Éste es el gran equipo de la década de los '80, que revolucionó la manera de jugar a fútbol. Nadie daba un duro por ellos. Llegaron a la final del torneo veraniego, después de pasearse venciendo todas las eliminatorias anteriores. Todo ello gracias a una concentración y entrenamiento dirigidos por su entrenador (que no quiso salir en la foto), durante las largas noches y madrugadas anteriores a los partidos en la plaza del pueblo. El secreto: la dieta. Dieta a base de agua de La Teja, potajes vallanqueros varios, cerdo, mucho cerdo, alguna que otra cerveza antes de los cubatas y, como bebida isotónica, el famoso Trina de cebolla de casa del Pelero.
Llegaron, como he dicho, a la final, pero no fue posible. La noche anterior fue bastante dura, pues el entrenador no quiso saber nada de la concentración y se perdió con alguna para enseñarle cómo tenía los huertos de majos y cuidados. Ante tal ausencia, los jugadores no encontraron los potajes, ni el agua ni la cerveza y pasaron directamente a los cubatas que les ofrecian los rivales amistosamente. Viéndose desamparados, recurrieron a la magia del Trina de cebolla, pero el amo del bar los echó de éste alegando que se había acabado.
El partido no tuvo historia. Bajos en la forma,
desaparecido el entrenador, el equpo rival los aplastó. Al acabar
el partido los jugadores decían:
- El de la gorra: "Nos falló la táctica debido a la distancia entre lineas y al excesivo entrenamiento en la barra fija por la noches que nos impartia en las clases prácticas el entrenador".
- El de la camiseta naranja: "El problema ha sido que no hemos podido ser un bloque. Cada tres minutos uno u otro teníamos que pedir el cambio por asfíxia y miedo a las lipotimias".
- El de la barba: "Recuerdo los momentos de
sufrimiento y mareos, pero la voz del entrenador animaba con mas
brio. Repartía tabaco y cerveza bien
fria. Y se hacia el milagro. ¡ SEMIFINALISTAS ¡
- Entrenador (El Abelardo): "... no los puedo
dejar solos".