La Niña que Tanto Amé.

Luz…
dos luceros en tus ojos cafés,
fue lo que te regalo la vida al nacer.
Y creciste ingenua, y sencilla,
dulce y alegre,
apacible, tranquila,
y tal vez…
te creí perdurable.
Viviste idealizando,
creando sueños,
volando alto…
Tan alto,
que las nubes te parecieron simples migajas
en tu inmensa laguna azul.
Extraño aquella niña,
la de los ojos radiantes,
la de la mirada fuerte.
Aquella que,
aún siendo niña,
murió por un amante.
El camino se torna oscuro,
Mi niña, ¡dame tu mano!
la espesa bruma inunda el espacio,
y al buscarte en la oscuridad
percibo que ya no estas.
Linda niña del vestido azul,
jugando frente a la ventana a media luz…
¡Dame tu mano niña querida¡
no te alejes de mi lado todavía.
¿Que no ves que me dueles vida mía?
Extraño tu sonrisa,
en tus pequeños labios de diosa;
el reflejo en tus ojos,
que vi desvanecerse poco a poco;
y tus cabellos cobrizos,
que hoy en escoria se han convertido.
Mi niña,
mi niña querida,
¡Como me dueles vida mía!
¿Por qué te has ido de mi lado?
No puedo suplicar que vuelvas
las palabras ya no salen de mi boca,
te tragaste mi saliva gota a gota.
No tengo fuerzas para llorarte
gastaste mis lágrimas
llorando mis dolores.
Mi dolor, tú lo has soportado
y el peso de mis desdichas has cargado.
Maduraste muy rápido,
niña mía…
viviste una vida que no te pertenecía.
Niña,
niña mía…
En la oscuridad de mi cuarto descubro
que fui yo quien te arrebato la vida.

© 2004 Lu
A. N. PR.

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