No lo podia creer, la niña de mis sueños me acababa de dar el si, y estaba a punto de darme un beso, cuando se comenzó a escuchar a todo volumen una canción ranchera, ella se detuvo, estaba a 10 centímetros de mi cara, era ahora o nunca, ella palideció, sonrió y me dijo adiós con una mirada. Abrí los ojos y apagué el despertador, guardándome las ganas de aplastarlo y aventarlo al otro lado de la recámara. Cachondeé despreocupadamente con las sábanas un par de minutos y me levanté, las seis de la madrugada y ya iba tarde. Al recargarme en el buró sentí una capa de polvo, era increible, apenas hacía una semana que lo había limpiado, pero se podían ver claramente las huellas de mi mano, me limpié la mano en la colcha y caminé hacia el baño, abrí la llave del lavabo, y con sólo ver el color del agua decidí no bañarme, asi que apliqué abundante desodorante y me lavé la cara con el vaso de agua purificada que me quedaba de la noche. Abrí las cortinas y vi un dia nublado, sin mucho viento, con bastante frio, asi que me vestí y desayuné un vaso de jugo de naranja, eran las 6:25 y sólo un milagro me iba a salvar de llegar tarde, porque estaba la fase 37 del plan de contingencia ambiental y por enésima vez en la semana no circulaba.
Salí a la calle y algo andaba mal, porque me subí a un taxi y todo se veía gris, como en las películas de Pedro Infante de los 50's, por un momento pensé que eran los vidrios polarizados del vocho, asi que le comenté al taxista: "oiga, y ¿si puede manejar asi?". El taxista, sin voltear, puso cara de alguien que escucha la primera de incontables sandeces en el dia y me respondió sin ningun interes: "Pues es dificil, pero ahi la va uno llevando...", asi que decidi no profundizar en el tema, al llegar a la oficina, me bajé del taxi seguro y alegre de volver a ver los colores del dia, sin embargo, aunque todo se veía más iluminado, seguia estando en tonos de gris.
Y no lograba ver más allá de 10 o 15 metros, ya me estaba yo preocupando, pero llegar tarde y diciendo que todo se veía raro me iba a garantizar no solo mi jubilación anticipada, sino un tratamiento en alguna institución mental del gobierno, asi que me metí al elevador y confié en que fuera solamente un mecanismo psicológico de evasión.
La puerta del elevador se abrió en el piso 17 y ví todas las cosas en unos colores puros, casi vivos, sonreí como idiota, justo en el momento en que mi jefe se plantaba enfrente de mi y me decia calmadamente que no era necesario que me molestara en quitarme el saco. Pero ya no me preocupaba, sólo tenía una duda, y para resolverla necesitaría asomarme por una ventana. ¿La contaminación estaría solamente al nivel del suelo? La cara de mi jefe no admitía réplica, asi que dí un paso atras y aprete PB, la puerta se cerró y cuando se volvi a abrir todo era gris. Ahora estoy buscando un trabajo en un rascacielos.
© Leonardo Alcántara G. 1996
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