Sigue victorioso el camino de la primera revista dedicada a la historieta que pueda reivindicar la calificación de «fantasma».

Fantasma porque por misteriosos e invencibles motivos burocráticos se cierra el número 3 mientras aún no se ha impreso el 2. El mismo número 1 –impreso con un mes de atraso por los mismos motivos– tuvo una circulación absolutamente insuficiente y pocos son los que tienen la suerte de haberlo visto.

Decimos «victorioso» con autoironía, pero también con orgullo, porque a pesar de su naturaleza fantasmática, la revista ha estimulado un generalizado y fuerte interés y –venciendo nuestros miedos iniciales– llegan numerosas cartas y propuestas de publicación.

Confiamos que todos los problemas que hasta ahora han obstaculizado la impresión y circulación de la revista encuentren una rápida solución: todas las señales que nos llegan demuestran incontestablemente cuánto esta revista ha sido esperada y cuanto se considera que puede ser útil. De todas formas, mientras les pedimos a autores y lectores comprensión y paciencia, nos comprometemos formalmente a llegar con una solución eficaz y definitiva a la cita del 7º Encuentro de Historietistas Latinoamericanos (La Habana, 11-15 de febrero de 2002), cuando se podrá hacer colectivamente un balance de la iniciativa.

En este número continúan los agudos ensayos de Armando Bartra sobre la historia de la historieta mexicana, y de Manuel Barrero sobre la figura del guionista chileno Alejandro Jodorowsky. Entre las colaboraciones «mayores» tenemos además la interesante incursión de Waldomiro Vergueiro en el mundo de la historieta pornográfica brasileña. Siguen dos artículos, procedentes uno (del historietista Camilo Sanín) de Colombia, el otro (del estudiante de ilustración Leonardo M. Falaschini) de Argentina, que hemos puesto bajo la cabecita «jejenes», porque, como estos molestos bichos, ambos pican, hablándonos de las repercusiones de la crisis económica en el mundo de la historieta y buscando soluciones. Concluye el número una entrevista que Dario Mogno le hizo hace tres años a Eduardo Muñoz Bachs, el gran artista cubano que falleció en julio de este año dejándonos en el más grande desconsuelo.

Para los próximos números ya podemos anunciar con gran satisfacción que, entre otros, nos enviaron ensayos o prometieron su colaboración Mario Lucioni, autor de una monumental historia inédita de la historieta peruana; Ana Merino, profesora en la Appalachian State University de Boone (NC); Carlos Trillo, famoso guionista y autorizado estudioso de la historia de la historieta argentina.

Tenemos que seguir lamentando la falta de cualquier señal de vida desde países como Belice, Bermuda, Bolivia, Costa Rica, Dominica, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Guyana, Haití, Honduras, Jamaica, Nicaragua, Panamá, Paraguay, República Dominicana, Suriname, Trinidad y Tobago, Venezuela... Ya tuvimos la ocasión de observar que de estos mercados historietísticos no se sabe nada y estaríamos muy interesados en rellenar esta laguna.

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