Que Jim Morrison era un cantante más bien limitado, a nadie le queda duda, ni a él mismo. "Yo no canto, grito", reconocía. ¡Pero qué manera de cantar el blues! La primera canción de The Doors que escuché, sin saber que eran ellos, fue "L.A. woman". Juré que era un negro el que cantaba, pero no, era Jim Morrison. Tiempo después escuché "La Celebración del Lagarto" y aun cuando no sabía qué significaba lo que Morrison recitaba-cantaba el sentimiento de lo siniestro traspasaba la barrera del idioma, como lo hace siempre el verdadero arte.

Más que cantante, Jim Morrison era un intérprete, un actor y un agitador, todo al mismo tiempo. Decía en 1969:"Me gustacantar blues, esos largos y libres viajes donde no hay un comienzo o un final específico. Sólo es de meterse en una onda y puedo hacer que las cosas continúen. El canto tiene todas las cosas que me gustan. Involucra la escritura y la música. Hay mucho de actuación, y tiene esta otra cosa, el elemento físico, un sentido de lo inmediato. Cuando actúo, creo personajes. Cientos de ellos".

Evidentemente, Morrison decide aceptar la proposición de Manzarek para formar un grupo porque le interesa experimentar. No olvidemos que además de poeta, quería ser cineasta y, de alguna forma, el cine es el arte de masas por excelencia. Sus profundas reflexiones sobre el cine y el acto de ver que plasmó en Los señores, dan fe de que llevaba mucho tiempo pensando en el poder de la imagen y su influencia en los espectadores.

No obstante, a pesar de tener una personalidad extrovertida, al principio Morrison era sumamente tímido en los conciertos. Los  testimonios dicen que en las primeras actuaciones de The Doors, Jim cantaba de espaldas al público y se aferraba al micrófono como lo último sobre la Tierra que evitara que se hundiese. La  temporada de presentaciones en los clubes nocturnos de Los Ángeles fueron sin duda el laboratorio en el que Morrison se dio  cuenta de su potencial histriónico, pulió su actuación y aprendió los secretos de la manipulación de las masas, hasta llevar a cabo  ese experimento de alucinación colectiva que fue el fatídico concierto de Miami.

Una vez que han visto la luz oficialmente, en la caja aparecida recientemente,Ý las versiones tempranas de canciones contenidas en su demo de 1965, resulta evidente que entonces Jim estaba todavía en busca de su propia voz. De veras no parece el mismo Jim, a pesar de que son las mismas canciones que grabaría después. Grita, se desgañita, desafina. Estoy casi seguro que buena parte de su técnica como cantante se la debe a Paul Rothchild, quien pulió las excrecencias del estilo de Jim y lo convirtió en un verdadero crooner, "el último desde Frank Sinatra", decía el mismo Rothchild. Desde el primer disco grabado bajo la producción de Paul, Jim es único, con un estilo inconfundible, ronco, aterciopelado, que lo mismo puede desgañitarse en los gritos de "The End" que acariciar el aire con una balada
como "The crystal ship".

Pero en el escenario Jim es otro, diferente al de los discos. Si los videos y las películas no mienten, los conciertos de the Doors eran experiencias únicas, sin necesidad de grandes despliegues de luces y tecnología para mantener absortos a miles de espectadores. Resulta sorprendente, sobre todo, el concierto en el Hollywood Bowl. Sólo era necesario el talento de Jim y los demás Doors para llenar el imponente espacio de ese mítico auditorio. "La única ocasión en que de veras me abro es en el escenario. Ahí me siento espiritual. La interpretación me proporciona una máscara, un lugar para esconderme donde puedo descubrirme a mi mismo. Lo veo más que actuar, hacer algo, cantar y salir. Todo lo tomo personalmente, y no siento que de veras haya hecho un trabajo completo a menos que tengamos a todos en el teatro sobre la misma base".

Es en las obras que él llamaba "teatrales" ("El Fin", "Cuando la música termine", "La Celebración del Lagarto", "El desfile suave") donde jim integra todos los elementos a su alcance para crear imágenes y mundos paralelos con el puro poder de la poesía y la música. Así, en el escenario Morrison recrea la tragedia griega y el mito de Edipo, hace un alegato en contra de la destrucción del mundo, invoca a las fuerzas del mal y nos invita a descubrir los pasajes desolados del alma norteamericana. Morrison se convierte entonces en un espejo, donde la sociedad  norteamericana se mira con asombro primero, después con asco y finalmente con ira. Y Morrison pagó cara la osadía de mostrarle a la sociedad de su tiempo su propio rostro, como lo hacen los verdaderos artistas.

El experimento de Miami resultó pero a Morrison le costó su carrera como artista. Sus actuaciones, su música y su poesía quedaron proscritas durante un tiempo. Sin embargo, como toda obra de arte que lo sea, lo realizado por Morrison perdura y perdurará siempre, en libros, en discos, en videos y películas. 
 



BIOGRAFIA DE JAMES DOUGLAS MORRISON

James Douglas Morrison nació el 8 de diciembre de 1943 (37 años después moriría asesinado John Lennon), a las 11:55 a.m., en Melbourne, Florida. Su carta astrológica lo hace un Sagitario con ascendente en Acuario, la Luna en Tauro y Venus en Escorpión. Fue el primer hijo de George Stephen Morrison, quien llegaría a ser capitán de la Marina, y Clara Clark Morrison, quienes tuvieron además a una niña, Anne, y otro varón, Andrew.
Los Morrison vivieron los años de infancia y adolescencia de Jim como verdaderos nómadas, debido a los deberes del almirante Morrison, por lo que el joven Jim aprendió a ser poco apegado a los bienes materiales y al afecto de las personas. Entre las múltiples escuelas a las que asistió están el St. Petersburg Junior College y la Florida State University. Su carrera académica culminó en la UCLA en 1965, donde recibió el grado de Bachiller en Bellas Artes con especialización en cine. Uno de sus compañeros de generación fue Francis Ford Coppola, quien después usaría una de las canciones de Jim en su película Apocalyse now.
En el verano de ese año, consiguió el único trabajo pagado que tuvo en toda su vida: cantante de The Doors, en el que permaneció hasta marzo de 1971, cuando se fue a vivir temporalmente a Paris, donde falleció en circunstancias misteriosas el 3 de julio de ese año (en la misma fecha, pero dos años antes, había fallecido Brian Jones, de The Rolling Stones, a quien Morrison dedicó un poema fúnebre). Sus restos están sepultados en el cementerio parisino de Père Lachaise, al lado de Oscar Wilde y Honoré de Balzac.
Con The Doors (Ray Manzarek, teclados; Robbie Krieger, guitarra, y John Densmore, batería), Morrison logró el primer lugar de popularidad en Estados Unidos en 1967 con la canción "Light my fire" y, un año después, con "Hello, I love you". En 1969, fue llevado a juicio en Miami, Florida, por supuesta exposición de genitales en público durante un concierto. Aunque fue exonerado de los cargos iniciales, se le declaró culpable de conducta pública impropia.
A partir de este incidente, los promotores de conciertos evitaron contratar a The Doors y sus presentaciones fueron esporádicas. No obstante, en 1970, ofrecieron tres actuaciones en la Ciudad de México en un centro nocturno llamado El Forum. Su última actuación pública fue en el Festival de la Isla de Wight, Inglaterra.
No obstante, Morrison sirempre se consideró antes que cantante, poeta, y como tal, publicó, en vida, los libros The Lords, The New Creatures y An American Prayer; después de su muerte, los padres de Pamela Courson, su amante y titular de los derechos de publicación de sus obras, editaron dos libros de poesía a partir de los cuadernos de apuntes de Morrison. En 1979, Jerry Hopkins y Daniel Sugerman publicaron una biografía no oficial de Morrison que fue un gran éxito de ventas. En 1991, el director Oliver Stone realizó una película sobre la vida de Morrison que fue duramente criticada y se le acusó de poca objetividad y tergiversación de hechos. Finalmente, en 1997 los Doors sobrevivientes pusieron a la venta una caja de cuatro discos en la que incluyeron canciones desconocidas del grupo, versiones inéditas de composiciones conocidas y grabaciones de conciertos en vivo.


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