Tres eran tres los hermanos Urquijo. A saber -y por orden-, Javier, Enrique y Álvaro. A pesar de que el apellido pudiera unirles a una de las familias más ricas de España. lo cierto es que el suyo era un hogar de clase media del madrileño barrio de Arguelles en el que un día cayó por ahí una guitarra. La trajo el padre de los tres. Un hombre que por profesión viajaba mucho y al que le gustaba la música clásica, el jazz de Duke Ellington, el ragtime y disfrutaba de un aceptable equipo de música. ¡Una guitarra para tres inquietos mocosos que estaban acostumbrados a oír buena musica en casa!. Tan seguiditos y tan peleones, se disputaban el instrumento con el que se ponían a sacar las canciones que les gustaban. Las de Dylan, las de Jackson Browne, Crosby, St las, Nash and Young, Los Byrds... eran los setenta. Las peleas hicieron que la guitarra se llenara de remiendos para disimular los golpes y desconchones y poder seguir sacando algún sonido coherente. Harto de riñas, un día papá Urquijo la guardó con llave en un armario. Los niños tenían que estudiar y dejarse de tanta música y... ¡menos discos, ea!, así que de paso soltó una de las piezas claves del tocadiscos para que tampoco consumieran las tardes colgados con sus escasos Lps. que escuchaban una y otra vez. Punto. Pero el padre viajaba mucho, y el pequeño de los tres era un investigadorcillo de esos que desmenuzan todos los cachivaches habidos y por haber. Alvaro consiguió poner en marcha el equipo 'a cerradura. La música podía con los tres hermanos Urquijo. Era más que una necesidad, más que un mero juego entre chavales.
Batallitas de abuelo
Es como un cuentecito, pero es mejor empezar la historia de Los Secretos por el principio más remoto que añorar desde la primera línea los tiempos de la Movida Madrileña. La Nueva Ola pasó, fue una cosa estupenda y bla, bla, bla, pero hace tiempo que ya suena a batallita de abuelo lo de regodearse en ella. Muchos de los fans de ahora de Los Secretos no habían ni nacido en 1980, no les interesa nada que les hablen del Rock Ola o El Sol. ni de Onda 2, salvo como mero documento, y los que pudieron vivirlo, tendrán su propio recuerdo y sensación, así que es mejor no estropeárselos. Va a empezar a pasar como lo que se decía entonces de los que venían con la milonga de los sesenta, los hippies y el mayo francés: "si te acuerdas tanto de los sesenta es que no los viviste". Pues eso. Los Secretos vivieron los ochenta, están viviendo los noventa y no es difícil aventurar que seguirán vigentes todavía el próximo siglo. Total, está a la vuelta de la esquina y ya han sobrevivido a lo peor. Y sobrevivir así con tantas calamidades como han tenido que superar sólo se logra si detrás hay una obra de peso, esto es, una música valerosa, una historia razonable, en definitiva, un enorme bagale de canciones hermosas. De aquella guitarra descuajeringada a empezar a tomárselo más en serio fue cuestión de nada. Y casi sin querer. Por casa de los Urquijo pasaba mucho Canito, un colega del colegio de uno de ellos y como de la familia. Tenía una batería y sabía hacer canciones. Total que los cuatro empezaron a hacer ensayitos. Ya eran Los Secretos, uno de los primeros grupos que dieron sentido a la movida.
La movida otra vez ... realmente es que es inevitable referirse a ella si se habla de Los Secretos. Sociológicamente ya está muy explicada, el fin de la dictadura, el punk inglés, Tierno Galván, la libertad, el relevo generacional..., así que abundar en lo de los agitados comienzos de los ochenta y de Madrid como ciudad de moda es una pesadez, sobre todo para los propios Enrique y Alvaro, únicos dos supervivientes de la primera formación oficial. Así que, bueno, va ligado a la historia del pop que los grupos lo pasen mal al principio. Eso hace cambiar, madurar y de alguna manera es una selección natural para sobrevivir y comprobar de verdad quién puede seguir en un negocio así. A pesar de que tenían una injusta fama de niños bien y no tardaron en grabar su primer disco pudiendo elegir entre varias compañías, Los Secretos no vivieron unos comienzos como para echar cohetes.
Trepidación
Los tres primeros años de Los Secretos como tal, del 80 al 83, con Pedro en la batería sustituyendo al fallecido Canito, fueron tan trepidantes como fascinantes, pero dejaron un regusto amargo. Los cuatro vieron que se podían dedicar a la música, algo que nunca habían soñado. Un debú prometedor, y dos siguientes Lp's, "Todo sigue igual" y "Algo más" que no habían respondido a las expectativas, pero por lo menos sirvieron para sobrevivir a las primeras cribas de los grupos de la movida. Muchos de los que habían empezado a la vez que ellos, no consiguieron ni grabar el segundo disco. Y estaban ya en otras historias.
Oscuridad... y luces
Entonces llegó el apagón. Los tres años en candelero pasaban factura. Los Secretos podían repetir la historia de tantos otros grupos de vida efímera. Al fin y al cabo eso era el pop: consumo inmediato y rápido, de usar y tirar. Y ellos eran, sobre todo, un grupo de pop ("pop por la cara" como decía entonces Gonzalo Garrido, uno de sus máximos valedores, desde su añorado programa Dominó en Onda 2). El tercer disco apenas aportó canciones para la historia y Los Secretos cayeron en la desidia que contagió a los grupos de guitarras el advenimiento del techno y los nuevos románticos.
Frío, frío
Sí, comenzó el trienio más triste de la banda. El regusto amargo tardó en quitarse. El rollo de la droga pudo acabar con el grupo que más expectativas había creado cuando empezó sólo tres años antes. Los Secretos ya no eran más que Enrique y Alvaro, dos hermanos con fama de caminar por el lado peligroso, sobre todo, efectivamente, Enrique, el reservado.
Vale, lo escabroso ya está contado. El periodo oscuro, salvado escasamente por unas actuaciones bajo el nombre de San José por los garitos de Madrid, le sirve a la banda para reflexionar y saber por dónde no debía volver a pisar. Haber tocado fondo es útil también para quitarse por fin el regusto amargo y empezar con nuevos bríos. La escasez de canciones en tantos años se suple con un preciosista MiniLp de retorno, "El primer cruce". Los Secretos ya no son sólo un grupo de power-pop, hacen de pronto algo parecido a la música vaquera, incluso la imagen de carpeta trae un poco el polvo del lejano oeste. Los Secretos se refuerzan con la batería de Steve Jordan, el bajo de Nacho Lles y las guitarras, lap steel y mandolina de Ramón Arroyo.
El chico del dobro
En el nuevo sonido del grupo fue decisiva la aportación del nuevo miembro Ramón Arroyo, un músico curtido en el circuito de bares de Madrid que tocaba dobro, steel guitar, mandolina y guitarra, aunque al hecho, el propio Ramón le quita importancia.
¿Chicos tristes?
Los Secretos encontraban un camino posible. "Continuará" fue su álbum siguiente. Alvaro y Enrique llevaban las riendas pero dejaban intervenir al resto de componentes, entonces meros asalariados. La languidez de la cadencia musical country y las eternas letras de amores deshechos, frustraciones, celos, mala suerte, de chavales desvalidos que no encontraban su sitio en la sociedad y chicas que se iban con otros más guapos les empiezan a acarrear fama de muchachos tristes, que aún hoy conservan. 0 más que eso, de grupo que utiliza la tristeza como sensación primordial que transmitir.
La cosa va marchando, Los Secretos recuperan el tiempo perdido y se les considera un grupo por fin establecido. ¿Qué les falta?. El disco en directo. Ea, pues. ¡Helo aquí!. Se unen con la cadena 40 y en una mañana dominical de Gran Musical retransmitido en directo, graban su doble en vivo. Hay invitados de lujo, Sabina el más inverosímil, y se incorpora a los teclados Jesús Redondo, al que había conocido Javier Urquijo en la mili en Burgos unos años antes. Teixidor, Granados y Sabina ayudan a Los Secretos a repasar su propia historia. Esos ocho años de altibajos. Consiguieron el primer disco de oro de su carrera. Realmente ya eran un grupo establecido. Es el fin de la etapa de retomo y el inicio de la que les trae hasta este 96.
Secretos, S.L.
Jesús Redondo pasa a ser miembro de pleno derecho del grupo, al igual que Ramón Arroyo. Los Secretos se convierte oficialmente en cuadeto. Enrique, Alvaro, Ramón y Jesús constituyen legalmente una sociedad a porcentaje. Los Secretos tal y como son hoy. Ayudados otra vez por Steve Jordan y Nacho Lles, los Secretos graban en 1989 "La Calle del Olvido". El sonido es limpio, la banda está más volcada que nunca en reconfirmar su estilo. Esa forma de hacer música valorando la melodía y cuidando con primor las letras que ya nunca han abandonado. 'No seré yo' o 'Qué solo estás' se convierten en imprescindibles en su repertorio pero es en la que da título al álbum donde alcanzan el máximo de ese sonido que trae ecos de la frontera mexicana, de la música charra, que no hay que olvidar que nace en Salamanca, patria chica de la abuela de los Urquijo que les canturreaba canciones de su tierra cuando eran solo niños.
Dos años después "Adiós Tristeza" no consigue quitarles el sambenito de chicos tristes, pero es que ellos no lo pretendían. El título es engañoso pues abunda en referencias al desamor, a la soledad y a la ansiedad. lñaki Conejero y Paco Beneyto tocan el bajo y la batería y los seis se lanzan a la carretera en un verano de crisis de conciertos. 'Frío', un himno a la desolación y referencia terrible a la angustia de la droga creado por Manolo Tena, y 'Ojos de gata', que empezó escribiendo Enrique con Sabina pero que luego cada cual continuó a su manera, comparten atención con otras canciones en la mejor tradición de Los Secretos.
En 1993 "Cambio de planes" muestra a un Alvaro mucho más decidido a inmiscuirse en las tareas de compositor no sólo de músicas, además de atreverse a cantar más tiempo. Juanjo Ramos es el que toca el bajo y el resto sigue igual. Se puede considerar un disco de transición, porque sienta el precedente de que la responsabilidad de creación no recaigas casi por completo en Enrique. El binomio Urquijo/Urquijo se convierte en un tándem eficaz para sacar adelante una obra bien construida. Asimismo, la perfecta compenetración con los miembros más recientes de la banda se deja notar en la incorporación de Jesús al equipo compositor, al firmar al alimón con Enrique el tema 'Cambio de planes'. La experiencia de tanta carretera se deja notar, pero no menoscaba ni un poquito la misma pasión por la sensibilidad y el buen gusto por la melodía con la que empezaron 14 años antes. Un volkswagen escarabajo rojo ilustra la podada más colorista de toda su discografía, es casi de cómic y el dibujante no es otro que Ramón Arroyo que se convierte así en un aventajado artista pop-art.
Los Problemas, un paréntesis de Enrique
Ese mismo año Enrique graba por su cuenta un álbum con Los Problemas, un grupo que creó unos años antes para tocar en invierno cuando Los Secretos descansaban de las giras. Rancheras clásicas, versiones distintas de canciones antiguas, propias y ajenas, conforman un disco minimalista, preciosista y curioso donde colabora Ramón Arroyo y destaca el acordeón de Begoña Larrañaga, con la que Enrique sigue tocando por los baretos de Madrid.
La vista atrás
"Dos Caras Distintas", de 1995, es el último disco oficial de la carrera del grupo. Por aquello de hacer el número 10 en la discografía de Los Secretos se puede considerar el de la reflexión. El de echar la vista atrás y ver dónde se ha llegado: no está mal, no hay muchos otros grupos de pop en España con diez discos bajo el brazo. Alvaro de Cárdenas es el que en esta ocasión se encarga del bajo y el que se une a la gira con la que lo presentan por toda la geografía española. Además coincide con la decisión de Los Secretos de cambiarse de oficina de management para que ésta, con entusiasmo de refresco, les ayude a iniciar una nueva etapa. Siempre se dice del último que es el disco de la madurez y el tópico se podría aplicar. Pero "Dos Caras Distintas" no es sólo eso. Es la confirmación definitiva de dos maneras diferentes, aunque complementarias, de abordar un sentimiento compartido de cómo debe ser una canción. Enrique y Alvaro componen de modos distintos pero confluyen en un mismo punto. Y Ramón y Jesús están ahí añadiendo el matiz.
Epílogo, o final feliz
Con sus canciones a cuestas Los Secretos han seguido estos últimos años sin dejar un verano de pasear por España su conocido repertorio. Da igual que el concierto sea de pago o se incluya en la fiesta mayor de cualquier pueblo, siempre sus canciones son coreadas por un buen montón de asistentes. Y cada año ofrecen 30 o 40 actuaciones con la misma ilusión con la que empezaron, pero con un sonido impecable y unas condiciones infinitamente mejores, Son estos últimos años muy fecundos donde Los Secretos han consolidado su personalidad y estilo únicos. Discos que mantienen un buen nivel de aceptación entre el publico y les hace estar meses en las listas de los más vendidos. Tiempo en el que, a pesar de que la historia con Los Secretos vaya sobre ruedas y tienen muy claro que eso es lo que más les gusta, además cada uno de los cuatro se ha metido en movidas diferentes: Enrique, con Los Problemas; Alvaro, con Los Impostores; Ramón, con Los Problemas, Flying Gallardos, High Sink, y demás; y Jesús, con El Reverendo y Jambalaya en eso de Tres Pianos, Fiying Gallardos. Y tiempo en el que, sobre todo, Los Secretos han sabido ganarse por fin un respeto, un serio respeto.
A pesar de seguir ahondando en la melancolía y la tristeza, no van de nostálgicos, no explotan el recuerdo de la movida, al que tienen todo el derecho del mundo pues nada hubiera sido igual si ellos no hubieran existido nunca. Y, aunque se trate de un recurso muy usado, se podría añadir que una gran parte del pop español que ha venido después no habría nacido jamás.
Como a los grandes personajes, la Historia juzgará a Los Secretos. La caja que justifica este texto lleva datos, que son canciones, para que ese juicio futuro sea imparcial, pero completo.
** Sacado del cuaderno "La historia de Los Secretos" incluido en la caja recopilatoria del mismo nombre.
LA CANCIÓN QUE ESCUCHAS DE FONDO EN ESTA PÁGINA... CORRESPONDE A LA MÁS SIMBÓLICA DE ESTE GRUPO: "DEJAME"