La primera Guerra Mundial
La era contemporánea. Garraty, J.A. (1981). Caps. 86 y 93.
Nadie fue capaz de prever el inminente desastre y la mayoría de la población dio la bienvenida a la guerra como una gran aventura patrótica. Tras un decenio de crisis constantes y de escalada en la carrera armamentística, se esperaba alguna clase de conflicto. Sin embargo, tras varias décadas de paz, ya se había ovlidado cómo era la guerra, y pocos imaginaban que la guerra moderna multiplicaría los terrores de anteriores conflictos.
En ninguna parte era tan importante la apariencia de librar una guerra defensiva como en Alemania, donde el partido socialdemócrata, pacifista confeso, representaba un tercio del electorado. Ciertamente la primera víctima de la guerra fue el socialismo internacional, opuesto a todas las guerras imperialistas. En todas partes los socialistas sintieron más fuertemente su lealtad nacional que su compromiso con la solidaridad internacional de clase. El apoyo socialista a las guerras posibilitó ese reagrupamiento instantáneo de las filas nacionales. En la pasión del momento, todos los partidos y todas las clases prestaron pleno apoyo a la patria, en lo que pensaban que sería una prueba corta y decisiva.
Guerra Corta (Plan Schlieffen) o Larga
En una guerra corta, las ventajas estaban de parte de las potencias centrales, con el ejército alemán como espina dorsal de sus fuerzas. Estas estaban preparadas para la acción, y sus líneas de comunicaciones interiores permitían el rápido transporte de tropas y material. Los aliados, en cambio, tenían ventajas potenciales para una guerra de larga duración: la vasta disponibilidad humana de rusia y la clara superioridad naval británica, que le garantizaba su libre acceso a suministros extranjeros, especialmente de los EEUU.
Los estrategas alemanes llevaban mucho tiempo preparando meticulosos planes para una guerra relámpago. En agosto los pusieron en marcha. Al atacar Francia a través de Bélgica pensaban tomar París y romper la resistencia francesa en cuestión de semanas. Entre tanto el frente ruso debería permanecer prácticamente sin defensas hasta que, tras la derrota de Francia, pudiera enviarse allí el grueso del ejército alemán para aplastar a los ejércitos zaristas. Durante cuatro semanas , el avance alemán se desarrolló como una pieza de relojería, mientras las defensas belgas se hundían y los ejércitos franceses se retiraban.
A comienzos de septiembre, las tropas alemanas llegaron a la vista de París. Sin embargo, los alemanes habían desguarnecido el flanco oriental. Habían cambiado de opinión respecto a Rusia y habían enviado fuerzas al frente oriental, mientras los franceses se agrupaban para defender su capital. Estos contraatacaron con costosa valentía, y los que llegó a denominarse "Milagro del Marne" hizo retroceder a las tropas alemanas y puso fin a la amenaza sobre París y al Plan Schlieffen. A continuación, los combates se desplazaron hacia el noroeste, mientras cada bando intentaba rodear al otro, por el flanco. En el frente oriental habían conseguido importantes victorias, erróneamente atribuídas al genio de Hindemburg, que habían debilitado al ejército ruso. Por todas partes las tropas alemanas se afirmaban triunfantes sobre territorio enemigo. Pero la victoria decisiva se les había escapado, y se les escaparía para siempre.
A finales de 1914, el frente occidental se había estabilizado, y los nutridos ejércitos se enterraron en trincheras excavadas tras las alambradas, dejando una estrecha franja de terreno entre ambas partes que se denominó "tierra de nadie".
Este punto muerto orientó a la búsqueda de nuevos aliados: en sep.1914 Turquía se unió a Alemania y Austria bloqueando el acceso de los aliados a los puertos rusos del mar Negro. Pocos meses más tarde, los aliados convencieron (o sobornaron) a Italia para que se sumara a su bando. La más importante de las potencias neutrales, Estados Unidos, era exhortada por su presidente a que permaneciera nuetral tanto teóricamente como de hecho, pero gradualmente se convirtió en el principal proveedor de alimentos, armas y crédito a Francia y Gran Bretaña, que controlaban el océano.
En 1915 el éxito sonreía a las potencias centrales, y Rusia se enfrentaba a la pérdida de sus posesiones polacas. En 1916, el comandante ruso Alexei Brusilov emprendió una contraofensiva que demostró la capacidad rusa de resistencia, aunque sólo sirvió para desgastarla. Su fracaso contribuyó a acelerar el colapso final del zarismo.
1917 destaca como uno de los años decisivos en la historia de la civilización europea. Fue el año del colapso del antiguo sistema, pues la entrada de Estados Unidos en la guerra marcó el fin del sistema de Estados europeos más o menos independiente, y la revolución bolchevique marcó el comienzo de un nuevo desafío revolucionario al orden social europeo. En este año Wilson y Lenin aparecieron simultáneamente en el escenario, a ambos lados de una Europa postrada. En cierto sentido, ambos habían sido un producto del desafío alemán; pero ambos debían sobrevivirle. Las implicaciones de la participación estadounidense y de la revolución secesionista en Rusia no fueron evidentes desde un principio, sino que fueron dibujándose gradualmente, a lo largo de medio siglo durante el cual Europa se vio asaltada intermitentemente por los mismos elementos que dominaron 1917: el poder alemán, el bolchevismo y la dependencia de unos Estados Unidos que a veces estaban demasiado cerca y a veces demasiado lejos. Sin la ayuda norteamericana, los aliados jamás hubieran podido derrotar A Alemania. El poderío alemán, asimismo, facilitó el camino del bolchevismo: indirectamente, al precipitar la caída del zarismo y de sus inmediatos sucesores, de carácter liberal; directamente, al transportar a Lenin desde Suiza hasta la estación de Finlandia y al apoyar el bolchevismo con subsidios.
A fines de septiembre de 1918, Ludendorff solicitó precipitadamente la creación de un gobierno democrático, con el fin de pedir en seguida un armisticio al presidente Wilson. La elección de Wilson era deliberada e ingeniosa. Su ascendente moral en Europa era tan elevado que los alemanes podían esperar que mitigara el rencor de los aliados e insistiera en una "paz suave". Por el momento, la potencia norteamericana era el árbitro de Europa. Wilson respondió a los alemanes que primero deberían librarse de la dinastía imperial, y pidió a los aliados que concedieran a Alemania un armisticio basado en sus 14 puntos. Transcurrieron las semanas hasta que, finalmente, Foch presentó a los alemanes un armisticio en términos bastantes severos. Estos no tuvieron otro remedio que aceptarlo, y, así, el 11 de noviembre de 1918 los combates se interrumpieron. La agonía había terminado.
La guerra aceleró el desarrollo de las democracias igualitarias y proporcionó nuevas ventajas a las minorías perseguidas. Hacia el final de la guerra, nacionalidades mucho tiempo oprimidas consiguieron su independencia. Pero la guerra no sólo debilitó inconmesurablemente el antiguo orden, sino que también debilitó las fuerzas que habrían podido levantar un orden nuevo.
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