EL ADIOS
Seinfeld, pasión de multitudes. El jueves por la noche,
ochenta millones de norteamericanos se prendieron al canal 4 de
la NBC para ver el último capítulo de Seinfeld. El show sobre
nada, que se vio en directo en Buenos Aires, terminó con los
cuatro amigos neuróticos (Jerry Seinfeld, Elaine, George y
Kramer) presos en una cárcel de Massachusetts por no cumplir con
la Ley del buen Samaritano. La cosa fue así: se burlaron de un
gordito al que le estaban robando el auto y fueron arrestados por
no ayudarlo. Y tras un juicio, terminaron presos... por un año.
Los preparativos para el final se sintieron durante todo el día
en Nueva York. La pregunta del millon era ¿dónde vas a ver
Seinfeld esta noche?, como si se tratara de un partido de la
Selección. Sólo en Manhattan se organizaron alrededor de veinte
fiestas y la NBC transmitió el episodio en la pantalla gigante
de Times Square y salvo allí, las calles de Nueva York quedaron
vacías.
A pocas cuadras de Times Square, en la calle 55 y la 8va., Al
Yeganeh atraía la atención de cuatro estaciones de television y
decenas de fotógrafos. Es el dueño de Soup Kitchen
International y en él se basó el Nazi de la sopa, el personaje
más festejado de la última emisión, el mismo que (interpretado
por el actor Larry Thomas) se declara en bancarrota y decide irse
a vivir a... la Argentina!. "No tengo nada que ver con la
ideología nazi ni tenía tanta informacion sobre los nazis que
se refugiaron en la Argentina. Fue una cuestión del
guión", le dijo Yeganeh a Clarín, mientras no paraba de
vender sopa.
Otro punto de reunión masivo fue el Toms Restaurante, en la
calle 112 y Broadway, la fachada real del restaurante Monks,
donde se reunían los personajes. Allí llegaron las cámaras que
transmitieron la fiesta que organizó la revista Maxim. Entre las
caras famosas que siguieron el capítulo desde allí estaba Susan
Sarandon con su hijita, un imán para los paparazzi. La entrada
del lugar parecía la antesala del Oscar: vallas, calles cortadas
y miles de curiosos dando vueltas.
El Museo de Radio y Televisión fue otro punto de encuentro.
Cerca de 700 fanáticos se agruparon para ver en pantalla gigante
el piloto del programa, que salió al aire en julio del 89. En la
otra punta, en el Colegio de Queens, donde estudió Jerry, los
alumnos de su clase 1974 organizaron una cena con el Menú del
graduado más famoso.
La publicidad del último Seinfeld se cotizó a niveles
históricos: por cada treinta segundos había que pagar 1 millón
700 mil dólares. Así, la cadena NBC recaudó 34 millones en dos
horas. Pero no todo terminó a las 22. Mientras la ciudad entera
brindaba en bares y restaurantes, a las 23.30 el conductor Jay
Leno recibía en su Tonight Show al hombre del día: Jerry
Seinfeld. De traje negro y camisa blanca, Jerry volvió a
explicar por qué rechazó los 5 millones de dólares por
capítulo que le ofrecía la NBC para seguir: "Fui gracioso
todos los días de mi vida durante 9 años. Creo que me merezco
un descanso. Estoy harto de mí mismo", dijo. ¿Qué será
de la vida del comediante ahora que le puso fin a la gallina de
los huevos de oro? "Tomarme unas vacaciones. Y después
iniciar una gira con los monólogos que terminará en Broadway. Y
un especial para HBO".
Seinfeld terminó de la misma manera en que había empezado nueve
años atrás: con un monólogo de Jerry, sólo que desde la
cárcel y con un público de presos. Pero con las mismas
observaciones ácidas y los pequeños detalles que marcaron su
estilo. Chau, Seinfeld. Y gracias por nada.