Cadena Paladar

 

Yo nunca voy a olvidar en la vida el mito de Raquel.

La pasión, la bondad de esa dulce mujer

que se hizo rica y famosa vendiendo tamal en la arena

pregonando descalza por playa de Ipanema.

Y por esas cosas locas que hay en las telenovelas

donde realidad y ficción dejan siempre sus secuelas

y cuando Regina Duarte comenzó a ser un fetiche

todo el mundo allá en La Habana

quiso hacer su timbiriche.

 

Yo voy a hacer mi Paladar, mejor que el Tocororo.

Pa’ que tú puedas comer chatinos y arroz moro.

 

Fue así, de esa manera empezó la batalla campal

del Estado Cubano y la Cadena Paladar.

Argumentándola  Ley, la salud, la paz y la decencia.

No podían soportar tan cruda competencia.

Persiguieron a la moamba, requisaron los insumos

y multaron los indicios de sociedad de consumo.

Y una noche en una de ellas, cuando mejor se comía

llegó el Jefe de Sector como con treinta policías.

 

Y se acabó mi Paladar mejor que el Tocororo.

Pa’ que tú puedas comer  chatinos y arroz moro.

 

Y pasó el tiempo y Agosto violento por el calendario.

Y yo me convertí en un pequeño empresario.

Tengo licencia para empalagar tus sentidos dispuestos

y sé hacer malabares pa’ pagar los impuestos.

No me preguntes mi hermano, de dónde saco la harina

dónde pesco la langosta, no me la pongas en China.

No le halles la hipotenusa a este triángulo tan loco

disfruta de tu comida y déjame vivir un poco.

 

Que ya tengo, mi Paladar mejor que el Tocororo.

Pa’ que tú puedas comer, chatinos y arroz moro.

 

1