Mientras nuevos vientos de guerra soplan sobre este atormentado planeta, el 2002 marcha rápido hacia su fin y se cumple el segundo año de la atormentada vida de nuestra revista. Si las provisiones para la situación mundial no parecen favorables, a la revista -al menos- parece que tiempos mejores la esperen, pues están encaminándose a solución los graves problemas distributivos de que hasta ahora ha padecido. Amigos solidarios nos están ayudando en esa tarea -nudo crucial de cualquiera producción editorial independiente, como bien saben los que intentaron iniciativas de esa naturaleza en América Latina- y ya tenemos puntos de difusión en Argentina, México... a que los lectores de los correspondientes países pueden dirigirse para la compra de ejemplares y/o para abonarse.

Si los de la distribución están encontrando su solución, otros problemas siguen afectando el proyecto de la revista. Hemos publicado hasta ahora ensayos sobre la historieta en Argentina, en Brasil, en Chile, en Colombia, en Costa Rica, en Cuba, en México, en Perú y en Uruguay; continuamos sin información sobre los demás países, y esto lo consideramos como una grave laguna en el desarrollo de nuestro proyecto. Invitamos nuevamente a amigos y lectores a ayudarnos para establecer contactos en los países aún ausentes.

Otro problema que ya desde hace unos meses estamos experimentando es el de las demoras de los autores. Como ya señalamos en el editorial del no. 6, sabemos que estos atrasos proceden directamente de la irregularidad que hasta ahora ha marcado las salidas de la revista. De verdad es difícil solicitar la puntualidad al autor cuando él mismo sabe que después puede ser que la impresión se postergue por meses por falta de papel, de tinta o porque la máquina está rota. Y de todas formas hemos a ese propósito también de pedir la ayuda y la comprensión de los colaboradores... porque, mientras frente a las travesías técnicas somos lamentablemente impotentes, tenemos que recordarles que los atrasos no se compensan, sino se suman. Y no queremos compartir el destino de tantas revistas científicas y culturales con la mala costumbre de salir con una fecha de cubierta retrasada de un año o más.

Deseándoles un sereno 2003 a colaboradores y lectores, ese no. 8 se presenta con una jaba de gustosos regalos.

Mientras sigue la monumental reseña de las publicaciones chilenas dedicadas a la historieta de Cristian Eric Díaz Castro -que con esta entrega nos lleva hasta 1964-, después de un año exacto de ausencia reaparece el inefable Mario Lucioni con la segunda y última parte de su historia de la historieta peruana (la demora de Mario está justificada: durante ese año se mudó para Italia, se le acabó la beca que tenía en la universidad, tuvo que buscarse un nuevo trabajo y ahora vive en un pueblito tan lejos de la oficina que cada día tiene que invertir como seis horas de viaje).

Hugo Arturo Cardoso Vargas nos cuenta su descubrimiento de la que probablemente es la primera historieta mexicana, hasta ahora pasada inadvertida en cuanto apareció «en una publicación del interior, en la capital de uno de los estados menos propicios para este tipo de medios de información como lo era la ciudad de San Luis Potosí».

Completa el número -mejor: lo abre- la redición de unos textos de Rafael Fornés Collado, originalmente publicados en la revista cubana Signos en el imposible de encontrar no. de enero-agosto de 1975. La publicación de estos textos es en nuestra opinión importante y nos llena de orgullo. A pesar del alto nivel artístico de su obra, Rafael Fornés Collado es poco conocido o totalmente desconocido fuera de Cuba, y dentro sólo pocos lo recuerdan. No se sabía nada más de él, cuando Dario Mogno y Manolo Pérez fueron a buscarlo sabiendo apenas que hace tiempo vivía en un edificio de una calle del barrio habanero del Vedado: preguntaban de él a la gente que pasaba por la calle y ya estaban perdiendo las esperanzas cuando de un balcón de un primer piso una canuta noble figura de anciano que había oído les dijo «¿Están buscando a Fornés? Soy yo». ¡Qué alivio, qué intensa emoción! Eso fue el pasado febrero. ¡Ojalá la publicación de estos textos llame la atención de algún editor y a Rafael Fornés Collado y a su «Sabino» se dedique finalmente el lujoso libro que ambos merecen!

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