Resumen: Días Felices. De la Escuela de Chicago al Funcionalismo.
Autores: Norberto Cambiasso / Alfredo Grieco y Bavio
Capítulos: Notas preliminares. Cap. I, IV, VI (punto V), VII, IX

NOTAS PRELIMINARES

El título alude al optimismo de una época que culminó en los Estados Unidos de la era de la afluencia; el subtítulo, a la tradición de ciencias sociales que enfrentó animosa los desórdenes de ese progreso. Es este entonces un libro sobre teoría social.
Las cuestiones comunicacionales no pueden pensarse independientes de la estructura social de la cual forman parte.
Estudiamos el funcionalismo a partir de su constitución madura de la década del 50.
La elección de este momento histórico como punto de partida (o mejor de llegada) se hará clara para todo aquel que tome en serio nuestra pretensión de conectar los procesos, por más autónomos que parezcan, con el referente político y social. Y una teoría sociopolítica sólo la adquiere el funcionalismo durante los 50.
La realidad pareció coincidente con los postulados teóricos de ella.
En la Escuela de Chicago í se localizan localizan los orígenes de la sociología como disciplina autónoma.
Los límites de estudio abarcan el período: 1915-1960.
No es casual que coincidan aproximadamente con la salida definitiva del aislamiento internacional de Estados Unidos gracias a su ingreso decisivo en la Primera Guerra Mundial (1917) y con el fin del quietismo republicano de la era Eisenhower por la elección del joven demócrata J.F. Kennedy a la presidencia (1960). Un período histórico que recubre, como es innecesario subrayar, la bonanza económica de los 20, la depresión y el New Deal en los 30, la ascensión de Estados Unidos al rango de primera potencia mundial, y los inviernos más fríos de la Guerra Fría. Fueron para las Ciencias Sociales los años de hegemonía indiscutida de la Escuela de Chicago (hasta 1953) y después del funcionalismo.

CAP.I: INTRODUCCIÓN. UNA TRADICIÓN NORTEAMERICANA DE CIENCIAS SOCIALES , 1915-1960

La existencia de una policy en las democracias contemporáneas parece irremisiblemente ligada al ejercicio de una función preponderante: asegurar un determinado control social que mantenga a raya el riesgo de desequilibrio a que se veía expuesto el Estado si la extensión y la cualidad del disenso entre la ciudadanía crecieran hasta el punto de amenazar sus propios fundamentos.
Muchos coinciden en que el problema específico de la democracia pasa hoy por la disyunción entre su contenido normativo y su deficiente realización empírica.
La paradoja, formulada en términos sencillos, consistía en que pese a que los votantes individuales no podían satisfacer los requisitos del sistema democrático, el sistema gozaba de una organización política estable.
Los estudios empíricos sobre comportamiento electoral, lejos del carácter conclusivo que algunos quisieron adjudicarles, fueron el punto de partida para el desarrollo, a partir de los años 50, de una teoría de la cohesión política bajo condiciones de vida democráticas.
La coincidencia entre la autonomía privada como hombre y la autonomía política como ciudadano ocultaba cualquier desajuste entre individuo y sociedad. La teoría social norteamericana trató de pensar estos desajustes primero con el concepto de desorganización social, y luego, definitivamente, con otro que se remonta a Durkheim: anomia. (ver explicación del práctico)
En la teoría funcionalista, la anomia sólo puede entenderse en el marco de su repudio a la contraposición.
Para la ciencia social norteamericana, la sociedad no era la suma crasa de serie de ecuaciones individuales. Se trataba más bien de una red de lazos sociales que se manifestaba en pequeños grupos.
La teoría funcionalista supo atisbar una serie de coordenadas donde se ubicaban los diferentes niveles de conflicto con los que cualquier sociedad democrática debe lidiar si pretende legitimarse como tal: la discordancia entre individuo y sociedad, la escisión entre esa misma sociedad y el Estado, la complicada superposición entre lo público y lo privado.
El lector encontrará un a priori recurrente: la fe ingenua, cercana al misticismo, o al ¨conocimiento inmediato¨, que se oculta tras una forma definida de considerar la política. Aquella que sostiene que una sociedad es tanto más democrática cuanto mejores mecanismos desarrolla para restringir los conflictos que se generan en su seno.
La idea de que el orden es la condición fundamental de l progreso, de que los procesos de individuación deben ajustarse a unas normas grupales que se proclaman insustituibles, no es una idea que nos atraiga.
Nuestra insistencia en asumir el conflicto. De ahí nuestro interés por una tradición que supo vislumbrarlo para, acto seguido, escapar de él con espanto apenas disimulado.
Una de las tesis que hemos intentado probar, y que expresa nuestro desacuerdo básico con la forma canónica de tratar este punto, es la de que existe una continuidad radical entre la Escuela de Chicago y el funcionalismo.

El problema y obstáculo fundamental que la sociología norteamericana encontró en Marx era el de la lucha de clases. Primero porque era una lucha, y ya indicamos hasta que punto procuraron exorcizar el conflicto. Después porque era entre clases. A este concepto no le negaban su utilidad histórica, y aun contemporánea, pero les parecía fuera de lugar en Estados Unidos., que era para ellos la nación sin clases, o al menos la nación de una gigantesca clase media.
Como teoría el funcionalismo no es un conjunto de leyes causales - a pesar de que sus principales teóricos lo vieron así -, sino una interpretación que ubica su mayor énfasis y valoración en los elementos normativos de los sistemas sociales, así como el marxismo valoriza y enfatiza los inexorables conflictos en el interior de esos sistemas.
En Estados Unidos, para los de Chicago y para los funcionalistas, el Freud que importaría era el filósofo pesimista de la cultura, y el propulsor de una psicoterapia de la que preferían atender a su eficacia como un mecanismo de ¨control social¨.
Baste señalan aquí que la vigorosa creencia en un relativismo cultural casi absoluto ye n la determinación de la sociedad por la cultura, que de algún modo todos ellos compartían, bastó para alienarlos del interés y hasta enemistarlos con la tradición de Ciencias Sociales que estudiamos en estas páginas.

CAP. IV: ELTON MAYO, EL ESLABÓN PERDIDO: DEL PRINCIPIO DE DESORGANIZACIÓN SOCIAL A LA SOCIEDAD FUNCIONALMENTE ESTRUCTURADA

La década del 30, en cambio, sería testigo de las crecientes hegemonías del funcionalismo.
Mayo anticipaba un rasgo que se acentuaría con el transcurso posterior de la sociología: su férrea dependencia del conjunto de organizaciones - privadas o estatales - de una sociedad en acelerado desarrollo.
1- El método: la clínica y el laboratorio
La observación cuidadosa del conjunto de relaciones entre los hombres en cualquier ámbito social dado debe tener precedencia sobre la experimentación.
Mayo comparte con Merton el fastidio ante las especulaciones abstractas.
La observación clínica versa en última instancia sobre las capacidades comunicacionales de los individuos y, fundamentalmente, de los grupos entre sí.
2- El Síntoma: una aproximación clínica a las relaciones industriales
El principio de colaboración entre trabajadores y dirigentes. El fin no es otro que el de la elite dirigencial, incrementar al máximo los índices de productividad.
Intervienen cada vez más factores que podríamos denominar ¨situacionales¨.
La transformación de las condiciones experimentales son dependientes, en última instancia, del equilibrio interno en el grupo de trabajadores y en el modo en que éstos piensan la relación con sus pares y el management.
3- El diagnóstico: la disyunción entre destrezas técnicas y sociales
Disyunción entre la aceleradísima evolución de las habilidades técnicas por un lado, y el lento desarrollo de las habilidades sociales por el otro, lo que Mayo diagnosticará como propio del malestar de la civilización contemporánea.
El problema del mundo actual se localiza en el desarrollo discontinuo de ambas destrezas.
Mayo va aún más allá, reestructurando la vieja dicotomía sociológica entre Comunidad y Sociedad bajos los términos de sociedad establecida y sociedad adaptativa.
4- La enfermedad: desorganización social y anomia.
Aparece así la nota personal que agrega Mayo a la definición durkheimiana de anomia: la falta de plan en la vida.
Esta manera de ver las cosas se extiende, al menos, al concepto Lebensführung (conducción de vida) acuñado por Goethe y a las nociones del libre desarrollo de la personalidad presente en la Ilustración y luego en el idealismo germanos.
Mayo pertenece a una línea de pensamiento que supo distinguirse por una reticencia bastante acendrada frente a todo aquello que implicara dejar la marcha de los asuntos librada a la mera iniciativa individual.
Lo que fastidia a Mayo es la reducción de ese principio a la mera prosecución del interés económico y el beneficio personal.
Pero lo que el individuo no puede si se lo deja librado a sí mismo, se reacomoda en el seno de los grupos de pertenencia. Para Mayo, los controles informales propios del grupo primario están en la actualidad más activos que nunca.
En definitiva, las solaridades que emanan de los pequeños grupos representan un correctivo ante las situaciones de anomia.
5- La cura: la sociedad integrada a través de sus grupos primarios.
En lo que atañe a la transición de la Comunidad a la Sociedad, Mayo no comparte la explicación sociológica clásica que sostiene la sustitución de los lazos primarios por relaciones sociales secundarias.
La civilización industrial no desintegra la sociedad en individuos discretos sino en
pequeños grupos primarios, mutuamente alienados.
La anomia consiste entonces en la mutua incomprensión que se establece entre las solidaridades informales del pequeño grupo y la estructura jerárquica de las organizaciones formales.
Que la elite dirigente se vuelva ducha en las destrezas sociales no sería más que un medio para poder manipular mejor a los trabajadores, haciéndolos trabajar más duramente con la excusa de velar por sus propio bienestar.
En la década del 50, el funcionalismo sabrá llevar a su extremo lógico este modelo de sociedad orgánica estructuralmente integrada.
Mayo le habrá enseñado las virtudes del control en la base misma de unas relaciones sociales que se piensan como naturales, aunque no sean más que naturalizadas.
6- De la organización a la anomia. Una crítica de Elton Mayo a la Escuela de Chicago.
A la escuela de Chicago se la critica por su limitación.
l propósito de Durkheim en 1897 era mostrar que una civilización industrial, en la medida que conoce un desarrollo rápido, tiende a sufrir de un malestar que denomina anomia.
Pueden verse ya aquí en Mayo dos rasgos que caracterizan al funcionalismo más cerrado: una oposición más discreta a la Escuela de Chicago - pro sus métodos pero también por sus temas - y una reabsorción organicista y providencialista de la anomia en la homeostasis social al redescubrimiento del grupo primario.

CAP. VI, PTO.V: MASS COMMUNICATION RESEARCH

La discusión en torno al estatuto epistemológico de la comunicación
Se ha dicho de la Mass Communication Research que fue la primera en establecer los estudios sobre comunicación en la senda segura de una disciplina autónoma.
EE.UU. Décadas del 30-50: el acelerado desarrollo de lo que Paul Lazarsfeld denominaría investigación administrada gracias a la expansión creciente de las demandas mercantiles y militares, de la administración estatal y de las fundaciones privadas, que ofrecieron oportunidades de financiamiento desconocidas hasta entonces.
Resulta contradictorio que una de las impugnaciones más frecuentes que se hace a la Mass Communication Research sea la de que nunca logró constituirse como una verdadera teoría y, a la vez, se le conceda sin inconvenientes el carácter de ¨ escuela ¨ fundadora de los estudios en comunicación.
Si hemos de creerle a Robert Merton, la Mass Communication Research constituye un ejemplo insigne de teoría de alcance intermedio.
Para abreviar en un silogismo: todas las teorías de rango intermedio son sociológicas, la Mass Comunication es una teoría de rango medio; por lo tanto , la misma no deja de pertenecer al campo estricto de la sociología.

La prioridad del efecto sobre cualquier otro tipo de comunicación
Investigación de audiencias, análisis de contenidos, comparación de medios y exploración de efectos fueron los cuatro ámbitos que privilegió la investigación empírica en comunicaciones de masas.
A partir de su constitución avanzada en la década del 50, se señalará los supuestos, contradicciones y puntos ciegos que trajo aparejados.
1- La reducción de todas las variables utilizadas a la más fundamental de los efectos y la asunción de enunciados nomológicos para alcanzar las premisas de las teorías de alcance intermedio.
2- Consecuencia del mismo proceso fue el papel fundamental atribuido a las predisposiciones psicológicas de los miembros.
Los medios actuaban ahora en consonancia con otra multiplicidad de factores.
3- Una relación renovada entre sociología y psicología social.
El intento por resolver el asunto tan espinoso trazará una línea demarcatoria en el seno mismo del análisis funcional, entre la teoría general de sistema de Parsons y los esfuerzos de Merton por conectar la teoría de rango medio con la investigación empírica.
4- Una nueva sintonía entre investigaciones empíricas e investigación de laboratorio. La psicología social y la Mass Communication se convierten en hermanas siameses.
La primera ilustra sobre el carácter compartido de opiniones y actitudes, que tienden a confundir sin más con la norma de un grupo. Y la segunda asume estas relaciones impersonales como determinantes de cualquier efecto ulterior que puedan detentar las comunicaciones de masas.
5- La prioridad de los efectos sobre cualquier otra variable: los efectos de corto plazo.

La cuestión metodológica: el fracaso de las explicaciones causales en el funcionalismo
No sería en absoluto exagerado afirmar que el funcionalismo inmoló elaltar del monismo metodológico.
Redujeron la relación funcional a una clase de efectos y, dilucidadas éstos, sólo
estaba encontrar las causas que los producían.
Es este efecto de conformidad lo que se debe explicar. Qué lo produce? Por qué los sujetos prefieren los costos de adaptación a su grupo primario antes que los que acarrea el disenso normativo?
Aquí comienzan las dificultades, porque no puede explicarse el proceso mediante una única causa.
Las teoría funcionalista no pueden establecer relaciones invariables entre cierto tipo de causas y efectos porque logran excluir otras posibilidades.
En ciencias sociales no hay leyes causales exclusivas.
Para Merton la unidad funcional es siempre una variable empírica. Que las sociedades humanas deben tener algún grado de unificación no sería entonces más que una petición de principio.
Merton intentó salir de esta encrucijada con su noción de consecuencias disfuncionales. Los efectos no siempre contribuyen positivamente para los sistemas.
Ni el sistema determina causalmente al efecto ni a la inversa.
La función se define como todo efecto que sirva al mantenimiento del sistema social.
La existencia misma de las instituciones sociales y políticas no son más que un estado provocado por los efectos funcionales. La repetición continua de éstos asegura que un sistema sea perdurable.
Cómo repercute esto en la Mass Communication? Como ¨ ciencia¨ de los efectos queda sujeta a la misma clase de dificultades con las que tropieza el esquema más general del funcionalismo.
Sólo como metodología de medición de la opinión pública sobrevive en nuestros días. Pero como intentamos demostrar, fueron sus supuestos teóricos, y no la ideología de sus representantes lo que la redujeron a su estado actual.

El redescubrimiento del grupo primario
El texto canónico de Katz y Lazarsfeld sobre la influencia personal comienza con una distinción entre dos visiones de los medios que denominan democrática y manipulatoria.
La imagen general es la de una sociedad desorganizada, sumida en la escasez de relaciones interpersonales.
Para el funcionalismo toda la sociología europea clásica fue culpable en alguna medida de legarnos esa concepción. Pero los cañones de su crítica apuntan indiscriminadamente a la esquema de Tönies que hemos descrito más arriba.
Bajo las condiciones de vida contemporáneas no se ha producido ninguna transformación sustancial de los viejos t beneméritos modos de control social.
Hubo un renovado interés de los sociólogos norteamericanos en el grupo primario.
Los medios masivos ya no eran causa necesaria y suficiente de los efectos de audiencia. Se reducían ahora a funciones que actuaban en sintonía con una complicada red de contactos sociales en el interior de pequeños grupos.
Su ascendencia se limitaba principalmente al refuerzo de actitudes y predisposiciones que se hallaban extendidas en los diversos ámbitos sociales.
El tema central era en qué sentido la influencia personal confluía con los medios masivos.
La Mass Communication otorgó un crédito exagerado a la investigación psicológica experimental sobre los pequeños grupos, apresurándose a admitir que el problema de las normas sociales podía formularse en términos de procesos perceptivos.
Pero el sostener que todos los valores compartidos se siguen innecesariamente de las interacciones personales, se subestima la enorme influencia que ejercen las instituciones formales, se cierra cualquier posibilidad de explicar el conflicto social, se difumina la noción de poder como si su importancia en las sociedades democráticas fuera una cuestión menor y se condena a los disconformes a una suerte de gregarismo, ¨ incapaces ¨ como parecen adaptarse a las norma de grupo.

La disolución sociopsicológica de la opinión pública
Toda vez que se limita esta opinión pública a las emisiones conversacionales, se acepta entonces que su fundamento radica en el hábito y la costumbre más que en la discusión razonada.
Con esto supone el funcionalismo haber apresado el escurridizo concepto de una comunicación democrática.
Nunca tanto como antes se rechazan las capacidades democráticas de opinión pública. Los grupos primarios imponen la conformidad de sus miembros a la fuerza de las costumbres sobre las que asientan sus valores. La administración estatal sigue su curso, libre de intromisiones, ya que las decisiones políticas se deshacen de la responsabilidad de confrontarse con las relaciones conflictivas.

CAP. VII: CONCILIACIÓN OBLIGATORIA . LA TEORÍA POLÍTICA DEL FUNCIONALISMO

1- El hueco entre teoría y praxis.
La esfera de la theoría se construye sobre la episteme, el conocimiento riguroso de las leyes que rigen un orden cosmológico predeterminado donde cada cosa posee su lugar de acuerdo a su propia esencia.
La praxis, en cambio, es el reino de lo político, la doctrina de la vida buena y justa, la continuación de la ética por otros medios.
Toda vez que la comprobación empírica demuestre que la realidad no se condice con los enunciados teóricos, se tratará simplemente de transformar la teoría para que se ajuste a las coordenadas del orden existente.
Y si este recurso repugna a una concepción crítica del asunto, otros no dejan de acarrear sus riesgos.

2- La crítica al individualismo clásico
La visión normativa clásica hacía de la homogeneidad una presuposición incuestionable: todo el mundo compartía las mismas características sociales relevantes. Subestimaba las propiedades que residen en el electorado como un todo. Analizaban las instituciones del sistema pero no las condiciones necesarias para que el sistema funcionase.
El funcionalismo consideró tarea prioritaria la de postular esas condiciones: la intensidad del conflicto debía ser limitada, los niveles de cambio restringidos, la estructura socioeconómica, estable, y una organización social pluralista y un consenso básico tenían que sostener a los pares en pugna.
Que las personas sean apáticas y desinteresadas por los asuntos públicos permite los compromisos necesarios que toda sociedad compleja debe cumplir bajo las condiciones modernas de desarrollo acelerado.
Que la percepción del hombre común sobre los tema álgidos del orden del día político-económico tendía a ser equivocada porque está sujeta a factores emocionales demuestra la necesidad de que sean los expertos quienes se ocupen de esas cosas.

3- El problema de la cohesión social
Para el funcionalismo, la cohesión social constituía la llave maestra de la estabilidad política. Parecían decir algo así como: ¨ Tengamos una sociedad bien ordenada y se reducirán al mínimo los riesgos de desequilibrio del sistema¨.
Reducido a su papel de sujeto sociopsicológico portador de las interacciones entre varios individuos, su medio no era otro que el hábito y la costumbre, nunca el del raciocinio. Por ende, pudo también el funcionalismo priorizar la integración en el grupo antes que la confrontación entre grupos.
Los funcionalistas insistieron sobre lo incorrecto de las grandes totalizaciones sociológicas que bajo las condiciones de la sociabilidad moderna se había asegurado a extender el certificado de defunción del grupo primario. En la medida que el conflicto entre los diferentes grupos se institucionalizase bajo el artilugio de la representación, la estructura social se mantendría unido y el Estado se limitaría a lidiar con presiones contempladas en las reglas mismas del juego democrático. A esto se refirió el funcionalismo como sociedad pluralista.

4- Crítica del pluralismo clásico
¿Por qué el sistema pluralista se sustentaba sobre demasiados puntos ciegos?
No supieron responder a tres cuestiones fundamentales:
1- Qué tipo de expresión política detentaban todos aquellos intereses y necesidades que no podían acceder a la esfera de representación institucional?
El conformismo se convertía en virtud y cualquier negativa a aceptar las reglas del juego rotulaba inmediatamente a los individuos como marginales o desviados.
2- Aun admitiendo que esos grupos de presión, en su lucha incesante, acabaran por fortalecer el sistema político, resulta ingenuo por parte de los pluralistas suponer que todas las asociaciones de intereses tienen la misma capacidad para presionar al Estado.
3- El punto crítico de la teoría pluralista quizá se encuentre en su concepción del poder. No todos los grupos cuentan con los recursos necesarios como para participar de la competencia política.
La idea misma de un Estado neutro es una de las más dañinas para la teoría democrática. Debería propender al bienestar general pero, tironeando como está por intereses divergentes, terminará por beneficiar siempre a los más poderosos.

5- El problema de la estabilidad política
El problema primario de la génesis del poder era la obligada integración del sistema social del cual se ejerce en un contexto de acción política.
La cohesión se sostiene porque existe un conjunto de fuerzas aparentemente contradictorias que redundan en beneficio del equilibrio entre la estabilidad y la flexibilidad del sistema.
El consenso mediante el cual los partidos pueden establecer sus compromisos se sostiene en la indiferencia y no en la deliberación. Quizá ninguna otra cosa ayude más a la homeostasis del sistema que el desinterés por los asuntos públicos.

6- Comportamiento colectivo y sociedad de masas.
Contrariamente a una sociedad de masas, en una sociedad pluralista las instituciones democráticas liberales son fuertes y dependen de la estructura social subyacente.
Cuanto más aislados se hallan los grupos primarios de la sociedad global, cuanto menos influyentes sean las asociaciones intermedias, más centralizada estará la estructura social en su conjunto, en particular el propio Estado.
En definitiva, este modelo explicativo para remitirse a una versión modificada del concepto de anomia de Merton. Seis supuestos fundamentales:
  1. Existen dos tipos de acción o comportamiento: institucional o convencional y otro no institucional o colectivo.
  2. El segundo no se guiaría por normas sociales existentes sino que aparece en el hueco que abre un conjunto de situaciones que no han sido aún claramente estructuradas.
  3. Dichas situaciones estarían relacionadas, ya como un colapso del control social, ya con los vaivenes de la integración normativa debidos a la profusión de transformaciones sociales.
  4. Las tensiones que de allí se derivan obligarían al comportamiento colectivo
  5. Tal comportamiento debe ser susceptible de una explicación causal.
  6. En ese proceso, existirían formas de comunicación que nada tiene que ver con el sustrato social.
Los funcionalistas se limitaron a atestiguar cualquier crisis de legitimidad como la insatisfacción de sectores marginales que no compartían los valores básicos de la sociedad de afluencia.

7- El fin de las ideologías
En resumen, la teoría pluralista no supo ver como ciertos sectores sociales no disponen de recursos negociables en el merca de una diversidad de grupos de interés y un Estado que media entre ellos.
Las fuentes de las que se nutre la ideología se hallaban agotadas por un incremento de la conformidad social, producto de un crecimiento económico que alcanzaba a sectores cada vez más extensos de la población y cuyo término muy poco se preocuparon por avizorar. En un registro similar al de la filosofía de la historia positivista, el orden era la condición del progreso.
La pugna se dirimía ahora en torno a la cuestión del status, hasta tal punto que la ansiedad de status se convirtió en la categoría favorita a la hora de explicar toda suerte de conflictos.

CAP. IX: REDESCUBRIMIENTO DEL GRUPO PRIMARIO. O PORQUE TODO TERMINA DONDE NUNCA EMPEZÓ.

1- Algunas preguntas clásicas
Aquí es donde encontramos el divorcio entre Chicago y el funcionalismo, aunque ambos coincidían en la fe en el grupo primario. Si para los primeros la oposición de Tönies entre comunidad y sociedad era un proceso tal vez deplorable, pero a cuyas consecuencias había que atenerse, convirtiendo los males en bienes, para los funcionalistas la dicotomía era engañosa. Porque el radicalismo político era una desviación que confirmaba, en suma, una homeostasis social que resultaba indemne, y que incluso, como hemos visto al referirnos a las transformaciones del concepto de anomia en Merton , puede significar una innovación mejorativa.

2- Algunas constataciones imprevistas
La conclusión deja sintetizar abruptamente: que en los regímenes democrático-representativos el pueblo gobierna tan poco como Dios gobernaba en las monarquías de derecho divino.
El problema más difícil de dilucidar es si saber cómo votan los electores podrá decirnos alguna vez pro qué votan así.
Ostrogorski había sido uno de los primeros en sostener que le gobierno era un monopolio en manos de una clase que, sin constituir una casta, formaba un grupo distinto dentro de la sociedad. También atacó el desarrollo de los sistemas electorales, que según él eran sólo un homenaje puramente formal a la democracia, a la que en realidad debilitaban.
La conclusión paradójica a la que llegan Lazarsfeld y su equipo es que el sistema democrático es viable sólo si la mayoría de los votantes no está de hecho demasiado involucrada en la actividad política.
En el esplendor funcionalista que duró hasta la década de 1960, los campeones de la democracia de masas podían defenderla no porque maximizara la participación popular en el gobierno, sino porque, al contrario, la diluía.

3- Charles Horton Cooley. El padre reconocido del grupo primario.
Para Cooley son primarios en varios sentidos, pero antes que nada en que son fundamentales al dar forma a la naturaleza social y los ideales del individuo.
No debe suponerse, sin embargo, que las relaciones en el interior del grupo primario, aunque íntimas, sean amistosas. El mismo Colley se encarga de enfatizar esto.
Los grupos primarios empíricos que cuentan para Cooley son la familia, el grupo de juego, la pandilla, el vecindario, y las comunidades de reunión de los ancianos.
Los grupos primarios lo son en el sentido de que le ¨ dan al individuo su más temprana y completa experiencia de la unidad social ¨.
En términos que desarrollaremos después, el grupo primario es la institución por excelencia, mientras que las relaciones más elaboradas son las leyes.
La naturaleza humana está vinculada con el grupo primario. Dicho de otro modo: la base de la sociedad es natural, el grupo primario es la fase primaria de la sociedad. Todo lo social es un desarrollo del grupo primario.
El grupo primario es también la fuente de todos nuestros ideales: amor, justicia, lealtad, verdad, servicio, benevolencia, y libertad.
El yo para Cooley es social, y sin sociedad no hay identidad.
Nuestro yo surge en yuxtaposición con los otros. No somos lo que pensamos que somos, sino lo que los otros piensan que nosotros somos.
En Cooley aparecen ya todos los problemas del funcionalismo. Para él, la democracia es simplemente la aplicación en gran escala de los principios que se consideran justos y adecuados en el pequeño grupo.

4- William Graham Summer. La disolución del grupo primario en los mores.
Summer encuentra en lo que es a la vez la base actual y el origen histórico de la organización social algo que él denomina con una palabra que el Diccionario Webster le acredita como creación personal: Flokways.
Con un fe pragmatista ingenua, Summer afirma que la vida del hombre individual (y de las soc. Humanas) comienza con actos, no con pensamientos, y con muchas necesidades, pero pocos instintos.
Su cristalización son los ways, que los niños aprenden por tradición, imitación o autoridad.
Los ways se vuelven falkways sólo en la medida en que nos encontremos ya en la perspectiva del relativismo cultural, cuando el conocimiento de las poblaciones de la tierra nos obliga a confirmar que la diversidad de ideas, creencias y prácticas prima sobre cualquier unidad racionalista postulada a priori.
Lo de Chicago asentían: los falkways no pueden ser modificados por la legislación del Estado. No basta con tener una ley antidiscriminatoria para que no se discrimine.
En general, la solución común que la sociología norteamericana - al menos hasta el funcionalismo - encontraba para los malestares sociales que llamó primero desorganización y luego anomia era la de buscar la línea más corta de reconducción a los falkways.
Los falkways unen para Summer dos rasgos distintos. En primer lugar, son vividos como obligatorios y ejercen sobre el individuo una coerción tanto más efectiva cuanto que no depende de un órgano estatal ni de ningún otro tipo de autoridad específica.
Los falkways cumplen también funciones especiales. En primer lugar son las guías de nuestra conducta.
Para Summer , las sociedades fijan límites a las necesidades.

5- El grupo primario en la antropología social funcionalista. La teoría de la Institución de Malinowaski.
Una fórmula perezosa podría resumir la importancia, desde la orilla norteamericana, de la teoría de Malinowski: si, como quiere lazarsfeld, la apatía y el conformismo son la base de la cohesión social, nada nos vuelve más apáticos que las instituciones en general y que la familiar en especial.
En las etnografías dedicadas a las Trobrian están presentes tres temas centrales, que son también tres postulados funcionalistas (apoyados sobre el programa metodológico de la observación participante):
  1. Los aspectos de una cultura no pueden ser estudiados en forma aislada, sino que deben entenderse en el contexto de su uso.
  2. Para nuestro conocimiento de la realidad social nunca podemos fiarnos de las normas (que regulan una actividad) o la descripción de un informante (de esa misma actividad): la gente dice cosas pero hace otra.
  3. Si uno entiende lo que hacen los ¨ salvajes ¨ y coloca cada actividad en su contexto adecuado, llega a una conclusión inexorable: aunque no más racionales que nosotros, al
menos son igualmente razonables.
La noción de que las culturas son todos integrados ( a los que sólo fraccionan las necesidades del análisis comparativo) no era nueva: estaba emparentada con las teorías organicistas de la cultura y la sociedad. Pero para Malinowski las culturas constituyen una totalidad porque son unidades funcionales. Cada costumbre, cada práctica social existe para cumplir un propósito funcional: todas las costumbres tienen un significado viviente para los integrantes de la sociedad.
Preocupado por los límites entre lo innato y lo adquirido, Malinowski distingue sin embargo entre
a) necesidades primarias, biológicas y
b) necesidades secundarias, derivadas, que surgieron de la adquisición de la cultura misma.
Cada necesidad dio lugar a una institución. Toda institución está constituida por diferentes niveles:
1- un aparato material, imprescindible para la actividad de satisfacción de necesidades
2- la actividad desplegada por una unidad social, con sus reglas apropiadas de organización y procedimiento
3- el complejo entero, finalmente legitimado por una construcción mítica.
En la teoría de la institución hay ecos de Marx: una base material, una estructura social y una justificación ideológica.

El imperio de la ley como freno al imperio institucional del grupo primario.
La ley es una limitación de las acciones, mientras que la institución es un modelo positivo de acción.
De acuerdo con los criterios políticos clásicos y conservadores (es decir, antiliberales), la tiranía se caracteriza por muchas leyes y pocas instituciones, mientras que la democracia por muy pocas leyes, pero muchas instituciones.
Puede no tener miedo al reproche social, pero el sujeto se ve atormentado por el marco institucional que internalizó.
Las instituciones existentes no pueden satisfacer las necesidades del individuo anómico, precisamente porque las instituciones están construidas sobre el
¨ ordenamiento¨ de las necesidades.
Instituyendo un mundo original entres sus tendencias y el medio exterior, el sujeto elabora medios de satisfacción artificiales - las instituciones -, que liberan el organismo de la naturaleza, pero lo someten a otra cosa. Es cierto que el dinero satisface el hambre: a condición de que tengamos dinero.
El corolario es que toda experiencia individual supone, como un a priori, la preexistencia de un medio en el que se desenvuelve la experiencia, medio biológico específico o medio social institucional.
Esto nos lleva a una paradoja social. Hablamos de instituciones cuando nos encontramos delante de procesos de satisfacción a los que ni desencadena ni determina la tendencia que va a ¨ satisfacerse ¨ y que tampoco explican los caracteres de la especie.
La necesidad encuentra en la institución una satisfacción indirecta, oblicua.
No existen tendencias sociales de satisfacción de las tendencias.

CONCLUSIÓN

Qué pasa en las sociedades complejas donde las relaciones impersonales predominan sobre las personales?
Todas ellas conservarán como premisa inlevantable en sus principios de policy la de que, a menos que se quiera la desorganización social o la anomia, la punta del compás debe seguir firmemente clavada en el grupo primario.
El enemigo común, que reaparecerá en todo el pensamiento social norteamericano es el individualismo.
La sociedad urbana moderna, donde se habían disuelto los stándares morales comunes, era capaz de proveer libertad, pero no orden, y, en consecuencia, tampoco la felicidad.
El gran descubrimiento de Mayo fue que grandes cuerpos organizados dependían para su funcionamiento de la moral de grupos primarios como la unidad de producción.
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