La Ciudad que oso Insultarlo
Enrique Uribe J.
Por entre las rocas que saborean
entre segundos se devoran los momentos
instantes inseguros y contentos
que se destruyen y se crean
En medio de imágenes increíbles
llenas de monstruos y dolores
los más temibles horrores
apareciendo todos impasibles
Con la sangre ardiendo en mis venas
con lágrimas brotando de mis ojos
tengo que dejar atrás los rastrojos
de esta vida, tragedia en escenas
Y corto con la mirada mi suspiro
destruyo con pasión los dibujos
se unen a las voces de los brujos
me siento y con deseo los admiro
En la hoguera que se deshacen
los demonios de mil cabezas
yacen, bajo las patas de las mesas
al igual que la cuna en la que nacen
Y sólo esperan volver algún día,
plagar la tierra con su cruenta avaricia,
ni el fuerte héroe de conocida pericia,
podrá oponerse a su diabólica homilía
Todos creerán en sus explicaciones,
buscarán entre los libros la libertad
sin saber que estos marcan con maldad
cada uno de los cobardes corazones
Ya no habrá salvación mundana
los antiguos recibirán la tierra
del bien y el mal la eterna guerra
llegará con la muerte humana
Huyan. Al espacio o tan solo acorten
el tiempo que ellos los harán sufrir.
De nada les servirá orar. Sólo sirve morir
antes que ellos tu alma transporten
¿ Crees que conoces lo que es el miedo ?
¿ Lo has vivido tan incontrolable como ahora ?
Cada segundo, un infernal espíritu devora
lo que antes proclamabas en tu credo
Llora, llora, llora mientras puedes hacerlo
pues las lágrimas curan las heridas
y las llagas que se abren bien hendidas
en tu piel. Para enloquecer basta con verlo
Gritos ; desesperación consumiendo las paredes
arañando con enormes uñas las murallas
perpetran el recinto sagrado, tú callas
al sentir en tu cuerpo el dolor al que cedes
Adiós, ciudad hermosa a orillas del lago
tu atrevimiento has al fin pagado
ahora reposa por haber insultado
aquel dios a quien todos rinden halago.
Dedicado a H. P. Lovecraft, quien ha sido mucho más que un simple escritor.