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Por Manuel Fernández Molina
El 19 de octubre de 1994 falleció Hugo Carrillo. Fue
él un genuino artista, tanto en su calidad de escritor
como también en su valencia de director de teatro. En ambos
terrenos hizo contribuciones muy importantes y permanentes al
quehacer teatral guatemalteco. Como escritor cambió los
rumbos de la dramaturgia nacional.
En 1958 volvió Hugo Carrillo a Guatemala después de unos cuatro años de residir en Europa, principalmente en París, a donde había marchado en 1954. Volvió trayendo su primera obra, La calle del sexo verde, que se estrenó en abril de 1959 como parte de la Primera Temporada de Autores Jóvenes. Esta pieza revolucionó el movimiento teatral guatemalteco.
El éxito de esta pieza estribó o descansó en lo inédito de los temas que presentaba (como la homosexualidad y el aborto), en el acierto estético con que dichos asuntos polémicos eran tratados en la obra, y, finalmente, en lo ejemplar del montaje, que estuvo bajo dirección del mismo Hugo Carrillo. Efectivamente, la belleza de la puesta en escena -además del texto mismo- impresionó muchísimo al público y a la crítica. A pocos días del estreno escribía Juan Lévy en el diario El Imparcial "Que no se diga que en Guatemala no se sabe hacer arte. Vayan a ver 'La Calle del Sexo Verde' y se convencerán de algo muy distinto".
Fue La calle del sexo verde la primera obra dramatica de tema gay que se presentó en Guatemala. Si bien es cierto que tanto en los escritos de Rafael Arévalo Martínez (especialmente en "El hombre que parecía un caballo") hay críticos que leen una temática gay, a título de lo "diferente" a la mayoría, y lo mismo sucede con la obra de José Arzú Herrarte, fue Hugo Carrillo el escritor que abrió esta temática en Guatemala de una manera clara. Desde una perspectiva de la crítica gay o pro-gay de los años setentas, La calle del sexo verde resulta una obra más bien negativa hacia lo homosexual pues, dentro del amplio cosmos de lo gay, el autor escogió el abuso hacia los menores como el sub-tema que desarrolla en la pieza.
Hugo Carrillo estuvo pocos meses en Guatemala en 1959; ese mismo año se marchó de nuevo. Esta vez se fue a San Francisco, de donde volvió en 1962 trayendo otra pieza igualmente renovadora de la escena guatemalteca, El corazón del espantapájaros. Ésta es una obra bastante diferente a La calle del sexo verde, pues se trata de una sátira político-social, que también ha sido etiquetada como "tragicomedia". Entre broma y serio Hugo señalaba que la estructura de esta pieza suya era shakespereana, pues estaba basada en las últimas escenas de Hamlet, cuando se da el juego de que un grupo de actores hace una representación dentro de la obra. Esto era broma del dramaturgo; él bien sabía que su pieza tenía varios rasgos de teatro brechtiano, como canciones y máscaras, para evitar que el espectador se envuelva emocionalmente en la historia que se está desenvolviendo en el escenario. El éxito de El Corazón fue aún mayor que el que tres años atrás había tenido La calle del sexo verde.
Con solamente estas dos obras que hubiese escrito ya se habría asegurado un sitio prominente en la historia del teatro en Guatemala; pero Hugo Carrillo fue un creador permanente, y hasta poco tiempo antes de fallecer se mantuvo escribiendo. Para mencionar únicamente otro de sus grandes éxitos y logros citemos la adaptación que hizo de la novela El señor presidente de Miguel Ángel Asturias. Una tarea ambiciosa y difícil que este artista llevó a cabo de manera brillante, eligiendo los mejores momentos de la novela y convirtiéndolos en escenas terribles. Esta obra se estrenó en 1974 en montaje dirigido por Rubén Morales Monroy, y siguió en temporada en 1975. Constituyó el acontecimiento de haber sobrepasado las 250 funciones; algo que no había sucedido nunca en el teatro guatemalteco. Nada raro tratándose de una obra de Hugo Carrillo, un profundo y versátil poeta de la escena.