Después de su estruendoso debut en solitario con "Arena en los bolsillos", Manolo García se ha tomado su tiempo, lo que ha provocado una sana ansiedad en su numerosa afición, expectante ante su nueva obra. Hoy aparece en el mercado "Nunca el tiempo es perdido" (Perro Records/Ariola), y seguirá una amplia gira por España, que recalará en Barcelona a finales de mes. El que fue carismático cantante de El Último de la Fila ahonda en la senda abierta con "Arena..." (más de 800.000 copias vendidas), apoyándose en un sonido mucho más elaborado y con la marca de la casa que otorga su inconfundible voz. El músico de Poblenou otea el frente de batalla antes de saltar a la trinchera.
ROCK CATALÁN EN CASTELLANO.
"Dices que los tres grupos o solistas catalanes que más han vendido estos últimos años cantamos en castellano. Eso no tiene ningún misterio, porque es lo que marca el mercado y la geografía lingüística. Nací en Barcelona, me identifico con mi entorno en todos los sentidos y tengo sentimientos, digamos, universales. Es decir, hago rock catalán. ¿Es eso un problema? Aquí, en Cataluña, Estopa, Jarabe de Palo y quizá yo mismo, que todos cantamos en castellano, somos los que más vendemos. Es normal. Pero la pregunta tendría que ser ¿por qué músicos tan excelentes como Quimi Portet o Adrià Puntí no tienen la acogida que se merecen? A otro nivel, ¿por qué vende más Serrat que Llach?"
ROCK CATALÁN EN CATALÁN.
"El público catalán es muy extraño. En términos de consumo musical es incoherente, porque si vemos que Gossos o Sopa de Cabra -bien aceptados en catalán- no se comen ningún rosco cuando se aventuran a hacer algún disco en castellano, algo falla. Y es que, y ahí está lo más grave, las cifras no cuadran. La mitad de la población es catalanohablante en su sentido más amplio y, por otro lado, hay un notable consumo musical, así que la música moderna, pop o rock en catalán debería tener muchísimo más eco, tendría que haber más bolos... Y no es así. La vitalidad del rock en catalán es inexistente."
"ARENA", UN ÉXITO INESPERADO.
"La acogida que experimenté con mi primer disco en solitario, ‘Arena en los bolsillos’, fue algo totalmente inesperado. En mi fuero interno, pensaba que era una obra que me gustaba, digna porque había un trabajo musical y lírico muy decente. Siempre piensas que hay una serie de seguidores que nos conocían a mí y a Quimi desde hace quince años y a esos les iba a gustar. Pero me acabé convirtiendo en alguien más famoso, incluso en la calle. Y es que los precedentes habían sido bastante ‘heavies’. Cuando Quimi y yo decidimos que El Último no seguía y yo tenía mi disco más o menos perfilado, todas las grandes compañías discográficas me cerraron al principio las puertas porque había unos precedentes como el de Mecano. Fue como volver a empezar y eso acabó siendo una ventaja, porque me cargó de adrenalina... y, eso sí, alguna multinacional acabó fijándose."
EL DISCO.
"Me parece que me ha salido un disco muy decente, curradísimo, grabado en París, en el Empordà y en Los Ángeles, con la gente con la que suelo trabajar y con Quimi metiendo alguna guitarra en un tema. Viene a ser una continuación de lo que he hecho hasta ahora, ya que mi voz no cambia, pero ha habido una clara voluntad de evitar no repetir las fórmulas que convirtieron ‘Arena en los bolsillos’ en una sucesión de ‘hits’. Hay más sonido guitarrero, que se equilibra bastante con nuestra onda típica aflamencada, la que mete Pedro Javier González."
CUESTIÓN DE PRINCIPIOS.
"El disco se llama ‘Nunca el tiempo es perdido’ no por casualidad, sino porque quiere explicar que cualquier cosa, cualquier decisión que uno toma en la vida, tiene su significado. No es palabrería. Si vas en busca de algo y de pronto te das cuenta de que tienes que hacer marcha atrás, todo ese doble trayecto seguro que reporta algo, y si encima desandas el camino silbando y con las manos en los bolsillos... mucho mejor. Todos tenemos objetivos y ambiciones, yo el primero, pero por fin me he dado cuenta de que cualquier insignificancia aparente tiene su significancia."
UNA GIRA A MEDIDA.
"Me siguen interesando especialmente los aspectos más obvios del negocio. Y es que mi actitud personal en cuanto a lo musical va a más, voy atrincherándome: mis entradas a los conciertos seguirán siendo poco caras; me niego en esta gira a actuar en espacios de más de 4.000 localidades y por eso he renunciado a presentar el disco en el Palau Sant Jordi sabiendo que seguramente se vendería todo el papel; y continúo sin admitir patrocinadores aunque cada vez vengan más y yo me cago en su puta madre. En concreto, en estos conciertos haremos las canciones de este nuevo disco, tres o cuatro de El Último de la Fila, unas cuantas rancheras de esas que me gustan y alguna de Triana."
LA PROTESTA, QUE NO FALTE.
"El posicionamiento ante cómo funcionan las cosas con mi disco,
con la gira, con las entradas, no es más que un reflejo del profundo, progresivo
cabreo que siento al ver cómo vivimos. No soy maestro ni guía de nada ni de
nadie, y por eso mi única manera de comunicarme es a través de mis canciones
o de hablar, como ahora. Cada vez compro menos cosas y me voy desprendiendo
de muchas cosas materiales que poseo. Es más: ya sé que mi próximo disco será
mucho más sencillo, porque me apetece ir a la resta y no a la suma. Porque la
suma es ¿hacia dónde? Hacia un horizonte que es un espejismo, hacia un desierto
en el que no encuentras nada, realmente nada.".