Umberto Eco

3.5 Crítica del Iconismo

3.5.1. Seis nociones ingenuas

Si existen signos de algún modo 'motivados por', 'semejantes a', 'análogos a', 'vinculados naturalmente' a su objeto, en ese caso dejaría de ser aceptable la definición dada en 2.1 de la función semiótica como correlación planteada convencionalmente entre dos funtivos. El único modo de conseguir que siga siendo válida la primera definición es mostrar que incluso en el caso de los signos motivados la correlación se plantea mediante convensión.

Evidentemente el centro del problema lo constituye el concepto de convención, que no coextensivo al de vínculo arbitrario, peroen cualquier caso es coextensivo al de vínculo CULTURAL.

Producir una señal, que como tal deberá ponerse después en correlación con un contenido, es producir una función semiótica: una palabra o una imagen no están en correlación con su contenido de la misma forma. El problema es si la primera representa una correlación cultural y la segunda no: o si ambas suponen una especie de correlación cultural, aunque las correlaciones sean diferentes operativamente (ratio facilis vs ratio dificilis).

Para mostrar que también la imagen de un objeto significa ese objeto a partir de una correlación cultural, hay que eliminar ante todo algunas ideas ingenuas, a saber, que los llamados signos icónicos:
  1. tienen las MISMA PROPIEDADES que el OBJETO
  2. son SEMEJANTES al OBJETO
  3. son ANÁLOGOS al OBJETO
  4. son MOTIVADOS por el OBJETO
Pero como la crítica a estas cuatro primeras ideas corre peligro de caer en el dogmatismo opuesto, hay que criticar también la suposición de que:

  1. (5) los llamados signos icónicos están CODIFICADOS ARBITRARIAMENTE
Vamos a ver que es posible decir que ciertos tipos de signos están codificados culturalmente sin por ello considerar que sean totalmetne arbitrarios, con lo que se devuelve a la categoría de convencionalidad una mayor flexibilidad. Sólo que, una vezx resueltos esos problemas, podríamos encontrarnos frente a una última suposición, igualmente dogmática e igualmente criticable:

  1. (6) los llamados signos icónicos, son analizables en UNIDADES PERTINENTES y codificadas, y permiten una ARTICULACIÓN múltiple como los signos verbales.
Es posible decir que, si aceptamos 5 son reservas, nos vemos obligados a aceptar 6, lo que provocaría mentís clamorosos. Pero si consideramos 5 con prudencia, en ese caso 6 no se ve implicado por ello íntimamente. en otros términos, podemos considerar que los llamados signos icónicos están CODIFICADOS CULTURALMENTE sin por ello dar a entender necesariamente que estén en CORRELACIÓN ARBITRARIA con su contenido ni que su expresión se analizable de modo DISCRETO.


3.5.2 'Tener las propiedades del objeto'

Para Morris (1946), un signoes icónico en la medida en que tiene él mismo las propiedades de sus denotatas. A pesar de que esta definición es digna de crédito, una breve investigación sobre nuestra experiencia del iconismo nos revela que esa definición es más o menos tautológica y en cualquier aso ingenua. Ni siquiera el retrato de una persona hecho por un hiperrealista parece tener las propiedades de dicha persona, cosa que Morris sabía perfectamente, cuando decía que el retrato de una persona es icónico en cierta medida, pero no completamente, dado que la tela no posee la textura de la piel ni la movilidad del individuo retratado. Así que, concluía Morris, un signo completamente icónico dbeería ser a su vez un denotatum (es decir, un doble del objeto en cuestión). Morris admitía que la iconicidad es materia de graduación.

Los signos icónicos no tienen las 'mismas' propiedades físicas del objeto, pero estimulan una estructura perceptiva 'semejante' a la que estimularía el objeto inmediato. En ese caso, lo que se trata de establecer es, dado el cambio de los estímulos materiales, qué es lo que sigue invariable en el sistema de relaciones que constituye la Gestalt perceptiva.

Consideremos el dibujo esquemático de una mano: la única propiedad que posee el dibujo, una línea negra continua sobre una superficie bidimensional. La línea negra del dibujo constituye la simplificaciónselectiva de un proceso bastante más complicado. Por tanto, una CONVENSIÓN GRÁFICA autoriza a TRANSFORMAR sobre el papel los elementos esquemáticos de una convención perceptiva o conceptual que ha motivado el signo.

Ejemplo:
La experiencia común nos dice que la sacarina 'es semejante' al azúcar. En cambio, el análisis químico muestra que las dos sustancias no tienen propiedades comunes. Ni siquiera podemos hablar de semejanza visual, porque en ese caso el azúcar sería más semejante a la sal. Digamos, entonces, quel as que llamamos propiedades comunes no conciernen a la composición química, sino al EFECTO de los dos compuestos en las papilas gustativas. La dulzura no es una propiedad de los compuestos sino un resultado de su interacción con nuestra papilas.

Resulta que para el caso en que se hablaba de simple 'semejanza' entre los dos compuestos hemos identificado ahora: a) una estructura química de los compuestos, b)una estructura del proceso perceptivo en la que lo que califica de semejante requiere cierto eje de oposiciones y puede parecer diferente si lo referimos a otro eje, c)la estructuración de pertinencias y, por tanto, la predicación de igualdad y desigualdad. En el juego de estos tres órdenes de fenómenos la supuesta 'semejanza' se descompone de una red de estipulaciones culturales que determina la experiencia ingenua.


Por tanto, el juicio de 'semejanza' se pronuncia a partir de criterios de pertinencia establecidos por convenciones culturales.


3.5.3. Iconismo y semejanza: las transformaciones

Pero existe otra definición de iconismo que es la propuesta por Peirce. Un signo es icónico cuando "puede representar a su objeto sobre todo por semejanza".

Decir que un signo es semejante a su objeto no es lo mismo que decir que tiene las mismas propiedades. en cualquier caso, existe el concepto de SEMEJANZA que tiene un carácter científico más preciso que el de 'tener las mismas propiedades' o de 'parecerse a...'. En geometría se define la semejanza como la propiedad de dos figuras que son iguales salvo en el tamaño. En vista de que la diferncia de tamaño no se puede dejar de lado en absoluto, decidir dejar de lado el tamaño no parece en absoluto algo natural, y da toda la impresión de descansar en una convensión cultural, a partir de la cual ciertos elementos de una digura se consideran pertinentes y otros se dejan de lado. este tipo de decisión requiere cierto ADIESTRAMIENTO: si pido a un niño de 3 años que compare un modelo escolar de pirámide con la pirámide de Keops para ver sis son semejantes, la respuesta más probable será "no".

La semejanza geométrica se basa en parámetros especiales elegidos como elementos pertinentes: pero en la teoría de los grafos se encuentran otras formas de semejanza que no se basan en parámetros especiales; ciertas relaciones topológicas, o relaciones especiales de orden, se eligen y transforman en relaciones espaciales mediante una decisión cultural. Según la teoría de los grafos las tres representaciones de la figura 36 expresan las mismas relaciones, aunque no sean absolutamente 'semejantes' desde el punto de vista geométrico:

Los tres gráficos transmiten la misma información, por ejemplo, sobre las posibles conexiones interdisciplinares entre seis departamentos universitarios, pero no realizan las mismas propiedades genéticas. Y eso porque determinada convención ha decidido disponer las siglas correspondientes a los seis departamentos no de acuerdo con su disposición geográfica, sino con el tipo de colaboración científica.

A este tipo de ISOMORFISMO puede llamárselo 'semejanza' pero sería difícil definirlo como semejanza icónica o visual, e indudablemente no satisface los requisistos del concepto geométrico de semejanza. Por consiguiente, hablar de iconismo a propósito de los grafos es pura metáfora. Desgraciadamente ese es el tipo de metáfora usado por Peirce.

A propósito de esta clase de diagramas, Peirce dice que "su belleza surge del hecho de que sean icónicos verídicamente, análogos naturalmetne a la cosa representada y no creaciones de una convención". Argumento que suena algo extraño, si estamos habituados a asociar el concepto de iconismo con la relación visual entre propiedades especiales.

Peirce se toma muchas licencias, y en cierto modo tiene razón: en el fondo, lo que intenta definir es ese tipo de relación entre una expresión y un contenido que nosotros hemos llamado ratio difficilis. Pero Peirce no consigue abandonar la referencia al objeto y, por esta razón, su iconismo sigue siendo un término comodín que abarca fenómenos heterogéneos, como las imágenes mentales. Es cierto que un grafo representa un buen ejemplo de correlación entre elementos de expresión y esquemas de contenido. En los casos de ratio difficilis lo que cuenta no es las correspondencia sino la correspondenia entre imagen y contenido (no objeto). En este caso, el contenido es resultado de una convención, como también lo es la correlación proporcional. Los elementos de motivación existen, pero sólo en la medida en que previamente se los ha aceptado convencinoalmente y como tales se los ha codificado.

La semejanza se produce, y debe aprenderse.


3.5.4. Iconismo y analogía

¿Podemos seguir hablando a estas alturas de los signos icónicos como "análogos"? Si la analogía es una especie de parentesco misterioso entre las cosas e imágenes, en ese caso se trata de una categoría que no puede encontrar sitio en este marco teórico. Pero si se entiende la analogía en un sentido que permita su verificación, en ese caso hay que examinarla: si no para otra cosa, para decubrir que en tal caso es sinónimo de 'semejanza'.

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