Gran Bretaña venía aplicando muchas restricciones al comercio con sus colonias de América del Norte en beneficio de los mercaderes ingleses. Sus productos podían ser exporatdos sólon a la Metrópoli. Pese a esto y gracias al desarrollo de la pesca, la agricultura, la industria y el contrabando, los colonos subsistían y su ecoonomía progresaba. Pero hacia 1770 la corona quiso obligar a los colonias a que pagasen parte de los gastos de las guerras europeas. El parlamento inglés votó la Ley del azúcar, que autorizaba a cobrar un impuesto por este producto y luego la Ley del Timbre, que obligaba a pagar a todos los documentos públicos un derecho a través de una estampilla. La mayoría de los norteamericanos se opusieron a estas leyes. Decían que el Parlamento de Gran Bretaña no podía fijarles nuevos impuestos porque ellos no estaban representados en ese organismo. La Asamblea de la Colonia de Virgina declaró que los colonos sólo debían pagar los impuestos fijados por esa asamblea. Las demás colonias imitaron a Virginia, hasta que se decidió reunir un congreso en Filadelfia en 1774. Fue en ese congreso que el 4 de julio de 1776 las trece colonias norteamericanas acordaron poner fin a la dominación británica . Comenzaba una larga guerra de independencia en la que los rebeldes contarían con el apoyo de Francia y España. En 1783 Inglaterra debió reconocer su derrota y reconocer la Independencia de los Estados Unidos de América La constitución norteamericana ,promulgada en 1787, fue muy innovadora. Declaraba que todos los hombres eran iguales ante la ley . Esto no incluia a una importante cantidad de habitantes de la nueva nación: los esclavos, que continuaron padeciendo una durísima situación. En cuanto al derecho de voto, sólo podían ejercerlo los hombres propietarios.
La defensa de los derechos de propiedad y libertad, quedaba garantizada por la nueva Constitución. Se proclamo el sistema republicano en el que quedaba muy clara la división de los poderes : un ejecutivo, ejercido por un presidente; un legislativo, compuesto por una Cámara de Representantes con diputados proporcionales a la población de cada Estado y un Senado integrado por dos senadores por Estado, y un Poder Judicial, ejercido por un Tribunal Supremo.
Las reformas borbónicas , implementadas por Carlos III a fines del S XVIII, con su afán centralizador y recaudador, significaron un aumento del trabajo y la opresión de los indígenas.
En el Perú en 1780, un descendiente de los incas, José Gabriel Condorkanki, tomó el nombre del último emperador de los Incas, Túpac Amaru, que había sido asesinado por el virrey Francisco de Toledo, y encabezó una rebelión de indígenas y mestizos contra el poder español. Querían poner fin a la brutal explotación a la que eran sometidos ,desde hacia siglos, en minas, haciendas y obrajes, por los españoles. El movimiento tuvo una enorme adhesión y se extendió por una amplia zona que iba de Colombia a nuestro territorio. Miles de indígenas se integraron al ejército libertador de Túpac Amaru que pretendía el fin del dominio español y la devolución de la tierra americana a sus legítimos dueños.
La rebelión obtiene sus primeros triunfos y Túpac comienza a aplicar un programa revolucionario: devolución a los campesinos de sus tierras usurpadas, anulación de la esclavitud y los servicios personales, como la Mita y el Yanacpnazgo.
Asustados por la magnitud y el alcance de la rebelión de Túpac Amaru y su ejército libertador, la Iglesia, el estado, los criollos y los europeos cierran filas para enfrentar el peligro.
Decía la copla de un español
"Si triunfaran los indios
nos hicieran trabajar
del modo que ellos trabajan
y cuanto ahora los rebajan
nos hicieran rebajar.
Nadie pudiera esperar
Casa, hacienda ni esplendores,
Ninguno alcanzará honores
Y todos fueran plebeyos:
Fuéramos los indios de ellos
Y ellos fueran los señores."
Tras heroicos combates en los que mueren unos 100.000 indígenas, el primer grito de libertad americano es acallado y su líder detenido. Ante la pregunta por los responsables Tupac le responde al Visitador español: "Nosotros dos somos los únicos conspiradores; Vuestra merced por haber agobiado al país con exacciones insoportables y yo por haber querido libertar al pueblo de semejante tiranía." (...) "Aquí estoy para que me castiguen solo, al fin de que otros queden con vida y yo solo en el castigo."
Las partes de su cuerpo fueron colocadas en picas en las ciudades en las que había triunfado el intento revolucionario.
La independencia propuesta por Túpac no era sólo un cambio político, implicaba modificar el esquema social vigente en la América española.
Para Inglaterra, el siglo XVIII estuvo marcado por grandes transformaciones económicas. Cambió la modalidad de explotación de la tierra: cercamiento de los campos, rotación de cultivos, uso de algunos fertilizantes, mejoras en el instrumental de labranza, reducción del personal al mínimo imprescindible... Todo esto tendió a aumentar la producción y, en consecuencia, a bajar los precios, en los lugares en que se aplicaba este nuevo sistema, que eran las propiedades de los más pudientes.
Este aumento de la producción ocurrió en la época en la cual la población europea tendía también a aumentar. Mucha gente, al no encontrar trabajo en el campo, emigró a las ciudades.
A pesar del descenso de los precios, el aumento de la producción enriqueció a los grandes terratenientes, hasta que llegó el momento en que les fue prácticamente imposible seguir reinvirtiendo las ganancias en sus posesiones agrícolas.
Fue entonces cuando se produjo en Inglaterra un gran cambio en la producción de bienes manufacturados que puede considerarse una auténtica revolución.
Durante el siglo XVIII las carencias técnicas que impedían o dificultaban la producción habían representado desafíos a las mentes ágiles y prácticas de muchos británicos. Hacia fines de siglo, las industrias textiles comenzaron a disponer de adelantos tecnológicos revolucionarios que les permitían aumentar y mejorar la producción.
Para sacar provecho de esos progresos tecnológicos era menester disponer de capitales que la bonanza de la agricultura y las aventuras coloniales inglesas habían vuelto muy accesibles. Por su parte, el aumento de la población proveyó a la naciente revolución industrial de muchísima mano de obra que, justamente por ser tan abundante, no lograba una buena remuneración por su trabajo. Aunque muy grave, este hecho se veía atenuado por el mencionado descenso de los precios agrícolas, que abarataban el pan, la cerveza y la carne, alimentos básicos de la mayoría de la población.
Finalmente un vertiginoso aumento de la producción, como el que experimentó Inglaterra a fines del siglo XVIII y principios del XIX, hubiera sido muy difícil de asimilar por un país que no tuviera, como los ingleses, una gran marina mercante y vinculaciones comerciales a nivel mundial.
Sin estas condiciones, el mercado interno hubiera corrido el riesgo de saturarse con el aumento de la producción y frenar así este proceso antes de que comenzara.
La producción de la fábrica (concentración de obreros, división del trabajo, producción en serie, etc.) era una modalidad completamente nueva en Europa, que se generalizó rápidamente. El vertiginoso crecimiento de la industria, tendió a dominar sobre todas las otras actividades- agricultura, artesanías, comercio- El sector artesanal, en particular, sufrió la terrible competencia de la nueva industria hasta tal punto que, en algunos sectores, desapareció por completo.
Hasta fines del siglo XVIII las fábricas de Inglaterra estaban todas ubicadas a las orillas de ríos, porque era la fuerza del agua (hidráulica) la que daba impulso a las máquinas. A partir del descubrimiento de la fuerza del vapor las fábricas se distribuyeron por distintas zonas de Inglaterra y aumentó notablemente la producción, sobre todo de carbón, acero, telas y ropa. Mucha gente se trasladó a las ciudades buscando trabajo, pero no muchos lo consiguieron: una máquina podía hacer el trabajo de varios hombres. Creció la desocupación y la miseria en los sectores populares mientras se enriquecían rapidamente los dueños de las fabricas. Una vez satisfechas las necesidades del mercado local, Inglaterra se lanza a la búsqueda de nuevos mercados, por las buenas o por las malas, donde colocar sus productos y conseguir materias primas baratas para sus fabrica.
A fines del siglo XVIII aparecen en Buenos Aires claramente expresadas las nuevas ideas económicas que estaban en auge en Europa. Esto se debió a la tarea de Manuel Belgrano e Hipólito Vieytes que fomentaron el estudio y la lectura de la economía política, e intentar crear una conciencia favorable a la diversificación de las actividades económicas de nuestra tierra. Advertían sobre los peligros futuros para un país que se dedica sólo a la ganadería y descuida su industria, su agricultura y su comercio interno.
Desde 1794 Manuel Belgrano, desde su cargo de secretario del Consulado de Buenos Aires redacta informes sobre agricultura, industria y educación, fomentando la creación de escuelas y bibliotecas. En 1802 funda con Hipólito Vieytes el "Semanario de Agricultura, Industria y Comercio", que será un importante difusor de las nuevas ideas económicas hasta que la censura virreinal advierta esta importancia y lo cierre en 1803.
Hasta los comienzos de la revolución industrial Inglaterra fue una de las principales impulsoras del tráfico de esclavos, trasladando millones de personas desde Africa hasta los EEUU , Centroamérica y Brasil. Pero tras la Revolución cambió de actitud, se dio cuenta que las nuevas industrias necesitaban consumidores y que los esclavos producían pero no consumían. Impulsará así el abolicionismo que proponía reemplazar a los esclavos por trabajadores de bajos salarios.
El siglo XVIII europeo fue el de la Ilustración, la Enciclopedia y el encumbramiento de Inglaterra como gran potencia colonial, comercial y mundial. Este mundo nuevo produjo la caída del viejo. Por ello, el siglo XVIII fue también el del hundimiento del "Antiguo Régimen", de la sociedad estamental, de los gremios, y de una economía basada en la producción agrícola.
En 1789 una revolución puso fin a siglos de monarquía en Francia. El Rey Luis XVI y su esposa, María Antonieta fueron ejecutados con el invento del Dr. Guillotín, la guillotina, una máquina de cortar cabezas que se puso muy de moda en Francia por esos años.
La revolución francesa significó el principio del fin del Absolutismo monárquico y el triunfo de los principios de soberanía popular y división de los poderes.
El pueblo de París formó una asamblea que asumió el poder y suprimió todos los privilegios de los nobles, entre ellos el de no pagar impuestos. La Asamblea redactó la "Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano". Sus tres principios eran "Liberté, Egalité y Fraternité"(libertad, igualdad y fraternidad). La declaración decía en uno de sus párrafos "Los hombres nacen y viven libres e iguales en derechos. Las distinciones sociales (el hecho de ser ricos o pobres) sólo pueden estar fundadas en la utilidad común." También decía que "la soberanía reside en la nación ". Esto quería decir que el verdadero poder lo tenía ahora el pueblo de la nación y no ya el rey. Este es el principio de soberanía popular según el cual el pueblo le da el poder a los gobernantes y si estos no cumplen o se muestran incapaces, el poder debe volver al pueblo.
Muchos son los que vieron en la revolución el triunfo de las ideas de la burguesía, identificada con las ideas liberales, ideas basadas en la defensa de las libertades individuales; en el derecho de cada hombre a ejercer sus derechos esenciales: la libertad de expresión, de comercio, el derecho a la propiedad y a la seguridad. Por primera vez se proclamó la existencia de los derechos que todo hombre posee como hombre y como ciudadano, a partir de un principio hasta ese momento desconocido: la igualdad ante la ley.
De todas las revoluciones contemporáneas, la francesa fue el único gran movimiento de ideas que produjo un efecto real sobre todo el mundo. Junto con la revolución norteamericana, la revolución francesa impuso el constitucionalismo.
Al imponer los principios de soberanía popular y abolir la monarquía Francia quedo enfrentada a toda la Europa monárquica.
Así comenzó una prolongada guerra que se extendería por 23 años. Para hacer frente a tan formidable enemigo fueron movilizados los sectores populares urbanos que, con los jacobinos, llegaron a tener presencia en el gobierno revolucionario. En 1794 desaparecido el peligro de una derrota, la alta burguesía, integrada por grandes comerciantes, financistas, banqueros y propietarios de industrias, se hizo cargo del Poder.
En junio de 1806 Buenos Aires fue invadida por una escuadra inglesa, al mando del General William Carr Beresford, que tomó por sorpresa a los porteños. El virrey Sobremonte se escapó de la ciudad rumbo a Córdoba sin poder salvar el tesoro del virreinato que fue capturado por los ingleses.
Buenos Aires se había transformado en una colonia inglesa gobernada por Beresford. La primera medida decretada por los británicos fue la libertad de comercio. Para disimular también decretaron la libertad de imprenta y la libertad religiosa. Mucha libertad pero seguíamos siendo una colonia. La mayoría de la población valoraba estas libertades pero no quería a los invasores. Tambien estaba indignada con la cobardía del virrey la ineficiencia de las tropas españolas para defender la ciudad. Los porteños decidieron resistir.
El marino francés Santiago de Liniers se trasladó en secreto a Montevideo para preparar la reconquista de Buenos Aires mientras que Juan Martín de Pueyrredón preparaba tropas en los campos vecinos a la ciudad.
Liniers regresó de Montevideo con refuerzos y se unió a Pueyrredón. Juntos lograron derrotar a los británicos el 12 de agosto de 1806.
El triunfo militar trajo consecuencias políticas. El pueblo se atribuyó el mérito de la reconquista.
Ante la ausencia del Virrey Sobremonte un Cabildo Abierto nombró a Liniers jefe militar de la ciudad. Esta medida era claramente revolucionaria: el Cabildo pasaba por encima de la voluntad del virrey.
Frente a la posibilidad de otra invasión, los vecinos decidieron formar cuerpos militares llamados milicias. Los habitantes de la capital formaron el cuerpo de Patricios; los del interior el de Arribeños (porque eran de las provincias de arriba); los esclavos e indios el de Pardos y Morenos.Por su parte los españoles formaron las milicias de Gallegos, Catalanes, Cántabros, Montañeses y Andaluces. En cada milicia los jefes y oficiales fueron elegidos democráticamente por sus integrantes.
Entre los jefes electos se destacaban algunos jóvenes criollos: Manuel Belgrano, Cornelio Saavedra, Domingo French, Antonio Beruti, Hipólito Vieytes, entre otros.
La ciudad se militarizó pero tambien se politizó. Las milicias se transformaron en lugares de discusión política.
No se equivocaban los porteños en prepararse militarmente. A fines de junio de 1807 los ingleses insistieron. Esta vez eran 12.000 hombres al mando del General Whitelocke. Pero Buenos Aires ya no estaba indefensa. Las milicias estaban alertas y el alcalde de la ciudad Martín Alzaga, había organizado a los vecinos para la defensa.
Cuando los ingleses pensaron que volverían a desfilar por las estrechas calles porteñas, desde los balcones y terrazas fueron recibidos a tiros, pedradas y torrentes de agua y aceite hirviendo. Entre sorprendidos y fritos, los ingleses optaron por rendirse el 7 de julio de 1807
Las invasiones inglesas demostraron que España estaba seriamente debilitada y que no podìa ni abastecer correctamente ni defender a sus colonias. Los habitantes de Buenos Aires, indignados por la actitud del Virrey Sobremonte, desconocieron su autoridad y eligieron a uno de los lìderes de la reconquista para reemplazarlo,Santiago de Liniers.
La Corona española aceptò su nombramiento como virrey provisorio en 1808. Poco despuès se produjo la invasiòn napoleònica a España, la prisiòn de Fernando VII y la asunciòn de Josè Bonaparte .Este hecho fue utilizado por el gobernador de Montevideo, Javier de Elìo, para pedir la renuncia de Liniers, acusàndolo por su orìgen francès, de ser un agente secreto de Napoleòn.Liniers se negò y Elìo formò un gobierno independiente en Montevideo, desconociendo la autoridad del virrey.
En Buenos Aires tambièn habìa quienes desconfiaban del virrey francès. El 1 de enero de 1809, un grupo compuesto mayoritariamente por españoles, quiso aprovechar las elecciones para el Cabildo para desplazarlo del poder. Pero les saliò el tiro por la culata. Las milicias criollas defendieron a Liniers quien saliò fortalecido de esta asonada. Lasmilicias españolas fueron desarmadas y disueltas, los dirigentes de la conspiraciòn, entre ellos Martìn Alzaga fueron detenidos y deportados.
Liniers era virrey provisorio, asì que la Junta de Sevilla decidiò nombrar a uno definitivo. El elegido fue Baltasar Hidalgo de Cisneros, un marino español que habìa peleado en Trafalgar. Elìo aceptò la autoridad de Cisneros y disolviò la Junta de Montevideo.
El ambiente en Buenos Aires estaba caldeado y el nuevo virrey tuvo que actuar con mucho tacto y escuchar, a pesar de su sordera, los reclamos del libre comercio que se hacían más enérgicos tras la suspensión de los intercambios entre España y la colonia. Este reclamo tomó forma escrita en "La Representación de los Hacendados", redactada por Mariano Moreno e isnpirada por Manuel Belgrano. Allí, Mariano Moreno solicita, entre otras cosas, la libertad de comercio entre los productores locales y los comerciantes británicos.
"Nada es hoy tan provechoso para la España como afirmar por todos los vínculos posibles la estrecha unión y alianza con la Inglaterra. Esta nación generosa que, conteniendo de un golpe el furor de la guerra, franqueó a nuestra metrópoli auxilios y socorros, es acreedora por los títulos más fuertes a que no se separe de nuestras especulaciones el bien de sus vasallos (...)Acreditamos ser mejores españoles cuando nos complacemos de contribuir por relaciones mercantiles a la estrecha unión de una nación generosa y opulenta, cuyos socorros son absolutamente necesarios para la independencia de España."
Ante la desesperante escasez de recursos, el nuevo virrey toma una medida extrema, aún contra la oposición del consulado: aprueba un reglamento provisorio de libre comercio que ponía fin a siglos de monopolio español y autorizaba el comercio con los ingleses
Frente al peligro de un nuevo ataque inglés, se forman en Buenos Aires en 1807 las milicias, formadas por soldados voluntarios, estos regimiento tomaron los nombres de las distintas regiones de españa y el virreinato de donde eran oriundos sus componentes. Entre ellos se destacó el de "Indios, Pardos y Morenos", llamado también de "Naturales", compuesto por más de 400 hombres, de los cuales unos doscientos cuarenta eran indios. En homenaje a su valentía durante la segunda invasión, el cabildo llamó "Plaza Fidelidad" a la de Monserrat, cercana al cuartel de los "Naturales".
El pueblo de Buenos Aires sintió como propio el triunfo ante los ingleses y comprobó la ineficacia de las autoridades virreinales que no cumplían con sus más elementales obligaciones.
Por su destacada participación en la defensa de Buenos Aires, el pueblo lo designa virrey en un hecho sin precedentes. La Corona lo confirma provisoriamente pero su orígen francés dio origen a sospechas y a desconfianzas entre los españoles de Buenos Aires y Montevideo.Finalmente en 1809 será reemplazado por Cisneros. Producida la Revolución intenta sublevarse contra las nuevas autoridades pero es derrotado y fusilado.
Cisneros fue informado de que en el Alto Perú ,e en las ciudades de Chuquisaca y La Paz, en mayo de 1809, se estaban produciendo movimientos revolucionarios.
Una
proclama de los rebeldes, entre los que se destaca el joven Bernardo de
Monteagudo, decía: " Hemos guardado un silencio bastante parecido a
la estupidez. Ya es tiempo de levantar el estandarte de la libertad en estas
desgraciadas colonias, adquiridas sin el menor título y conservadas con la
mayor injusticia y tiranía".
Cisneros
ordena una cruel represión que provoca centenares de muertos en la "ciudad
de los tres nombres", Charcas, Chuquisaca o La Plata, para Concolorcorvo
la "Más hermosa y bien plantada de todo el virreinato
Ante
la posibilidad de que estos sucesos se repitan, y "En mérito a haber
llegado la noticia de que en estos dominios se iba propagando cierta clase de
hombres malignos y perjudiciales, afectos a ideas subversivas que propenden a trastornar
y alterar el orden público y gobierno establecido",
el Virrey decidió crear un "Juzgado de Vigilancia Política",
destinado a perseguir " a los que promuevan o sostengan las
detestables máximas del partido francés y cualquier otro sistema contrario a la
conservación de estos dominios en unión y dependencia de esta metrópoli."
En Buenos Aires los grupos económicos se van dividiendo en dos fracciones los comerciantes monopolistas y los ganaderos exportadores. Los comerciantes españoles querían mantener el privilegio de ser los únicos autorizados para introducir y vender los productos extranjeros que llegaban desde España. Estos productos eran carísimos porque España a su vez se los compraba a otros países como Francia e Inglaterra para después revenderlos en América. En cambio los ganaderos querían comerciar directa y libremente con Inglaterra y otros países que eran los más importantes clientes y proveedores de los productos de esta región. España se había transformado en una cara, ineficiente e innecesaria intermediaria.
Un
memorándum del Foering Office de 1809 decía: "Sea que sigan
dependiendo de España o que formen gobiernos independientes, lo cierto es que
los sudamericanos, en este momento, abren sus brazos a Inglaterra: es
indiferente en qué forman buscan nuestra ayuda, siempre que el incremento de
los negocios y el nuevo mercado que nos ofrecen para la venta de nuestras
manufacturas compense nuestra protección"
Las noticias de España tardaban dos o tres meses en llegar, por barco , a Buenos Aires. Ante la falta de información circulaban versiones y rumores que alteraban el clima tranquilo y aburrido del virreinato: ¡Fernando fue asesinado!, ¡Napoleón se rindió!, ¡Volvió Fernando!, ¡Cayo la Junta de Sevilla!, decían por ahí. Pero las cosas cambiaron cuando el 14 de mayo de 1810 llegó al puerto de Buenos Aires la fragata inglesa John Paris, trayendo mercaderías y una noticia bomba : había caído la Junta Central de Sevilla, último bastión del poder español. En un principio Cisneros trató de ocultar la realidad, pero ante la invasión de rumores, no tuvo otra alternativa que difundir una proclama el día 18 contando las novedades de España y tratando de calmar los ánimos, pero esto último no lo lograría.
Comienza una semana inolvidable
La Semana de mayo
Viernes 18
El 14 de mayo de 1810 había llegado a Buenos Aires la fragata inglesa Mistletoe trayendo periódicos que confirman los rumores que circulaban intensamente por Buenos Aires: cayó en manos de los franceses de Napoleón, la Junta Central de Sevilla, último bastión del poder español.
El viernes 18 el virrey Cisneros hizo publicar lee por los pregoneros (porque la mayoría de la población no sabía leer ni escribir) una proclama que comenzaba diciendo: "A los leales y generosos pueblos del virreinato de Buenos Aires." El virrey advertía que "en el desgraciado caso de una total pérdida de la península, y falta del Supremo Gobierno" él asumiría el poder acompañado por otras autoridades de la Capital y todo el virreinato y se pondría de acuerdo con los otros virreyes de América para crear una Regencia Americana en representación de Fernando. Cisneros aclaraba que no quería el mando sino la gloria de luchar en defensa del monarca contra toda dominación extraña y, finalmente prevenía al pueblo sobre ". los genios inquietantes y malignos que procuran crear divisiones". A medida que los porteños se fueron enterando de la gravedad de la situación, fueron subiendo de tono las charlas políticas en los cafés y en los cuarteles. Todo el mundo hablaba de política y hacía conjeturas sobre el futuro del virreinato.
La situación de Cisneros era muy complicada. La Junta que lo había nombrado virrey había desaparecido y la legitimidad de su mandato quedaba claramente cuestionada. Esto aceleró las condiciones favorables para la acción de los patriotas que se venían reuniendo desde hacía tiempo en forma secreta en la en la jabonería de Vieytes. La misma noche del 18 los jóvenes revolucionarios se reunieron en la casa de Rodríguez Peña y decidieron exigirle al virrey la convocatoria a un Cabildo Abierto para tratar la situación en que quedaba el virreinato después de los hechos de España. El grupo encarga a Juan José Castelli y a Martín Rodríguez que se entrevisten con Cisneros.
Sábado 19
Las reuniones continuaron hasta la madrugada del Sábado 19 y sin dormir, por la mañana, Cornelio Saavedra y Manuel Belgrano le pidieron al Alcalde Lezica la convocatoria a un Cabildo Abierto. Por su parte, Juan José Castelli hizo lo propio ante el síndico Leiva.
Domingo 20
El domingo 20 el virrey Cisneros reunió a los jefes militares y les pidió su apoyo ante una posible rebelión, pero todos se rehusaron a brindárselo. Por la noche Castelli y Martín Rodríguez insistieron ante el virrey con el pedido de cabildo abierto. El virrey dijo que era una insolencia y un atrevimiento y quiso improvisar un discurso pero Rodríguez le advirtió que tenía cinco minutos para decidir. Cisneros le contestó "Ya que el pueblo no me quiere y el ejército me abandona, hagan ustedes lo que quieran" y convocó al Cabildo para el día 22 de Mayo. En el "Café de los Catalanes y en "La Fonda de las Naciones", los criollos discutían sobre las mejores estrategias para pasar a la acción
Lunes 21
A las nueve de la mañana se reunió el Cabildo como todos los días para tratar los temas de la ciudad. Pero a los pocos minutos los cabildantes tuvieron que interrumpir sus labores. La Plaza de la Victoria estaba ocupada por unos 600 hombres armados de pistolas y puñales que llevaban en sus sombreros el retrato de Fernando VII y en sus solapas una cinta blanca, símbolo de la unidad criollo-española desde la defensa de Buenos Aires. Este grupo de revolucionarios, encabezados por Domingo French y Antonio Luis Beruti, se agrupaban bajo el nombre de la "Legión Infernal" y pedía a los gritos que se concrete la convocatoria al Cabildo Abierto. Los cabildantes acceden al pedido de la multitud. El síndico Leiva sale al balcón y anuncia formalmente el ansiado Cabildo Abierto para el día siguiente. Pero los "infernales" no se calman, piden a gritos que el virrey sea suspendido. Debe intervenir el Jefe del regimiento de Patricios, Cornelio Saavedra quien logra calmarlos garantizándoles el apoyo militar a sus reclamos.
Martes 22
Ya desde temprano fueron llegando los "cabildantes". De los 450 invitados sólo concurrieron 251. También estaba presente una "barra" entusiasta. En la plaza French, Beruti y los infernales esperan las novedades. La cosa se fue calentando hasta que empezaron los discursos, que durarán unas cuatro horas, sobre si el virrey debía seguir en su cargo o no. Comenzó hablando el Obispo Lué diciendo que mientras hubiera un español en América, los americanos le deberían obediencia. Le salió al cruce Juan José Castelli contestándole que habiendo caducado el poder real, la soberanía debía volver al pueblo que podía formar juntas de gobierno tanto en España como en América. El Fiscal de la Audiencia, Manuel Villota señaló que para poder tomar cualquier determinación había que consultar al resto del virreinato. Villota trataba de ganar tiempo, confiando en que el interior sería favorable a la permanencia del virrey. Juan José Paso le dijo que no había tiempo que perder y que había que formar inmediatamente una junta de gobierno.
Casi todos aprobaban la destitución del virrey pero no se ponían de acuerdo en quien debía asumir el poder y por qué medios. Castelli propuso que fuera el pueblo a través del voto el que eligiese una junta de gobierno; mientras que el jefe de los Patricios, Cornelio Saavedra, era partidario de que el nuevo gobierno fuera organizado directamente por el Cabildo. El problema radicaba en que los miembros del Cabildo, muchos de ellos españoles, seguían apoyando al virrey.
"Modales"
El debate del 22 fue muy acalorado y despertó las pasiones de ambos bandos. El coronel Francisco Orduña, partidario del virrey, contará horrorizado que mientras hablaba fue tratado de loco por no participar de las ideas revolucionarias "..mientras que a los que no votaban contra el jefe (Cisneros), se les escupía, se les mofaba, se les insultaba y se les chiflaba."
Miércoles 23
Por la mañana se reunió el Cabildo para contar los votos emitidos el día anterior y emite un documento: "hecha la regulación con el más prolijo examen resulta de ella que el Excmo. Señor Virrey debe cesar en el mando y recae éste provisoriamente en el Excmo. Cabildo (...) hasta la erección de una Junta que ha de formar el mismo Excmo. Cabildo, en la manera que estime conveniente. El síndico Leiva, adicto al virrey prepara una maniobra: nombrar una Junta presidida por Cisneros.
Jueves 24
Se
confirmaron las versiones: el Cabildo designó efectivamente una junta de
gobierno presidida por el virrey e integrada por cuatro vocales: los españoles
Juan Nepomuceno Solá y José de los Santos Inchaurregui y los criollos Juan José
Castelli y Cornelio Saavedra, burlando absolutamente la voluntad popular. Esto
provocó la reacción de las milicias y el pueblo. Castelli y Saavedra
renunciaron a integrar esta junta Muchos como el coronel Manuel Belgrano fueron
perdiendo la paciencia. Cuenta Tomás Guido en sus memorias "En estas
circunstancias el señor Don Manuel Belgrano, mayor del regimiento de Patricios,
que vestido de uniforme escuchaba la discusión en la sala contigua, reclinado
en un sofá, casi postrado por largas vigilias observando la indecisión de sus
amigos, púsose de pie súbitamente y a paso acelerado y con el rostro encendido
por el fuego de sangre generosa entró al comedor de la casa del señor Rodríguez
Peña y lanzando una mirada en derredor de sí, y poniendo la mano derecha sobre
la cruz de su espada dijo: "Juro a la patria y a mis compañeros, que si
a las tres de la tarde del día inmediato el virrey no hubiese renunciado, a fe
de caballero, yo le derribaré con mis armas."
Por la noche una delegación encabezada por Castelli y Saavedra se presentó en la casa de Cisneros con cara de pocos amigos y logró su renuncia. La junta quedó disuelta y se convocó nuevamente al Cabildo para la mañana siguiente.
Así recuerda Cisneros sus últimas horas en el poder:
"En aquella misma noche, al celebrarse la primera sesión o acta del Gobierno, se me informó por alguno de los vocales que alguna parte del pueblo no estaba satisfecho con que yo obtuviese el mando de las armas, que pedía mi absoluta separación y que todavía permanecía en el peligro de conmoción, como que en el cuartel de Patricios gritaban descaradamente algunos oficiales y paisanos, y esto era lo que llamaban pueblo, (..). Yo no consentí que el gobierno de las armas se entregase como se solicitaba al teniente coronel de Milicias Urbanas Don Cornelio de Saavedra, arrebatándose de las manos de un general que en todo tiempo las habría conservado y defendido con honor y quien V.M las había confiado como a su virrey y capitán general de estas provincias, y antes de condescender con semejante pretensión, convine con todos los vocales en renunciar los empleos y que el cabildo proveyese de gobierno."
El 25 de mayo de 1810
Todo parece indicar que el 25 de mayo de 1810 amaneció lluvioso y frío. Pero la "sensación térmica" de la gente era otra . Grupos de vecinos y milicianos encabezados por Domingo French y Antonio Beruti se fueron juntando frente al cabildo a la espera de definiciones. Algunos llevaban en sus pechos cintitas azules y blancas, que eran los colores que los patricios habían usado durante las invasiones inglesas.
Pasaban las horas, hacía frío, llovía y continuaban las discusiones. El cabildo había convocado a los jefes militares y estos le hicieron saber al cuerpo a través de Saavedra que no podían mantener en el poder a la Junta del 24 porque corrían riesgos personales porque sus tropas no les responderían. La mayoría de la gente se fue yendo a sus casas y el síndico del Cabildo salió al balcón y preguntó "¿Dónde está el pueblo?". En esos momentos Antonio Luis Beruti irrumpió en la sala capitular seguido de algunos infernales y dijo "Señores del Cabildo: esto ya pasa de juguete; no estamos en circunstancias de que ustedes se burlen de nosotros con sandeces, Si hasta ahora hemos procedido con prudencia, ha sido para evitar desastres y efusión de sangre. El pueblo, en cuyo nombre hablamos, está armado en los cuarteles y una gran parte del vecindario espera en otras partes la voz para venir aquí. ¿Quieren ustedes verlo? Toque la campana y si es que no tiene badajo nosotros tocaremos generala y verán ustedes la cara de ese pueblo, cuya presencia echan de menos. ¡Sí o no! Pronto, señores decirlo ahora mismo, porque no estamos dispuestos a sufrir demoras y engaños; pero, si volvemos con las armas en la mano, no responderemos de nada." Poco después se anunció finalmente que se había formado una nueva junta de gobierno .El presidente era Cornelio Saavedra; los doctores Mariano Moreno y Juan José Paso, eran sus secretarios; fueron designados seis vocales: Manuel Belgrano, Juan José Castelli, el militar Miguel de Azcuénaga, el sacerdote Manuel Alberti y los comerciantes Juan Larrea y Domingo Matheu. Comenzaba una nueva etapa de nuestra historia.
La Junta declaró que gobernaba en nombre de Fernando VII. Así lo recuerda Saavedra en sus memorias"Con las más repetidas instancias, solicité al tiempo del recibimiento se me excuse de aquel nuevo empleo, no sólo por falta de experiencia y de luces para desempeñarlo, sino también porque habiendo dado tan públicamente la cara en la revolución de aquellos días no quería se creyese había tenido particular interés en adquirir empleos y honores por aquel medio. Por política fue preciso cubrir a la junta con el manto del señor Fernando VII a cuyo nombre se estableció y bajo de él expedía sus providencias y mandatos."
Para algunos era sólo una estrategia a la que llamaron la "máscara de Fernando", es decir, decían que gobernaban en nombre de Fernando pero en realidad querían declarar la independencia. Pensaban que todavía no había llegado el momento y no se sentían con la fuerza suficiente para dar ese paso tan importante. La máscara de Fernando se mantendrá hasta el 9 de julio de 1816.
Pero los españoles no se creyeron lo de la máscara o el manto de Fernando y se resistieron a aceptar la nueva situación.
En Buenos Aires el ex virrey Cisneros y los miembros de la Audiencia trataron de huir a Montevideo y unirse a Elío (que no acataba la autoridad de Buenos Aires y logrará ser nombrado virrey), pero fueron arrestados y enviados a España en un buque inglés.
fuente: www.elhistoriador.com.ar