Rusia y la primera Guerra Mundial

No tiene mayor sentido describir en detalle el comportamiento de las tropas rusas; baste decir que ya en agosto de 1914 la catastrófica derrota de Tennenberg frente a los alemanes demostró que la carencia de material moderno colocaba al imperio en situación de modernidad.
Frente a la evolución de los acontecimientos, el zar adoptó una estrategia de enorme incidencia en el futuro del país: se utilizó la contienda como excusa para dar un golpe de estado contra el vapuleado régimen constiucional instaurado luego de los sucesos de 1905. Lo que en otros países beligrantes se manifestó bajo la forma de un refuerzo del ejecutivo en razón de la situación de emergencia, en Rusia fue aprovechando para suspender la duma en septiembre de 1915. El avance del poder autocrático se completó con la decisión de Nicolas II de asumir el mando supremo de las fuerzas armadas. Se trataba de una maniobra peligrosa ya que ataba la suerte de la monarquía a los resultados en el campo de batalla.
La gravedad de la crisis desencadenada por la guerra activó la protesta de los sectores postergados. Las dificultades experimentadas por la industria, obligada a volcarse a satisfacer las necesidades militares, hizo desaparecer del mercado los bienes de consumo. Ante esta situación, los campesinos optaron por producir cada vez menos. De allí que el problema más acuciante pasó a ser el del aprovisionamiento de la población civil, y la administración gubernamental se mostró incapaz de establecer los mecanismos de control; el resultado fue la inflación acompañada de la caída de los salarios reales.
Con el cuadro de una tensión social en aumento y de un bloqueo en la situación política se produjeron los acontecimientos de 1917. 1