino pobre del Pepino.

Entre Juanito Rosa, el Maestro Ponce y Puyi Méndez, había esta inquietud. La educación debe ser primero. Es la primera de las necesidades para alimentar el cambio. Méndez Jiménez y Rosa Méndez coincidieron en opinar que ese primer liderazgo de nuevos hombres del partido, salvo algunas excepciones, representaba el mismo vicio: el carácter enfermo por falta de educación y de ideales.

El ejemplo local de un líder jactancioso lo encarnó Tite Pagán. Muñoz Marín le llamó a La Fortaleza y, con las confidencias sinceras dadas por Juanito Rosa, lo puso en su lugar. Lo castigaría por enriquecerse a costa de contratos de construcción de puentes y camino y portarse malagradecido; salió a relucir un Puyi Méndez arrogante y un Cayo Estrada que acusaban de pillo. Se desató tal tormenta interna dentro del partido que Arcadio Estrada perdió la alcaldía ante Rafael Méndez Cabrero, «a quien se le acusaba de elitismo, de ser un viejo clan de las familias ricas, manejado por los intereses azucareros y del banco (Oronoz)».

«Desde que hizo su ingreso al Partido Socialista desplegó en su hogar la bandera del jacho, la insignia de aquel partido y nunca más permitió que dejara de ondearla. Hoy después de su muerte, su familia, en obediente mandato a sus deseos antes de morir, la bandera que llevó siempre desde que se hiciera socialista en lo más profundo de su corazón, se ve ondeando orgullosa entre las demás banderas como póstumo tributo a quien dejó enseñazas sublimes de cómo defender un ideal».

Sin embargo, hubo un punto en que él no transaba y que se hizo obvio o predecible cuando antes de su elección, un proyecto de ley, auspiciado por el Senador Tydings, para conceder la independencia a la isla de Puerto Rico fue presentado al Congreso, el 2 de abril de 1943. El se opuso ferozmente al mismo y en sus discursos, en campo y pueblo, defendía el protectorado estadounidense. Según él, la prueba más grande de buena voluntad de los EE.UU. se materializó al conceder la ciudadanía en 1917.

Fue con la «Ley Jones» del 2 de marzo de 1917 que otorgó la ciudadanía estadounidense a los puertorriqueños y los tres partidos políticos de la época (Republicano, Unionista y Socialista), en conjunción con la mayoría de los principales líderes políticos de la época (José Celso Barbosa, Luis Muñoz Rivera, Antonio Barceló y Santiago Iglesias), fueron catalizadores en el proceso legislativo que la engendró y aprobó.

guerra fria --corea alardes de armas nucleares el primer Centro de Salud en Puerto Rico se hace en Adjuntas en 1950 y revuelta nacionalista Por testimonios recogidos con los profesores Hernán Sagardía y López Nieves supimos que, en ocasión de los reclutamientos de puertorriqueños para su servicio en la Segunda Mundial, al despedir y felicitar a pepinianos inscritos, Estrada Linares como parte de su arenga resaltaba su visión de que Puerto Rico «será amparado por quienes, como ustedes, se unen al ejército de la libertad», el estadounidense. Según Estrada Linares, Puerto Rico sería muy pequeño para prevalecer como una república sin el protectorado de un Hermano Poderoso (Estados Unidos) y en medio de una vida internacional tan convulsionada como la que se vivía. «Ustedes van con el hermano mayor». (sic.) Los estados pequeños perdían el derecho a existir. 1

Pero si bien Estrada Linares se aprovechó en estas arengas con los reclutas para menospreciar las gestiones independentistas de Tydings y, en su lugar, enaltecer como más importante aún el movimiento jalda arriba de Muñoz Marín y el PPD, que se había fundado en 1938 con su simpatía, muchos de los que regresaron como veteranos de guerra le negaron el voto.

«El Partido Independentista Puertorriqueño en San Sebastián fue la segunda fuerza importante al acabar la Segunda Guerra Mundial; la Pava no podría sobrevivir sin pedir el voto prestado de los pipiolos y Cayito buscaba el voto de los veteranos y sabía que contar con ese voto era socavar la autoridad de Oronoz Font y el prestigio que le daba estar en la Junta del Servicio Militar Selectivo». 2

La década anterior, 1930 a 1940, fue llamada por muchos políticos la época del lamento borincano; pero ésta -1940 a 1950-, por el optimismo creador con que arrancó la Operación Manos a la Obra, fue la época de «besos más dulces que la miel», como decía una canción popular en Norteamérica. Es decir, el pueblo de San Sebastián del Pepino, como cualquier municipio insular, se descubriría como parte de la protección posible de la nación norteamericana, convocándose como una sociedad feliz y afortunada al serlo. Otra de las canciones consagradas del hit parade radial de la época, Getting to Know You, bien pudiera definir el sentimiento con que los muñocistas se aproximaron al nacionalismo, al autonomismo y a sus redefiniciones.

A la sociedad puertorriqueña correspondió convalidar su versión criolla de los Happy Fifties. Los políticos del Partido Popular Democrático aseguraban ante Washington y el Congreso que Puerto Rico sería capaz de garantizar su clima de tranquilidad socio-política y la lealtad incondicional (fin del «antiamericanismo») de su gente. Que Tío Samuel contaría, incluyendo la prestancia de la valentía y la sangre puertorriqueña que, dicho sea de paso, habría de verterse en Corea, Vietnam o Centro-América, a más con votos para sus partidos metropolíticos, el Demócrata y el Republicano, y con apoyo para las agendas congresionales.
Muñoz Marín y sus colaboradores dirían: Sí, presente. A cambio de una temperancia diseñada de ese modo y el olvido del garrote del decenio del Treinta, 3 se solicitaría de los EE.UU. la extensión del progreso («New Deal», alguna versión de las reformas del Presidente Roosevelt o sus sucesores). Conquistas como la extensión de la ciudadanía de EE.UU. a los puertorriqueños ya habían sido abogadas por autonomistas puros y anexionistas republicanos desde 1900, con los doctores J. Celso Barbosa y Federico Degetau. 4

No sería tarea fácil; pero en la época de la Operación Lamento Borincano, al menos, Puerto Rico logró dos cosas: su primer Gobernador puertorriqueño (Jesús T. Piñero, 1946) por nombramiento presidencial y, más importante, el primero por elección popular (Luis Muñoz Marín, 1948). Para comenzar, por estas dos concesiones, la isla enviaría su desproporcionada cuota de soldados boricuas a Corea.

En medio de este ambiente, en el que, en Pepino fueron tan importantes las personas de Severo Arana, el Lic. Eduardo Negrón Benítez, Bernardo Méndez Jiménez y Juan Bautista Pagán, popularmene conocido por Tite, quien tuvo una mente economicista, el entrenamiento matemático, la moral espartana y el celo para que el nuevo Partido Popular Democrático no repitiera los viejos errores de las coaliciones elitistas, la corrupción y el salvajismo político, de los periodos de Oronoz y Echeandía, fue Méndez Jimenez. Fue Delegado a la Asamblea Constituyente en el 1952 y actuó como Secretario del Comité que redactó la Carta de Derechos de la Constitución.

Méndez Jiménez nació en una familia próspera. Se educó por seis años en Albany y, según se decía de él, comentándolo el propio Muñoz Marín, «carece de sentido del humor; siendo honrado, es obstinado, cascarrabias y celoso». Obviamente, en el nuevo partido y, en su época de oro, Puyi vio asomarse con fuerza el nepotismo. Los políticos electos, sea como legisladores, senadores u otros puestos burocráticos, comenzaron a nombrar sus familiares para compensar los salarios devengados en posiciones públicas. Muñoz Marín, ante quien se quejaba, le pedía paciencia. «No se trata de robo. No que no sea importante vigilar esa tendencia; pero, el personal hace falta y, si es de confianza mejor».

1952: adopta la bandera de PR Los nacionalistas del patio purgaron sus sentencias en prisión federal antes que luchar en campos de batallas en favor del imperio. César Gilberto Torres, poeta nacionalista de Pepino, fue ejemplo de tal abstención al servicio militar obligatorio, por motivos políticos. Por tal razón, él pagó su condena de prisión desde antes de la Guerra de Corea. Vivió en las «entrañas del monstruo» hasta que, por la nostalgia y por la soledad en la vejez, regresó de Brooklyn (New York) a Pepino. Atras dejó una vida bohemia y las amistades que valoraron el talento de su obra y su colaboración, pues, Torres Hernández cofundó, junto a otro poeta pepiniano, Juan Avilés Medina (n. 1905), el importante Círculo de Escritores y Poetas Iberoamericano (CEPI) de Nueva York. En 1969, Torres volvió a su tierra y unas décadas después murió.

El nacionalismo fue la pieza que no encajó en el esquema una vez que el autonomismo vendiera ante Washington la promesa de una docilidad general de los puertorriqueños. El independentismo, entonces bajo la dirección del Dr. Gilberto Concepción de Gracia, fue la segunda fuerza política insular, aunque los nacionalistas no votaran. Los nacionalistas aguaron la fiesta y pusieron la isla en la atención del mundo cuando de los titulares periodísticos se leyó: «Assassination attempt against Truman».

El 1 de noviembre de 1950, el Gobernador Luis Muñoz Marín anunció, de costa a costa, su condena al acto después del fallido empeño de dos albuzuístas por atentar contra la vida del Presidente Harry S. Truman.

Las palabras del Gobernador para describir a los nacionalistas que atacaron la Casa Blair en la capital federal no pudieron ser más reveladoras: «insignificante grupo que favorece la independencia de Puerto Rico». Dice la versión inglesa del comunicado que «that nationalist gansters are less than 500 in number, among the more than two millions decent, democracy-loving American citizens that make up our community». Y añade: «Este acto criminal confirma mi convicción sobre una conexión entre estos locos, grotescos y futiles creadores de violencia con una estrategia de propaganda comunista por todo el mundo».

Según Muñoz Marín, quien se había comunicado telefónicamente con Truman al saber del atentado para dar disculpas, la agitación nacionalista ya tenía un saldo de 27 personas muertas y 90 heridos, desde el 30 de octubre.

Durante la década que Arcadio Estrada tomó las riendas del municipio, acabada la depresión económica, ocurrieron cosas buenas y malas. Lo más lamentable fue el grado de sofisticación que adquirió el asimilismo cultural y político y la súbita escalada del hostigamiento político, en especial, contra el independentismo.

En pos de votos para la Pava, Estrada Linares arengaba a los contingentes de pepinianos, idos o por irse a cumplir el servicio militar durante la Segunda Guerra Mundial, y su esperanza fue ganar la promesa de sus votos prestados; en particular, de los independentistas. A fin de cautivarlos, menospreciaba la iniciativa del Proyecto Tydings que entre muchos de ellos significó el recurso de la libertad; a fin de castigar el chasco con los que no lo apoyaron y seguían votando por la bandera verde de la cruz blanca, dio el visto bueno a los arrestos de independentistas en 1950.

El profesor Hernán Sagardía fue ejemplo de las detenciones y acusaciones fatulas. «Cientos de pepinianos fueron arrestados por la mera sospecha de ser nacionalistas; las diferencia ideológica entre nacionalistas y pipiolos no contaron; el cadete nacionalista el militante pipiolo fueron descritos como conspiradores peligrosos y potencialmente criminales. Fue el primer momento de gran histeria del Partido Popular y a partir de eso, comenzaron a cambiar muchas cosas. Ya ningún independentista creyó más en el cuento con que te decían que la Pava tenía la República preparada a la vuelta de la esquina», dijo él. 6

El cambio más cualitativamente eficiente fue la atención brindada a los aspectos de educación pública y conducción de la administración gubernamental. Se implantarían nuevos sistemas de trabajo, con el concepto de sistema de mérito en la administración de personal, para acabar con privilegios partidistas y favores personales. Se estableció la tasación científica de la propiedad y se aumentó el acceso de la población pobre al sistema educativo público. En parte, los beneficios de educación por servicios prestados en las Fuerzas Armadas en tiempos de Truman, explican la coyuntura histórica de esta mejora.

Al quedar establecido en los EE.UU. el Departamento de Salud, Educación y Bienestar, en 1953, muchos de sus programas pasaron a Puerto Rico. Inclusive se daba zapatos a los niños que iban descalzos a las escuelas. La guerra de Corea aumentó el número de recipientes de los beneficios del G. I. Bill. Se abrieron escuelas nocturnas para adultos. Además, entre 1950 y 1960, se origina la explosión educativa traída por los junior colleges. La administración de Eisenhower apoyó las reformas de A. F. Logan y D. S. Jordan que democratizarían la educación en Norteamérica. Puerto Rico se benefició del community college movement.

Un talentoso ingeniero pepiniano, Aníbal Nieves Nieves, fundó en San Juan uno de los primeros junior colleges -EDP College, orientado a instrucción en procesamiento de data por medios electrónicos; pero antes que él hubo otras iniciativas afines a tal movimiento. Hoy el colegio EDP en su importante centro docente con surcursal en El Pepino.

Una intensa jornada de lucha de los socialistas por la primera escuela superior pública culminó en 1942. Fue por impulso y tarea en la Legislatura de José Padró Quiles, quien se enfrentó a los intereses creados del cura José A. Aponte y una academia católica privada que tenía a cargo, desde 1935. La Academia Santa Rita no podía satisfacer las necesidades masivas de educación de Pepino. Padró Quiles, obrero y luchador de raza negra, devoto a los humildes, preparó el camino para que las generaciones profesionales se formaran en Pepino, tras gestionar e inaugurar la primera escuela secundaria pública del municipio.

Educadores pioneros de esta etapa (y quienes llegarían a ser maestros de futuros maestros fueron): Mariana Robles (de Cardona), Pedro A. Cebollero (con el tiempo, ambos catedráticos de la Universidad de Puerto Rico), Patria Latorre,las hermanas Angela y María Luisa Cardona, Ernestina Méndez (con el tiempo, directoras de planteles escolares y Méndez, candidata a Alcaldesa), Ramón «Monchín» Medina, José Vélez y otras mrs., miss. y místeres que sería de prolija mención.

Algunos educadores ganaron «motes» o sobrenombres cariñosos que revelan la idiosincrasia perspicaz y memorante de este pueblo ante sus figuras pioneras en la enseñanza pública. Entre los primeros, en la Escuela Narciso Rabell Cabrero, se contaron, por ejemplo: Mr. Robles («El Austríaco»), Mr. Hernán Sagardía (motejado como «Brinca Charcos» por la corta bastilla de sus pantalones y sus coloridos calcetines), Mrs. Olivencia («La Boba», instructora de inglés), la bibliotecaria Miss Cabanilla, Mr. Tráquea, Mr. Aldahondo, Mr. Cocotazo, Chomo, El Conejo, Trichuri, Mr. Bernabé, Mr. Cruz, el consejero, Mr. J. Pérez Avilés y Mr. Cancel, de Educación Aero-espacial.

Los municipios -en isla de tan pequeña extensión- progresaron de manera uniforme. San Sebastián participó del ritmo de crecimiento configurado por los índices insulares. Por ejemplo, durante la década de 1940 a 1950, la mortalidad bajó de 18 a 10 por cada mil habitantes. El analfabetismo disminuyó del 35.1% a 22%. La matrícula en escuelas elementales ascendió en un 44% y la universitaria en 120%. El índice de longevidad subió de 45 a 58 años.

Al aumentar el valor real del ingreso per cápita en 70% y el ingreso total en 200%, tomados por base los precios de 1940, así como al subir los sueldos y salarios en 118%, se entenderá el por qué el Partido Popular (La Pava) creyó importar de Norteamérica lo que allá se celebraba como Felices Años de los '50. Esta década abriría -para los norteamericanos- el hábito del Gran Consumo. Ilusión de infinita prosperidad que Puerto Rico no tardaría en aprender.

En 1950, por ejemplo, cuando los EE.UU. contó con 150.6 millones de habitantes, la producción de aparatos televisores -en un sólo año- pasó de 1.5 millones a 15 millones de aparatos al año siguiente. El 30% de la población estadounidense se dedicó al comercio y la industria, porcentaje sólo superior en Gran Bretaña y Alemania.

Puerto Rico tuvo un crecimiento demográfico, entre 1940 y 1950, de 18.3%; pero, aún con ésto, el desempleo se redujo del 17.9% al 12.8%. Los gastos de consumo per cápita también ascendieron por un 54%. Se compraría televisores, enseres eléctricos, ropa y alimentos, de fabricación americana y, por ello, analistas del sistema, como Benjamín Carrión, se apresuraron a concluir el éxito definitivo del «modelo industrial» en Puerto Rico, en su libro Puerto Rico: Un Pueblo Manos a la Obra (1952).

Las primeras transmisiones de televisión en Puerto Rico se hicieron en 1954, el mismo año en que un grupo de nacionalistas puertorriqueños abrieron fuego de pistola en la Cámara de Representantes Federal e hirieron a cinco congresistas.

La industrialización de Puerto Rico, cuando se contextualiza en la etapa de la nueva política exterior norteamericana y la Alianza Para El Progreso, a partir de 1961, sufre un súbito estancamiento. Inspirada por el Presidente John F. Kennedy, tras la conferencia interamericana de Punta del Este (Uruguay), se formula una diplomacia total para América Latina. Kennedy se convierte, según observara Arthur M. Schelesinger, «en el primer presidente norteamericano para quien la totalidad del mundo era, en un cierto sentido, política interna», es decir, el primer presidente que actúa con la visión del imperialismo mundial. Puerto Rico es incluído en el programa más ambicioso de esta diplomacia total que se adopta por el Consejo Interamericano Económico y Social de la Conferencia y que, en aras de esta alianza de naciones, alía Puerto Rico al bloque de países sobre el que EE.UU. impera, hegemónicamente.

El puertorriqueño delegado a servir al programa de Alianza Para el Progreso (APEP) y coordinador de la misma, de 1961 a 1964, fue el ponceño Teodoro Moscoso. El dirigió, por una década, la Administración de Fomento Económico en la isla, desde 1950. Se convirtió en influyente asesor del sistema interamericano, después de su breve experiencia como embajador de los intereses norteamericanos en Venezuela. Durante la administración de Richard Nixon la APEP fue acabada. Moscoso sería ya un poderoso empresario y ejecutivo, con empresas propias y pasaría por la Mesa Ejecutiva de la Commonwealth Oil Refining Co. como director. Utilizaría sus experiencias e influencias en Fomento Económico en aras de su interés privado y la protección de las petroquímicas norteamericanas en la isla.

La Alianza (APEP) propuso metas muy ambiciosas: establecer el Mercado Común Interamericano, fomentar programas de reforma agraria y tributaria, elevar el rendimiento agrícola, acelerar la industrialización, aumentar anualmente el rendimiento per cápita un mínimo de 2.5% y eliminar el analfabetismo. Para lograr estos objetivos, se proveería una inversión de 80,000 millones de dólares; una ayuda exterior adicional de 20,000 millones, de los cuales los EE.UU. ofrecieron aportar o garantizar el 60%.

¿Recibiría Puerto Rico beneficios de ese proyecto? ¿Y El Pepino?

La APEP -más que sustituir- ampliaría y afinaría la Doctrina Truman sobre las naciones «amenazadas por minorías armadas y la presión exterior». Ofrecería una respuesta a la alternativa socialista, representada por la Revolución Cubana y un marco de control del proceso de desarrollo y nuevas relaciones para América Latina que se ajustara a la subordinación estructural en las áreas económica, tecnológica, política, cultural y aún militar, que los EE.UU. requirió del continente.

Pese a su pequeñez geográfica, Puerto Rico fue uno de los países que, durante las décadas de 1950-1960 y 1960-70, se debatió en la tentativa de emancipar los centros de decisión que el colonialismo norteamericano retuvo. Esta nacionalización de los centros de decisión en la isla se configuraría como búsqueda de autonomía interna (fiscal) o planificación gubernamental. En ambas décadas, hubo comicios especiales para plantear de raíz, supuestamente, el destino político, la noción de la identidad jurídica del estatus puertorriqueño.

En otras naciones latinoamericanas, por responsabilidad ante el proceso extranjerizante que amenazaba a sus economías, el nacionalismo adquirió el acento anti-imperialista. Se colocaría en primer plano el «proceso de interiorización de las contradicciones» generadas por las relaciones de tipo imperialista. En Puerto Rico, por lo ya explicado, una generación conservadora, con pretensiones modernistas y triunfalistas, entregó la resistencia albizuísta a las manos del imperio. Se efectuó, a partir de 1950, la sofocación del tinte más radical del independentismo. El Dr. Pedro Albizu Campos volvió al presidio.

El albizuísmo fue el proyecto más sólido para romper -por la vía nacionalista, no colaboracionista- con la dependencia estructural al poder invasor. El proyecto de Constitución del Estado Libre Asociado que terminará sujeto a plebiscito y aprobación sería el equivalente del disfrazamiento, o mejor decir, la reversión del proceso de interiorización de poder y nacionalización de centros de decisión y, aún, de riqueza material. Albizu Campos llamó al Estado Libre Asociado la esclavitud, o la colonia con cadena larga.

Con la aprobación de la Ley McCarran (1950), a pesar del veto presidencial, Norteamérica inauguró la época del anti-comunismo. ¡Dentro y fuera de las fronteras! De aliada durante la Segunda Guerra Mundial contra los enemigos nazi y fascista, la Unión Soviética pasó a ser la «bestia roja, la Gran Amenaza». Esta ley congresional solicitó del Presidente restricciones muy severas contra los comunistas, particularmente, si están empleados en el gobierno federal y surgieran emergencias, dentro y fuera de la nación, que los pintara más peligrosos por sus potenciales reacciones desde el poder.

En el contexto de la paranoia que inspiró el caso de conspiración de 1949 (donde 11 comunistas estadounidenses fueron procesados), la convicción y condena de Klaus Fuchs en Inglaterra (por traición y espionaje) y su confederado estadounidense Harry Gold en 1950 y, en 1951, la condena a muerte de Julius y Ethel Rosenberg, acusados por espionaje contra los EE.UU., el senador Joseph R. McCarthy incitó a gobierno y empresa privada (los estudios cinematográficos, por ejemplo) para efectuar purgas en el Departamento de Estado, la Armada y otras corporaciones. Patrocinó audiencias senatoriales televisadas que, a la postre, instruyeron en el miedo a 29 millones de hogares norteamericanos, que contaban con televisores. Se atemorizó con diablos azules y comunistas por todas partes.

El Senado tuvo la necesidad de amonestar a McCarthy por sus cacerías de brujas y sus métodos injuriosos de hacer política. A pesar del influyente y nocivo impacto del senador republicano de Wisconsin en la gente común, él fue desenmascarado como gran mentiroso. Se le apodó Tail Gunner Joe, al saberse que reclamó que, durante la SGM, fue granadero de combate, que nunca fue.

Durante la administración de D. D. Eisenhower (1953-1961), Norteamérica quiso mirarse como la nación más feliz y poderosa de la Tierra. Había vencido en la Segunda Guerra Mundial y en Corea. Estaba en posición, material y militamente, de reformular directivas de política externa ante Asia, Africa y América Latina, que tocaran la esencia misma de las relaciones entre el Occidente industrializado y los países subdesarrollados. Las potencias que más sufrieron los reveses de la Guerra Mundial: Inglaterra, Alemania, Japón, Francia, Holanda, etc., se tendrían que alinear bajo el liderazgo de los EE.UU.

La nación quedó muy poderosa; pero no tan feliz y aplaudida como se dijera y convndría. De 1939 a 1943, se habían creado 1.2 millones de nuevos empleos industriales. Exorcizada la Depresión de los Treintas, «a key new industries emerged: jet aircraft, television, guided missiles, and mainframe computers». El desarrollo de la industria de armamentos perduraría tanto que el Presidente Ronald Reagan, electo en 1980, pudo reeligerse, a pesar de su propuesta de la Iniciativa de Defensa Estratégica.

El Secretario de Defensa, Gaspar W. Weinberger, de la Administración Reagan, presentó en 1987 su sexta edición del folleto Soviet Military Power con el fin de justificar la inversión cada vez mayor de Norteamérica en defensa militar. Weinberger advirtió que la URSS dedicaba anualmente a su defensa entre el 15% y 17% de su producto nacional bruto, comparado con el 6% que gastaban los EE.UU.

Mas la imagen de Felices Años Cincuenta, con que Norteamérica deseara vivir y la historia moderna de Puerto Rico emergiera, se conformará dentro del plexo de contradicciones internas que ya, para la década siguiente, sería insostenible. Es decir, los Felices '50 fueron algo así como una sublimación, mercenaria y autoconsolante, diseñada por la supremacía blanca.

En cambio, el esfuerzo de las minorías más pobres se concentraría en ganar derechos civiles, e.g. el fin de la segregación racial en las escuelas públicas y la campañas de registro de electores en el Sur por el Comité Coordinador de Estudiantes por la No Violencia (SVNCC, siglas inglesas). Se desafiaría a la supremacía blanca y a sus poderosos voceros e intereses en la Oficina Oval y el Pentágono.

Por otro lado, se coordinaron los esfuerzos de represión del llamado Comité de Actividades Anti-Norteamericanas de la Cámara de Representantes (surgido desde 1950) y el programa del Buró Federal de Investigaciones (FBI) para la sofocación del movimiento obrero organizado, al que se llamó Socialist Worker Disruption Program (SWDP) en la década de 1960. En 1967, el director del FBI, E. Hoover, autorizó la actividad investigativa y el seguimiento policial contra grupos de activistas afroamericanos. La secuela de los Happy Fifties sería llamada irónicamente The Great Society, que constituyeron los años cuando el Presidente Lyndon B. Johnson trató de subsanar con leyes anti-segregacionistas, programas de guerra contra la pobreza y ayuda federal en educación, las áreas de rezago ignoradas por siglos hasta entonces y la rebeldía de grupos y gentes oprimidas, durante la década del Cincuenta; pero que ya habían lanzado el grito We Shall Overcome.

El poder corporativo y el rango gubernamental se representaron en esta Norteamérica de post-guerra. El Secretario de Defensa de Eisenhower fue Charles E. Wilson, presidente de la General Motors y, en consecuencia, bautizado como Engine Charlie. También fue colaborador de la administración eisenhoweriana Charles Wilson, presidente de la General Electric, a quien se le refería como Electric Charlie. Lo único refrescante de aquellos años fue la figura de la diplomática y escritora norteamericana Anna Eleanor Roosevelt, quien fuera jefe de la Comisión de Derechos Humanos de la ONU y jugó un papel central en la adopción de la Declaración Universal de los Derechos del Hombre en 1948 por ese organismo. Ella fue la esposa de su primo, Franklyn Delano Roosevelt, y llegó a ser la Primera Dama en 1932.

El incidente en noviembre de 1950, cuando Oscar Collazo y Griselio Torresola atacaron a tiros la Casa Blair, residencia temporal del presidente en Washington, D.C., en aras de matar a Truman y así, con ello, «despertar al público estadounidense, esencialmente ignorante de la situación en Puerto Rico», es el primer hecho en el Caribe que forzará a Washington a refinar los alcances de la Doctrina Truman y tomar consciencia de que América Latina es un gran mercado para sus productos manufacturados, fuente importante de materias primas y frontera para las inversiones de los EE.UU., región con las que tendría que darse una cooperación («Doctrina Truman»), específicamente regional e interamericana; pero, al mismo tiempo, países que afirmarían su derecho a soluciones de su estatus y avatar político.

Puerto Rico no fue la excepción...

El aparato gubernamental utilizó la revuelta nacionalista de 1950 para escarmentar tanto a nacionalistas como a miembros del Partido Independentista, con miles de arrestos arbitrarios. El resultado fue la extirpación del albizuísmo. Se encarceló a sus más talentosos militantes, incluyendo a poetas eximios como Francisco Matos Paoli y J. Antonio Corretjer. La dirigencia y la militancia fueron descritas propagandísticamente como presuntos «delincuentes» y «terroristas», aliados con el comunismo internacional.

De hecho, con Arcadio Estrada y el triunfalismo de la Pava, sufrió la cultura política de El Pepino. En el testimonio ofrecido por Manuel Rodríguez Nuñez, el nacionalista más conocido del pueblo, al brotar la Revuelta Nacionalista del 30 de octubre, éste destacó que «había mucha envidia y gente lambeojista, que entraba y salía de la Alcaldía viendo qué sacar, gente con la costumbre de venderse y decir cualquier mentira con tal de algún provecho».

Yo me vestía como cadete de la república. La gente sentía miedo y no de mí... miedo de ellos mismos. Miedo del gobierno, miedo de la consciencia A los pipiolos les daba miedo vestirse de negro, imagínese al pitiyanki criollo... Yo me vestía de cadete y nadie se me acercaba, porque entonces yo era un símbolo, no era don Manuel a quien todos querían. En octubre yo me vestí de negro el día del Vírgen del Pilar ...y luego porque fue día del Descubrimiento de América por España. Yo sabía que bastaba éso, vestirme de negro y ser considerado, por hacerlo, provocador, el mete-miedo. Bastaría éso para que cualquier vendepatria pensara que yo iría a quemar y destruir, o matar como en 1937 cuando se ejecutó al coronel Riggs por mano de nacionalistas... Bien dicen que el ladrón juzga por su condición. Si yo soy capaz de matar, en la teoría de ellos, es porque soy malo y porque soy malo, se me puede pedir que mienta. Esa fue la mentalidad de Bautista Pagán y aquella gente que respondía ante Cayo Estrada y Puyí Méndez, gente llena de miedo, ambición y envidia».

«A cambio de yo acusar de ser... nacionalistas, e involucrar en planes de conspiración falsos, a Bernardo Sánchez y otros pipiolos, se me propuso sacarme libre». Rodríguez Nuñez se negó a mentir y cumplió su condena de prisión con dignidad. Le fue negado el derecho a fianza por el Juez, a pesar de que contaba con fiador, si se hubiera concedido la fianza que solicitara el Lcdo. Baltazar Quiñones Elías, su defensor. «La fianza me la daban si mentía. Para mí, la verdad fue tan sagrada como el nacionalismo. El nacionalismo es la filosofía de la patria y de la verdad. Nadie puede ser nacionalista a la fuerza o nacionalista de mentira. Si es conocida la verdad y uno miente o se escabulle, uno no es nacionalista... Yo no fuí inteligente ni letrado para destacar, o para querer treparme en tribunas y decir discursos. No tenía ni tengo ese arte; pero yo soy nacionalista porque yo me corto la lengua primero antes de mentir cuando está en juego el destino de mi patria».

«La razón por la que arrestaron a Bernardo Sánchez Acevedo, Víctor Cardona, (Hernán) Sagardía y tantos otros, no fue porque ellos fueran nacionalistas, sino porque ellos tenían talento. Era gente honesta y limpia. El pueblo podía confiar en ellos, sabían explicar los problemas y las causas del colonialismo... Tenían poder en el verbo y desde las tribunas. No eran mequetrefes metidos a políticos. Ni velagüiras. Podían brillar con méritos propios... Por esta razón, Alfredo Colón, Puyi Méndez, Tite Pagán y Cayo Estrada, los miraban como rivales, cada vez que venían las elecciones. El PIP podía acabar el güame y el teatrito de todos ellos... Si mira bien, Cayo Estrada y Fey Méndez podían quedarse por siempre como alcaldes, porque en El Pepino la gente de la Pava no tenía a nadie más sino a los velagüiras de siempre. Los independentistas de verdad, con talento, siguieron siendo del PIP, a pesar de Muñoz y el miedo que arrastró con muchos pipiolos que antes se dijeron independentistas, como el mismo Sagardía que se metió a la Pava. La gente fue lo que falló.

«Con el cuento de que la independencia está a la vuelta de la esquina, votando popular, dejaron solo a aquellos que lucharon de frente, sin doble bandera», explicó Rodríguez Nuñez. 6

En este contexto de verticalidad y convicción, el independentismo se sostuvo, a lo largo de decenios. En el más valioso de los casos, hubo militantes locales que nunca cedieron a la permanente súplica pepedeísta: Préstame el voto. Los fundadores del PIP y, aún aquellos pocos que del Partido Nacionalista pasaron a las filas del independentismo, en El Pepino, también vaticinaron que el modelo de economía colonial del PPD se vendría abajo, tarde o temprano, y que la diplomacia total, tras el asesinato de Kennedy, se transformaría en agresión contra cualquier forma de disidencia y autoafirmación nacional, dentro y fuera de Puerto Rico. Hombres que habría que respetar, en este respecto, son los independentistas de siempre, los «no-presta votos»: e.g., Bernardo Sánchez Acevedo, Pilino, el viejo Orta, Victor Cardona, Angel López Padua y con ellos, nuevas generaciones que van del Ing. Ariel Colón Pratt, el profesor Manuel «Neco» Vázquez, Dr. Marciano «Chano» Avilés Roig a las familias Grillasca, Orta, Serrano, Acevedo y otras.

Existe, por demás, cierto marco, donde la historia puertorriqueña despliega su destino en común con América Latina y hubo en El Pepino quien pudo comprenderlo.

Las dictaduras de Fulgencio Batista, en Cuba, que se extendió desde 1952 a finales de 1958, la de Marcos Pérez Jiménez (1952-58) en Venezuela, la del Gral. René Barrientos Ortuño (1964-69) en Bolivia y de Rojas Pinilla (1953-57) en Colombia, serían el comienzo de una etapa que hará que los EE.UU. analizara el papel que América Latina desempeñará en las luchas entre las potencias mundiales, polarizadas con Norteamérica, ante la problemática del hambre, el militarismo y la zozobra social.

En las Naciones Unidas y la OEA, Norteamérica necesitaría de los votos latinoamericanos, es decir, de sus alianzas con las posiciones sostenidas por los gobernantes estadounidenses. Frente al crecimiento asiático, el factor demográfico (estructura de la población y cómo está organizada) de América Latina también sería importante. Establecida la APEL, los EE.UU. coordinó su intervención militar en República Dominicana en 1965, con la cooperación de un contingente militar brasileño que apoyó a los infantes de Marina. Las fuerzas interamericanas (¿de paz?) —aportadas por Costa Rica, Honduras, Nicaragua y Brasil- sofocaron en República Domininicana lo que se calificó como el control comunista del proceso de cambio que había comenzado con el triunfo de Juan Bosch en las elecciones del 20 de diciembre, después de tres decenios de la dictadura de Rafael Leonidas Trujillo.

La Alianza para el Progreso se inauguró el año que los EE.UU. rompió sus relaciones con Cuba, tras este país expropiar los molinos azucareros de los EE.UU. y unos $ 2 billones en otras propiedades e intereses. Dos años más tarde, en 1963, la OEA se convirtiría en una mera caja de resonancia de las posiciones norteamericanas en el Caribe. La APEL nació muy poco después que Nikita Khruschev y Anastas I. Mikoyan establecieron los primeros nexos oficiales con el gobierno de La Habana. El entonces vice-presidente Richard Nixon, en visita oficial a Moscú en 1959, había sido advertido por Khruschev que Occidente debería aceptar una zona libre de armas nucleares en los Balcanes. Khruschev viajó ese mismo año a los EE.UU. y coincidió con Eisenhower en que «todos los problemas internacionales deben ser resueltos por medios pacíficos».

La Crisis de Octubre (1963), o de los cohetes nucleares en territorio cubano, mostró que el dirigente soviético fue más serio que el de sus colegas norteamericanos, a excepción de Kennedy. La URSS retiró sus cohetes de Cuba y se firmó en Moscú el Tratado de Prohibición de Pruebas Nucleares de 1963. Khruschev hizo públicos los crímenes y purgas (1936-37) de Stalin. Profunda autocrítica después de muchas erranzas. Mikjail Gorbachev inició una reforma democrática en 1986.

Al Partido Comunista Puertorriqueño (proscrito por ley) y al Movimiento Pro Independencia Puertorriqueño (más tarde, convertido en partido marxista, i.e., Partido Socialista) correspondió aportar a la cultura política puertorriqueña y promocionar los análisis más amplios de estos fenómenos. De todos modos, la Doctrina Truman continuó aplicándose como el más eficiente mecanismo para contener el avance de la amenaza soviética y difundir las interpretaciones propagandísticas de la derecha.

Ni en Puerto Rico ni en América Latina, en general la Alianza para el Progreso sirvió a los objetivos explícitos en acuerdos de papel, si éstos fines fueron, en verdad, modernización industrial, reformas agrarias o reducción del analfabetismo. Los intereses de la clase militar latinoamericana fueron los únicos en ganar con el trámite de interdependencia, asociación con los EE.UU.. Cierta fantasmagoría económica fue el pretexto para «villanizar» -tanto en Norteamérica como en América Latina y el Caribe- a los que luchaban por la nacionalización de sus esferas de decisión y la autodeterminación para sus países.

Villanizar mediante la elaboración de verdades oficiales se realizó durante una década en que Norteamérica cobró, por primera vez en su experiencia cotidiana, una cierta consciencia de que vivía de engaño en engaño. A partir de 1963, por causa de la problemática con Cuba y Vietnam, cierto «credibility gap become evident between the truth and official reports of events in Cuba, Vietnam, and elsewhere». La fobia por la «amenaza roja» se aplicaría a los vecinos hemisféricos. En el catálago de villanos, los nombres de Albizu Campos, Fidel Castro, Juan Bosch, Juan Mari Bras, etc. encabezaron las primeras muestras.

Arthur Schlesinger acuñó el término de presidencia imperial («imperial presidency») para referirse a las ejecutorias de Franklin D. Roosevelt y John F. Kennedy, hechos y hombres representativos del inicio de la Guerra Fría y la cultura de post-guerra que, como sus sucesores, han sido moldeados por la videogramática de la política. Con ellos, se perfeccionaría una época donde la palabra clave fue propaganda y el objetivo esencial marginar, separar o evitar el control popular de las oficinas públicas y las esferas de poder, de modo que se perpetúe el dogmatismo democrático. Se exigía la fidelidad, creer que toda acción norteamericana es patriótica, moral y en su legítima defensa... que sus guerras son justas y sabias...

El Partido Popular con la cruzada Pan, Tierra y Libertad, en el marco de sus límites neo-coloniales, hizo cuanto pudo (o fue permitido) para combatir el colonialismo cañero, representado por corporaciones azucareras ausentistas, desde 1938. Estos monopolios desaparecieron paulatinamente cuando se aplicó la . pero a falta de un proyecto creador y amplio para el futuro y el compromiso de la dirigencia del PPD con la voluntad de plena autodeterminación política y económica, una vez desaparecidos los monopolios cañeros, se cristalizó cierta ilusión hueca, utopía de revolución pacífica y reformista. La asociación libre y permanente del ELA se vendió al Caribe como modelo de la deseable interdependencia, por los precarios logros de una década de 1946 a 1956. Los cubanos no se lo creyeron.

El estadolibrismo enclavó a los puertorriqueños al régimen que definiría «el orden y el progreso», en términos de ganancia individualista («personal gain»), seguridad y conformidad social, sin necesidad de tomar decisiones y expresar dentro del poder sus miedos, ambiciones y necesidades, «a largo plazo», para beneficiar a todos. La tradición liberal jeffersoniana con su énfasis en derechos humanos, anti-esclavismo y democracia agraria- perdió su preponderancia ante las exigencias del tecnocratismo calculador y frío. ¡Pérdida en la metrópolis y en el énclave colonial que optó por la asociación permanente!

Durante los años de la segunda Guerra Mundial y antes, el concepto de progreso quedó verbalmente articulado en Puerto Rico; mas las ideologías que lo sustentarían como ideal fueron cínicas en la práctica. En El Pepino de principios del '50, para dar un ejemplo, Jacinto «Chinto» Rodón Rubio 7 terminó siendo el prototipo del político idealista, perdedor y en vías de desaparecer. En tiempos del pragmatismo post-bélico, surgió cierta jactancia entre aquellos que aseguraban: «Yo si me meto a la política, no voy a ser como Chinto. Si no es para sacarle, no me meto». 8

Para dar más color y luces a la época de oro del muñocismo, se podría ejemplificar con Juan Bautista Pagán. «Tite» Pagán poseyó una gran fortuna en equipo y camiones, siendo un contratista de construcción de carreteras, en el área que va de Yauco a Ponce, además del Distrito pepiniano. Un hombre simpático, humano, sonriente y comunicativo, no le pesaba ayudar económicamente a los pobres al verse tan boyante, gracias al partido, a la PAVA, que le abría oportunidades para enriquecerse. Su carácter le permitía sus jactancias y desarrollar buenos instintos para unificar simpatías a su persona y a su liderazgo.

Tite Pagán consolidó sus posiciones desde 1948 a 1956, fecha en que durante un reunión pública masiva en San Sebastián dijo: «Hemos ganado todas las posiciones porque el liderazgo que proyecto es el mejor; no hay quien pueda competir conmigo y superar lo que he realizado, con mi esfuerzo. Yo reto a que qyien crea que puede, lo haga. Pero si viniese Muñoz, creyendo que él puede, yo lo derroto».

En el folclore popular de la cultura borincana, el nombre que se dio a estos cazafortunas y demagogos de la política fue velagüiras. Fue el término que me impresionó al recoger los relatos de muchos de mis entrevistados, especialmente, de Manuel Rodríguez Nuñez, el nacionalista. Mientras hijos de la vieja burguesía agraria, como Chinto Rodón, dejaron su capital personal en el impulso de cambios políticos e ideales («sin futuro a la puerta»), otros aprovecharon las coyunturas para enriquecer, o «mameyar».

Antes que se vieran los frutos del programa Manos A la Obra del PPD, surgió una nueva clase de almacenistas, mayoristas y prestamistas locales: Celso López Lugo, Tista Pichón, Emilio «Millo» Vélez, José Martínez y J. N. «Cucán» Oronoz. Este último constituyó un foco de influencia caciquista.

Un área donde hubo que aplicar las nuevas normas de administración de personal y sistema de mérito fue el área de la seguridad pública. La policía en los años de la Coalición tenía fama mangorrera. Estuvo compuesta de manduletes, con escasa profesionalidad, cargos mangoneados por politicones en turno en el gobierno. En la tradición popular, muchos de ellos han pasado a la historicidad cotidiana, en cierta instancia, folclorizados, de modo que el cariño público cubriría sus deficiencias. Se recuerdan viejos guardias del tipo de Bill Elliot, Munera, Duprey, Jimmy González («Meneíto»), Peregril, Belén, Sotito y el Negro Rojas. Resabios de aquella mentalidad bandolerista de las turbas republicanas, reacción revanchista por las «Partidas Sediciosas» finiseculares 9 quedó entre algunos pepinianos y fue necesario que se creara la guardia estadual (más tarde policía estatal) para que sus deficiencias se corrigieran.

Un estallido de esa frustración se fraguó después que el segundo Alcalde coalicionista, Joaquín N. Oronoz Font, perdió las elecciones en que esperó reelegirse. Eran los años de arranque del Partido Popular que había sido fundado en 1938. Muñoz logró su elección como senador por el Partido Liberal el mismo año que Oronoz Font, republicano, fue electo Alcalde.
El 22 de octubre de 1944, molestos por el avance del Partido Popular, republicanos y populares se enfrentaron a balazos en dos barrios, la segunda Unidad de Juncal y el barrio Culebrinas. 10 Grupos armados del PER tendieron emboscadas y tirotearon a los que posibilitaron el triunfo de Bernardo Méndez Jiménez, 11 el primer senador del PPD que daría El Pepino. Cinco personas murieron a consecuencias de tales balaceras y otras siete, heridas. Los muertos fueron: el líder popular Nicolás Quintana, el policía Efraín Sosa, Miguel Polilla, Eduviges Font y Martín Ramírez Santiago. Tal parecía que los «días de canícula moral, de honda y desenfrenada demagogia, rayana en tragedia y angustia», con que el Lcdo. Agustín Font Echeandía, 12 describiera los meses de las Partidas Sediciosas, se reditaron en los Cuarentas con estos episodios que, en Puerto Rico, se adjudicaron a las turbas republicanas.

Y republicanas porque, a pesar de que los socialistas de Iglesias Pantín, 13 sus socios coalicionistas, poseyeron el mayor poder númerico en votos, en distintos municipios (¡y Pepino fue uno de ellos!) las clases propietarias, caciques y familias de apellidos distinguidos, fueron las propulsoras del desfachatado canibalismo político y el ideal anexionista a la República del Norte.

En justicia, aunque jamás se probaría la autoría intelectual para la promoción de estas discordias ni serían convictos como responsables de las mismas, en El Pepino se señalaba hacia los culpables.

En el poema de Juan Roure, Jr. 14 se codificó esta verdad, con la frase: «Millo y Getulio se vieron / como los guapos de antes».Es decir, los Echeandía. Getulio Echeandía Font fue el representante por el Distrito a la Legislatura Estatal vencido por Bautista («Tite») Pagán, el primer legislador de la Pava por San Sebastián del Pepino.

Para inaugurar la nueva cultural civil y dar al traste con las prácticas y estilos de la política de los viejos caciques, el PPD tendría que establecer, obviamente, su cero tolerancia a la violencia de las turbas republicanas y los nacionalistas. Los tiroteos de octubre de 1944 marcarían el final del troglodismo político de los guapos de barrio, como Millo y Chilín Echeandía 15 y los «encerramientos de electores» en «corrales», como los forjados por Getulio Echeandía y Oronoz Font.

Localmente, en el esfuerzo de erradicar tal práctica y a fin de que no se repitieran las matazones como las habidas, según lo explicaran Detrés Olivieri y Rodríguez Nuñez, «los fundadores del Partido Popular tenían gentes cuidándoles las espaldas, oídos y ojos en todas partes». Esta es la gente que Nuñez, el nacionalista, simplicó en categoría de «chotas y lambeojistas». 16

Las coplas sobre el incidente de 1944 tienen cierto valor histórico. El valor de los corridos populares en torno a una época violenta que, afortunadamente, no se repetiría:

Un meeting coalicionista

Martín Ramírez Santiago
en un barrio del Pepino / también al acto murió.
al policía Efraín Sosa / ¿Cómo el suceso pasó?>br> la vida le hizo perder. A ellos les dispararon. Es la muerte más sufrida Siete heridos másquedaron que hace cualquiera pensar recluídos de hospital. en el destino tan cruel. «Cuestión política», según declara la prensa.
¡Se fue para no volver, Murieron sin darse cuenta...
qué desgracia tan fatal! / ¡Qué desgracia tan fatal!

Nicolás Quintana iba / Me retiro y no me explico>br> a cruzar por su camino. / los motivos por entero
Se armó un grupito enseguida / y digo a sus familiares
y al jinete desmontaron. / que para todo hay consuelo.
Las insignias populares / Ya que estos seres perdieron
que llevaba le quitaron / sus vidas sin esperar,
y gravemente golpearon. / se tendrá que castigar
¡Qué desgracia tan fatal! / sin compasión al malvado
y a la prisión condenarlos.
¡Qué desgracia tan fatal!

Es curioso que la Tertulia de «La Central», aquella reunión de viejos en la farmacia de ese nombre con el ex-Alcalde liberal Manuel («Manolo») Méndez Liciaga, José «Pepín» Franco, Audeliz Aymat Cardona y otros, como almas- coincidiera en que los arrestos de nacionalistas en 1950 fue una «pocavergüenza de la Pava». Cuando el Dr. José A. Franco escribió sus memorias, Juan Recuerda Su Pasado, delataría una cierta melancolía y frustración ante hechos como éste.

La función de Muñoz Marín y sus adláteres en la vida puertorriqueña fue la despolitización de la sociedad, reduciendo los mecanismos para que la gente se expresara y pactara con el poder metropolítico el fin del problema de estatus, o sus aspiraciones por poder de decisión y soberanía reales dentro de la comunidad de naciones.

En el Puerto Rico moderno del ELA se dio una interconexión de gobierno e instituciones dominantes, corporaciones empresariales, grupos de individuos con poder, medios de comunicación, que aprovecharon el status quo, sin ninguna intención de transformar creadoramente las condiciones «a largo plazo» del mayor número. Por el contrario, perpetuaron aquellas deficiencias del sistema que a les beneficiaría como clase política. Se lucraría, en consecuencia, las coyunturas que pertuaban la explotación de otros hombres. Se haría carrera, en base a ambiciones egoístas, con intereses del poder centralizado de los EE.UU..

Los intelectuales colonizados tenderían al cinismo. El Dr. Jaime Benítez despolitizaría la Universidad de Puerto Rico cuando ésta fue el corazón de proyectos y propuestas más concretas y críticas para mejorar el país y sus aspiraciones culturales, políticas y sociales. Con la aparentemente inocua concepción de la Casa de Estudios, la universidad se postuló como Torre de Marfil y se proscribieron las huelgas universitarias para evitar que la universidad sea el eco del descontento social. La universidad produjo a científicos sociales que han pretendido convertirse en filósofos e ideólogos infalibles de la Pava, e.g., Rafael Picó, José Arsenio Torres, María Celeste Benítez, etc.

Las especificidades históricas de la falta de control de la gente sobre sus propias vidas y de participación en la tarea de transformar tales condiciones sociales varían de nación a nación; pero, en términos generales, es sabido -o más bien, vivenciado- el hecho de que, en las pasadas cuatro décadas, más de 100 guerras, subproductos de las políticas de la Guerra Fría, han victimizado hasta la muerte a no menos de 20 millones de seres humanos. Puerto Rico ha dado cuotas desproporcionadas de veteranos para los conflictos militares en los que los EE.UU. se ha comprometido e involucrado.
La Operación Manos a la Obra fracasó en la década de 1970. Puerto Rico se vendió baratamente en aras de una infra-estructura industrial y turística que no solucionó el problema de empleo, según fue creciendo la población y haciéndose el país en centro de asilo para cubanos, dominicanos y haitianos; se encareció inflacionariamente el costo de la vida en el marco de salarios de subdesarrollo (no a la par con el salario mínimo federal) y el país se sumió más en la dependencia. A las sapalladas de la diplomacia total, la isla brindaría la ubicación geo-política de énclave estratégico de los intereses militares de los EE.UU. y sus jóvenes como carne de cañón.

El resquebrajamiento de la APEL como super-estructura metropolítica coincidió con los últimos años de Edgar J. Hoover como director del FBI. Fue ese burócrata, con casi medio siglo en el cargo, quien creó lo que fue llamado «an efficient crime-detection system» que, en sus comienzos, se enfiló a combatir contra el pandillerismo (la mafia) y opositores al involucramiento norteamericano en la Segunda Guerra Mundial.

Después de la guerra, los grupos anti-comunistas profesionales y otros intereses creados gestionaron que el FBI desplazara sus recursos de hostilidad persecutoria contra los disidentes de izquierda, dentro y fuera del país.
Hoover salió del cargo en 1972 bajo el fuego de críticas contra la agencia federal por sus erráticas causas, «political bias» y múltiples violaciones a los derechos constitucionales de los ciudadanos. Las «listas negras» del FBI, con nombres de disidentes puertorriqueños, son factor decisivo en el hostigamiento y desdichas de ciertas fuerzas opinantes sobre nuestra vida política.

La Alianza para el Progreso benefició al inversionista que se acogió al paraíso tropical de exención contributiva y la mano de obra barata, que creó en Puerto Rico. Este capitalista extranjero sería siempre y, en todos los casos, norteamericano. Llovieron las industrias altamente tecnificadas y contaminantes. Petroquímicas y farmacéuticas, por ejemplo.

No obstante, Puerto Rico creó una amplia clase profesional, al abrirse masivamente la Universidad de Puerto Rico, bajo la rectoría del Dr. Jaime Benítez, y al proliferar otro tipo de instituciones de educación superior y tecnológica, antes reservadas para hijos de clases pudientes. La participación de los puertorriqueños en la Segunda Guerra Mundial, las guerras de Korea, Vietnam e Indochina, permitió que muchos veteranos aprovecharan el G.I. Bill of Rights para entrar en colegios. La sociedad fue sectorizando nuevos intereses y ensachando las posibilidades de grupos con relativamente alta escolaridad.

La nueva ideología de progreso y modernidad del muñocismo facilitó la subordinación política a la metrópolis y el atenuado pitiyankismo. La universidad educó maestros (la mayor parte del sector femenino) para la educación primaria y secundaria y la nueva tecnocracia administrativa para cargos en la efímera e insuficiente super-estructura del turismo y la industria de servicios y, sobre todo, la burocracia gubernamental, de jefes de agencias públicas y privadas, ejecutivos departamentales, a administradores escolares.

En la isla, donde el arrabal urbano se transformó en caserío público y suburbios metropolitanos, la política del mantengo, 16 el subsidio federal para el pobre, se cultivó como válvula de escape. Los sesentas y setentas son periodos en que el Partido Popular descubre, aunque intenta racionalizarla, su propia ineptitud para demandar el fin de la dependencia estructural con los EE.UU., causa de la pobreza y de condiciones en la sociedad que consolidan y perpetúan tal pobreza: ¡falta de oportunidades y motivaciones en las comunidades, por ejemplo!

Si, al principio de los ' 60, Puerto Rico se prestó como plaza de reubicación para los oleadas de cubanos exilados que huyeron del régimen de Castro, las profundas repercusiones de la intervención de los EE.UU., durante la administración de Lyndon B. Johnson, trajo a finales de 1965 oleadas migratorias cada vez más masivas de dominicanos, sin documentación, para compartir, legal o ilegalmente, los escasos empleos que el gobierno originó. La radio y televisión puertorriqueña recibió las directrices, estilos e influencia cubanas y, en la programación, se impondría -desde los exitosos programas televisivos de Gaspar Pumarejo, la sátira social de Alberto González, elencos y «sketches» de Leopoldo Fernández («Tres Patines») e hijo, 20/20, Armando Roblán, a nostalgias de tango y bolero de Manolo Fernández, Olga Choréns y Tony Alvarez, noticiarios pre-opinados de Evelio Otero y revistas de cine a medianoche con galanes de ayer y hoy, Manolo Urquiza, Frank Moro y Rolando Barral, etc.- La pequeña banca («financieras»), bienes raíces y construcción, la prensa farandulera, estaban entre los renglones más extranjerizados.

Los políticos del patio se hicieron más propensos a la ortodoxia cultural y el acomodo, ineptos ante las consecuencias de la transplantación del campesino a la ciudad y más creciente emigración puertorriqueña a los EE.UU. y de extranjeros a la isla. La migración boricua solvería en mayor angustia a los hijos del país. Todavía hoy, el migrante encuentra una opresión y discriminación mayor, poco conocida, contextos de violencia e inmoralidad que allá escalan en barrios llenos de pandillas y brutalismo policíaco.
En la década en que Cassius Clay fue el Campeón Mundial del Boxeo, del peso completo, y se bailó Watusi, Frug, Monkey y Funky Chicken, en la Era de Vietnam y los «hippies», ser puertorriqueño en Nueva York y otros puntos del Norte, fue confrontar desprecio y verse diluído en estadísticas de pobreza, donde la designación es Hispanic, rather than Puerto Rican.

De la ideología dominante en los EE.UU., se importaría la noción de que, en última instancia, la pobreza es debida a inadecuaciones del propio individuo: ¡el puertorriqueño es dócil, aplatanao, blandenge e incapaz de vivir a la altura de los valores e ideales en que cree! La culpa tendería a sobrepujarse sobre aquellos que no progresan. El desempleo y el vicio se explicarían como inferioridad o disfunción de la conducta.

Para esta fecha, se publicó un estudio sobre la impulsividad delictiva y la criminalidad en Puerto Rico que señalaría: «El altísimo número de casos de padecimiento psicosomáticos y las altas tasas de criminalidad, superiores al promedio, son testimonio del carácter patológico general de la sociedad colonial».

Por otro lado, el mensaje de Alianza para el Progreso para Puerto Rico, en rigor, no fue otro que: Los EE.UU. tiene el derecho de controlar el territorio enemigo a través de la extensión de su diplomacia pública, es decir, su propaganda y sus armas. Y el de los puertorriqueños obedecer tales órdenes, so pena de presidio. Esta sociedad, de la que la isla es mero apéndice territorial, se basa en el control por la riqueza privada y las nuevas formas de poder, el reino de las corporaciones. La pequeña empresa y las iniciativas de autogestión, ¿qué pueden contra el pez grande que se traga al pequeño?

En 1954, los EE.UU. constituyó el 6% de la población mundial; pero tuvo el 60% de todos los automóviles del mundo; el 58% de todos los teléfonos; su producto bruto nacional ascendió a $397.5 billones en 1955. Con toda y la pobreza que se aloja en Norteamérica, seguiría siendo el paraíso de la abundancia y la prosperidad.

A partir de 1953, en Puerto Rico, se inició paulatinamente el proceso de desigualdad social. Un estudio de mediados de la década de 1960, advirtió que, pese a los reclamos de la APEL y Fomento Económico, el 60% de los municipios del país tenían ingreso per cápita de $500 anuales. El municipio pepiniano fue uno, entre los más empobrecidos. Para 1960, la agricultura constituía la principal fuente de empleo, proveyendo el 54.6% del mismo; la manufactura tradicional -otro 10%. La industria de la aguja, o talleres de costura en el hogar, había decaído y ésto presupuso una de las razones para la migración al área metropolitana de San Juan, entre su población económicamente productiva comprendida entre las edades de 20 a 39 años.

Según el Análisis de población y empleo de la Junta de Planificación, la zona rural descendía demográficamente. «La población de San Sebastián se redujo a 5.4% en la última década», principalmente, entre el sector de población menor de 10 años, lo que explicaría la reducción en la tasa de natalidad; pero la demografía en la zona urbana aumentaba cerca del 33%. El crecimiento relativo del sector urbano motivó la creación de vivienda pública de bajo costo y se expresó en términos de desempleo.

A medida que se redujo paulatinamente la corriente de migración hacia a los EE.UU. que llevó, en 1960, por ejemplo, a 23,000 boricuas hacia los EE.UU. y, en similar porcentaje promedio, año con año-, el desempleo se revelaría mayor en cada municipio. En los EE.UU., el desempleo fue del 6.1% de la población en 1963. En Puerto Rico, la proporción se duplicaban y triplicaban, según fuese el crecimiento demográfico y la movilidad social en los distintos municipios.

Durante los albores de este descenso (1956-1960) recayó sobre el sucesor de Arcadio Estrada Linares, es decir, Don Fey, la responsabilidad administrativa del municipio de El Pepino. En dos términos como Alcalde, Rafael Méndez Cabrero lucharía porque el cañaveral siguiera como oferta y fuente de empleo para la fuerza laboral agrícola; pero, al carecer de los mecanismos propios para desinflacionar el galopante costo de vida, vivienda (renta o compra) y artículos básicos, en general, hizo su gestión una más en crisis.

Nacido en 1904, «Fey» se definía como «autonomista progresista». Sus simpatizantes fueron, sobre todo, muñocistas y jornaleros de la «Central La Plata», donde fue supervisor de colonos (de 1937 a 1942). De 1935 a 1937, sirvió localmente en la conducción de los programas de la Federal Emergency Relief Administration (FERA). Para su segundo mandato (1960-64), el alcalde Méndez Cabrero tuvo a su servicio a Andrés Velázquez Hernández y Carlos Torres Rivera, como presidente y vicepresidente de la Asamblea Municipal.

Sus asambleístas fueron: Francisco Roig Colmenero, Juan María Ortiz, Pedro Pablo Cardona, Antonio Sagardía Sánchez, Edelmiro Toledo, Rafael Seguí Borrero, María L. Rodríguez Vda. de Negrón, todos del Partido Popular Democrático, y Rigoberto Oronoz Font y Antonio Latorre Arvelo, del Partido Estadista Republicano, y Angel López Padua, del Partido Independentista Puertorriqueño.

En 1966, la industria cañera local molió la cifra sin precedentes de 670,000 toneladas de caña. Durante la zafra de 1968-69, la Central Plata fue la número dos entre todas las corporaciones azucareras de la isla. «Pero llegó el momento en que se detuvo la ascendencia del cañaveral montaña arriba», escribió el ex-Alcalde Oronoz Font y explicó, además:

... El precio de la azúcar, el aumento de los jornales y labores de la industria de la caña, las inquietudes de la masa no privilegiada hacia el progreso social y económico y la densidad de nuestra población rural, hizo que el jíbaro bajase de la montaña, olvidándose del cafetal. Y al impacto de esta avalancha, la caña prosiguió hacia los montes. Entonces surgió la necesidad de encontrar una fuente que abasteciera nuestras necesidades, prestando dinero y servicios a tono con el crecimiento agrícola y comercial del pueblo.

Los bancos no pudieron brindar tales créditos porque el proceso cañero, demasiado costoso, requería de grandes capitales y localmente no hubo suficientes beneficiarios del crédito para garantizar la permanencia exitosa de la industria azucarera. Los subsidios del gobierno fueron ineficaces y, con la Operación Manos a la Obra, iniciada por el Partido Popular, sino se hizo politiquería abiertamente, hubo sapalladas, a puertas cerradas. Aunque la Central La Plata prosiguió como el factor económico del área comprendida por los municipios de El Pepino, Moca, Lares, Las Marías y parte de Camuy, Isabela y Utuado, de las 600,000 toneladas en promedio molidas anualmente durante la década de los 60, el estimado de cosecha al avanzar a la década siguiente fue en picada. Para 1979, se esperaba moler 327,000 toneladas, «menor a la molienda del año anterior». Este sería el ritmo de descenso. Aún así, la Central La Plata prevalece.

A la altura de 1966, el precio por quintal de caña cortada y vendida sin refinar, en su totalidad a los EE.UU., fue de $6.90.
Dos años después, la inflación advendría como problema mundial. El precio del oro en el mercado libre bajó del precio oficial de $35 por onza. La crisis del dólar durante la administración de Nixon produjo dos devaluaciones de su valor en 1971 (por 8.57%) y 1973 (por 10%). La crisis de energía, la escasez de crudo y derivados del petróleo en los EE.UU., en sólo año, provocaron la pérdida de 100,000 empleos. No obstante, las 30 compañías más grandes de petróleo informaron durante la primera mitad del año 1974- aumentos del 93% en sus ganancias netas.

Las economías coloniales no pueden escapar del marco estructural que las condiciona. Las grandes crisis internacionales repercuten negativa (y a veces, mucho más profundamente) en las colonias y, en consecuencia, la situación socio-económica de los municipios son los reflejos más concretos del mosaico de interrelaciones. Desde los camioneros de la Central La Plata a los choferes públicos y privados comprendieron el fenómeno de la crisis de energéticos cuando ésta se gestó en los mercados árabes de la OPEP y entró, como golpe bajo, a Norteamérica; sintiéndose con dolor en los bolsillos de cada ciudadano.

Arduo para entender para el consumidor corriente es, empero, la geopolítica del petróleo; o para dar otro ejemplo, la represalia de Arabia Saudita (reducción de su exportación de crudo a los EE.UU.) como apoyo a la causa árabe durante la guerras con Israel y Yemen.

Ningún conflicto mundial es insignificante, o de no competencia, para una economía cautiva, por más lejana que parezca la fuente que lo origina causalmente. En dichos años cuando a la alegría del fin del Servicio Militar Obligatorio («compulsory military draft») siguieron las chistosas olas de streakings (correrías de nudistas, sin otro mensaje que la estampa chusca y la sorpresa- se vaticinó la quiebra y desaparición paulatina de muchos negocios. No obstante, la diferencia en la sobrevivencia económica, se definiría por la nueva tecnología, la publicidad y los formatos administrativos.

Una más inter-comunicada ruralía gracias al desarrollo de caminos y carreteras permitió brotes de empresas comerciales que compiterían por la clientela de pueblo y campo. Nuevos talleres mecánicos, centros de ventas de piezas europeas, japonesas y americanas, ferreterías, almacenes, se dieron en los barrios: e.g., AutoSan, Inc (propiedad de Luis López Bosques), en Guatemala, Dyan Auto Parts en Hato Arriba, Centro Muffler, Ferretería Tato Jiménez, en Hoya Mala, Cristalería Bernabé (propiedad de Bernabé Alers), esquina de las Carreteras 111 y 446, entre otros. Desaparecida la vieja gallera en el sector Pueblo a principios de la década de 1970, el deporte gallístico en El Pepino no quedó huérfano porque, más tarde, surgirían la Gallera Rancho Alegre, fundada por Lalo Aquino, en el barrio Hato Arriba y la Gallera El Cibao, de Confesor Aquino, en el barrio del mismo nombre.

La crisis agrícola e industrial en El Pepino y el encarecimiento de los costos de producción hizo que dieran al traste las más interesantes empresas de capital local, una de las cuales fue el molino de café Donostia, que en su molienda a principios de 1970 procesó 3,021 quintales. Dueña de esta empresa fue la antiquísima Laurnaga y Co. En reposición, una nueva iniciativa de torrefacción de café surgió en el barrio Perchas en la década de 1980. Emérito Ruperto Torres creó Café El Coquí, procesado, tostado, molido y envasado, localmente.

En la época del progreso y las promesas de APEP, ya pensar en verduleros y revendones tendría su toque de anacronía folclorizante. Durante la década de 1970, sin embargo, los nombres de Don Bayano, el frutero, Cheché, el aguacatero, Martín, vendedor de batata, Botella, el verdulero, Tamba, vendedor de guineos, y otros hablaban de una economía de subsistencia, especialmente, entre gente humilde de campo.

Por el lado negativo, también desaparecieron la embotelladora de refrescos El Gallito de Narciso «Ciso» Ramírez y la fábrica de sirop (de ajonjolí, horchata y tamarindo) de Joaquín Segarra.

El advenimiento del supermercado y las cadenas de tiendas al estilo de los grandes malls & supermarkets estadounidenses, con computer-coded labels, tambien automatizó las relaciones humanas. Orden, higiene, espaciosidad, pago al contado, tarjetas de crédito, jóvenes cajeras, uniformadas...

La botica, pequeña y cálida, cedería su espacio, lo mismo que el colmado tradicional y la tienda de telas y modas, al concepto de expansión, pasillos con estantes y, sobre todo, aire acondicionado. El sastre cedió su lugar a la boutique.

No obstante, sería muy duro olvidar a los gentiles y amistosos boticarios de aquellos tiempos... Como en su tiempo, Arcelay, Rabell y Manolo Méndez, también hizo época la generación de Aníbal Rosado, Gerardito Cebollero, William Quiles, etc. Los comerciantes que conocieron las altas y bajas de las economías de sus clientes, cuyos libros de cuentas a plazos («lay away», planes de fiado) fueron los verdaderos medidores de la honradez, lealtad y confianza, del pueblo para con ellos; se recordarían y serían maestros de la subsiguiente generación empresarial.

Símbolos de tal «pepinianiadad» (soluto cuidado), antes de la camada de nuevos comerciantes, fueron y son todavía: Ney Hernández, Wenceslao «Chelao» Jiménez («Tiendas La Gloria»), «Palilo» Adames, Jalisco y La Ponderosa, La Esquina Famosa, la Casa Alemán, mueblería en la Calle Pavía Fernández, fundada en 1963 por Angel Alemán, la cadena de cinco tiendas «V.M.» en las Calles Ruíz Belvis, Muñoz Rivera y Betances que fueron: Casa Cordero, Tienda La Valencia, Tienda Pit/Mel, Tienda Tista y Discoteca Glorimar, etc.

Muebleros, ebanistas y talabarteros (José Tirado, Esteban Cardé, Lolo Ruíz, Alberto Rivera), lavanderas (e.g. doña Cata), tintoreros como Nayo, etc., sucumbirían ante la llegada del lavado y secado de ropa automatizado. En la Carretera Militar 11, surgiría el Junior Dry Cleaning Plant & Laundromat durante la década de 1980.

La cámara automática de bolsillo, la «Kodak Instamatic» y todas las marcas que democratizaran el uso de este artefacto, subvirtió la presencia de aquellos kioskos a los costados de la Plaza de Recreo que fueron los cuartos oscuros y salas de viejos fotógrafos como Arsenio, Juan Chiquito y Maquín. En su lugar vendrían negocios de ventas de cámaras, lentes y artículos fotográficos, servicios de revelado, ampliaciones y, a disposición del cliente, marcas de películas y utensilios, americanas y extranjeras, para que las familias tomaran sus propias fotos.

Los inventos en los EE.UU. y su producción masiva (por ejemplo, las minicámaras fotográficas, la película a colores, la tecnología digital aplicada a relojes (el «Seikko» desechable), maquinillas de escribir, los radios de bolsillo de la Sony (1952), los relojes de batería eléctrica (1956), los circuitos integrados y aplicados a enseres electrodomésticos, la popularización de la cassettera de cintas y después del video-cassette, entre otras cosas, determinará que desaparezcan los útiles y confiables reparadores de antaño, e.g., los relojeros don Regino, José «Pepe» Estela, Polo El Ciego o técnicos de alguna artesanía o inventiva como Eusebio Alberty o Cabán. Desde 1962, al nacer la Edad de las Micro-computadoras y los floppy disks, de viejos oficios y técnicas se convocaría la extinción.

La penetración de la mercadotecnia televisiva y la competencia de poderosas compañías de sodas y gaseosas importadas decidiría la progresiva decadencia del consumo de servicios y productos elaborados en el país; pero, sobre todo, los originados en el pueblo. Aún así, ciertos puntos comerciales del poblado representaron su tradición muy especial: la Tienda de Cayayo, la Lechonera de Angel Vélez, Martín Valle y su Casino, la Cafetería de Paco Mártir, el Cafetín de Luis Méndez, la Fonda de El Veterano, por sólo mencionar algunos de tales puntos.

Por su espíritu hospitalario, municipio de San Sebastián del Pepino contó con hoteles, desde principios de siglo, antes del enfoque hotelero en la inversión de la capital del decenio del '50. El pionero fue el Hotel Juliá, propiedad de Juan Juliá; siguió el Hotel Plaza de Geñito; el Hotel Patria, en la Calle Betances, de Higinia Pagán Echeandia y el más reciente hotel La Sierra, administrado por doña Carmina. Algunas de tales hospederías pepinianas fueron las señales de fe en el ensayo de modernización de Puerto Rico.

Considerado otra vez el aspecto político, el mismo marco de la diplomacia total hizo ineludible una prueba más a la fórmula del Estado Libre Asociado que había triunfado en 1952. Al año de iniciada la APEL, el muñocismo propuso un plebiscito para decidir el futuro político de la isla en 1962. La admisión como Estados de la Unión, de Alaska y Hawaii en 1959, creó entre la dirigencia del Partido Estadista Republicano una vanguardia más combativa para instituir a Puerto Rico como Estado 51, así como inspiró que disidencias dentro del Partido Independentista Puertorriqueño (PIP) observaran la perspectiva más democratizadora que pulsaba en el seno de la metrópolis: e.g., el Black Freedom Movement, el Congreso por la Justicia Racial (CORE, siglas inglesas), el movimiento de No-Violencia de SNCC (surgido con el liderazgo de Robert Moses) y la resistencia al Servicio Militar Obligatorio.

Por primera vez, bajo el liderato del Dr. Rubén Berríos Martínez, los independentistas se abrieron a la necesidad de aprender de la experiencia de los propios norteamericanos. Fue la deyectación del «destino en común», una comunidad de intereses que antes no fue ponderada por el independentismo borincano.
Este plebiscito, propuesto por Muñoz, se celebró el 23 de julio de 1967, con el retraimiento electoral del Movimiento Pro Independencia (MPI), encabezado por el abogado Juan Mari Bras. Aunque se confirmó el marco de «asociación permanente» dentro del PPD, propuesto por el estadolibrismo muñocista, este partido rompió de una vez por todas con una ideología que había surgido en el autonomismo ortodoxo de 1900 y que todavía prevalecía en latencia entre gente de la Pava y estadoístas republicanos: el pensamiento político de Federico Degetau, el primer Secretario de Fomento bajo la colonia militar estadounidense y primer candidato para Comisionado Residente en Washington.

Así como había presta-votos en el PPD también los había en el PER y en el Partido Socialista de Santiago Iglesias Pantín. El autonomismo puertorriqueño, tal como el PPD lo propondría desde 1967, excluyó el anexionismo programático. Podría decirse que endureció su autonomismo con un nacionalismo puramente cultural. Declarado así, el Partido Popular perdió la confianza electoral mayoritaria, se alienó de sus sustrato anexionista y sufriría sus primeras derrotas en la isla. Los partidarios del anexionismo llevarían al poder a Luis A. Ferré Aguayo, líder del Partido Nuevo Progresista (PNP), en 1968.

Este municipio continuó fiel a la Pava. Aún vividos el intenso proceso plebiscitario y los alardes del anexionismo, la polarización política fue insuficiente para que, al finalizar Méndez Cabrero su tercer término (1964-68), otro candidato ajeno al PPD adviniera como Alcalde. Durante estos años, la postulación por la papeleta local del PIP del militante Victor Cardona, respetado contador público y notario de la comunidad, no pretendía el ilusionismo con los recortados poderes de la estructura colonial, sino la oportunidad para que los tonos histéricos e infantiles bajaran y se adecentara el diálogo político en este municipio.

Algunos autonomistas del precario Partido del Pueblo, facción disidente del PPD organizada por Roberto Sánchez Vilella en 1967, compitieron en las elecciones de 1968, debilitando la unidad pepedeísta o de la Pava en la isla.

Fundadores de este núcleo de más definido autonomismo en El Pepino fueron: Emilio Méndez Rivera, como candidato a Alcalde, Carmelo Méndez López, candidato a Representante, el Lcdo. Celestino Vargas Hernández, candidato al Senado y Carlos Torres Rivera, ex-vicepresidente de la Asamblea Municipal en 1960 y experimentado orador del Partido Popular, los doctores Pedro y Margarita Ibarra, entre otros.

El agricultor Ramón Román Hernández, del PPD, triunfó en las elecciones de 1968, después en par de ocasiones, pese al ataque implacable y personalista con que se dibujaran sus pobres méritos intelectuales y administrativos para el escaño. Sus rivales lo menos que dijeron contra él fue que era un «burro».

De hecho, los activistas locales del PPD habían sido los principales beneficiarios de la intensa utilización propagandística de la radio, porque, durante la administración de Méndez, se dio una lucha exitosa por crear la primera estación radial del pueblo, WFBA, Radio Pepino y se construyó, además, el nuevo Cuartel de Policía y el Tribunal de Distrito.

Después de la sucesión alcaldicia de Ramón «Mon» Román y mientras daba la batalla contra Carmelo Méndez López, el subsiguiente alcalde, murió uno de los fundadores del Movimiento Estadistas Unidos (MEU). Pedro Pérez Cancio. En 1967, como preámbulo a la consulta plebiscitaria, al plantearse por Luis Muñoz Marín que es incompatible ser miembro del PPD y creer que una opción a la culminación del Estado Libre Asociado ha de ser el Estado federado para puerto Rico, Pérez Cancio dejó el partido y cofundó, junto a Luis A. Ferré, el MEU, volviéndose el más articulado de los candidatos anexionistas de «La Palma» con aspiraciones de convertirse en el primer Alcalde en San Sebastián. La muerte sorprendió a Pedro «Piro» Pérez Cancio en 1976.

Carmelo Méndez, maestro rural, sería el Alcalde de 1977 a 1989, sucedido por la reelección de Ramón Román Hernández (1981-1989) y Silverio Salas Quintana (1989-1992). El sueño del anexionista Pérez Cancio se cumple cuando el primer alcalde novoprogresista, Justo Medina Esteves vence en las elecciones y en 1992 juró cumplir con su cuatrenio de servicio.

Notas bibliográficas
de este capítulo

Convocatoria a la investigación de la historia municipal

Vaya a las Notas Bibliográficas

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