El 'otro' de El Último de la Fila lanza la próxima semana 'Acadèmia dels somnis' (Academia de los Sueños) un disco concebido sin presión en su retiro del Alto Ampurdán.
Autor de temas que cantó la mitad del país, Quimi Portet fue siempre el otro de El Último de la Fila. Desde que se confirmó que el tándem con Manolo García no daba para más, Quimi trabaja sin presión en su apacible retiro del Alto Ampurdán (Girona), dando salida a su visión más catalana, cotidiana y personal de la música.
El próximo lunes lanza su nuevo retoño, Acadèmia dels somnis (Academia de los Sueños), un disco guitarrero de rock clásico con puntuales aderezos exóticos, grabado «con métodos de vieja escuela» junto a sus viejos escuderos, Antonio Fidel y Juan Carlos García, y colaboradores como el batería Ángel Celada, el músico catalán Adriá Puntí y el alma máter de Jarabe de Palo, Pau Donés.
Tu nuevo disco parece lo contrario al anterior.
Sí. Cançoner electromagnetic fue un disco electrónico en solitario que fue muy bien recibido y obtuvo muchos premios, pero quería plantearme el siguiente de una forma diferente, a la manera de un conjunto pop con mi gente de siempre, Antonio Fidel y Juan Carlos García. Trabajamos a la manera clásica, grabando de la forma más directa posible. Me gusta el reto de que cada disco sea diferente.
A qué se refiere lo de Academia de los sueños.
Mi entorno siempre me critica por poner títulos muy estrambóticos a los discos. Ya es bastante raro hacer, rock de arte y ensayo en catalán.. He decidido abandonar mi obsesión por la boutade. Este título, tomado de una de las canciones, es bastante normal. Le da sentido al disco, que tiene mucho de sentimental y melancólico.
¿Van por ahí tus canciones? ¿Cuáles son las inquietudes de alguien con una vida resuelta, que vive en un pueblo de Girona y se dedica a hacer lo que le gusta?
El irremisible paso del tiempo no tiene nada que ver con la economía de cada uno, es un lugar común en la poesía popular históricamente. Yo pensaba que realmente nunca iba a caer en esa trampa pero, a mis 43 años, la memoria empieza a ser un motivo de inspiración y yo lo acepto con gran deportividad. La melancolía, la sátira y la ironía son mis armas ante la tristeza y los sinsabores de la vida.
¿Asumes el cantar en catalán como un compromiso?
No, es un hecho fisiológico. Eso, desde Euskadi, se entiende mejor. Para mí, está más politizado cantar en castellano, porque tengo que hacer un esfuerzo y denota un posicionamiento. Cuando lo hago en catalán, me relajo y soy simplemente yo.
¿Sigues metiendo tantas horas en el estudio?
Sí, la música es ahora, más que nunca, mi oficio. Me siento más músico, porque hay una falta de objetivos claros y de línea a seguir que me apasiona. Estoy en un momento excitante, porque la presión ha desaparecido. Tengo unos pocos seguidores que valoran mucho mis cambios de dirección. La religiosidad con que ahora me entrego es mayor que cuando todo era más rutinario, con las giras interminables.
Tu nuevo disco va a coincidir con el próximo de Manolo García.
Sí, y no me molesta que salga el recuerdo de El Último de la
Fila. Es algo que, si tenemos buena salud, volverá a suceder. En mi caso, es
una propaganda extra. He tocado en una canción, pero no he oído el resto de
su disco. Es una ventaja salir algo antes, porque así no tengo que mojarme sobre
lo que me parece. Por encima de todo, mantenemos un gran respeto y amistad.