Se acabó. A veces siento que nada vale la pena.
Tal vez se deba a la depresiva canción de R.E.M. que escucho de fondo
("Nightswimming"), a que a estas alturas del año estoy sin pilas o a que ya tengo mis
cabezales sucios. Quién sabe. Sé que puedo sonar como el clásico engrupido dark que
se siente incomprendido y se bajonea por cualquier cosa, pero no es mi caso. Aun así
creo que generar cualquier movimiento, remecer un poco el piso y romper la monotonía,
es inútil. Tal como dijo El Imbécil Virtual,
estamos en un país y - para ser más precisos - bajo un gobierno plano, aburrido, inerte.
Y lamentablemente eso es contagioso. La gente va perdiendo el espíritu crítico; esa
exquisita sedición adolescente, quizás pendeja y ácida, pero honesta, lúdica y hasta
divertida. Todo se transforma en una masa amorfa, condescendiente hasta la estupidez.
Aquellos que se tragan todo lo que les llegue a los sentidos sin procesar; los perseguidos
que ven en una opinión un ataque personal; los que engullen cualquier porquería sin
masticar; los que se toman todo tan en serio, son los culpables. Sólo unos pocos que
están leyendo esto, saben a qué me refiero.
Gracias a la gente que escribió felicitándome. Y sobretodo gracias a los que quisieron
saber un poco más y a los que me corrigieron algunas pifias. Nunca pude dedicarle todo
el tiempo que quisiera a esto, por eso tampoco pude promocionar la página. No mandé
formularios a muchos buscadores y ni siquiera sé qué chucha significa HTML. Igual tuve
más de 600 visitas en un tiempo muy corto. No es tanto, pero no está mal para alguien
que hizo esto a mano, escribiendo todo en tiempo récord y dedicándole un par de
minutos al mes. Ya dije en la "editorial" que en cualquier
minuto mi entusiasmo se acabaría, pero eso no me detiene en lo más mínimo para
calmar mi inquietud. Por lo demás, a diferencia de los que algunos creen, no veo mucha
tele. Lo único que estaba haciendo era destacar películas que había visto previamente
en el cine, así que ya no tenía sentido seguir con esto. Pensaba hacer un comentario de
Saturday Night Live, que nos llegará por medio del canal Sony, pero ya no. Primero
necesito un limpiacabezales.
Aprovecho la ocasión: en un mailing list que murió, se me acusó de amargado por el
simple hecho de pensar distinto, o de hablar pestes de MTV. Qué triste por ellos. Qué
pena por la gente que se niega a recibir alguna señal inteligente en el planeta. Hay
quienes prefieren jugar a encontrar todo lindo, autocelebrarse y ser felices. Se llenan la
boca hablando de tolerancia, pero cuando escuchan algo que no quieren oír, lo
eliminan. Filo. No voy a ser yo el que les enseñe a escuchar, a escribir o a pensar.
Nunca pretendí "caer bien" por hacer este website, por dar una opinión en los
newsgroups (catarsis_x en chile.rec.tv ) o por decir algo esporádico en un mailing list de
mierda. Sólo quise ser honesto y consecuente con lo que pienso. Para mí eso es mucho
más valioso que "ser simpático". Y lo mejor de todo, es que sí lo soy.
Con el mismo histerismo que veo en el grupo de viejas que gritan por Pinochet, lograron
echarme y convertirme en un outsider. Lograron gatillar que se me acabe el entusiasmo
para seguir con El Mundo del Doctor Bizarro. Lograron generar pura mala onda, de la
misma que terminó salpicándoles a ellos mismos. Supongo que estarán felices porque
ahora pueden volver al tedio y a la inercia de la rutina. Para mí fue suficiente.
No puedo terminar sin agregar algo que siento. Y esto sí les va a sorprender (y en especial, a los que me están odiando por parecer que me las sé todas): con esta página y con mis comentarios un poco pendejos en otros lados, sólo quise ser una buena persona. Pero siempre fui malinterpretado y dejé la cagada, cuando en realidad nunca quise hacerlo. Si alguna vez herí a alguien, de verdad no fue mi intención. Really. Apuesto cualquier cosa a que ahora se están riendo y no entienden nada, o que están pensando con ironía "pero qué conmovedor". No importa. Total, ya logré mi objetivo inicial: generar movimiento.
Después de todo, yo también soy feliz.
Doctor Bizarro Santiago, octubre de 1999.
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