A lo largo de los siglos Ermua ha sido una zona de paso entre el Duranguesado y el Valle del Deba. Fundada como villa a fines del siglo XIII a partir de un núcleo poblacional existente, tenía dos calles, una callejuela y una plaza, rodeadas por las murallas, que se consideraron las mejores de Vizcaya. Geográficamente último nucleo poblacional de Vizcaya, sirvio con sus murallas para defender el libre tránsito de mercancias hasta la costa.
Algunos recuerdos históricos, de aspecto señorial, contrastan
con la fisonomía populosa y saturada que hoy tiene la población.
Su parroquia, dedicada a Santiago Apostol, data en su reedificación
actual de 1602. Junto a la iglesia está el palacio del marqués
de Valdespina, una antigua casa-torre reconstruida en 1740, en estilo churrigueresco.
Remata en una cúpula igual a la de la iglesia, cuyo campanario se
reconstruyó, a su vez, en 1783. El palacio lo quemó el general
Rodil, por el alineamiento carlista del propietario, pero se levanto de
nuevo tras la carlistada.
"El carácter de los hijos de Ermua es generalmente belicoso",
escribió Echegaray a comienzos de siglo y lo atribuía a razones
'profesionales'. Algunas ferrerías, el papel de centro mercantil
para su entorno -la feria de Ermua se celebró desde 1752, y es la
más antigua de Vizcaya- y sobre todo la agricultura fueron sus ocupaciones
históricas. Inició su declive el incendio que provocaron
los franceses el 28 de agosto de 1894, en la Guerra de la convención:
ardieron 76 de sus 84 casas. Una de las principales bases económicas
de Ermua se derivaba de la fabricación de cajas de armas y llaves,
en relación con las fábricas de armas de Eibar y Placencia;
pero a partir de aquel incendio esa industria decayó notablemente.
A mediados del XIX tenía Ermua 80 casas y 350 vecinos. Producía
"trigo, maíz y castañas, cría de ganado vacuno, caza
de liebres y pesca de truchas y bermejuelas", sin más industria
que una ferrería y algunos molinos.
Hoy es, sobre todo, una población industrial nacidad por la expansión de Eibar en el crecimiento vertiginoso de los años sesenta. En 1950 sólo tenía 1.700 habitantes y hasta los años sesenta Ermua constituía un municipio eminentemente rural, ocupándose gran parte de sus vecinos a tiempo parcial en el nucleo industrial de Eibar. Después, ante la saturación del valle del Deba, se levantaron viviendas para los obreros de Eibar. En una decada pasó de 3.000 a 14.600 habitantes, desarrollo que mantuvo después, más lento. Posteriormente algunas industrias, a falta de suelo en Eibar, se fueron instalando en Ermua hasta que la población se integró plenamente en la comarca industrial del valle del Deba. Así se explica el rápido crecimiento demográfico que acogió remesas de emigrantes en el período 1960 - 1975 hasta alcanzar casi un 500% de crecimiento. Las instalaciones de industrias y viviendas han hecho descender notablemente la superficie de tierras labradas y el núcleo urbano se ha transformado rápidamente y sin demasiada planificación, de manera que la promiscuidad de industrias y viviendas acarrea algún problema de índole urbano. El tamaño de empresa predominante es pequeña y mediana, según el modelo típico guipuzcoano de empresas-taller, dedicadas a máquina herramienta, metalurgia, forja, laminado y otros productos metálicos. Ermua se comporta hoy como una 'ciudad dormitorio' ya que gran parte de su población acude a trabajar a la guipuzcoana Eibar, siendo mucho menos importante el movimiento inverso.
Como siempre, Ermua ocupa una posición nodal porque está
ubicada en el eje estrategico que une las importantes comarcas industriales
del "Gran Bilbao" y el "Alto Deba".
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