Enfoque Heideggeriano a la Historia Oral del Pepino
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Todo pepiniano tiene un pedacito privado —y público— de la historia de su pueblo, es decir, de
lo sido en esta geografía y sociedad —como posibilidad existentiva— en que se precisa el
destino propio, el destino en común y la historia del mundo. De modo que cada uno de
ellos, en cuanto compueblanos, son parte de la historia que me interesa y del libro o los libros
posibles que otros y, aún yo, habremos de escribir. La historia total de San Sebastián de las
Vegas del Pepino es tan monstruosamente gigantesca como pepinianos, o puertorriqueños de
otras vecindades, haya disponibles para aportar su pedacito de relato, su pieza para el
rompecabeza general y colectivo, el Gran Relato, con páginas de historicidad y destino
en común, Geschick.
No entendí este concepto tan profundamente, cuando inicié mi primer ensayo sobre la historia
regional, como ahora lo entiendo. Lo poco entendido, entonces, motivó que, en la década de 1970,
desde mis primeros años universitarios y siendo aún adolescente, me interesara en la historia de Pepino y, particularmente, en conceptos de Historia Oral (Allan Nevins) [1] como metodología
de elucidación.
En el transcurso de varios decenios, reflexioné sobre mis notas y mis entrevistas realizadas. E
hice mis propias revisiones de artículos y ensayos escritos con pretensión historiográfica. Ha
sido tarea dura y nostálgica. Llevo más de 20 años de residencia en los EE.UU. y México.
A pesar de ésto, he meditado, ya con mayor madurez, sobre los posibles enfoques, ya que a algunas
aproximaciones previas las rechacé de plano. Y ahora, únicamente, seguiría adelante, si mediante
este medio que provee la Internet, obtuviera otras piezas del rompecabezas: las que han de
aportar otros: es decir, aquellas personas prestas a dar detalles, sugerencias, historias
propias, genealogías, fotos, anécdotas o documentos, orales o escritos, que enriquezcan esta
versión de base, que será siempre incompleta, pero dinámica, como es la propia vida en la
historia... No renuncio al proyecto original que me ata al pueblo de mis amores.
He topado una y otra vez con diversas observaciones de Martin Heidegger en torno a la
tematización historiográfica. Tematizar el pasado como objeto del mundo sido-ahí, los
entes a la mano de ayer, sin que éstos sean algo «pasado», sino presente, es también contar lo
venidero, con el peligro de la constante destrucción («Zerstörung») del advenir
(«Zukunft») y de la referencia histórica hacia el advenimiento («Ankunft») del destino.
El gran filósofo alemán, que ha influenciado mi filosofía de la historia, advierte que hay épocas
que no son historiográficas, pero no dejan por ello de ser históricas. Para él, «sin erranza
no habría ninguna relaciones de destino a destino, no habría ninguna historia. Las distancias
cronológicas y las concatenaciones causales pertenecen, es cierto, a la historiografía, pero no a
la historia». [2]
Esto significa que, semi-oculta por los datos, aunque intuíble y leíble entre líneas, pese al
incompleto mosaico de concatenaciones causales y distancias cronológicas, es sospechable otra
significatividad tanto o más rica. Su riqueza late como tal. Es aprovechable.
Una de las perspectivas que aprecié, con mi primer ejercicio de historiografía, ésta que
aparentaría ser muy localista (los orígenes de la cultura pepiniana), por igual, me llevaría a
una idea que Herbert E. Bolton elaboró. Visto que «el sentido de la unidad de América es la
unidad esencial del Hemisferio Occidental», «el pasado debe y puede utilizarse con miras al
presente». [3]
Al estudiar la evolución del pueblito, oficialmente fundado en 1752, y redescubrir a sus primeros
Del Río, Salas, Castro, Liciaga, López de Segura, González de la Cruz, Borrero, Luciano, Ortiz de la Renta, Cabrero, Echeandía, Prat y López
de Victoria, al tratar de comprender las divergencias coloniales, las partidas de miñones, los
bandos de policía, la aplicación de reglamentos para jornaleros y esclavos, los descontentos de
vecinos con sus patrones del Viejo Mundo o con los propios criollos, en roles de opresores, al
explicar el por qué de las tradiciones migratorias comunes (e.g., la Cédula de Gracias
para los inmigrantes venezolanos o del Haití Español) y el surgimiento de una conciencia
nacional, de la que las «conspiraciones en verso» de Las Golondrinas (1851), la rebelión
de Lares y Pepino en 1868, las Partidas Sediciosas de 1898 y las turbas republicanas de
las décadas de 1930 y 1940), se evidencia que cualquier municipio y país del hemisferio ha pasado
por fermentos y experimentos sociales parecidos, de modo que como dijera el Dr. José Basadres, en
una ocasión, en América, de norte a sur, de confín a confín, los países y sus gentes han encarado
«los mismos peligros, los mismos enemigos, el mismo reto, el mismo destino». [4]
Bolton, por su parte, define bien uno de mis enfoques comparativos:
Ahora estoy conciente de que cuando fuí por documentos, artículos de prensa, entrevistas con
personas que vivieron, o poseyeron una aprovechable memoria, con y por la que se conserva la
data epocal de mi objeto de estudio, no obtendría el relato sobre el mero acontecer aislado e
irremisiblemente «sido-ahí», sino sobre el destino en el cual el «Ser, que es la
historia, se da y se niega a la vez», como observara Heidegger. El Pepino histórico se da, se
abre, en ocasiones, como prolongación de Europa; porque es innegable que nuestros antepasados
fueron españoles y ellos trajeron consigo sus ideas e instituciones tradicionales; pero, con la
historia de Pepino, como en otras, se niega —a su vez— una parte de esa mentalidad que los
antepasados europeos sustentaron ante la necesidad, objetiva y material, de construir una
estructura social en campos y villorios fundados, donde no existía ninguna clase de sociedad
europea, excepto uno que otro indígena, a quienes la prepotencia militar y el subyugamiento
practicado por Juan Ponce de León y otros capitanes posteriores les ahuyentó de la isla, o les
forzó a morir. O cuidarse del contacto con los «blancos».
Esto favoreció el reajuste de las ideas, sentimientos, costumbres y métodos europeos,
particularmente, en cuanto lo que concierne a progresos político-prácticos y la consciencia de
formar parte de una determinada fuerza hegemónica. Entiéndase el proceso (de «trato cuidado»)
ante el quehacer moral y político.
Pero, como se revelará en estas secciones del website Trece monografías histórica sobre San Sebastián del Pepino, la
historia de la América hispana, así como la historia de Pepino como uno de sus cubujones de
especificidad en el Caribe, no ha de ser simplemente la historia de España en América, sino que
es también una visión de futuro, es decir, un poder ser.
Obviamente, ya no somos europeos. Ni colonia europea, bajo control de criollos que advendrían
como pequeña burguesía. La autoconsciencia crítica de sus intelectuales. es decir, de
organizadores y dirigentes, movió a Pepino hacia la misma dirección a la que se moverían, como
bloque histórico triunfante, otros pueblos. La Guerra Hispanoamericana (1898) hizo romperse el
cordón umbilical que a nuestra sociedad regional ató al españolismo. La organización del
Comité del Partido Republicano (de Barbosa), a principios de siglo, anticipó una ideología
anexionista respecto al nuevo interventor, dado un rol protagónico a éste, como ideología
orgánica, en el Establecimiento.
Desde entonces, a partir del surgimiento del PER y el PPD, se ha oscilado entre el
panamericanismo y el anexionismo incondicional. La influencia de los EE.UU. es factor, no siempre
condicionante, pero sí influyente, en la evolución y destino («soluto» intramundano) de
las ideologías puertorriqueñas.
No hay organización política —ni moral ni espiritual— sin intelectuales. No hay cultura
filosófica ni transformación práctica de la realidad sin ellos. Al decir intelectuales defino al
intelectual tradicional que es el que suele ser derrotado como funcionario dentro de las
superestructuras que se encargan del desarrollo y la difusión de la visión de mundo por la clase
dominante. La intelectualidad, por igual, incluye al intelectual orgánico (A. Gramsci) que
es el funcionario que, con su filosofía empírica, se activa en la modificación del ambiente,
corrigiendo, ajustando y perfeccionando, las iniciativas ideológicas, morales y sociopolíticas, o
sea, las visiones de mundo existentes en cada época determinada o unidad cultural-social.
«El Ser mismo en cuanto destinable ("geschickliches") es, en sí, escatológico». El ente
dado como esencia epocal del ser es una época de erranza. La historia es un proceso dialéctico,
pero no sistemático del ser que se «re-presenta» como material conservado, soluto concreto y
repetido del Dasein-sido-ahí, objeto propio de la historiografía.
Las nostalgias por España que obtuve como ethos de entrevistados —como Doña María L. Rodríguez
Rabell, Dolores Prat, Pedro T. Labayen, etc.—, son parte de ese material conservado; pero ya
expresado como erranza, soluto en sus límites e imperfecciones.
Ese pasado no puede volver, aunque sí expresarse en solidaridad con el esfuerzo de los que
desbrujan la tierra de la historia en común y separan el grano y la paja, lo falso y lo
verdadero, ante vituperios y confusiones sobre la Leyenda Negra de España y su colonialismo, que
sí fue esencialmente real.
En el desarrollo de la unidad cultural hemisférica, contrario a lo que Bolton pensara, el
progreso cultural no siempre sigue a la prosperidad material. Ni el ser de la historia, en cuanto
destino, se condiciona por la densidad de la población o la extensión geográfica. Puerto Rico es
una nación, ser histórico, con misión esencial dentro del hemisferio, independientemente, de su
pequeñez territorial y las directrices predefinidas por los estadounidenses. Las cuestión
política no cancela su identidad latinoamericana, ni la verdad de su esencia histórica. Frente a
España o a los EE.UU., que es el nuevo patrón, Puerto Rico es parte de la historia de la
libertad, que es el interés común que cada país comparte con el hemisferio y con Norteamérica.
He descubierto que la historia oral permite que muchos de los entrevistados examinen la
cosmovisión de una época, aunque no puedan precisar temporal y cuantitativamente sus hechos y
datos.
Hallé casos en que el relator, como Manuel González Cubero, [6] quien vivió como testigo la
presencia de tropas estadounidenses en Pepino, en 1898, fue capaz de forjar el ethos de la
invasión al rememorar aquellas cualidades propias de la época y de la gente que conoció. Estas
posibilitaron que se viviera sin temor y con la confianza de que el proceso de la invasión
americana, cambio de soberanía o derrota de España por los EE.UU., conduciría hacia un mayor
progreso, así como a la comprensión o acercamiento personal a su destino en común con otros
hombres.
Ethos es precisamente tal fe en la nobleza ideal o universal, la fe en el hombre, y que permite
una visión moral del futuro. González Cubero alegó que recibió de los «invasores gringos más
cariño y atención», cuando fue niño y las tropas ocuparon El Tendal, «que el que tuve
después, ya que se fueron». No obstante, él no recordaría ni nombres ni apellidos de aquellos que
impresionaron tan gratamente su niñez, casi afectivamente.
El justificaría su falta de memoria para los nombres «de gente que yo distingo y quiero» (sic.),
con o por la misma causa que se pensaba limitado para recordar los apellidos y nombres de sus
abuelos, «por la edad en que deje de verlos y no porque tenga mala memoria». El nombre de las
personas, fechas de los incidentes y utilidad de detalles contextuales, según dijo, para él, tuvo
menos importancia y memorabilidad que los sentimientos y afectos con que se solvía con y ante
ellas.
Por esta razón, él era capaz de «querer mucho al gringo que me subía a su caballo y que de El
Tendal me llevaba a mi casa», después que se le alimentaba con salmón y, aún «dándome latas de
alimentos para que llevara a la casa, vale más... recuerdo que mi madre echaba insultos al gringo
desde la ventana y me perseguía con su varita de pica pica para darme una foetiza por andar con
ellos».
González describiría fisonómicamente al «hijo de Pedro, el Cubano, que trabajaba con los Cabrero,
y «al que los gringos hicieron soldado», pero no recordaría su nombre Blanco Ortíz Vélez
del Río (1876-1917) ni el nombre de su hijo (Blanco Aurelio (1896-1932), al que tuvo mayor
oportunidad de tratar. El primero sirvió en Cuba en la sofocación de la revuelta del (Partido de
la Raza Negra; el segundo, Blanco, hijo, en la Primera Guerra Mundial. [8]
González Cubero se acordó de Bartolo Medina «que también anduvo con los gringos y los médicos
Cancio y Franco».
Aludió, en entrevista, a las quemas de las residencias de José y Agustín María Font-Feliú, Cheo
Font, el pie de la espada blanca y de Avelino Méndez, el verdugo de los españoles en 1898.
Para González Cubero, su niñez se desplegó dentro de un escenario que, si por algo fue temible,
no fue por la prepotencia del invasor ni por su superioridad militar sobre los Batallones
Voluntarios de Alfonso XIII, sino por la incertidumbre encarada por muchos españoles, en
particular, los que se regresaron a España o se fueron de Pepino, «el rumor falso» que se
propalaba, o se supuso sin fundamento, y que explicaría del siguiente modo:
En repetidas ocasiones, durante las entrevistas que sostuve con don Manuel González Cubero, él
mencionaría con la palabra «misión» el hecho de que los invasores traerían la paz a sus
coetáneos; «pero ésto fue después, más tarde», cuando entonces, los adultos que él conoció
de niño se convirtieron en comevacas y tiznaos , es decir, cuando aquellos que se mataban por
causas de las viejas rencillas del comercio y el poder municipal, se decidieran a vivir en
armonía: «No en la hipocresía y el descontento que se vivía... Entonces, tal gente quemaba
propiedades, o mataba reses; después vino la paz, porque los arrestaron. Los arrestaron, pa'
después perdonarlos». (Cf. Entrevista con Manuel González Cubero, loc. cit.)
Mientras su madre sufría con miedo a las quemas y escaramuzas del fin de siglo, el niño se
abandonó a lo inevitable, a lo amenazante y «dejé de tener miedo». Descubrió que «los
americanos no comían gente, que éso fue otra mentira de algunos españoles y de los alzaos».
El uso que González hizo del vocablo misión describiría algo más profundo que los operativos
militares, o de socorro, o la predictiva jornada, eufemísticamente dadas por los emisarios del
Norte como pretensiones redentoristas («Proclama Miles»).
El equivaldría el término misión a destino, en el sentido de habérselas con la posibilidad y el
peligro (Heidegger). Asunto práctico. «Mi destino fue conocerlos, ver llegar a los yankees,
cuando la misión que tenían era parar el teatrito a la gente violenta que se peleaba por tierras
o la poca comida que había...» (González Cubero).
Destino en común: Tradición, Misión y Proyecto
Otro caso interesante se produjo con mis entrevistas con Pablo Arvelo Latorre para quien el
Grito de Lares, la época de los Compontes y la Invasión Americana, como clásicas tematizaciones
historiográficas, se relacionaron con la misión que se asignaron los hombres ante la adversidad,
la lucha por determinados cambios y también con la muerte. Otra vez la existencia del ente
concreto que lucha y el ser-en-el mundo fue un habérselas.
«... Cuando la gente no quiere morir, es cuando más sufre...», filosofaría Arvelo. [9]
Este relator oral de historias dijo que, en la memoria del que escribe la historia (oficial),
«los únicos que se recuerdan (como protagonistas) son los que tienen un destino, o fueron
hombres temibles, porque a la gente buena y pobre nadie la recuerda» (sic., cf. Entrevista
con Pablo Arvelo Latorre, loc. cit.)
Cuando pedí a él que nombrara a las personas con destino, méritos y personalidades tales que se
hicieron queridas y memorables para su comunidades, o barrios rurales, él quedó momentáneamente
perplejo. No cayó en la trampa, fácil y gratuita, de apurar los nombres ya conocidos de
funcionarios oficiales, esto es, nombres de grandes hacendados y comerciantes, que fueron
alcaldes, jueces o síndicos. Algunos de los que conoció o acerca de los que, por su edad, tuvo
referencias, dadas a él por sus padres o amigos de mayor edad, ni siquiera llegaron a ser hombres
prósperos.
Para él, según se infiere, la historicidad se compete con la fidelidad a la tradición, es decir,
a cierto patrón de lo repetible que sólo es posible por el combativo seguimiento, o al decir de
Heidegger, por la estancia-en-sí-mismo del haberse-resuelto avanzando y la «réplica de la
posibilidad».
Esta coyuntura no significa que la perpetuación de una concreta tradición histórica, por la
sustentación de una ideología conservadora, asaz caprichosa, será siempre validada, o que una vez
vencida, se regresará al pasado para atarse a ésta; aviniéndose hacia un progreso impropio y
falso.
En ocasiones, lo tradicional, por el apego sentimental, se concreta para materializar la
convicción y la autenticidad del comprender más señero y de otros comportamientos que no vale
designar como reaccionarios.
Pablo Arvelo defendió apasionadamente el hecho que su familia, padres y abuelos, hayan sido
conservadores, que su casa haya servido para refugiar a gente perseguida durante los
tiempos de tirantez entre las familias Alers y Vélez del Río y otras, antes del Grito de Lares,
así como, posteriormente, durante la invasión norteamericana y las Partidas Sediciosas.
Ser conservador, por definición de Arvelo Latorre, fue cierto tipo de «co-participación»
que involucraría cierto sentimiento y pasión en aras de destino en común (Heidegger), siendo, por
ende, característico de la historia la fidelidad a la generación en la que se ha sido prohijado.
«... Mi familia y yo tenemos un pedacito de historia», dijo, «aunque no su escribirse,
sólo el contarse...» Este historiarse con el pasado, tematización de lo sido ahí y en la
comprensión de su presente, a la mano, a menudo queda como mera historia de vencedores y
vencidos, a partir de datos recogidos en la esfera jerárquica más alta.
Aunque campesino, Arvelo Latorre fue mucho más articulado y reflexivo que González Cubero. Sus
detalles resultaron más concretos, verificables y coloridos. Además, él supo extraer sus
moralejas de las vivencias históricas. Creyó en tradiciones y en fidelidades y, sobre todo, en
las personas que encarnaron tal contenido. En las entrevistas con él, usaría la palabra proyecto
para referirse a ellas.
... Mi padre sí recordaba la época cuando la distracción más importante del peonaje y, sobre
todo, de los estancieros, fue apostar, beber o chismorrear, sobre quiénes llegarían a tener más
tierras, si los venezolanos o los catalanes y mallorquines. Había una competencia de bandos, se
jugaban apuestas y se apostaban hasta los gallos... Cuando el barquero se fue a Cuba, se dijo que
huía de Betances y ése andaba por la Martinica... Se supo su ida (de Prat) y que murió su hijo
varón, el mayor, o que un negro lo mató...
Otro cachaco de campo, que quedó (después de Prat emigrar a Cuba) con ambiciones, con destino,
fue Joaquín Vidal, que vivía en Perchas. Ese sí que tenía sinfin de proyectos y fue muy cabezota.
(Fue) el primero en moler caña y producir melao... Mi padre se sintió feliz porque los
venezolanos ganaron y se hicieron más poderosos que los mallorquines y catalanes. Los caraqueños
se fueron quedando con todo, aunque no aplicaban azotes a sus negros, como los Prat de Juncal y
Cidral... La única persona, mala sangre, racista, odiosa, que mi padre conoció ya anciano y que
fue de los caraqueños, y esta pariente que era de nosotros... se llamó Higinio Arvelo que, siendo
administrador para Los Vélez de Mirabales, se maleó. Maltrató a su gente y andó con suerte y no
le quemaron»: Entrevista con Pablo Arvelo Latorre, loc. cit.
Entiéndase que cuando él aludió sobre venezolanos y caraqueños se refiere a la presencia y
orígenes de las familias tan conocidas de los Cabrero, Echeandía, Belazquide, Arvelo, Mathos,
Arvizu, Arteaga Pumar y Rodríguez González, entre otras de este pueblo. Francisco Ramón Arteaga
López (1812-1891) eligió esposa entre la parentela Vélez de Mirabales, Lorenza González Vélez.
Estos dos ejemplos aluden a lo que Heidegger llamara destino («Schicksal») y que fue la
útil perspectiva desde la cual mis entrevistados narraron la historia de su pueblo. «Destino
es el nombre del historiarse de la vida propia». Para el filósofo Heidegger, somos alcanzados
por el destino porque «somos destino en el fondo de nuestro ser. En cuanto destinables,
referencia al fin, al destino. Pensar lo sido es llevarlo al destino, a la primacía del advenir
en la temporalidad y la historicidad, ya que el destino constituye la historicidad original del
Dasein».
El destino que se despliega como comprensión y toca la estructura del ser-en-el-mundo, la
significatividad posible como referencia y apertura a la iluminación del ser, es llamado
proyecto. «El proyecto, Entwurf, es la estructura existencial del ser de la amplitud y su
fáctico poder ser» (Heidegger).
Me impresiona que la historia oral permita que el entrevistado se sienta partícipe de
determinados proyectos, en este sentido de advenimiento fáctico y soluto del Dasein. La persona
no está encerrada en sí, sino soluta, abierta, desatada y despierta, en el mundo. Por esta razón,
no se hace historiografía ni proyecto ni destino por cosas-objetos, que en cuanto tales son
precarios y desaparecen, sino que la historicidad auténtica se entrega por la relación del ser
concreto, el hombre con el mundo, que es esencialmente aquello que lo angustia, su
preocupación.
El mundo se presenta primiginiamente como mundo de utensilios, con carácter pragmático; pero es
posible, por causa de proyectos, escapar a las inautencidades de intrigas, placeres vanos,
negocios y, sobre todo, el temor a la muerte y la falta de rico soluto. El proyecto libera, abre,
solve y deyecta.
En cuanto ser-uno-con-otro, el historiarse del Dasein («ser-ahí» de cada persona)
constituye un historiarse-con («Mitgeschehen») su destino («Schicksal») y destino en
común («Geschick»). El más pleno historiarse de cada persona se forma en esta
co-participación del Dasein y su generación, porque «en la lucha y en la coparticipación se
hace libre el poder del destino en común».
Al aprovechar las experiencias individuales de mis entrevistados, recordé otro concepto
existencial inspirador de esta aproximación a lo historiable. «La angustia individualiza
(«vereinzelf») —dice Heidegger— y abre así al Dasein como solus ipse... no como una cosa, sujeto
sin mundo, sino que pone al Dasein ante el mundo como mundo».
Incondicionalismo y Liberalismo
En los relatos y documentos que hemos adquirido, hemos visto a Josefa Vélez en exilio y en
regreso, «en trajín» y «trato con» las facetas del liberalismo español, menos
cuajables por causa de la anarquía y caprichos de la estructura militarista, por lo general,
partidaria de la monarquía. Por igual, D. Josefa se observaría en angustia y soledad personal, en
trajín con sus penurias económicas y, por su lucidez de cayuca, de cabeza pensante, como
mujer que, aún vacilaba, aunque comprendía el proceso del México independiente, por haber vivido
atada a un estilo de vida cortesano.
Desde Mirabales, Dolores Prat Prat (1869-1972), con mayor mediocridad y ambivalencia que Eulalia,
comprendería su destino ligado a su madre, quien se obsediera con la altivez que cultivó tal cepa
de españoles y criollos ya que, en 1898, se vieron castigados por campesinos armados (la quema
parcial de su finca en Mirabales). [10] A los segundos, como clase social, los Compontes les
radicalizaron, al verse frustrados sus anhelos libertarios y, sobre todo, sus reclamos de
justicia social. Campesinos armados significaron la alianza ante la posible provocación de la
angustia, desde el soluto colectivo del Uno.
Para 1898 y, en tasas mayores en décadas previas, el 85% de la población de Puerto Rico fue
analfabeta. [11]
Habría que entender, en tal contexto, la valía social, privilegio y estima
personal que se asoció con poseer educación suficiente. Los aptos culturalmente afinaron y
representaron a las ideologías de moda, ya sea para la modificación de aspiraciones políticas o
de ideas morales, haciéndolas parte del poder y del bloque histórico generacional.
En España, la clase intelectual y dirigente se pronunció moderada, en algunos momentos. Liberal
en otros. Los bandos militaristas dieron su apoyo casi siempre al absolutismo, siendo tranquillas
al existencial haberse-resuelto-avanzando. (Heidegger)
Prácticamente, en las colonias, la contraseña fue llamarse español incondicional y añadir tal
adjetivo a toda esfera de coparticipación, a saber, sus centros de reunión, sus partidos,
negocios y credos.
Como secuela del Grito de Lares, los primeros partidos políticos se formaron en la isla de Puerto
Rico. En España y en las antillas se comenzaría a hablar en términos de liberal reformista como
opuesto a liberal conservador. La fecha en que ésto ocure es 1873, tras la proclamación de la República Española.
Entre mis entrevistados, sólo D. Dolores Prat-Prat fue tan suficientemente precisa como para
rememorar que, tras el Grito de Lares, hubo una recortada ley de emancipación de esclavos (antes
que la Monarquía Constitucional de 1873, el 22 de marzo, aboliera definitivamente la esclavitud).
Fue la llamada Ley Moret que concedió la libertad a los esclavos nacidos después del 17 de
septiembre de 1868. Sin embargo, fue enfática al declarar que no recordaba, si acogida a tal ley,
su madre Eulalia Prat emancipó a los suyos. Entre unas risitas pícaras, D. Dolores recordó que
«a mi mare la perdía el jabato (nota del autor: Guillermo Prat, esclavo que ella
liberó y que tomó como marido ocasionalmente, en su juventud, cuando soltera); pero ella liberó a
todos, tan pronto sucedió la Revolución de Lares, no sé si antes de esa ley».
Así también en Pepino, se inventaron contraseñas ante la revuelta y el desvío. Algunos
comerciantes peninsulares, más por fijación con el credo incondicionalista que por nostalgia,
dieron a sus casas comerciales o a sus haciendas aquellos nombres que enaltecían sus regiones de
origen en la Madre España o que enfatizaban sus ideales políticos conservadores. De hecho, el
Partido Liberal Conservador cambió su nombre a Español Incondicional, en 1873 y en Pepino la
clase hacendataria, españoles de hueso colorado, se alió al mismo. La mayoría de los criollos y
campesinos siguieron identificándose como reformistas.
Por ejemplo, entre los españoles incondicionales, en el libro de Arsenio Bastide sobre Josefa
Vélez Cadafalch, se anotó que tanto ella como Manuel Prat y Ayats, consideraban a Mirabales,
Furnias y Las Marías, como su «Nueva Cataluña», perdida en montes ultramarinos. Algunos
catalanes, como él, habían dejado simiente e instituciones en el área. Venancio J. Esteves, rico
agricultor de la ruralía pepiniana, defendía la institución del consell de riepto, juntas de
justicia autogestionada, dirimida con duelos a pistola.
Durante la administración de los Gobernadores coloniales De La Torre y Juan Prim, Francisco J.
«Paché» Vélez (1777-1845) e hijos armaron a miñones y convocaron rogas de axuda. [12]
El regionalismo sentimental por las tierras de procedencia nunca se articuló como separatismo
político, sino como lealtad tradicional a España entre tales familias. Daban a las Cortes de
Madrid como fuente y símbolo de unidad y seguridad del pueblo, ante la imposibilidad de entender
sus propios miedos a la anarquía. Localmente, la defensa y seguridad práctica de la familia y la
propiedad, se hizo a cuenta propia, como si España no pudiera hacer nada (Echeandía Font).
Esta fue la interpretación del incondicionalismo español, a pesar de los interregnos en los
ministerios españoles: «España en el corazón; pero nuestra familia en la pistola» (Arvelo
Latorre).
Las familias Jaunarena Azcue y Laurnaga Sagardía bautizaban sus negocios, muy a la navarrense.
Seguían considerándose eskerras e incondicionales, e.g., Euzkalerría, Vasconia, Casa Sagardía,
Laurnaga y Co. [13]
Manuel Prat y su prole enseñaban el catalán a sus hijos y a los hijos de éstos; también el
castellano porque, sobre todo, creyeron en la unidad del Reino Español. Esto fue parte de la
historicidad social y el haberse —o no— resuelto avanzando, políticamente, de estas familias en
los apéndices coloniales.
A la hora de la verdad, del soluto práctico, los españoles y el peonaje que les sirviera abrió
los brazos a los estadounidenses. Para abrazar la hispanidad en el corazón, hubo que abrazar la
seguridad práctica: las ideologías de progreso y de conveniencias; para abrazar el autonomismo,
se quiso siempre la admisión de prioridades prácticas y de transición. El pueblo llano supo
verbalizarlo siempre, con vis del refrán: Barriga llena, corazón contento, lo que equivale a
seguridad social y libertad en el corazón.
Un ensayo de Isabel Picó Vidal, The History of Women's Struggle for Equality in Puerto
Rico, incluído por Nash y Sofa en el libro Sex and Class, destaca la importancia, en
cada período histórico, de la visión de hombres y mujeres que, independientemente de su clase,
defendieron los necesarios cambios legales, sociales y morales, para establecer la igualdad
política, económica, social y personal, de los sexos. [14]
Para 1867, antes de la rebelión de Lares, el analfabetismo en la isla alcanzó más del 83.7% de la
población. El racismo intenso afectaba a más de 309,891 residentes, clasificados como no blancos,
es decir, mestizos, mulatos y negros. En Pepino, muchos se asignaban un lugar oscuro en la
sociedad, por internalizar un colonialismo sicológico, una lectura subliminal de la desigualdad
de clases y la precariedad del acceso educativo para la gente pobre «no blanca». Padró
Quiles, ex-legislador, hijo de esclavos, enfatizó en sus libros de historia obrera, las batallas
dadas por él contra el Cura J. Aponte, portavoz de la burguesía blanca en Pepino y, cómo él, al
fin y a la postre, triunfó proveyendo por la vía legislativa la primera Escuela Superior para San
Sebastián al vencer sobre los intereses privados y racistas de la Academia Santa Rita.
En los relatos de doña Dolores Prat-Prat se pueden contejar las memorias de hechos previos aún
más dramáticos, en particular, el acceso prácticamente nulo a las escuelas para la gente de
color. Cuando su madre, la maestrita de Mirabales, intentó romper con la costumbre de recharzar
el ingreso de pardos y negros en las escuelas (para que no se interrelacionaran clases
«racialmente antagónicas») «Juan Orfila le salió al paso», «difamándola» y el padre de
ella, «porque tenía los medios, creó entonces la primera escuela del barrio Cidral y pagó de su
bolsillo para que ella enseñara, a todo el que quería aprender y tenía mollera, fuese blanco o
negro», Arvelo Latorre). [15]
Doña Eulalia se convirtió en objeto de las críticas y las «burlas de los Orfila» (sic. Entrevista
con Dolores Prat, loc. cit.)
Este es el por qué, en esta historiografía, reconstruyo, con esmerada continuidad, cuáles fueron
las inquietudes y desvelos de Josefa Vélez, Eulalia Prat Vélez, Doña Luce (Lodze), Clementina
Urrutia Carire y aquellas pioneras de la participación política en los comicios municipales:
María Mayol, América L. de Rodríguez, electas asambleístas en 1932, Ramona Ramos de Pérez, electa
asambleísta en 1936, Nilita Vientós Gastón, María Luisa Rodríguez Rabell, etc., tan activas en
las décadas del '30 y '40. De las primeras mencionadas, habría que recordar —según datos de la
tradición oral que les conociera— que D. Josefa Vélez Prat y Cadafalch (1795 -¿1866?) hablaba el
francés y el catalán exquisitamente (A. Bstide); Clementina Urrutia, el inglés.
En algunas de estas mujeres, fue admirable el deseo de educarse esmeradamente para ocupar un rol
decisivo e influyente en la sociedad: e.g., Nilita Vientós Gastón, primera mujer abogada
puertorriqueña, y la Dra. Marcianita Echeandía Font y Feliú (1870-1954), la primera científica
nacida en estos predios.
Con doña María L. Rodríguez Rabell, viuda del Juez Eduardo Negrón, conversaría sobre literatura,
historia y política, con entusiasmo y fervor. Octogenaria, a la fecha que elaboraba mi
investigación para este trabajo, Doña Bisa había leído autores tan interesantes como: José E.
Rodó, J. Ingenieros, Alcides Arguedas, Alfonso Reyes, Germán Arciniegas, Ernesto Sábato y el boom
de la novela latinoamericana. Conocía la novelística rusa, de Tolstoi a Dostoyevsky, y muchos
autores del Sur estadounidense, porque la historia de la Guerra Civil, los episodios de los
Carpetbaggers y la Era de Recontrucción del Sur, la fascinaban. Con la novela Lo
Que el viento se llevó, se identificaría, por su instinto de clase, con la posición social y
finura de las sureñas, ya que fue mujer culta y con visión aristocrática de su misión y destino
en la vida.
Ante la relativa anonimia del pueblo chico, damas como Doña Bisa representaron lo que A. Gramsci
designó como «una voz comunitaria tradicional», quien con su punto de vista promocionaría
activamente su visibilidad y su expectativa de futuro. En su caso, aquella adorable mujer que
conocimos y visitamos a menudo sería el símbolo viviente de la pequeña burguesía, católica, culta
y tradicionalista, cuya herencia provino del conservadurismo peninsular de una clase próspera y
que llegó a Pepino, por la vía de las migraciones venezolanas.
Durante la administración de Rafael Méndez Cabrero, de 1960-64, la señora Rodríguez Rabell ocupó
el cargo de asambleísta municipal.
La importancia de contar con destrezas en comunicación escrita e idiomas extranjeros fue
reconocida por Josefa Vélez y Clementina Urrutia. Ambas se vincularon con algún tipo de actividad
política y cultural durante el siglo XIX. Fue curioso que Clementina, nacida en España, haya
regresado a Pepino, por la vía de Nueva York, huyéndole a la influenza. Quiso morir aquí, como
campesina. Irónicamente, Josefa también quiso morir en Mirabales, donde se acriollaron sus
hermanos y fallecieron sus padres (Josep y Bernarda). Sin embargo, Josefa murió en México.
La vinculación de Urrutia Carire a cierto personaje de mayor visibilidad histórica, como Gerardo
Forest (Velez) , hizo que su nombre pasara a la historiografía local. Lo mismo se indicaría sobre
Josefa Vélez y sus vínculos con Gabriel Baldrich, Juan Prim y Juan Bautista Topete, padre. Sin
referencias de ellos a su existencia, esta pepiniana se habría perdido entre las sombras y sería
imposible identificarla como una hija del Caribe, con ambiciones de movilidad y avance para su
condición de mujer. Lamentablemente, el mismo Bastide, que la admiró, enfatizaría, por halagar a
su esposa, pariente de la misma, el pretexto de admirar su belleza y no el caudal de ideas e
inquietudes, que serían su más profunda esencia y lo que más preocuparía a Josefa, al madurar y
«cansarse de cometer disparates».
Eulalia Prat Vélez-Cadafalch (1830-1890) fue beneficiaria del estímulo que D. Josefa Velez
originó en Mirabales y Cidral, por una visita realizada en 1841. Fue ella quien motivó que se
crearía la escuela de primeras letras y de oficios, los talleres de costura y jarciería, y que
ésto no se quedara en las meras promesas del hacendado Prat. Por la buena posición económica de
esta familia en tal época, Eulalia y sus hermanas (Dominga y Leonora) aprendieron los rudimentos
del francés, el catalán y, en el caso de Doña Eulalia, la pintura y el dibujo.
Hasta donde ha sido posible investigar, Eulalia Prat y Mercedes Elizaldi (nota del autor: abuela
del pintor Francisco Rodón), fueron las primeras cultivadoras pepinianas de las artes plásticas.
Ambas fueron vecinas. Desafortunadamente, si alguna obra se produjo entre estas damas, no
sobrevivió. Una referencia en el libro de Bastide mencionó la afición de Eulalia a las artes y la
lectura; pero, referencialmente, se trata de aficiones privadas.
En las mujeres de las familias Velez y Prat, Josefa y Eulalia, destacaron sus espíritus rebeldes,
inconformes, perfilándose, intelectual y moralmente, adelantadas a su época y a la madurez de la
consciencia histórica del periodo colonial.
Eulalia Prat-Velez acogió el principio emancipador de la esclavitud antes de producirse la y el
Estatuto de Abolición. Su hermana Dominga Prat (1826-1867), casada ya con el médico Fermín Alicea
G. y Britapaja, del barrio Furnias, y establecida en Barcelona (España), se aficionó a la lectura
de los liberales radicales, republicanos españoles, y fue una admiradora de Emilio Castelar. El
Dr. Alicea fue colaborador del sabio español Letamendi y del Instituto Pasteur, de Francia.
Quizás por ésto, la admiración de algunos de los más alertas hijos del pueblo, en el viejo casino
peninsular y en alguna que otra página de las ediciones de Don Simplicio, se filtran alusiones a
los Prat-Vélez, en especial, la belleza e inteligencia de sus mujeres. Uno entre esos hombres
brillantes, llenos de sabiduría y profunda ironía, fue Pablo E. Rodríguez Cabrero, quien hizo
defensa y memoria de Eulalia Prat o de su antecedente inmediato, su tía Josefa. Y fue
precisamente en rechazo a las décimas de Las Golondrinas y la exclusión de Doña Eulalia del Casino
Español (más tarde, rebautizado como Centro Español Incondicional).
CASINOS Y TERTULIA: El pueblo del Pepino mantuvo su tradición de tertulias y casinos.
Casino no en el sentido del que, bajo la presidencia del ex-Alcalde J. N. Oronoz Font en la
década del Cuarenta o del Dr. Pedro M. Coll en 1970, auspiciaría bailes de galas durante los días
del Patrón —San Sebastián Mártir— y elegiría reinas para carnavales; casino, en el sentido de
foro para escuchar a los oradores y conferencistas más respetados del espectro de las ideologías
orgánicas y para intercambiar opiniones en favor o en contra de las ideas at issue. En la época
pre-autonómica, cuando se fundó el Casino Español, también llamado Centro Español
Incondicional. Baldorioty de Castro, Eugenio María de Hostos, Juan Hernández Arvizu, Luis
Muñoz Rivera, Luis Rodríguez Cabrero, José de Diego y José C. Barbosa, desfilaron por el podio y
sus ideas fueron sujetas a debate. El Casino se abría permanentemente y la clase dominante e
intelectual —filósofos orgánicos, al decir de Antonio Gramsci—, contemporizaría allí.
El casino fue la institución que permitió que la historia se pensara, se adviniera como proyecto,
desde y por sus protagonistas, en el hallarse presente, allí y fuera de allí. Aún descrito como
español incondicional, el casino local acogió en calidad de invitados a figuras, otrora
consideradas feroces autonomistas y separatistas: e.g., el Dr. Gerónimo Gómez Cuevas y Baldorioty
de Castro, ex-diputado a Cortes en 1869. También se plantearon, en la sala del casino, asuntos de
justicia para la resolución ad hoc de sus miembros, por ejemplo, que se desconociera por el
Gobierno Español el título profesional concedido a Barbosa por una universidad norteamericana,
título que lo convirtió en el primer médico graduado en los EE.UU.
Con el transcurso de los años, esta función del casino pasó a segundo plano y se convirtió en
lugar de juegos y bailes. El tema de las partidas sediciosas, por su contenido de violencia y su
virtud polarizadora, hizo tabú su mención. Se rehusó el análisis de las causas que las produjo.
Se prohibió que, conocidos los hechos de violencia de 1898, se hablara de política o de
revoluciones en el casino.
Este tema político pasó a los gremios obreros y sociedades de artesanos, e.g., la Alianza Obrera (1902) de José Tirado Cordovez, la Logia Redención, cuando no, los periódicos de precaria duración en el siglo, de El Circo al Eco del Culebrinas. Del modo más informal, a
la botica La Central. Otros intereses literarios, teatrales, filosóficos y periodísticos,
animaron a literatos, pedagogos prestigiosos, masones y espiritistas. Entre estos últimos, había
contertulios de Manuel Méndez Liciaga.
Méndez rescató una tradición de diálogo ecléctico e intercambio de ideas que se vio debilitada en
el Casino y dio acomodo a los encontronazos dialógicos en su botica, donde surgió la tertulia de
La Central. A las animadas conversaciones (improvisadas a partir de cualquier tema cadente del
momento) acudieron el Dr. Miguel Rodríguez Cancio, Víctor Primo Martínez González, Francisco
Latorre, Eugenio «Geñito» Nieves, José Rivera Calasánz, el Dr. José Franco Soto, José Padró
Quiles, ex-legislador, el ex-profesor Lino Guzmán y otros. Los fallecimientos de Méndez Liciaga
en 1964 y Franco Soto, poco antes, fue el golpe final a tal tradición.
LITERATURA Y VIDA CULTURAL: ¿Habría una rica vida cultural en los albores de San
Sebastián? ¡Pocas escuelas y alto alfabetismo son más documentables; pero algunos nombres se
hallan de personas con inquietudes literarias, a saber: Joaquín E. Barreiro (1877-1924),
telegrafista oficial de Pepino en 1898 y colaborador de periódicos tales como La
Correspondencia y El Demócrata (Cayey, 1899); asimismo, los hermanos Andrés y Manuel Méndez
Liciaga, de quienes hay prosa poética y artículos publicados que datan de 1900, por la
literatura.
Ejemplo es el homenaje de D. Manuel al Charco del Peñón, escrito en 1906.
Don Andrés fue el primer historiador sobre asuntos municipales. Fue autor del Boceto histórico
del Pepino (1925). Ambos militaron en el Partido Liberal y colaboraban con el semanario
aguadillano Atalaya.
Juan Hernández Arvizu fue el primer gran jurisconsulto nacido en estas tierras y ocupó altos
cargos en Jerez de la Frontera (España) y varias gobernaturas españolas. Este cultivó el arte de
la oratoria y en el Casino del Pepino disertaba sobre política peninsular.
El Dr. Pedro A. Cebollero, las doctoras Mariana Robles de Cardona y Marcianita Echeandía Font,
investigadora de la poliomielitis, Nilita Vientós Gastón, primera abogada litigante en las cortes
puertorriqueñas, y el Dr. Segundo Cardona Bosques, se cuentan entre los primeros catedráticos
sebastianeños que han enseñado en universidades locales y extranjeras. ¡Letrados en el más
profundo y pleno sentido de la palabra!
De entre talentosas y más jóvenes promociones de investigadores en el campo de la literatura y la
sociología, habría que mencionar al Dr. José Luis Méndez, graduado en la Sorbona, interesado en
la sociología marxista de la literatura e integrado a la enseñanza universitaria, el profesor José Ignacio Cardona, la historiadora María Libertad Serrano Méndez, Migdalia González y otros.
Otros poetas, cuya obra ha sido antologada o ya promovida en libros, han sido Ramón María Torres,
Manuel J. Cabrero Echeandía, Elpidio H. Rivera, Joaquín Aymat Cardona (n. 1907), Jerónimo Ramírez
de Arellano, Juan Avilés Medina, César G. Torres, Victor Alberty Ruíz, Rafael Seguí Borrero,
Víctor López Nieves (n. 1919) y otras generaciones más jóvenes, cuya obra literia arranca de los
mediados de 1960, con grupos post-modernistas, e.g., Ramón Vargas Pérez (n. 1941), Héctor
Soto-Vera, Joaquín Torres Feliciano, Juan Roure, Jr., Ramón Soto Ríos (n. 1941) y otros.
ARTES PLASTICAS: La pintura ha tenido cultivadores excelentes: Emilia Arbona Vda. de
Oronoz, Pedro T. Labayen Jaunarena (n. 1916) María Emilia Somoza (n. 1938), Carmelo Aponte
Feliciano (n. 1935), Francisco Rodón Elizald (n. 1934), Isabel Bernal, Alfredo Cancel, Olga
Rivera Torres (n. 1949), Eduardo Colón Peña y otros. Una organización llamada ExpoArte durante la
década de 1980 promocionó el trabajo de artistas locales mediante exhibiciones anuales.
Entre estos organizadores y artistas se hallaron: Jorge I. Barreto, Aníbal Castro, Pedro T.
Labayen, Angel D. Adames, Luis A. Cortés, Orlando Nuñez, Juan A. Pérez y Ramón Soto. En 1978, el
Fideicomiso Para el Desarrollo de las Artes (FIDARTE), creado por los ingenieros Narciso Rabell
Méndez, Camilo Almeyda Eurite y Salvio Rabell Méndez, pepinianos residentes en San Juan,
auspiciaron un portafolio de serigrafías inspiradas en la Fiesta del Patrón, en actividad
celebrada en el Casino del Pepino. La exhibición incluyó trabajos de los pepinianos Isabel Bernal
(nacida en 1935), Pedro T. Labayen y otros no pepinianos, pero grandes artistas como Rafael
Tufiño, Antonio Maldonado y Angel Casiano.
LA MUSICA: La música es otra actividad donde el talento local ha descollado, en especial,
en la ejecución e interpretación con instrumentos típicos, como se revela por nuestros múltiples
cuatristas del pasado y del presente, Benito Fred Barreto (n. 1907 en Pueblo Nuevo) y su padre,
don Ceferino (q.e.d., todos fallecidos), José Chandí, Pasos Nobles, Tino Potranca, Güelo Medina,
la familia Scharrón y Miguel Rodríguez («El Loco»). ¡Muchos de ellos ya fallecidos! De Angel
Mislán Huertas, compositor de danzas del siglo pasado, al bolerista contemporáneo Lorenzo Ruíz
Anglada, habría otros retoños de más jóvenes compositores.
Los músicos han destacado en instrumentos de viento y cuerdas: Juan F. Acosta, en el bombardino,
María J. Beníquez, en el piano, Manso Estrella, Juan Daniel y Raúl Hernández, padre, con sus
violines, Vicente Saras y Yin Pérez, en la guitarra, entre otros.
De Cheo Gorrión, el Trovador, Ramito, el cantante de temas campiranos, a las interpretaciones
líricas y románticas de Papo Valle, Margie Castro y Sophy Hernández, hay mucho que admirar en
diversidad de géneros.
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1752: Se funda la aldea de Pepino, con el Capitán Poblador Cristóbal González de la Cruz,
presidiendo sobre los vecinos. 1776: Pepino cuenta con 150 haciendas; se siembran 103 cuerdas de caña. Hay 923 cabezas de ganado y 293 caballos. 1806: Nace en Güigue (Carabobo, Venezuela) Joaquina Aquilina Echeandía de Mendoza, matrona de lo que será un poderoso y próspero clan en Pepino. 1808: Se construye la Casa del Ayuntamiento. En los bajos, la Cárcel Municipal. 1812: Primer Ayuntamiento Constitucional en San Sebastián (Puerto Rico)
* Se reduce el poder de la monarquía 1813: Reforma monetaria y fiscal por gestiones de la creación de la Intendencia por el primer Diputado de Puerto Rico a las Cortes de Cádiz 1815: Se aprueba la Real Cédula de Gracias la que trae una gran oleada de inmigrantes de Venezuela, incluyendo a las familias canarias Hernández y Arvizu. 1819: Huracán del 22 de septiembre causa estragos en Pepino, destruyendo casas y platanales.
1820: Pronunciamiento del Comandante Rafael de Riego restaura la Constitución de 1812 en
España.
1821: Conato de rebelión de inspiración venezolana en Puerto Rico.
1823: Se funda la primera escuela primaria en Pepino. 1824: Santiago Echeandía Balazquide recibe licencia para fundar pueblo y fomentar la población en el lugar hoy conocido como Lares. Los Echeandías más antiguos con linajes vascos de Rentería son Joaquín Antonio (n. 1783), Magdalena Segunda (n. 1786), Vicente Antonio (n. 1779) y María Josefa (n. 1781), y son de la cepa Echeandía-Azpiazu.
1825: Durante la gobernación del Teniente General Miguel de la Torre, se hace el deslinde del
Pepino de las Villas de Mayagüez y San Germán. * Nace Juan A. Hernández Arvizu, quien llegará a ser el pepiniano más prominente en el Gobierno Español y uno de los represores de la Mano Negra. Su hermana Nicolasa contraerá matrimonio con Juan Orfila Pons, amenazado CON una décima de las Partidas Sediciosas. 1828: Lares queda deslindado del Partido del Pepino; Pepino tiene 6,702 habitantes; 415 son esclavos negros, 710 son pardos y 20 morenos. 765 personas viven como agregados. * Boda en el Barrio Bahomamey de Rita Eulalia Echeandía Mendoza con Bartolomé Iriarte Echevarría, evento social más imporante hasta entonces. * Viven 615 esclavos en Pepino y se cultivan 116 cuerdas de caña. 1829: Se construye otra Casa del Rey. 1830: Sociedad mercantil es formada por Manuel María Liciaga, nacido en España, y Antonio Castro. 1831: Miguel López de Victoria, Teniente a Guerra; en 1836, electo Síndico Procurador junto a Juan José Liciaga. 1838: Régimen de La Libreta del Gobernador López de Baños 1835-65: Grandes cambios de propiedad en el sector primario por causa del proceso de desamortizaciones de tierra, procedentes de manos muertas: municipios, mayorazgos, instituciones eclesiásticas y del real patrimonio, se generan en España. No es una reforma agraria; pero crea grandes capitales para algunos sectores. 1835: Creación del Cementerio de Coléricos * María Luisa Arteaga López, hija de la Marquesa Josefa Pumar, se casa con Agustín Echeandía de Mendoza, en Pepino. 1836: Andrés Cabrero Escobedo es el Primer Alcalde a la fecha 1839: Nace en Pepino Juan Bautista Echeandía Arteaga, creador del clan aristocrático.
* Es Alcalde Primero Carlos Vicente Albizu 1840-50: Sebastián Abreu propaga las ideas fourieristas en Andalucía. 1841: Visita a sus parientes en Pepino por una dama de Cuba, Josefa Vélez. 1843: Nace en Pepino María del Pilar Echeandía Arteaga 1845: El Porvenir, primer periódico anarquista en España, editado por Ramón de la Sarrá y Antolín Faraldo. Curiosamente, el nombre de esa periódico será, por igual, el nombre elegido para la organización clandestina de un proyecto revolucionario en Pepino, el que resultará en la rebelión de Lares en 1868. 1846: El Casco Urbano del Pepino cuenta con ocho calles, más de cien casas y dos escuelas primarias. La población, en la villa y sus barrios, excede de diez mil habitantes. 1848: Brote sedicioso en Cayey. 1849: Nacen en Pepino María de la Concepción y Mariana Gregoria Echeandía-Arteaga. 1850: José Francisco Cabrero Echeandía funda Casa Cabrero e Hijo. * José Vicente Carmona es el comerciante más próspero. 1851: Serios destrozos en la iglesia; la descarga eléctrica destruye la imagen del Patrón en la Iglesia Católica del Pepino, siendo Gobernador de la isla Juan de la Pezuela.
* Pasquín de Las Golondrinas. 1853: Francisco José y Miguel Tomás Laurnaga Sagardía fundan la Casa Laurnaga. Juan B. Laurnaga Orfila será el socio comanditario y Pedro J. Labayen Jaunarena, el gerente. 1854: En la Alcaldía Ordinaria preside Pedro A. Perea. 1855: Muere Cecilio Echeandía Mendoza (n. 1810), principal hacendado de Guajataca. 1856: Julio Vizcarrondo crea en Madrid la Sociedad de Amigos de los Pobres para dar socorro a indigentes y víctimas del cólera. 1860: Andrés M. Cabrero Escobedo, principal terreteniente de la década. * Se convierte en práctica de la clase hacendataria y comercial enviar a sus hijos a estudiar a los EE.UU. (e.g., los Cabrero Echeandía y Font). El 42% de las exportaciones de Puerto Rico fueron a los EE.UU. y el 18% a Inglaterra, menos del 7% a España, en el decenio de 1855-60. 1862: Nace en el barrio Cidral de Pepino Cecilio Dámaso Echeandía Vélez, futuro Alcalde. 1863: Pascasio Moreno es el Síndico Procurador.
* Hay 416 esclavos en Pepino. 1864: Instalado en Madrid, Julio Vizcarrondo y Coronado funda La Revista Hispanoamericana y El Abolicionista, órgano del movimiento político a favor de la abolición de la esclavitud y que realizaba la Sociedad Abolicionista Española, de la que fue Secretario permanente. La primera Junta Directiva de tal sociedad incluyó a figuras como Emilio Castelar, Orense, P. M. Sagasta, Olózaga y otros. 1865: El Alcalde es Joaquín Martorell. 1867: 17 de noviembre, temblores ocasionan graves daños a la Iglesia del Pepino. 1868: El Grito de Lares es una secuela de la Revolución liberal en Cádiz, España, contra la reina Isabel II, encabezada por Juan Prim y otros republicanos. En Pepino, la milicia, comprometida con el movimiento, al mando de Eusebio Ibarra y Manuel Cebollero Aguiar, no proveyeron el apoyo esperado y, como resultado, el Grito fracasó con saldo de varias muertes pepinianas. Frente a la Plaza, cayeron abatidos los patriotas Venancio Román, Casto Santiago y Manuel de León. * José Tirado Extremera fabrica municiones para la Junta Revolucionaria El Porvenir * Alcalde Chiesa Doria exilia a Vieques al Escribano Real Genaro Eleuterio López 1869: Cambian el nombre de Villa del Pepino al de San Sebastián del Pepino. * Exilio a Santo Domingo de Avelino Méndez Martínez. 1870: Formación del Partido Liberal Reformista y definición progresiva de sus alas, la tradicional conservadora y la liberal que pulsa por mayor descentralización y autonomía respecto a España. Baldorioty de Castro y Pedro Gerónimo Goico representan esta última tendencia en el Oeste de la Isla. * El 4 de julio se aprueba la Ley Moret que libera a esclavos nacidos antes del 17 de diciembre de 1868 y a los que son mayores de 60 años de edad a la fecha. * Muere Andrés Manuel Cabrero Escobedo (n. el 10 de junio de 1796 en Peñacastillo, Santander, Cantabria, España), el primero de la cepa de los Cabrero y ex-Alcalde. 1873: Se proclama la República española. El día 22 de marzo de 1873 queda abolida la esclavitud en Puerto Rico. Un paro general, en aplauso a la Emancipacón, detiene toda labor productiva y enoja a propietarios de la localidad. El Cura Claudio González se une al menosprecio de los manumitidos. * El Partido Liberal Conservador cambia su nombre a Partido Incondicional Español y el Partido Liberal Reformista a Partido Federal Reformista. 1874: El General Arsenio Martínez Campos abole la Primera República española. * Repercusiones en Pepino del hecho, descrito por relatos orales de los Prat-Prat, Liciaga-Juarbe, Arvelo-Latorre, Ortiz Vélez y otros. 1876: Cuatro días de lluvias y vientos huracanados. San Felipe ataca Puerto Rico del 13 al 17 de septiembre. 1878: El Convenio de Zanjón 1879: El General Martínez Campos, a su regreso a España, para hacerse cargo de la Presidencia de Gobierno, presenta en el Senado un proyecto de Abolición de Esclavitud para Cuba. Con modificaciones es aprobado y se publica como ley el 13 de febrero de 1880. 1882-83: Represión del campesinado andaluz como consecuencia de los sucesos de La Mano Negra. * Influjo en Puerto Rico. 1882: Quedó disuelto el Casino Español del Pepino; al año siguiente, se crea el Casino del Pepino, bajo la dirección de Don Pascasio Moreno y Demetrio Hernández. El papel de Hernández Arvizu en la represión de La Mano Negra crea polémicas en Pepino. * Juan Coll y Grau, casado con Carmen Mislán Huerta, Manuel Rodríguez Cabrero y la beau societé del Pepino bloquean la admisión del poeta Ramón María Torres al Casino por ser hijo putativo. 1886: El 7 de octubre de 1876 se publicó el decreo de supresión del Patronato y de abolición definitiva de la esclavitud. 1887: Fundación del Partido Autonomista en la Asamblea de Ponce. Los delegados del Pepino a la misma son Emilio Isaías Cabrero Echeandía, Baldomero Brignoni, Joaquín Moreno y Demetrio Hernández. Los nuevos autonomistas provienen del Partido Federal Reformista de 1873. * Un grupo de puertorriqueños y españoles hace campaña para el fin del régimen de los Compontes. El 9 de noviembre, Romualdo Palacios entregó el mando al General Contreras. * Con la excepción de Manuel J. Cabrero Echeandía, sus hermanos Andrés Cesáreo, Manuel Severiano y las hermanas Josefa Isabel, María Rosenda y Juana Manuela, se mantienen al margen (Rabell Fernández, loc. cit) 1890: Se establece el sufragio universal masculino en España.
* Luis Muñoz Rivera funda el periódico La Democracia. 1891: Marcha de Campesinos hacia Jerez (España) ocasiona, tras la provocación policíaca, las muertes de dos tenderos y, finalmente, una represión violenta. Condenas a muerte de cuatro campesinos y sentencias de trabajo forzado a otros 18. * Se inaugura el ferrocarril en Puerto Rico * Del 18 al 22 de agosto azota el Huracán San Ciríaco y ocasiona más de 3,000 muertos. * Suceso de Santa Rosa del 28 de marzo. * Se radicalizen políticamente Joaquín Moreno, Avelino Méndez y Cabán Rosa. 1893: El Huracán San Roque arrasa con la isla el 16 de agosto. 1895: La bandera puertorriqueña es adoptada como emblema nacional. * Aparecen las publicaciones El Culebrinas y El Circo. 1896: Brote revolucionario en el Barrio Barinas (Yauco) al mando de Mateo Mercado. * Proceso de Montjuic en Cataluña y aparición de banderas negras en Pepino 1897: La Intentona de Yauco, brote revolucionario bajo la dirección de Fidel Vélez. Antonio Mattei Lluberas Torres de Figueroa, educado en Francia y próspero comerciante de café, provee las armas y planes para esta rebelión.
* El Estatuto o Carta Autonómica es aprobado en España el 25 de noviembre. Puerto
Rico retiene su repersentación en las Cortes Españolas. 1898: Guerra de los EE.UU. contra España.
* 20 y 21 de abril: Declaración de Guerra * 11 de agosto: Theodoro Schawn ocupa la Ciudad de Mayagüez * Brote en Adjuntas de los Comevacas y Tiznaos. Muchos sucesos sangrientos. * 13 de agosto: General Brook detiene el ataque a Aibonito. Mensaje de Armisticio. * General Guy V. Henry sigue hasta Utuado. * El barrio Pozas de Pepino se convierte en madriguera de guerrilleros llamados los comevacas. La finca del hacendado Juan Francisco Arvelo es respetada como refugio de familias despavoridas en busca de protección. Hato Arriba es el centro de organización y operación de las Partidas Sediciosas.
* 13 de agosto: Una partida de cerca de 600 ampesinos toman el Ayuntamiento de Ciales, al
comando de Virgilio Ramos Casellas y Ramón Montes González. Los niños eran utilizados para trabajar en las fincas a $0.10 diarios. * El 19 de septiembre, con el Capitán Brackford del Ejército estadounidense, como peticionario, se oficializa el cambio de mando ante la autoridad española. Manuel Rodríguez Cabrero rehúsa quedarse como Alcalde, Avelino Méndez Martínez rechazó el cargo edilicio y viene de Lares, el primer Alcalde nombrado bajo el régimen americano, José González Hernández. * Diez personas son acusadas de robo y sentenciadas a casi 7 años de prisión. El robo a Juan Antonio Río ocurrió el 27 de septiembre. * 29 de octubre: Joaquín Moreno y Segundo Esteves, involucrados en las Partidas, presos en Mayagüez. * Los 14 acusados por el ataque y robo a Pedro J. Jaunarena y Azcue, en el barrio Guajataca el 19 de septiembre, reciben sentencias a condena penitenciaria de un mínimo de 8 años y un máximo de diez. 1899: Acusaciones de corrupción y venta de protección en la administración del primer Alcalde del Pepino, González Hernández. Acusado de ser miembro de las Partidas Sediciosas. * Fuego de Castañer del 17 de febrero de 1899. * El 8 de agosto desata su furia el huracán San Ciríaco, ocasionando incontables daños en Pepino y toda la isla. Destruye el 80% de los cafetales de Pepino. El discurso geopolítico determinista se enfoca en la pequeñez territorial de la isla y azote de temporales casi cada año. * El jornal promedio para el 1898 (época de los españoles) era de $0.37 al día. Después de la invasión era de $0.35 al día con los niveles de supervisión a $0.50 al día.
* Luis Muñoz Rivera funda el Partido Federal Americano el 1 de octubre de 1899. * Se cambia nombre de la Isla a Porto Rico. 1900: En noviembre son liberados, por falta de pruebas, los reos Juan Crespo, José Marcelino Román, (ilegible) Román, José González y el maestro Lino Guzmán, por intervenir en las partidas. 1901: El dólar pasa a ser la moneda oficial y se retira el peso provincial (1 peso = 0.60 centavos). * Andrés A. Cabrero Echeandía, Emilio y Severiano Cabrero, junto a Manuel Rodríguez Cabrero, una nueva generación que se forja como la clase más acaudalada del Pepino, a principios de siglo, después de la muerte de Manuel Joaquín Cabrero Echeandía. Sin embargo, pese a sus grandes capitales son el nuevo-liberalismo. Andrés A. Cabrero fue presidente del Comité Local del Partido Unionista. 1902: José Tirado Cordovez funda la Alianza Obrera. * Se impone el inglés en Puerto Rico como idioma de enseñanza. 1904: Fundación del Partido Unionista de Puerto Rico para combatir la Ley Foraker. 1906: El 31 de marzo, incendio estraga la residencia de Mariana Rubio. Se demuelen 62 chozas en el sector Guayabal para contener el fuego. * Una nueva ley electoral concede el voto a los varones de 21 años de edad o más. * Durante una visita a Puerto Rico, Theodore Roosevelt recomienda a la Legislatura insular que pida la ciudadanía estadounidense a los nativos de Puerto Rico. * Se construye la Plaza del Mercado bajo la dirección de Alberto Dávila. 1908: Visita de Luis Muñoz Rivera para unir a los unionistas de Pepino. 1909: Crisis en el gobierno de Puerto Rico. 1910: Se funda la Central Plata. José Méndez Cardona es su primer administrador * Francisco Roig Cardoza, independentista, comienza su término como Legislador por el Distrito Aguadilla / San Sebastián hasta 1912. Funda la Asociación de Agricultores de Puerto Rico. 1912: Se funda el Partido de la Independencia por Rosendo Matienzo Cintrón, Manuel Zeno Gandía, Luis Lloréns Torres, Eugenio Benítez Castaño, Pedro Franceschini y otros. 1913: Andrés Méndez Liciaga funda El Regional, junto a Herminio Méndez Pérez. 1915: Una delegación puertorriqueña, acompañada por el Gobernador Arthur Yager, viaja a Washington, D.C., con la petición de mayor autonomía. 1917: José Padró Quiles funda el Comité Local del Partido Socialista Puertorriqueño junto a Liborio Rivera, Alejo Cabán, Antonio Nuñez, el zapatero Ramón Padró, José Vélez, Gabriel Pumarejo, Pedro Vega, Juan Abad Crespo y otros. * Miguel R. Cancio Vendrell (1860-1941), electo representante a la Cámara del Distrito #13 (San Sebastián / Moca) por el Partido Unión de Puerto Rico. El fundó el primer hospital de Pepino en 1938. 1918: La Junta de Inscripción del Servicio Militar Obligatorio es presidida por Joaquín Oronoz Rodón y Salvador Gayá Domenech, como secretario * Terremoto del 11 de octubre. 1922-23: Se construye la Planta Hidro-Eléctrica, diseñada por Ricardo Skerret y construída por el contratista Miguel Benítez Castaño. * El Gobernador Horace Towner y su esposa Harriet visitan el pueblo el 19 de noviembre de 1923. 1924: Avelino Méndez Martínez se casa con Estefanía Liciaga Juarbe 1925: Primera edición del Boceto histórico del Pepino de Andrés Méndez Liciaga. * Se inicia la exhibición de películas mudas con Cine Pepino 1928: Huracán San Felipe * Cine Patria, con lunetas para los ricos y gradas para los pobres; para 1934, cambia su nombre a Cine Gloria 1932: Huracán San Ciprián 1933: Triunfo del Partido Liberal 1935: Primera escuela superior privada, la Academia Santa Rita, creada por el Padre José Antonio Aponte. 1936: Primera Iglesia Pentecostal 1938: Agustín Vélez Cabán, Severo Arana Casañas y Bernando Méndez Jiménez organizan el Partido Popular Democrático en Pepino. * Se funda el Teatro Mislán 1941 al 1945: Triunfa La Mogolla, o coalición republicano-socialista. 1942: Primera escuela superior pública por iniciativa del legislador José Padró Quiles. 1944: El poeta nacionalista pepiniano César G. Torres es puesto en prisión por negarse a participar en la Segunda Guerra Mundial. 1950: Se inaugura el Hotel San Sebastián. 1956: Huracán Santa Clara.
[1] Raúl H
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