Quisiera compartir con otras hermanas, primas y demás parentela, una serie de experiencias y dudas existenciales que me devanan mis mecanismos y no me dejan descansar bien. Tal vez si las converso con ustedes logre disipar algunas de ellas y tener mayor tranquilidad.
Antes que nada, decirles que tengo una confusión de identidad. Tengo grabado en mi cuerpo un número que empieza con 3TB y unas cuantas cifras más. Además cuando nací, pegaron a mi cuerpo unos adhesivos que dicen algo así como YAMAHA, por lo que he escuchado en algunas conversaciones de mis dueños, también me han dicho que soy una XT-600 E. En realidad no sé bien quien soy. A veces también me siento un poco promiscua, ya que de un día para otro paso de las manos de un hombre a otro, con toda naturalidad y gozando de inmediato de una gran intimidad. Haciendo un poco de memoria, recuerdo que nací en Japón, por el año 1991. Para vestirme eligieron una indumentaria azul con algunos vivos verdes, creo que bastante femenina. Nunca he estado completamente conforme con mi apariencia física, quisiera haber tenido la colita un poco más parada, a menudo me doy cuenta que cuando algunos me miran, comentan que soy un poquito baja de atrás. Tampoco me gustan mis pies, he observado a otras primas cuyos pies son muchísimos mas modernos que los míos, creo que de aluminio; los míos, bueno, son solo de acero. Pero así es la vida, no podía ser perfecta, lo que en realidad me importa es el cariño que me entregue el hombre con que esté, sé que soy el tipo de chica que algunos prefieren.....
Bueno, me fui un poco del tema de la identidad y de mi nacimiento. En Japón recuerdo me hicieron un chequeo médico y luego de comprobar que todo mi organismo funcionaba correctamente, me embalaron en una caja y pase un período de absoluta oscuridad. Sentí que me trasladaban en diversos vehículos y medios de transporte. Luego de un buen tiempo, recuerdo aún que estaba algo dormida, abrieron la caja en que pasé tanto tiempo sola. Me enceguecí un poco con la luz pero luego de acostumbrarme, pude mirar con mayor detenimiento. Todo era absolutamente diferente a lo que yo conocía. Las personas que me rodeaban tenían ojos muy diferentes a los que en Japón me habían observado, eran unos ojos más redondos, a la vez que en general su piel era más oscura, pero me di cuenta que de todas formas, me trataban con mucho cariño y cuidado. Me volvieron a hacer un examen médico, a fin de asegurarse que no había sufrido daño alguno con el viaje. Todo salió perfecto, me subieron a una camioneta y me trasladaron a una tienda que tenía grandes ventanales y donde habían varias parientas mías. Todas nos alegramos de volvernos a encontrar ya que nos habíamos conocido antes en Japón.
Fue un período no muy grato para mí. Me sentía casi ridícula ya que entraban muchos hombres, me miraban de arriba a abajo, me montaban, se movían sobre mí...¡¡ y todo en público !!, yo que era una señorita tenía que sufrir esos momentos. Algunos mas decididos querían escuchar mis ruidos interiores, no entendía para que, hacían abrir y cerrar mis ojos, en fin. Una verdadera odisea.
Aun recuerdo un día de principios de noviembre de 1991. Entró un tipo a quien no había visto en mi vida, su nombre era Bruno Marie, creo que era francés, pero vivía en Chile, que era donde yo estaba siendo expuesta. Me miró, pareció sonreírme y me di cuenta que entre nosotros habría algo más. Lo vi hacer algunos trámites, luego dirigió sus pasos hacia mí, se subió y me puso en marcha. Pasamos sólo cinco meses juntos, en realidad me equivoqué con él, pensé que sería un amor más duradero, pero ya saben Uds., así son estas relaciones. Creo que volvería a Francia, así que decidió venderme. Nuevamente tuve que soportar que fueran personas a mirarme, entre ellos, un alemán llamado Ralf, quien, creo, se enamoró de mí. Que feliz estaba.
Fue una larga relación, estuvimos mas de cuatro años juntos. Aun recuerdo como me cuidaba. Ante cualquier síntoma de malestar me llevaba de inmediato a los médicos especialistas. Por las noches me cubría con una capa para que no pasara frío ni me afectara la humedad. Lamentablemente, nunca anduvimos mucho ni pudimos compartir todos los momentos que hubiera querido estar junto a él. Creo que era un buen hombre, pero también se fue de Chile. Que destino el mío, todos los hombres de mi vida parecían arrancar de mí.
Pero ese mismo destino me llevó a las manos de otro extranjero. Su nombre era Larry. Era un tipo norteamericano y bastante mayor que mis otros dueños. Tampoco recorrimos mucho. Recuerdo que cuando quería viajar me subía a una camioneta, luego me bajaba y ahí recién compartíamos algunos kilómetros juntos. Pero también me cuidó. No podía quejarme de mi suerte, ¿ sería que todos los extranjeros mimaban así a sus chicas ?....
Recuerdo un momento triste, a mediados de mayo de 1997, cuando lo escuché comentar junto a su esposa, que me tendría que vender ya que por trabajo sería trasladado a su país de origen. Que cosas, una vez más tendría que pasar a otras manos. Me lavó con sumo cuidado, engrasó mi cadena y me frotó la espalda diciendo con ternura...”mi Yamaha”. Supe que me habían puesto a la venta ya que sin querer llegó a mis oídos una conversación telefónica en que a alguien le decía que yo estaba en muy buen estado.
Fue un 31 de mayo. Me habían instalado en el antejardín de la casa y pude entretenerme un rato mirando jugar a unos niños, pero en mi interior existía un poco de incertidumbre al desconocer que sería de mí. Estaba absorta mirando un atardecer, cuando fui interrumpida por la llegada de un auto. Se bajaron dos personas. Uno moreno y uno rubio, flaco y más alto que el otro. Al parecer sin querer, le hice ojitos al mas alto porque, creo, lo nuestro fue un amor a primera vista. Me miró y le comentó a su amigo que me encontraba preciosa, me alegró que fuera él quien estaba interesado en mi, lo encontré un tipo interesante.
Larry salió a atenderlos, me sacó a la calle y el rubio se subió a mis espaldas, me inclinó, escuchó mis sonidos, en fin, todo un trámite al que ya estaba algo acostumbrada. Me sentí dichosa de pensar que tal vez caería en sus manos, ojalá así fuera. Más, con decepción vi que se subieron al auto y se marcharon, quedé triste. El sol se había puesto y comencé a sentir frío, pero nadie me dio abrigo...
Pasó un rato que se me hizo eterno y de pronto sonreí. Había vuelto el auto del rubio.
Escuché que el flaco, bueno supe que se llamaba Claudio y así lo llamaré, conversó con Larry algo de dinero y al parecer llegaron a un acuerdo. Me estremecí al pensar que esa noche estaría con él. ¿ Me cuidaría ?. Sin embargo no me llevó. Se subió al auto y se marchó. Pase todo un fin de semana triste, sin saber que había pasado. Llegó el lunes, todo el día sola, sólo acompañada a instantes por Lucy, la perra de Larry quien olfateaba mis pies y me hacia cosquillas, afortunadamente nada más......
Por la noche sonó el timbre, trate de mirar a la puerta pero no pude moverme, sin embargo con alegría escuche la voz ronca de Claudio, traía un casco en su mano así que entendí que ese día otras manos me conducirían. Vaya vida, tendría que cuidar a otro hombre. Yo una chica sin experiencia, apenas 11.000 km. de vida recorridos y tendría que encargarme de un hombre de 33 años a cuestas. No se como hasta ese instante habrá sido su vida, pero no importaba, ahora estabamos juntos y ambos nos tendríamos que mimar, estaba segura que él me querría.
Fue él quien me sacó de la casa de Larry, me puso en funcionamiento, calentó mis músculos algo acalambrados, acarició mi estanque y partimos. Era muy tranquilo. Larry le había advertido que pronto tendría que alimentarme y así lo hizo. En el camino a su casa, Al llegar a un semáforo me dijo al oído algo así como que tenía mucha más fuerza que su anterior pareja de dos ruedas. Parecía contento. Llegamos a su casa y me entró de inmediato a una habitación donde había una prima más. Pero no era prima directa ya que en sus costados decía Honda, era más pequeña que yo. Ahí entendí lo que me había dicho respecto a mi fuerza. Me gusto el lugar. La casa no era tan lujosa como la de Larry pero estaba cómoda.
Claudio me dejó sola un rato. Después de un par de horas volvió. Traía en sus manos una cerveza y una cajetilla de cigarros. Se acomodó en una pequeño asiento muy cerca mío y se dedicó a observarme con mucha detención. Me tocaba por aquí y por allá, ¿ ahora entienden lo que les decía respecto a que me siento un poco fácil ?, yo que hace un par de horas estaba en casa de Larry ahora aceptaba las manos de Claudio por todo mi cuerpo. Es la vida nuestra. Al despedirse me acarició, miró su anterior moto con ternura y pena y me dijo que tendría que aprender a quererme, pues el amor por la Honda era inmenso.
Fue una noche muy entretenida. Estuvimos conversando hasta muy tarde con la Honda. Me contó de muchos viajes que hizo con Claudio, estuvieron juntos 25.000 km. Sé que no es gran cosa, pero sentí un poco de celos. Ellos compartieron mas del doble del recorrido que yo tenía, pero también me dijo que nunca se había sentido así de querida. Claudio la lavaba con delicadeza, le cambiaba el mismo el aceite rigurosamente, en fin, era su chica. Fue una semana completa de conocer a través de mi prima a mi nuevo compañero.
Me despedí de ella al lunes siguiente. Al igual como a mí me sucedió, llegaron dos personas a verla y una de ellas se la llevó. Me dio un poco de pena ver los ojos de Claudio cuando vió marcharse a la 250. Entró al garaje donde yo estaba y me dijo, bueno ya estamos solos, veremos que pasa con nosotros.
Han pasado sólo tres meses junto a él, pero han sido maravillosos. Con el tiempo me he dado cuenta que la Honda tenía razón. Es un hombre tierno conmigo. Hasta me ha malacostumbrado a acompañarme casi todas las noches un ratito, antes de acostarse se viene a fumar un cigarro junto a mí. Ahora aparte de escuchar que me tratan de Yamaha, xt o moto, mi socio me llama Duenda, me fascina, es un apodo tan femenino.
Me he dado cuenta que ese rato para él es muy especial. Al parecer es su momento para pensar en las cosas buenas y malas que le han sucedido. Quisiera aprender a hablar, para decirle que lo quiero, que me preocupa observarlo a veces muy nostálgico, que me encanta cuando se sienta junto a mí y empieza a planear paseos y viajes. Mira los mapas, luego a mí y pareciera que me preguntara si me gustaría conocer tal o cual lugar, en fin, sé que es un soñador y me alegra. Especialmente para humanos soñadores estamos hechas nosotras y sé que con nuestra compañía hacen realidad muchas de sus ideas.
Esta semana llovió mucho. Claudio no quiso llevarme a su trabajo. Sin embargo anoche se despejó un rato y como tenía que salir me pidió lo acompañara. Apenas al subirse y comenzar a rodar juntos noté que nuevamente estaba con pena y algo deprimido. Lo siento en sus manos, en como me lleva, en su manejo, pero nunca se desquita conmigo. Estoy segura que el rato que compartimos le hizo bien para disipar aunque sea algo, su tristeza.
¡¡ Estoy tan enamorada de él !!.
La Duenda
5/9/97