Pienso que las buenas fotos se crean, no se hallan. Se hacen a través de la combinación de un tema, de equipamiento, de creatividad, de conocimientos técnicos, y de práctica. El proceso de creación fotográfica es una experiencia personal; la forma en que el fotógrafo combina estos elementos da una firma personal a la imagen final. Cuando me aproximo al sujeto, en mi mente busco una imagen potencial. Pienso como se podría hacer una imagen que se vea diferente de otras fotos del mismo sujeto. En mi mente visualizo la imagen final decorando una pared o proyectada en la pantalla. Recién ahí comienzo a manipular la técnica de la fotografía: cámara, óptica, película, y lo mas importante, la luz para crear esa imagen. Hay un momento en que la imagen de la cámara coincide con la de mi mente. Sucede en una fracción de segundo. Es el momento crucial: dudar un segundo significa perderla, quizás para siempre.
Descendiendo en las profundidades azules, rodeado por cardúmenes de caranjidos y barracudas, escuchando las canciones de ballenas y delfines, viendo el elegante baile de una manta raya, silenciosamente escoltando aquel tiburon ballena o jugando con un lobo marino: estas experiencias producen emociones que no pueden jamas olvidarse. La curiosidad me hace esperar pacientemente para que las criaturas marinas prosigan sus cosas; la paciencia junto con los conocimientos son los mejores aliados del fotógrafo submarino. La paciencia nos recompensa con momentos irrepetibles. El conocimiento nos permite enfocar los elementos importantes, permitiéndonos predecir lo que ocurrirá. Quizás exista un tercer ojo que nos haga mirar en la dirección indicada o nos ayude en la obturación que se transformara en la mejor foto. Toda esta planificación, concentración, y espera no son difíciles para mi; es un trabajo de amor. La fotografía subacuática representa el mas grande amor con la naturaleza: es una oportunidad de representar la creatividad de la naturaleza como una expresión personal de arte.