Rondaba el año 83. A la vuelta del Rocío, un grupo de rocieros sueñan con la posibilidad de formar una Hermandad en nuestro pueblo. Se les reconoce como Asociación Rociera. Ilusionados, se embarcan en la tarea de redactar los estatutos, las bases de la nueva Hermandad. En septiem- bre se llevan al Obispado de Málaga, al delegado de Hermandades y Co- fradías, el Padre Rubio Sopesén. La Hermandad ubica su sede en la Iglesia Parroquial de Ntra. Sra. de la Encarnación, que es donde el Rvdo. Padre D. Francisco Echamendi Aristu oficia todos los actos religiosos de la comunidad cristiana marbellí, al ser ésta la iglesia principal de nuestra ciudad. El primer camino que Marbella hizo fue como Asociación en 1984, con la que sería nuestra madrina, la Hermandad de Bonares. Aún segíamos sin tener noticias del Obispado de Málaga y un día, des- pués de mucho esperar y gracias a la intervención de D. Francisco Echa- mendi, el dia 8 de diciembre de 1984, festividad de la Inmaculada Con- cepción, fuimos reconocidos canónicamente por la Diócesis de Málaga. Sólo nos quedaba llegar al Obispado de Huelva y a la Hermandad Matriz para ser incluídos en la lista de filiales. Ya en 1985, la Hermandad de Málaga nos invitó a unas charlas rocieras que daría D. Ángel Díaz de la Serna, presidente de la Hermandad Matriz de Almonte. Se nos insistió mucho para que no faltásemos y es que, en aquel salón de actos de la Caja de Ahorros de Málaga, un 17 de febrero de 1985, el entonces presidente leyó el decreto firmado con fecha del 14 de febrero por el que la Hdad. Matriz daba al Marbella el número 66 como Hermandad filial. Este es el primer momento en el que ya éramos realmente Hermandad. Poco tiempo teníamos para preparar la romería de ese año, así que se decidió que nuestro "Simpecao" sería confeccionado en los talleres de Fernández y Enríquez en Brenes (Sevilla). Así pues, el 12 de mayo de 1985 hacía la entrada en Marbella nuestro Simpecado. Hasta ese día, del cuello de los rocieros pendía una medalla de formas redondas con la figura de la Santísima Virgen y de su Hijo el Pastor- cito Divino. Posteriormente, cambiamos el motivo de la medalla hacién- dola coincidir con el de nuestro Simpecado. Como bien dice nuestra sevillana:
"Y tiene barca de plata con hojas y con flores verdes y agarrando la medalla cordón azul y celeste".
Sin faltarle, cómo no, la Virgen y el Divino Pastorcito.
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