Cuando en los últimos '80, la hiperinflación
volteó a las bandas más interesantes de la movida rockera
cordobesa, un grupo se empecinó en permanecer en el circuito de pubs a
cualquier precio. Resguardados en la denominación
Los Navarros, comenzaron a tocar
covers (o temas de otros compositores) y establecieron un monopolio en un gran
segmento de la comunidad universitaria establecida en nuestra ciudad, que los
fines de semana se acercaba hasta "los bares del centro" a consumar su
ritual festivo ("Si sos estudiante en Córdoba, es imposible que no
hayas visto a Los Navarros en algún pub", reza el lugar común).
Ya entrada la década del '90, Marcos Bima (guitarra), Julio Anastasía (voz), Gustavo Giacomelli (bajo) y Jorge Navarro (batería) sintieron que su cometido iba más allá de acercar clásicos del rock y dosis de diversión a los estudiantes. Además, su anterior prédica en favor de la "clonación" de la música para sumar fanáticos, les significó ponerse en contra a un batallón de bandas que trataban de llegar por las vías naturales de promoción.
Fué entonces que Los Navarros decidieron delinear un repertorio personal, preparar el terreno para la edición de un disco y, de paso, ganarse el respeto de sus pares. Sin embargo, la aparición de su primer registro estuvo signada por el infortunio. "Los personajes de las discográficas nos mintieron en forma recurrente, lo que determinó que el disco saliera a destiempo y no tuviera una correcta difusión", explica el guitarrista Marcos Bima. "Sin embargo -agrega-, con limitaciones y todo, llegó a vender la modesta suma de dos mil copias".
Luego de esta experiencia, la banda debió atenuar los efectos de un nuevo trastorno macroeconómico que, del mismo que afectó al bolsillo de los trabajadores, también afectó el ritmo de su trabajo. "Eso sucedió el año pasado -revela el cantante y letrista Julio Anastasía- cuando abruptamente se cerraron varios lugares y el circuito de pubs se limitó a una sola sala". Pero la recesión no amedrentó a los músicos, que achicaron su presupuesto personal y juntaron peso a peso el monto que demandó la edición de su segundo disco, titulado "navarros" a secas.
En esta oportunidad, para evitar desencuentros y decepciones, todo lo relacionado a lo extramusical será manejado por los propios músicos, quienes sólo delegaron en un pequeño sello (Macondo) las posibilidades de explotación comercial en capitales del interior nacional y países limítrofes. En otras palabras, Los Navarros arrancan de cero.
En lo que respecta a la música en sí misma, el grupo pasó de ser un engendro pop a un referente after grunge o casi industrial con personalidad, todo de un disco a otro. Francamente, nos influyó mucho toda la explotación de Nirvana y la movida de Seattle, como así también la irrupción de bandas como Faith No More y Helmet. Eso no alcanzamos a retratarlo en el primer disco", confiesa abiertamente Bima como para dejar sentado que su banda es versátil y tiene el sello de lo actual.
Para legitimizar esa mutación sónica, Julio Anastasía
aclara que también se abordan otras temáticas como el racismo,
armamentismo y otras patologías de la comunidad internacional
sintetizadas en Carnicero Precisamente, esa canción
inspiró al videasta Ulises Oliva para la elaboración de un clip ("modesto
pero de calidad") que conjuga documentales nazis con fragmentos de algunas
de las 590 actuaciones que Los Navarros
ofrecieron en cinco años.
Jueves 29 de Agosto de 1996
Artes y Espectáculos
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