Que se hable de ciencias de la comunicación es un hecho bastante reciente e implica un tema muy poco aclarado.
"Ciencias", en plural, pareciera aludir a una necesidad de enfoque múltiple y distanciarse de aquellas posturas que pretenden definir un objeto específico, recortado generalmente a partir tanto de un aspecto de la realidad como de un abordaje subjetivo o metodológico que se supone sea el exclusivamente adecuado para conocer ese aspecto.
En su aspecto más extremo, este especialismo ha llevado las cosas al punto de separar rígidamente aún la moral y el derecho, lo que como veremos adelante, ha producido significativas paradojas desde el punto de vista histórico. Con este punto de vista ha polemizado largamente el contrario, es decir, el que sostiene la integración multidisciplinaria.
Las postulaciones de relación multidisciplinaria han acompañado a las de adoptar una perspectiva crítica más profunda, por contraste con la postura de parcelación disciplinaria que, basándose en las presuposiciones metodológicas de "constitución de objeto", a duras penas pueden ocultar que de ese modo se propugna un especialismo que favorece los modos vigentes de la división del trabajo social.
Aunque la perspectiva crítica que funda la postulación multidisciplinaria es inobjetable, parece insuficiente para explicar todas las relaciones mutuas entre las diversas disciplinas, pues si bien puede ser cierto que la fragmentación fue producida sobre previas visiones que tenían la intención de explicar en general la sociedad humana, eran varias y no una -por ejemplo, la economía política clásica, la filosofía, la história política- aún sin contar ramas del conocimiento social con menor pretensión de globalización explicativa, como la jurisprudencia.
Así es que si el eje de contraposición entre fagmentación cogniscitiva metodológica y propuesta relacional de los resultados de diversas disciplinas, con intención de síntesis, es una cuestión central del debate epistemológico contemporáneo, no ha tenido aún suficiente desarrollo para dar sin dificultades respuestas interpretativas a la aparición factual de campos disciplinarios nuevos, como es el caso de las ciencias de la compunicación.
Entendemos que un esclarecimiento exhaustivo de estos dilemas requeriría ampliar la intención globalizadora de la postura multidisciplinaria hacia un programa de investigaciones nuevas, que aún sería impropio sólo intentar esbozar aquí.
En cambio podemos exponer algunos conceptos provenientes de investigaciones que hemos venido realizando en el área de la historia de las ideologías y las visiones del mundo
Estos conceptos permitirán advertir: 1) porqué he dicho que estimo que la comunicación social contemporánea impilca la dimensión crítica en su propio ser, que de lo contrario se anula; 2)porqué, ubicándome en el costado de la globalización multidisciplinaria, no obstante estimo que la comunicación social tiene un grado de autonomía relativa mayor que otras variedades disciplinarias; 3) porqué la comunicación social masiva actual presente, como forma real de la división social del trabajo, presenta un vigor que parece adquirir cierta independencia frente a las oscilaciones del curso económico, de tanta incidencia en otras formas.
En la creación de facultades, carreras y disciplinas atingentes a la vida social, lo primero cronológicamente es lo jurídico, el estudio del derecho, y lo último la comunicación social.
Esta dimensión de la creación cultural, el abordaje de lo social y la división social del trabajo tiene más de 20 siglos, mientras que el problema de la comunicación social, aunque encuentr eel primer antecedente de su soporte técnico-material en la investigación de gutenberg, comienza a plantearse como cuestión social relevante en algunos países durante el SXIX y de un modo claramente mundial en el actual siglo.
En cuantop al largo plazo secular, su sola duración hace suponer una necesidad orgánica en los sucesivos desarrollos y ello puede corroborarse al considerar el núcleo-gozne histórico al que lo jurídico pertenece junto a lo filosófico y lo político y sus posteriores ramificaciones.
Mirando lo jurídico, el vigor actual de una disciplina de tan venerable antigüedad, contrasta agudamente con la difuminación brumosa del arcaísmo con que tal antigüedad debe verse a través del color ahumado del lente modernista y que decir del humo opaco del llamado "posmodernismo".
Topándose con lo comunicacional, que brota como hongos en la sociedad real cuyo carácter novedoso alude al concepto de desarrollo histórico de un modo difícil de ocultar, la conciencia aludida en el párrafo anterior, fracturada en la comprensión del presente y cesurada la relación intelectual con sus propias raíces, fácilmente puede "interpretar" el fenómeno como parte de lo "posmoderno".
Como hemos apuntado en otro texto el término "posmoderno" es semánticamente absurdo, lo que sin dudas alude a un carácter paradojicamente simple y complejo del punto ciego de la consciencia que revela.
Lo "inefable", los puntos ciegos de la consciencia, los galimatías y los desconciertos variable que se producen a su alrededos, la necesidad de fabricar mitos para otros sin quedar atrapado en ellos su elaborador, los complejos problemas acerca de los lugares donde colocar cortinas o ventanas para obtener tan contradictorios objetivos, hacen muy bien advertir que en la continua generación de incomunicación una causa de la actividad creciente dedicada a la comunicación dentro de la división social del trabajo y, consecuentemente, de la necesidad de teorizar sobre las mismas.
Queremos dejar señalado que la tarea de la maduración de la nueva cultura dialéctica es una de las necesidades objetivas más importantes que se plantean en la humanidad de hoy, entre las que se cuentan las perspectivas críticas sobre las perversiones que encanisan el desarrollo histórico.
Lo crítico pertenece al ser mismo de lo comunicacional, ya que éste campo está fuerte y directamente atravesado por las necesidades y contradicciones señaladas, algo que se advierte con mucha mayor claridad al abordar el nivel histórico-genético. |
Pero todavía en este nivel descriptivo acerca del relieve de lo jurídico y lo comunicacional, nos cabe referirnos a lo jurídico, señalando que si aquello surge de una generación continua de incomunicación y sus problemas, lo jurídico nade de una generación continua de violaciones e incertidumbres normativas.
El problema de la anomia moral de la sociedad contemporánea que resulta anexo a la crisis profunda del concepto de justicia, que proviene de las formas desarrolladas de la fractura teórica y práctica de la división del trabajo, con una consideración de lo jurídico no sólo como autónomo, sino como incomunicable con otras esferas.
La culminación en este absoluto formalismo, que sin embargo no por casualidad se denomina positivismo jurídico (se estudia lo que está, lo efectivo, al modo como el positivismo sociológico eliminaba la crítica respecto de las leyes "naturales" de la vida social; con independencia de todo juicio histórico o moral), deja abierta la posibilidad de cualquier contenido de las normas.
Lo jurídico propiamente dicho nace como consecuencia de las dinámicas cambiantes que introduce en la distribución del excedente económico la producción mercantil, pero a la vez se apoya permanentemente en la concepción religiosa que brotó previamente, como justificación necesaria de la distribución del excedente económico pre-mercantil que estructuró la primera estratificación social de castas.
El relato cosmogónico religioso que justifica ideal e imaginariamente la creación del mundo por los dioses como sustrato ideal de la propiedad de la Tierra y los Graneros del Señor, fundante de una cultura metafísica que subordina y obtura la evidencia sensible cotidiana del trabajo es protojurídico, puesto que no es controvertible ni mensurable ni admite variaciones en la distribución.
El carácter proto-jurídico de la cultura de esta formación social de castas, se nota en que aunque este privilegio colectivo de la casta dominante se apoya de hecho en la coacción, no es nunca deducido del castigo, como en el derecho moderno, directa y positiva expresión de lo sagrado como orden fáctico del mundo.
De allí el carácter brutalemtne eliminatorio de las ofensas a lo sagrado que alteran su orden, su ejercicio represivo exclusiva o muy predominantemente directo por parte de la casta aristocrático-militar dominante, con escasa o nula participación de magistraturas o policías como instrumentos específicos.
Al mismo tiempo, esta cultura que concibe así su propio ser social como rígidamente invariante y sustentado en el igualmente invariante ritual de la religión cosmogónica, rinde sin embargo tributo al pasado comunitario, introduciendo en el ritual mismo la fiesta, donde se suspende transitoriamente la fractura castual: la otra cara de lo Sagrado que ha dado el nombre mismo a los re-ligioso, como re-ligare, re-unión (Yoga, en sánscrito), profundo porque reconstruye la identidad de producir y consumir en común y por ello se prolonga en rituales iniciáticos de las religiones monoteístas post-mercantiles (como la comunión cristiana), o bien el rezo antes de la comida familiar y aún la carga emotiva de la palabra compañero (comer pan juntos) en el movimiento obrero contemporáneo.
Pero antes de estas evoluciones el "ser" fijo expresa el concepto diferenciador de la cultura y formas de la comvivencia docial de las sociedades puras de casta respecto del "estar" variable de las que introducen a través de la producción mercantil formas iniciales de estratificación en clases: aquellas tienen una forma proto-estatal y proto-política, ya qye en la "Estatal" supone variaciones en el "estar" social a partir de algunas normas relativamente "invariantes" (lo constitucional) y el concepto mismo de lo político supone alternativas diferentes de conducción del Estado, juntamente con la creación de organismos específicos de dictamen de la ley y de aplicaciones de la coacción represiva que asegura su cumplimiento.
La producción mercantil introduce un segundo orden de fisura en la ya fisurada, pero rápidamente recementada por la religión, sociedad de pura castas, además de la movilidad permanente del propio grado de sus rasgos específicos que se combinan inestablemente con los de aquella y que se espresan como funciones de las luchas de clase.
El nuevo módulo cultural que se genera cuando importantes sectores de la actividad productiva funcionan sobre la base dineraria de comprar medios de producción, materias primas y mano de obra esclava para especializadamente lanzar al mercado una masa de nuevas mercancías, cuyo producido en dinero posibilita reiniciar el ciclo, tiene como dos de sus componentes centrales la aparición de lo filosófico y de lo jurídico-político, que de ahí en más se eentrelazarán, en oposición y necesidad mutua con lo religioso, produciendo sucesivos estadíos ideológicos y transformación en la visión del mundo, que son reflejo y a la vez reactúan sobre el desarrollo de las fuerzas productivas y las luchas de clases.
Vimos cómo lo jurídico tuvo su génesis histórica en una cultura religiosa suprasensible, que completó con una nueva metafísica abstracta que usando el formalismo y lo sagrado de aquella, abrió paso a la variabilidad de los contenidos y al funcionalismo de lo sancionatorio.
Lo comunicacional tiene su raíz (la moderna) en la casi alocada función de lo manipulatorio de opiniones e identidades para mantener el orden social, a los que se adosan, contradictoriamente, las necesidades de comunicación real y efectiva para armonizar las relaciones mundiales en un orden post-mercantil y post-estatal, sustentando en una nueva cultura cuyo eje es la comprensión global de la historia, la autoidentificación de lo humano como género real, universal concreto.
Aunque lo comunicacional es usado alternativamente con lo represivo para lograr asentar un consenso sumamente alterado por la mundialización de las relaciones que ha colocado en la misma vitrina una variada gama de justificaciones religiosas y cuyos cambios dan vida efímera a diversas idolizaciones cuyas pétreas estatuas han permanecido eternas, también esa dupla es alterada permanentemente por nuevos tipos de rebeliones y protestas y por una información de variabilidad incesante.
En todas las etapas de surgimiento de las sociedades estratificadas primero en casta y luego en clases, sus distorsiones y desequilibrios, como hemos visto en este texto varias veces, se han reequilibrado mediante actividades específicas que implicaron ciertos lenguajes específicos, nuevas y transitorias creaciones culturales e ideologías, característicamente supletorias y por ello nunca abarcando de lleno lo comunicacional propiamente dicho.
Por eso resulta sintomáticamente adecuado que se relacione lo comunicacional con lo cultural, pues si bien en su significación inmediata la cultura es un momento, un corte abstracto dentro del conjunto de la actividad social, al mediar su relación con otros momentos o cortes abstractos, se advierte en seguida que la cultura está presente en todos ellos.
Lo mismo sucese con el curso temporal de la historia, desde que se denominan "culturas" a las modalidades de las sociedades primitivas por opocisión a "civilización", aunque es obvio que los componentes más complejos de esta última son indudablemente creaciones culturales.