Si la Virgen es el origen y el principio del Rocío, la ayuda y protección que de la Madre, Virgen de las Marismas, Blanca Paloma reciben sus devotos, es el porqué, la razón por la cual se va al Rocío. El Rocío se convierte asi en el gran reconocimiento de la Maternidad Divina de María, de su acción corredentora, y de su mediación universal en la dispensación de sodas las gracias y favores.
Dos textos bellísimos recogen todo el pasado, el presente y el futuro del Rocío como lugar de petición y de impetración. Son debidos a dos hombres profundamente andaluces y onubenses, Muñoz y Pavón, Canónigo Lectoral de la Catedral de Sevilla e hinojero de nacimiento y el insigne pedagogo don Manuel Siurot, honra y préz de su ciudad natal La Palma, y onubense, por título de asimilación la obra apostólica del inolvidable Arcipreste de Huelva don Manuel González.
El Rocío es un Credo síntesis de nuestra fe y un Crucifijo formidable de todo nuestro amor. El Rocío es el propietario de la Virgen y la Sala de Audiencias de la Celestial Señora. Al Rocío van todos los anhelos y todas las gratitudes, todas las esperanzas y todos los recuerdos, todos los dolores que han de menester alivio y todas las penas que an de menester consolación ¡todas las lágrimas! Al Rocío va todo el que tenga algo que agradecer. Humana y muy humana, y muy popular, es esta manifestación religiosa, que tiene pare cada edad, su peculiar encanto, y para todos, el encanto irresistible de la Vlirgen que escucha.
(Don Juan F. Muñoz y Pavón. La Blanca Paloma).
Sólo un poeta y un literato de la calidad y sentimiento de Muñoz y Pavón, ha podido expresar tan brillante, simple y fecundamente la universalidad de la Fe de estos andaluces en la devoción a María y la universalidad de esa devoción que acoge a todos, niños y ancianos, hombres y mujeres, jóvenes y adultos, pobres y ricos, sabios e ignorantes.
La capilla está llena de luces puestas por los devotos. Cada una de estas luces, supone un dolor pasado y una alegría presente. Si estas luces hablaran, contarían secretos del alma, fatigas del espiritu, horas de tribulación, la lucha con el desconsuelo, la frente humane taladrada con la corona de espina de un vivir triste. ¡¿Si esas luces faltaran...?!
(Manuel Siurot - La Romería del Rocío).
Si Muñoz y Pavón con su sentimiento nos descubrió esa universalidad de la fé en María, que responde a los sentimientos más íntimos de todo rociero, Don Manuel Siurot nos hace entender que si algún día "esas luces faltan", faltaría la alegría y la fe de esta Andalucía nuestra.
Pese a todo lo que de malo pueda haber en el Rocío, y pese a todos los que al Rocío van "sin luz en su corazón", todo el Rocío: promesas, velas, oraciones, súplicas, cantes, bailes, cuentan con gran carga de fe y de confianza, de agradecimiento y amor.