La economía cambia de ritmo

Aunque el ciclo comercial, que constituye el ritmo básico de una economía capitalista, generó, ciertamente, algunas depresiones muy agudas en el período trascurrido entre 1873 y mediados del decenio de 1890, la producción mundial continuó aumentando de forma muy sustancias. Lo que preocupaba era la prolongada "depresión de los precios, una depresión del interés y una depresión de los beneficios". En resumen, tras el drástico hundimiento de la década de 1870 lo que estaba en juego no era la producción, sino su rentabilidad. La agricultura fue la víctima más espectacular de esa disminución de los beneficios. La reacción de los agricultores, según la riqueza y la estructura política de sus países, varió desde la agitación electoral a la rebelión, por no mencionar la muerte de hambre, como ocurrió en Rusia en 1892. No obstante, las dos respuestas más habituales entre la población fueron la emigración masiva y la cooperación, la primera protagonizada por aquellos que carecían de tierras o que tenían tierras pobres, y la segunda fundamentalmente por los campesinos con explotaciones potenciales viables. La década de 1870 conoció las mayores tasas de emigración a ultramar y el comienzo real de la emigración masiva en países como Italia, España y Austria-Hungría, a los que seguirán Rusia y los Balcanes.
El mundo de los negocios tenía sus propios problemas. A los hombres de negocios del siglo XIX les preocupa mucho más el descenso de los precios, y en una centuria deflacionaria en su conjunto, ningún período fue tan deflacionario que el de 1873-1896. Esto hizo que disminuyan los beneficios. Una gran expansión del mercado puede compensar esa situación, pero lo cierto es que el mercado no crecía con la suficiente rapidez, en parte porque la nueva tecnología industrial posibilitaba y exigía un crecimiento extraordinario de la producción, en parte porque aumentaba el número de competidores en la producción y de las economías industriales, incrementando enormemente la capacidad total, y también porque el desarrollo de un gran mercado de bienes de consumo era todavía muy lento.
¿Qué podía hacerse respecto a la depresión de los precios, de los beneficios y de las tasas de interés? Atribuían el descenso de los precios fundamentalmente a la escasez de oro, que era cada vez más la base exclusiva del sistema de pagos mundial. Un sistema basado en el oro y la plata, mineral cada vez más abundante, sobre todo en América, podría elevar los precios a través de la inflación monetaria.

La gran depresión puso fin a la era del liberalismo económico. Las tarifas proteccionistas, que comenzaron a aplicarse en Alemania e Italia a finales del decenio de 1870, pasaron a ser un elemento permanente en el escenario económico internacional, culminando en los inicios de los años 1890 en las tarifas de penalización asociadas con los nombres de Méline en Francia y McKinley en los Estados Unidos. Sólo el Reino Unido defendía la libertad de comercio sin restricciones. Las razones eran evidentes, al margen de la ausencia de un campesinado numeroso y por tanto, de un voto proteccionista importante. El Reino Unido era, con mucho, el exportador más importante de productos industriales, de servicios "invisibles financieros y comerciales y de servicios de trasportes; era el mayor receptor de productos primarios del mundo. La libertad de comercio parecía, pues, indispensable, ya que permitía que los productores de materias primas de ultramar intercambiaran sus productos por los productos manufacturados británicos, reforzando así la simbiosis entre el Reino Unido y el mundo subdesarrollado, sobre el que se apoya fundamentalmente la economía británica. No obstante a pesar de la gran obra de Adam Smith, La riqueza de las naciones (1776), la "nación" como unidad no tenía un lugar claro en en la teoría pura del captalismo liberal. El liberalismo era el anarquismo de la burguesía y, como en el anarquismo revolucionario, en él no había lugar para el Estado.

El mundo desarrollado no era tan sólo un agrgado de economías nacionales. La industrialización y la depresión hicieron de ellas un grupo de economías rivales, donde los beneficios de una parecían amenazar la posición de las otras. El proteccionismo expresaba una situación de competitividad económica internacional. Pero, ¿Cuáles fueron sus consecuencias? Podemos aceptar como cierto que es perjudicial para el crecimiento económico mundial. Pero en 1880-1914, el proteccionismo no era general ni tampoco excesivamente riguroso y quedó limitado a los bienes de consumo y no afectó al movimiento de mano de obra y a las trasacciones financieras internacionales. En conjunto, el proteccionismo, ayudó a ampliar la base industrial del planeta, impulsando a las industrias nacionales a abastecer los mercados domésticos, que crecían también a un ritmo vertiginoso. Mediante la aplicación de los "trusts" y "la gestión científica" se intentaba ampliar los márgenes de beneficio, reducidos por la competitividad y por la caída de los precios. Al igual que la concentración económica, la "gestión científica" fue fruto del período de la gran depresión. Su fundador y apóstol, F.W. Taylor (1856-1915), comenzó a desarrollar sus ideas en 1880 en la problemática industria del acero norteamericana. La presión sobre los beneficios en el período de la depresión, así como el tamaño y la complejidad cada vez mayor de las empresas, sugirió que los métodos tradicionales y empíricos de organizar las empresas, y en especial la producción, no eran ya adecuados. Así surgió la necesidad de una forma más racional o "científica" de controlar y programar las empresas grandes y deceosas de maximizar los beneficios.

Existía una tercera posiblidad para solucionar los problemas del capitalismo: el imperialismo. La presión del capital para conseguir inversiones más productivas, así como la de la producción a la búsqueda de nuevos mercados, contribuyó a impulsar la política de expansión, que incluía la conquista colonial. Un efecto secundario de la gran depresión fueron las grandes agitaciones sociales, no sólo los agricultores, sacudidos por los terremotos del colapso de los precios agrarios, sino también entre las clases obreras.

Desde mediados del decenio de 1890 hasta la primera guerra mundial se vivió una "belle époque". Un príodo de extraordinario progreso capitalista. De hecho, el contraste entre la gran depresión y el boom secular posterior constituó la base de las primeras especulaciones sobre las "ondas largas" en el desarrollo del capitalismo mundial. Hay dos aspectos principales del período: la redistribución del poder y la iniciativa económica, es decir, en el declive relativo del Reino Unido y en el progreso de los Estados Unidos y sobre todo de Alemania.

¿Cómo resumir en unos cuantos rasgos lo que fue la economía mundial derante la era del imperio?

En primer lugar su base geográfica era mucho más amplia que antes. El sector industrial se amplió en Europa mediante la Revolución Industrial. El mercado internacional de materias primas se amplió extraordinariamente -entre 1880 y 1913 se triplicó el comercio internacional-, lo cual implicó también el desarrollo de las zonas dedicadas a su producción y su integración en el mercado mundial. La era del Imperio se caracterizó por la rivalidad entre los diferentes Estados. Además las relaciones entre el mundo desarrollado y el sector subdesarrollado eran también muy variadas y complejas que en 1860, cuando la mitad de todas la exportaciones de África, Asia y Latinoamérica convergían en un solo país, Gran Bretaña. En 1900 ese porcentaje pasó a 25%. La era del imperio había dejado de ser monocéntrica. Otra característica de la economía mundial es la revolución tecnológica. El teléfono y la telegrafía sin hilos, el fonógrafo y el cine, el automovil y el aeroplano, la aspiradora y la aspirina. la nueva revolución industrial reforzó más que sustituyó, a la primera. Otras características: los métodos "científicos" para racionalizar la producción; una extraordinaria transformación de los bienes de consumo: un cambio tanto calitativo como cuantitativo; y el importante crecimiento, tanto absoluto como relativo, del sector terciario de la economía, público y privado: el aumento de puestos de trabajo en las oficinas, tiendas y otros servicios. 1