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Las cosas que odio

Odio a la nena del jardín de infantes que me pegoteó un caramelo Sugus todo masticado en el pelo cuando tenía cinco años.
A la pelirroja que en segundo grado me trató de mentirosa para quedarse con mi goma de borrar.
A mi profesora de Dibujo de primer año, más fea que apretarse los dedos con la puerta, que venía a dar clase con unas minifaldas cortísimas y bodies trasparentes. Siempre llegaba entre 20 y 45 minutos tarde y lo que es peor, no me enseñó a dibujar nada.
A mi profesora de Gimnasia de primer año, que fumaba como un escuerzo y tenía menos agilidad que una babosa, porque con tal de no dirigir un partido y sentarse a hablar con las amigas nos hacía correr toda la hora en lugar de dejarnos jugar cesto.
A mi preceptora de segundo año, por recibirnos todos los días con cara de o-erre-te-o. Tenía menos simpatía que un bulldog y nunca la ví de buen humor.
A mi profesora de Matemáticas de cuarto año, por la forma en que sonrió cuando me dijo que estaba desaprobada y que tenía que rendir examen en Diciembre.
Al idiota que nos robó la sandía del coche cuando estábamos veraneando en Santa Teresita. Me dejó con toda la frustración de no poder satisfacer mi antojo de fruta fresca en una tarde de calor.
A los vendedores de viajes estudiantiles de la compañía Río de la Plata, que en su afán de ganar dinero prometen el oro y el moro y luego no cumplen con el contrato.
A los fracasados que se suicidan tirándose bajo las vías del tren, porque cortan la continuidad del servicio -a veces por horas enteras- y todos los que usamos el tren como medio de transporte dentro de este mundo y no hacia el otro llegamos tarde.
A todos los argentinos que se la daban de patrióticos y cantaban cantitos de cancha contra ingleses y chilenos durante el Jamboree.
Al ladrón que robó mi amado gorro color caqui con el bordado del Jamboree del arriendo de bicicletas. Ojalá le haya quedado chico.
Odio las propagandas de televisión, que son más largas que esperanza de pobre y te cortan la película en el mejor momento.
Odio ir a comprarme ropa y encontrarme con que los únicos talles que venden son XS, S y M y que el Medium tiene el tamaño de una nena de 12 años.
Odio a todos los que creen sinceramente que las mujeres deberían estar en la cocina, a los que creen que las personas con otro color de pie, religion u orientacion sexual distinta son inferiores a ellos y a los que discriminan a todo aquel que, por cualquier razón, es diferente.
Odio a todos los que creen que en la época de la dictadura las cosas estaban mejor que ahora, "porque entonces uno podía dormir con la puerta abierta y no pasaba nada".
Odio a todos los políticos que cobran sueldo porque fueron elegidos para trabajar y sobre todo, para trabajar para nosotros, y no solo se olvidan de su función sino que directamente se dedican a pisarnos la cabeza.

Se aceptan opiniones y discrepancias

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