El Nacional
Espectáculos pág.39
Miércoles 5 de Julio de 1995
México, D. F


DINOSAURIOS EN LA BRUMA
 

King Crimson: contundente ataque sonoro             
Delia M.

A Robert Fripp lo he acusado toda mi vida de distintas cosas. Receptor de mi respeto o mi güeva, ha sido como mi novio desde la secundaria: King Crimson, Eno, League of Gentlemen, Andy Summers, League of Crafty Guitarrists, String Quintet; he aguantado a Toyah Wilcox y disfrutado a Dave Sylvian.

La Copley Symphony Hall es una sala de conciertos originalmente concebida para música clásica. Ubicada en el centro de San Diego, es acústicamente impecable; el 28 de junio le dió cabida a uno de los proyectos mas necios dentro de la música contemporánea: King Crimson.
 
Anunciado para las ocho de la noche, el concierto lo abre el California Guitar Trio, unos alumnos-protegés
de Fripp armados de guitarras Ovation negras, que junto con Trey Gunn forman el Robert Fripp String Quintet. Por sí solos son una especie de "Frippertronics" en vivo, tocan material propio y se aventaron versiones de The Good, the Bad & the Ugly, Tocata y Fuga en Re menor de Bach y Walk Don't Run de Los Ventures. Realmente virtuosos en sus armonías tripartitas, a veces se me hizo enfadosa su cuasiperfección.

Hace 11 años King Crimson salió de vacaciones, y apenas acaba de regresar. Ahora alineado en dos tríos, esta gira apoya su más reciente disco Thrak.

Acucioso y obseso, Robert Fripp va por el mundo ejerciendo la disciplina de su propia leyenda.
Patriarca-creador de este brillante proyecto, Fripp preside atrás del escenario, en penumbra, enmarcado por dos baterías: una amarilla canario que hace juego con el trajecito de Bill Bruford, y la negra de Pat Mastelotto.
Primero en subir, a Bruford lo sigue Tony Levin y se forma el primer trío. A la izquierda llegan Trey Gunn, Mastelotto y al final y al frente Adrian belew. Misión cumplida.
Un loop-ambiente, y de lleno agresivamente a Vroom, un Good Evening de Belew y a Frame by Frame.

No es fácil ser adulto y cantar que se es un dinosaurio. Es una experiencia reservada para los muy nobles de espíritu como Jonathan Richman o Adrian Belew, a los que no les importa ser aeroplano, gato o el tonto de la colina.
Robert Fripp toca impasible. Es un dinosaurio, como dice Belew, que se ha negado a sufrir el proceso de la petrificación.

A Fripp le van ben los tríos, para muestra Red con Wetton y Brufford, y con esta alineación ya grabó Vroom, Thrak y 1999: Soundscapes Live in Argentina.
El chico nuevo de la banda es Pat Mastelotto, que ha tocado con XTC; de golpe seco y espaciado, se acopla bien a la aplanadora percursiva que es Brufford. Tan contundente es, que Tony Levin tiene que tocar protegido por un biombo transparente.

Antes de terminar Dinosaur, Belew se convierte en guitarra-animal. Ya es maña.
Belew le dá balance a King Crimson. Musicalmente loco, a veces tiene momentos pop. Canta One Time, una de sus complicadas baladas, para desaparecer junto con el resto de la banda y dar paso a Ambient Bob, que cada vez tiene más tecnología para expander el concepto de su ominosa música.

Después de una dosis de frippertronics, llegan Brufford y Mastelotto y empiezan con solos para converger en la apoteótica B'Boom, seguida de Thrak, y terminando con Inner Garden.
Determinados a no dejarnos respirar tocan Vroom Vroom, Sex, Sleep, Eat, Drink, Dream y People, todas del disco nuevo.
Ahora le toca el turno a los bajistas y empieza a oírse un rapport entre el stick con arco de Tony Levin, y la guitarrra-bajo de Trey Gunn, que saca sonidos interesantes.
de repente este diálogo se convierte en Close Encounters, aunque en realidad es Elephant Talk, con un solo de Brufford, que establece que el viejo Crimson es el nuevo Crimson.
"I repeat myself under stress", canta repetidamente Belew, mientras neuróticamente interactúa con Fripp y con ésta se despiden para regresarcon un Vroom Vroom: coda, alargada con duelo de baterías y guitarras que es todo un viaje cósmico.
Hay un segundo bis y Belew canta Walking on Air, otra baladita del Thrak, que bien podría haber escrito John Lennon.

Por fín en paz, la misa terminada, la banda se despide.
Esta música es totalmente neurótica, va bien conmigo. En el vestíbulo está la mercancía que promueven en la gira, inaccesible por su precio en estos tiempos de recesión. La gente se empieza a desparramar, muchos conscientes de haber visto a uno de los compositores más perros y  más empecinados en jugar con los límites del rock: heavy metal, grunge, progresivo. Todo y nada.

El el elevador coincido con dos acomodadores de la sala, gente que está en su sexta década. Al preguntarles si disfrutaron del concierto me contestan que sí, que son músicos excelentes, pero se quejan del alto volumen.
Yo estoy seca. A cambio de casi dos horas de ataque frontal musical, King Crimson se llevó mi energía y la posibilidad de soñar despierta a la que tanto estoy acostumbrada.
Nos vemos en la reunión de Ruido Blanco.

Regresa

                                                                                                                                                                                                                                                   
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