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Nacho Mayorga accionó el interruptor del micrófono y dijo:
- ¡Buenos días, Cicely virtual! Hace un precioso día de invierno, frío
pero soleado, y hoy en la K-Oso vamos a hacer un programa especial,
dedicado a unos músicos que creo que gustan a la mayoría de los
habitantes de nuestro pueblo... los incomparables ¡Les Luthiers! Y como
sus canciones no son como para tenerlas de fondo mientras se habla, diré
ahora la razón de que se les dedique el día de hoy en esta emisora: ¡el
manager de Les Luthiers, al que muchos conocéis bien, ha hecho entrega
al pueblo de tres entradas para el concierto que celebrarán próximamente
en Anchorage! ¡Guaaargh!, oigo el rugido de vuestras potentes gargantas
salir de debajo de esas sábanas tan calentitas que no obstante la
mayoría debéis abandonar en breve. Pero espero haceros el madrugón más
llevadero porque ahora, sin más preámbulo, pasamos a escuchar el álbum
"Mastropiero que nunca".
No había pasado mucho tiempo cuando, mientras sonaban los acordes de
"Visita a la universidad de Wildstone", Guada aparcó su camión frente a
la K-Oso e irrumpió en la emisora.
- ¡Naachooo! -cling-clong, hizo la puerta- ¿Para quién van a ser esas
entraaaadaaaaas?
La furgoneta de AlexC derrapó frente a la emisora, deteniéndose a
escasos centímetros del camión de Guada. AlexC bajó como una exhalación
y atravesó el umbral de la puerta, que Guada no se había ocupado de
cerrar.
- ¡Eh, ten cuidado, casi le das a mi camión! -gritó Guada
AlexC la ignoró, y se dirigió a Nacho:
- ¡Nacho, yo quiero una de esas entradas! ¡Hace ya dos semanas que se
agotaron, y no puedo perderme otro concierto!
Guada echó una ojeada al mencionado transporte, y enarcó una ceja.
Alex levantó un dedo para responder, pero Nacho le interrumpió,
apaciguador:
- Por favor, queridos vecinos, cálmense. Creo que he cometido el
tremendo error de no mencionar que las tres entradas vienen ya
preasignadas por nuestro estimado manager...
Nacho se interrumpió al ver que por la avenida principal de Cicely
Virtual se acercaba un grupo de Cicelyanos, encabezados por Javi Mañas,
vestido con su sempiterna gorra de la NASA y su cazadora de piloto, y
con expresión decidida. Entró en la emisora, apuntó a Nacho con el dedo,
dejando ver la insignia de "Las garzas chifladas" cosida en su hombro, y
dijo:
- Nacho, creo que tenemos que hablar sobre esas entradas que tienes.
La puerta de la cabaña de Turo se abrió, y éste salió a la intemperie en
zapatillas y con un batín, para entrar rápidamente en la tienda de
Carmen y Nieves. Ésta, tras el mostrador, dijo sorprendida:
- ¡Turo! ¿Estás loco? ¡Hace sólo dos grados, y tú sales en batín a la
calle!
Carmen salío del almacén y se unió a la reprimenda:
- ¡Lo que vas a necesitar es una caja de Bisolvones como salgas así a la
calle, tontolhaba! ¡Voy a por una manta, y no se te ocurra volver a
salir hasta que te la traiga! - Y desapareció de nuevo por el hueco del
almacén.
Turo estornudó fuertemente.
- ¡Ya está, cabeza hueca, ya pillaste un catarro! -dijo Nieves- ¡Ponle
la manta, Carmen, y llévatelo a casa! ¡Ahora mismo te llevo un caldo!
Las nieblas del atardecer envolvían a Eloy mientras contemplaba el canal
de la mancha desde las costas de Cornualles. Casi podía ver las costas
de Gales del sur, más allá de la odiada Inglaterra, y oir los suaves
cantos gaélicos. De pronto, le pareció ver una sombra que se acercaba a
él desde el mar... efectivamente, una embarcación se dirigía hacia la
costa. Cuando se hubo acercado, se pudo divisar a una alta figura de
mujer esbelta y delgada, de largos y abundantes cabellos pelirrojos y
ataviada con una larga prenda blanca y dorada. Eloy no podía apartar su
vista de la mujer, que también le miraba. Siguió acercándose hasta que
la proa de la ligera barca casi tocó la base de la roca sobre la que
estaba Eloy.
- Ven a Irlanda, Eloy -dijo la mujer, en el más puro gaélico que Eloy
hubiese escuchado jamás. Él respondió en ese mismo idioma:
- ¿Quién eres tú, que me invitas a realizar lo que más deseo?
La aparición repitió:
- Ven a Irlanda, Eloy
Se despertó sentado en la cama, mientras alguien aporreaba la puerta de
la cabaña.
- ¡Sofía! ¡Eloy! -gritaba la voz de Borja tras la puerta- ¡Hay reunión
en el Brick!
Como la iglesia estaba en obras, la reunión para decidir sobre el
destino de las entradas para Les Luthiers tuvo que realizarse en el
Brick, que estaba de bote en bote. Jorge no daba abasto para preparar
cervezas, y Esther no paraba de ir y venir entre las mesas,
sirviéndolas. Javi Mañas y Mariano estaban con rostro severo en un
extremo de la habitación, y junto a ellos estaba Nacho, con una
expresión inocente en el rostro. A un lado del grupo estaba Guada, y al
otro AlexC.
- Estamos aquí reunidos -dijo Javi-, para decidir la forma más
civilizada de resolver este problema de las entradas que ha causado
nuestro locutor local -y miró a Nacho con expresión ceñuda. Hizo una
pausa, cogió aire y continuó-. Cuando yo estaba en "Las garzas
chifladas", antes de cada misión solíamos reunirnos para ver a quién le
tocaba el honor de encabezar la escuadrilla. Todos queríamos ser los
primeros, pero sólo tres podían ser la punta de la lanza. Pues aquí pasa
algo parecido: sólo tres irán a Anchorage a ver a Les Luthiers... y
vamos a decidir quiénes son.
Nacho se adelantó, levantando las manos en gesto apaciguador.
- Hey, amigos, keep cool, all right? Lamento ser en parte la causa de
todo este revuelo, pero en realidad esta reunión no tiene sentido,
porque desde un principio las entradas han venido con nombres y
apellidos, y...
Un murmullo de indignación se oyó por la sala.
- ¡Seguro que tú ya te has reservado una! ¿No? -dijo AlexB, irritado
- ¡Pero os digo que cuando nos regalaron las entradas ya se sabía quién iba a ir!
Javi Mañas puso los brazos en jarras y dijo:
- Termina ya, muchacho.
Lamentando el tener que perderse una ocasión como un concierto de Les Luthiers, Nacho musitó "If you've got to do it, do it now" y dijo:
- Naturalmente, es nuestro excelso alcalde Javi Mañas el que debe ir.
Aunque el clamor del pueblo se elevó como las olas del mar, Nacho creyó
que, aún debiendo perderse el concierto, había conseguido salir con bien
de ésta. Pero su seguridad se tambaleó cuando se fijó en la ceñuda cara
de Mariano, que además hacía un curioso efecto frente a la cabeza de oso
colgada en la pared tras él.
La cabaña se encontraba en un oscuro claro del bosque, rodeada de
umbríos abetos y hayas y junto a un arroyo cantarín. Era vieja y de
madera oscura, y una columna de humo surgía de su achaparrada chimenea,
sobre el tejado inclinado. Sin aprensión aparente ante la decrepitud de
la vivienda, Carmen se dirigió hacia ella, y una vez delante de la
puerta tocó con los nudillos. Una voz algo gutural y de tonos exóticos
se oyó desde dentro:
- ¿Quiéeeeeeen llaaaaaaaamaaaa a la pueeeerta de Neeeela?
La puerta se abrió y Emma se asomó:
- ¡Carmen! ¿Cómo es que no has avisado antes de venir? -dijo con su
mejor acento portorriqueño.
Emma se irguió y levantó un pesado volumen. Carmen se acercó a cotillear:
- "Catarros, gripes, terremotos, invasiones alienígenas, inspecciones
de Hacienda y otras catástrofes más o menos naturales - Alicia Martínez,
PhD en Brujería por la UPC (FBB)" -leyó Carmen-. Ah, ese será bueno, ¿no?
-preguntó.
Eloy y Sofía llegaron al Brick en lo mejor del jaleo, con todo el mundo
discutiendo con todo el mundo, Javi Mañas diciendo que él era el que iba
a ir y Mariano que eso habría que verlo. Guada y AlexC estaban en la
barra, bebiendo y mirando cómo la gente discutía; Jorge y Esther
intentaban poner calma, en aras de la integridad de su bar; incluso
ofrecían ensaladas y platos de pasta gratis (con queso gratinado) si se
calmaban. Nacho se lo estaba pasando en grande; se había puesto unas
gafas negras y manipulaba en la máquina de discos; pronto sonaron los
acordes de "Sweet Home Chicago", y Nacho cobró un asombroso parecido con
Jake Blues.
Cuando Eloy y Sofía se enteraron de lo de Les Luthiers, al ver el jaleo
que había montado desistieron de pujar por la única entrada disponible,
y optaron por sentarse con AlexC y Guada a comentar las mejores jugadas.
Entonces entraron Emma, Carmen y Nieves; y naturalmente:
- ¡¡HEY!! ¡¡QUÉ PASA AQUÍ!! -Gritó Carmen, pateando la papelera más a
mano (quiero decir, más a pie)
El jaleo se interrumpió por un momento; Obelix tenía a Esautomatix
cogido por el pie para golpear a Edadepiedrix... ¿?@#! ¡huy, qué
despiste! Perdón, borren eso; quería decir que Mariano soltó las solapas
de la cazadora de aviador de Javi Mañas, el cual soltó la visera de la
gorra de Mariano...
Carmen estaba plantada con los brazos en jarras y las piernas separadas
en medio del salón del Brick. Espetó a la concurrencia:
- ¡A ver, qué es lo que pasa aquí!
Javi Mañas se alisó su cazadora, se ajustó la gorra de la NASA y dijo:
- Aquí el amigo Nacho -dijo, señalando sin mirar con el pulgar a Nacho,
que seguía gritando "Sweet Home Chicago"- ha repartido unas invitaciones
gratis para Les Luthiers sin el consentimiento del pueblo.
Se hizo el silencio en el Brick; hasta Nacho se levantó las gafas negras
para mirar a Carmen.
- ¿Eh? -preguntó Mariano
El taburete chocó contra el suelo cuando Eloy se levantó súbitamente.
- ¡Galway! ¡Eso está en Irlanda!
Se oyó un "plaf" cuando Sofía se dio un palmetazo en la frente,
musitando "Oh, no, otra vez Irlanda no..."
- ¿Y para qué leches tienen que ir a Irlanda? -preguntó alguien
De pronto, Toni irrumpió en el bar.
- ¡Socorro, me persigue un banquero que me quiere quitar la guitarra!
Javi Mañas se ajustó la cazadora.
- Tranquilo, chico, vamos a ocuparnos de ello.
De repente se abrieron las puertas del bar y entre la luz que provenía del
exterior se divisó la esbelta silueta de una guapísima mujer envuelta en
una capa. ;-) Las luces iluminaron su rostro y abriendo los brazos
dramaticamente comenzo a entonar un cántico hechizante: "I put a spell on
you, and now you're MINE!!!!!!!!!!"
De las esquinas del bar se oyó una musica, algo irlandés y
los cicelianos embrujados se dieron a una desenfrenada danza macabra al son
de The Pogues. (era lo que tenia puesto el disc jockey ;-) Mientras todos
bailaban, la mujer se acercó hasta donde Nacho se habia quedado embelesado
sin saber si el embrujo provenía de la voz del cantante de The Pogues o la
de aquella mujer quien suavemente y con una pícara sonrisa retiró las
entradas de sus manos sin que pudiera ofrecer resistencia. La hechicera
entonces colocó sus brazos alrededor de los dos caballeros que la
esperaban; un cocinero internacional y un shamán de pelo seminevado y
envueltos en la capa volaron en su cómoda escoba hacia Anchorage riendo
macabramente y cantando: "Si tu te creias que yo no venía..." mientras en
el brick los parroquianos seguían bailando sin cesar o bebiendo cerveza
Guiness en cantidades fellinescas. (¿o era Buñuelescas?)
Fin (revisado)
Advertencia: Cualquier semejanza con la entrada de Bette Midler en la
pelicula Hocus Pocus (Disney) no es otra cosa que plagio.
El texto
original de Eloy contenía más cosas; aquí me he permitido cortar por
donde a mí me ha parecido que la cosa empezaba a relaccionarse con el
cuento...)
Un gélido vientecillo comienza a soplar, y va aumentando de intensidad tan
rápidamente que me comienza a arrastrar... ¡Y yo me siento tan impotente! El viento
me empuja, me voltea, me hace chocar con los maltrechos y olvidados pedruscos al
borde de la intransitada carretera; y yo grito, pero nadie me oye... Es más: noto
cómo mi voz apenas puede salir de mi interior; no estoy afónico, pero nadie me
escucha por mucho empeño que ponga en gritar. ¡Y me siento abandonado! El frío
viento comienza a elevarme... Primero, un palmo; luego, un metro; poco después ya son
cien o más... ¿Vuelo? ¡No! ¡Es el viento que me arrastra! Y sigo subiendo, más y más...
Ya estaré a cosa de un kilómetro de altura... Paso a través de las nubes, y siento
mucho miedo, porque no puedo ver a través de ellas... De repente, todo parece
detenerse: el viento ya no sopla, el frío casi ha cesado, las nubes ya no me ciegan.
Ahora estoy justo por encima de ellas, y parece que floto...
A lo lejos, a cosa de un par kilómetros de distancia, veo una luz que se va haciendo
cada vez más grande. Comprendo que es algo que se aproxima a mí a gran velocidad. Y
entonces me pregunto si se tratará del famoso trineo de Papá Noel... ¡Qué tontería!
Todo el mundo sabe que Papá Noel no existe... Además, recuerdo que en algún lugar
leí que es físicamente imposible que Papá Noel exista, porque el trineo tendría que
ser enorme, gigantesco, y tendría que viajar a una velocidad tan grande que sería
fatal, tanto para el trineo -por efecto de la fricción del aire- como para el
maltrecho "gordito" que lo conduce, que acabaría con el pecho literalmente
aplastado... Claro que también leí que, si se tienen en cuenta los efectos cuánticos y
relativistas de esa gran masa lanzada a tan tremenda velocidad, gracias a eso del
efecto túnel y de las cosas virtuales, Papá Noel podría ser algo así como un rarísimo
taquión y tal y cual... ¡Jo! ¡Pero con tanta incertidumbre en juego me iba a tocar a mí,
precísamente a mí, toparme con él en medio de una noche de perros como esta! No:
definitivamente, no puede tratarse de Papá Noel... Pero la luz se sigue acercando a
gran velocidad, y ya casi está frente a mí... Me acuerdo de Mulder (y, por
descontado, de Scully)... ¿Es un OVNI? ¡Qué tontería! ¿Y por qué no...? Y justo en
ese momento, como un fugaz relámpago, veo que tan sólo se trata de una avioneta...
¡Una avioneta! ¡Y vaya un ruído que va metiendo! (¡Hop-hop-hop-hop-hop-hop...!)
Claro, ¡tenía que ser una mujer piloto! Y con ella van dos personas más que no paran
de discutir...
¡Un gato! ¡También llevan un gato! La verdad es que ya, a esas alturas -y nunca
mejor dicho-, no me sorprende nada, absolutamente nada... Ni siquiera el hecho de
haber visto en un abrir y cerrar de ojos que llevasen unas entradas para un
concierto de Les Lutiers... Este mundo es realmente sorprendente... Pero la avioneta
ya se ha perdido nuevamente en la distancia, y su paso me ha lanzado nuevamente a la
aventura a través de las nubes...
Pasan dos o tres horas en las que navego, asustado, por entre un mar de algodón.
Pero no es de algodón dulce y calentito. Más bien, parece oscuro y frío... Y
nuevamente vuelvo a sentirte pequeño, frío y solo... Finalmente, asomo por debajo de
las nubes, a cientos de kilómetros de distancia. Hace muchísimo frío... Y ahora
comienzo a caer vertiginosamente... ¡Me precipito derecho al suelo! Aunque,
sorprendentemente, esta vez no estoy solo: me rodean miles -tal vez millones- de
copos de nieve que son exactamente iguales a mí. Muchos de ellos me ignoran y ni
siquiera me dirigen una triste mirada... Otros, en cambio, me saludan al pasar a mi
lado. Muchos sonríen, y algunos hasta llegan a reir mientras caen revoloteando a mi
alrededor. Durante la caída, unas veces acelerada y otras frenada por distintas
masas de aire, siento un cosquilleo que me recuerda a los días en que era un felíz crío
y me precipitaba cuesta abajo en una montaña rusa... Ahora es a mí a quien se le ha
escapado una sonrisa. Y pienso que, después de todo, no es tan malo eso de ser un
copo de nieve... Y me vuelvo y me giro una y otra vez, saludando a mis blancos
compañeros de viaje durante el descenso...
Allá abajo, en la distancia, se distinguen unas débiles luces. Poco a poco, se van
haciendo más nítidas y comprendo que se trata de una ciudad no muy grande, situada
en mitad de un bosque... ¡Qué ilusión! ¡Con un poco de suerte tal vez vaya a parar a
uno de esos majestuosos pinabetos, contribuyendo así a que parezca un gigantesco
árbol de Navidad! Y por primera vez en toda la noche, me siento ilusionado y felíz...
El pueblo -más bien un pueblucho con cuatro calles- parece estar desierto. Claro, ¡si
es Nochebuena! Lo lógico es que todo el mundo esté en su casa, cenando con su
familia, su perro, y demás seres queridos... Y yo allí, solo y en medio del vacío,
cayendo sin remedio -y sin red- hacia un lugar indeterminado... Y me siento solo... Y
ahora pienso en que dentro de unos instantes voy a chocar con el suelo. ¡Y siento
pánico! ¿Moriré aplastado? ¡Imposible! No soy más que un copo de nieve. Además,
veo con alivio que la nieve ya ha comenzado a acumularse en las calles y en los
tejados de las casas. Sin duda, caeré sobre "blandito". ¡Menos mal!
Muchos de mis blancos acompañantes se despiden de mí justo en el momento en que
comienzan a descender, ya definitivamente, hacia su lugar de destino final, asignado
por algún hado misterioso, o tal vez por puro azar matemático.
Por cierto: en una colina cercana al pueblo, hay un par de siluetas con grandes
escudos cuadrados, lanzas, casco y minifalda, que me recuerdan a un par de romanos.
Uno de ellos menea la cabeza mientras dice algo... Y me pregunto qué diantres
pintarán allí, en medio de la fría noche, aunque ya nada me sorprende.
Sigo cayendo. Pero yo no voy derecho a la calle, sino hacia una gran casa... Ya
estoy cerca de ella, muy cerca... Puedo ver un cartel en la fachada de la casa. Pone
algo así como "The Brick"... ¡Vaya un nombrecito! Pero, ¿qué más da? Si no caigo en
un sitio, tendré que caer en otro... Claro que sobre la calle había más nieve, con lo
que el batacazo sería más llevadero... ¡Qué porras! ¡Soy un copo de nieve y tengo mi
propio orgullo! Ya que no iba a caer sobre un árbol, sería preferible hacerlo sobre
un tejado -desde donde tendría una mejor vista- que no sobre el suelo, donde uno
estaría expuesto a todo: desde un pisotón accidental hasta ser "duchado" por uno de
esos inconscientes de cuatro patas con rabo que suelen llevar pulgas en su lomo a
modo de indeseados polizones. Definitivamente, lo del tejado es una opción
preferible. Ya estoy muy cerca, casi a punto de chocar, y, en un último movimiento
reflejo, cierro los ojos antes del aterrizaje... Pero, un último golpe de viento hace que
me eleve un par de metros y... ¡horror! ¡Voy directo al agujero de la chimenea! ¡Eso
significa la muerte segura! ¡Claro, tenía que sucederme a mí! ¿A quién si no? ¡Todo
había comenzado mal esa noche, y también acabaría del mismo modo! ¡Derretido por
un ardiente fuego! ¡Bonita forma de decirle adiós al mundo!
Justo en el momento de entrar por el orificio de la humeante chimenea, un
relámpago rojo y blanco se ha cruzado en mi camino.
Sólo ha durado unas milésimas de segundo y apenas si me ha dado tiempo de verlo.
Es más: dudo de que realmente haya ocurrido. ¿Sería Flash, el "relámpago humano"?
¡Je, je! Otra tontería que se me ha ocurrido en un último momento de desesperación...
Pero, durante la caída siento calor, mucho calor... Es un calor axfisiante,
¡insoportable! Y, sin parar de quejarme, compruebo que, en lugar de irme fundiendo,
voy creciendo poco a poco... ¡Y siento miedo, mucho miedo! Me voy convirtiendo, a
medida que caigo, en una masa compacta y peluda, que me recuerda a alguien que veía
todas las mañanas cuando me miraba al espejo... ¡Horror! ¡Ahora me siento angustiado!
Mi peso hace que caiga más rápidamente, y... ¡Tengo piernas y brazos, y todo lo
demás! Vuelvo a ser yo mismo otra vez... Caigo... Y me pego de morros contra unos
leños ya casi apagados y apenas humeantes...
-¡Vaya caída más tonta! -digo mientras me incorporo, sacudiéndome la ceniza a
manotazos.
Y por primera vez en toda la noche, me siento... -¿Cómo iba a sentirme?- ¡Feliz!
- Buenos días tenga usted, mi señora Guada... -dijo Nacho, girando en su
taburete para mirarla.
- ¿Qué significaba eso de "el pueblo"? ¡Tres entradas no dan para todo
el pueblo!
- Bueno, quizás debí haber especificado un poco más...
- ¿Y quién eres tú para pedirlas, eh? -replicó Guada - ¡Al menos yo
puedo ir hasta Anchorage en mi avioneta, y llevar a los otros dos
afortunados!
- Ah, ¿sí? ¿Qué crees, que mi furgoneta no sería capaz de llegar hasta
allí?
- ¡Pues sí que es capaz! -replicó AlexC, tras seguir la mirada de Guada
- ¡Venga ya! -gritó Guada- ¡Además, el único médico del pueblo no puede
ausentarse durante tanto tiempo, sobre todo con el invierno en ciernes!
Debes quedarte aquí y cumplir con tu trabajo...
- Es sólo un momento, Nieves -respondió Turo, tras soplarse en las
ateridas manos-, vengo sólo a por un bote de Ginseng.
- ¿Qué tal va esa oposición, Turo? - preguntó Nieves, mientras el
aludido se dirigía al estante del Ginseng
- Bueno, vamos tirando -dijo él-. Es bastante difícil. El problema no es
sólo la materia que he de estudiar, sino que somos muchos los que nos
presentamos, y todos tienen experiencia en el campo ... -Turo hizo una
mueca y encogió los hombros.
- Yaa, claro -dijo Nieves. - ¿Cuántas plazas hay?
- Nueve -Turo llevaba en las manos tres botes de Ginseng, y además había
cogido un boli, dos lápices y un paquete de folios.
- ¿Y cuántos se presentan? -preguntó Carmen, saliendo de la cueva que
era el almacén de la tienda-de-todo-un-poco.
- Veintiocho -respondió Turo, que no conseguía coger un bote de tomate
frito, cargado como iba. Carmen le ayudó y le dio una bolsa.
- Bueno, no es tan grave, ¿no? -dijo Nieves- Necesitas sólo un poco de
suerte, eso es todo.
- Ya -dijo Turo-, eso espero.
- Quizás te conviniese hablar con Emma, no obstante - dijo Carmen, con
expresión pensativa-. Ya sabes que es un poco bruja...
- Venga, Carmen -dijo Turo-, yo soy un científico y no creo en todas
esas paparruchas.
- ¡Pues a veces funcionan! -le espetó Carmen- Mejor que encontrarte
luego compuesto y sin plaza, sería intentar una pequeña ayudita.
- ¿Y qué va a hacer? -replicó Turo, con sorna- ¿Que le caigan satélites
en la cabeza a diecinueve de los que se presentan, o qué?
- Bueno, quién sabe...
- Nieves, no hace falta, si es sólo un poco de frío...
- ¡No digas tonterías, mira que salir en batín! -le cortó Carmen- ¡Sólo
te faltaba eso, encima resfriarte cuando tienes que estudiar! ¡Venga,
anda!
- Ahora os llevo el caldo -dijo Nieves, dirigiéndose a la trastienda.
- No puedo -dijo él-, tengo mi vida aquí y además ¿qué haría en Irlanda?
Bien, supongo que allí también hay trenes, pero...
- Eloy... vendrás a Irlanda...-la aparición se difuminaba en la niebla,
su embarcación alejada por la resaca.
- ¡No, espera! -Eloy alargó la mano
- Vendrás...
- ¡No te vayas!
- ¡Sí, seguro! -dijo Rocío- ¡pero todos queremos ir!
- ¡Tongo, tongo! - gritaba Borja.
Las voces se fueron elevando, y Nacho tuvo que gritar para hacerse a oir.
- ¿Ah, sí? -dijo Rocío- ¿Y quién?
- Bueno -respondió Nacho-, Anchorage está muy lejos, y con este tiempo lo único posible es ir en avión, así que...
- ¡Uno de los que va tiene que ser piloto! -gritó Guada- ¡Uno de los que va tiene que ser piloto! ¿No, no? ¿Sí? ¿Hop, hop?
- ¡Bah! -dijo AlexC
- Ecco, mi bella dama -dijo Nacho-; la asistencia de Guada estaba determinada desde el principio; se puede decir que era un requisito sine qua non. Luego, todos sabemos la afición que tiene nuestro doctor AlexC por el susodicho grupo, y además es el que más conoce al manager, con lo que en realidad sin él no habría sido posible que nadie fuese...
- ¿Él también va? -dijo Guada
- ¡Sí, también voy! -replicó AlexC-. ¿Pero en su avión? -preguntó, con un tono de angustia
- Hum, hay muchas bolsas de aire en esta época -Guada se cruzó de
brazos, mirando a un alce colgado en la pared, cazado por Jorge años
atrás, antes de retirarse para poner el Brick.
- ¿Y quién es el tercero? - inquirió Mariano, con los ojos encendidos
bajo la visera de su gorra etiquetada "Northern Exposure".
- Bueno... -Nacho dudó, llevándose la mano a la boca... tras una pausa,
continuó- Naturalmente, que la tercera entrada no podía por menos que
reservarla para un personaje especial...
- ¡Emma, déjate de mandangas, que soy yo! -respondió Carmen
- Tu teléfono no funciona -dijo Carmen
- ¿Eh? ¿Otra vez? ¡Este aparato de Microsoft es una porra! Habrá algún
mensaje atascado en el contestador...
- Sí, probablemente sea eso de nuevo -respondió Carmen, entrando a la
cabaña. El interior estaba en penumbra, sólo con unas luces
estratégicamente colocadas para que se viese lo sufuciente como para no
tirar alguno de los múltiples objetos que lo adornaban, y a la vez dar
la apropiada sensación sobrenatural. Máscaras de rasgos negroides
adornaban las paredes; pequeñas estatuas de ranas (¿o serían estatuas de
ranas pequeñas?) adornaban los rincones, y los reflejos de sus ojos de
rubí (o bueno, imitación quizás) sorprendían al visitante desprevenido.
Carmen no lo estaba, y Emma le preguntó:
- Bueno, ¿y qué te trae por aquí?
- Turo -dijo Carmen, acercándose a una pila de cintas de video de una
hora de duración que había en una esquina-, tiene que aprobar esta
oposición y si bien es perfectamente capaz de ello, supongo que no le
vendría mal una pequeña ayuda.
- Aún no están pasadas a PAL -dijo Emma, en respuesta a las miradas que
Carmen echaba a la pila de vídeos-, precisamente es Turo el que tiene
que hacerlo, pero como está tan liado estudiando...
- Pues eso, ¿no podrías hacer un poquito de magia grisecilla, para que haya menos, hum, concurrencia a la oposición de Turo?
- ¿Te refieres a satélites? -inquirió Emma
- ¡No, bestia! -negó Carmen; al fin y al cabo, ¿cómo iban a recibir las
señales de televisión e Internet sin satélites, en Alaska? - No sé,
estamos en invierno; hay resfriados, gripes, pulmonías, tuberculosis...
- Ya, bueno. Sí, supongo que se podría arreglar algo... aunque... ¿qué
dice Turo de todo ésto?
- Bueh, sabes que él es un escéptico -Carmen agitó la mano-. Pero luego
ya verás lo contento que se pone cuando nadie se presente al examen...
- ¿Nadie? -preguntó Emma, asustada
- No, ea, hay nueve plazas plazas y se presentan veinticinco.
- Aaaah -suspiró Emma, aliviada-. Sabes, todo esto tiene su trabajo,
concentración, ...
- Ya, ya, bueno...
- ... a ver, dónde tengo el libraco.. -Emma se dirigió a un arcón, el
cual abrió y en cuyos contenidos procedió a trastear- hum, "Tesis
Brujeral: Cómo Hacer que te Inviten a una Boda en Galicia cuando uno
Quiere ir a España / Por Emma Molinari", aah, qué tiempos... -Emma tiró
el libro por encima del hombro... "De las formas y medios de ir de
Puerto Rico a Gallocanta, España / por Emma Molinari, PhD en brujería.
San Juan, 1998"... ah, sí, esta fue buena... -tiró el libro de nuevo-...
¡ah, aquí está!
- ¡Es chévere! -exclamó Emma- A ver, busquemos... mira, hay un capítulo
de "Catarros leves para evitar la asistencia de profesores a exámenes" -
éste lo probó sólo con Borja y Nacho, pero aún así debería funcionar en
cualquiera...
- ¿Tú crees? -preguntó Carmen, levantando las cejas
- Digo yo, ¿no? Y lo mismo valdrá para un profesor que para un opositor... -Emma se encogío de hombros y buscó la página -. Humm... veamos... cazar una coquí con luna llena; bien, tengo un bote por ahí... hum... tengo todo... ¡espera!
- ¿Qué? -preguntó Carmen, asustada
- Necesita de un trébol de cuatro hojas de Galway.
- ¿Galway? ¿Y dónde está eso?
- Hum, ni idea. Suena a inglés...
- Ah, preguntémosle a esta gente, seguro que alguno lo sabe.
- Bueno. Vamos al Brick.
- ¡¿QUÉ ES ESTO?! -preguntaba Nieves- ¿¡POR QUÉ NO ESTÁ PREPARADA LA
HOGUERA!? -se interrumpió, lo pensó un rato y corrigió: -Digo, ¿¡QUÉ ES
TODO ESTE ALBOROTO?! [ ;-) ]
- ¡Chicos, calmaos ya ustedes! -decía Emma
- ¿Les Luthiers? ¿Gratis? ¡¡Están agotadas!! -dijeron al unísono Carmen
y Nieves - se miraron, miraron a la gente y suspiraron con resignación.
- Bueno, bien, entonces tienen que ir Guada, AlexC y Eloy y Sofía -dijo Carmen.
- Guada tiene avión -dijo Carmen
- AlexC es el amigo del manager -dijo Nieves
- Y la tercera entrada la van a revender Eloy y Sofía y con el dinero se
van a ir a Galway, esté eso donde esté -terminó Carmen.
- Para traer un trébol de cuatro hojas que Emma necesita para poder
hacer un conjuro para que Turo se asegure la oposición -respondió
Carmen.
La imagen se eleva para mostrar una vista en planta de Cicely virtual,
mostrando a un francés flacucho de pelo lacio montado en un scooter
dando vueltas alrededor del Brick, a un estudiante de informática
jaleando a un ciclista que pasa por el pueblo a toda velocidad, a un
grupo de niños jugando con una catapulta y a una serie de gente de
variado pelaje y condición que no se enumeran aquí entre otras cosas
para no olvidarse de nadie. Los romanos de la patrulla que vigila desde
una loma cercana se miran entre ellos, cabecean, y dicen "estos
Cicelyanos están locos".
Pero no se vayan todavía; ¡aún hay más!, porque todo el mundo
sabe que todo es relativo, que todo suceso tiene varias explicaciones y
que toda historia tiene varios finales; al menos a juicio de
Emma Molinari. Como decíamos más arriba, en el Brick...
- Bueno... -Nacho dudó, llevándose la mano a la boca... tras una pausa,
continuó- Naturalmente, que la tercera entrada no podía por menos que
reservarla para un personaje especial...
Pero como no hay dos sin tres,
Eloy Cuadra
también tiene su opinión sobre el argumento...
(...) ¡Y me siento más pequeño, más frío y más solo
que nunca! Definitivamente, hoy no es mi día... ¡Más pequeño aún! ¡Y más frío! ¡Y más
solo! En efecto, me siento tan pequeño que veo cómo voy encogiéndome ante el mundo,
cómo todo se va haciendo cada vez más grande... ¡Y siento miedo! Me miro y
compruebo que estoy comenzando a helarme... ¡Tan frío me siento! ¡Tan solo...!
¡Navidad! ¡Pero qué está ocurriéndome? Y, de repente, en lo que suele llamarse un
abrir y cerrar de ojos... ¡flop!, todo ha cambiado: me he convertido en un cubito de
hielo. Pero no en un vulgar y corriente cubito de hielo de esos que se venden en las
gasolineras, o de los que se echan en los cubatas... ¡Qué va! ¡Soy un triste y mísero
cubito de hielo en mitad de una desierta carretera perdida en medio de la nada en
una fría y solitaria noche de Nochebuena! ¡Y me siento tan pequeño...! ¡Tan pequeño
me siento que me veo reducido a un mísero copo de nieve! ¡Sí, ahora tan sólo soy eso!
Tan frío estaba mi corazón y tan tristes eran mis pensamientos que he conseguido
llegar a tan poca cosa... ¡Y me siento tan solo!
-¡Leches, Guadaoconnell, te dije que no era por allí! -
dice uno.
-¡Que me olvides! -dice la mujer piloto.
-¡Miaooooo!
-Adiós, amigos...
-¡Ho, ho, ho, hooooo! -dijo, ¿o acaso tan sólo me pareció oirlo?
Y veo unas docenas de ojos que se clavan en mí, inquisitivos.
-¿Ya estás de vuelta? -dice alguien.
-¡Pensábamos que te habías olvidado de venir! -grita
otro.
-¿Y por qué no entras por la puerta como hace todo el
mundo? -dice otro.
Y de repente todas esas caras tienen nombre en mi
cabeza.
-Ho-hola -alcanzo a decir...
-¿Has traído el encargo que te hicimos?
-¿El encargo?
-Sí, hombre: el trébol de cuatro hojas de Galway.
Medio atontado, miro hacia mi mano extendida y veo una tierna y delicada plantita
de color verde con cuatro preciosas y cálidas hojitas.
-Estooooo... Sí, creo que sí -digo sonriente.
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