La generación del '80 estaba constituida por un conjunto de intelectuales y dirigentes. Era una elite que culminó con la obra denominada "organización nacional". La acción de esos dirigentes tuvo por "obra" llevar al país a la crisis de 1890.
Dentro del Estado faccioso, una vez librado de oposiciones político-militares en el interior del país, y en la cercanía de nuestras fronteras, del único ejemplo sudamericano que apuntaba a un desarrollo capitalista autónomo y verdadera organización nacional y producida la derrota de una de las facciones rivales (el mitrismo), la triunfante facción roquista se lanzó a una carrera tan desenfrenada y ensoberbecida de enriquecimiento ilícito y especulación, que incubó la revolución de 1890, un año que por ello sí marca un giro decisivo en la historia argentina.
El alzamiento cívico-militar de 1890 fue el primero de la sociedad argentina posterior a Caseros que tuvo un objetivo cabalmente político, superar el régimen faccioso, fraudulento y corrompido, dando cause a un cumplimiento efectivo de las normas de la Constitución, un control de las rentas y el reparto de las tierras públicas y un sistema electoral con reglas del juego objetivas y respetadas. Si bien el alzamiento fue derrotado, dio fin a la etapa del Estado meramente faccioso, obligándolo a convertirse en un Estado conservador, fundado en el acuerdo de las facciones preexistentes, celebrado precisamente para evitar el cumplimiento de los objetivos de la revolución democrática.
La crisis del '90 y la subsecuente revolución tuvo dos efectos: dio origen al primer partido político propiamente dicho de la historia argentina, la Unión Cívica Radical y forzó al Estado faccioso a transfomarse en un Estado conservador acuerdista.
Alrededor de 1890 se produjo otro giro histórico en la sociedad argentina de tanta importancia como el paso del Estado faccioso al Estado conservador acuerdista: es el paso en el plano productivo y económico del ciclo de la lana al del predominio de las carnes refrigeradas (principalmente vacunas) y los cereales, dentro de la estructura agroexportadora.
Una vez reconocido eso, la coincidencia temporal podría hacer suponer que existe una relación de necesidad entre los arranques de ambos procesos de cambio, que podría expresarse mediante diversas hipótesis, por ejemplo: mientras a los problemas generados por el ciclo de la lana les bastaba con los mecanismos políticos del Estado faccioso, la mayor complejidad de la estructura agroexportadora bajo el ciclo frigorífico-cerealero, requería de los mecanismos menos primitivos del Estado conservador acuerdista; el pasaje producido del Estado faccioso al conservador acuerdista fue la pre-condición necesaria para el pasaje del ciclo de la lana la frigorífico-cerealero.
La primera hipótesis, sin embargo, queda invalidada por el hecho de que la Revolución de 1890, que es indudable causa del pasaje político mencionado, no fue en modo alguno impulsada por la existencia previa de nuevos sectores agro-ganaderos o frigoríficos que hubieran representado a la oposición (o usado de su empuje), frente a los productores ovineros o exportadores de lana satisfechos con el roquismo, ya que el desarrollo de tales formas productivas fue posterior.
La segunda también queda invalidada por el hecho de que no sólo el Estado faccioso y el conservador acuerdista fueron instrumentos aptos para que la producción agropecuaria argentina se acomodara a las exigencias y oportunidades de la demanda mundial (de materias primas de diverso tipo), sino que el subsiguiente proceso de democratización institucional encabezado por la UCR también lo fue. Hubo una relativa independencia en torno a las evoluciones históricas de lo productivo económico y de lo político institucional y los cambios de etapa que produjo tal evolución.
Hay un tercer elemento de la evolución histórica que hasta ahora no hemos tenido en cuenta, el desarrollo de una mayor complejidad social, que se manifiesta cuantitativamente en el aumento de la población y cualitativamente de muy diversas maneras, que van desde una mayor articulación de los oficios y papeles sociales, pasando por su consecuencia inmediata, que es una mayor complejidad de la estructura de las clases y los estratos sociales, hasta una más intensa manifestación de los conflictos y tensiones entre los diversos actores, que no se limitan, al ámbito vernáculo, sino que abarcan procesos y protagonistas fuera de nuestras fronteras.
El denominado Unicato, el definido predominio personalista del Presidente de la República como distribuidor de los favores personales que constituían la medula del Estado faccioso, fue la última fase de dicho Estado, asentada bajo la primera presidencia de Julio A. Roca y llevada a su máximo esplendor bajo la de su sucesor, el doctor Juárez Celman. Complejidades del Unicato de Juárez Celman fue el esplendor de lo faccioso.
Juárez Celman surge en la historia argentina como el teórico y el práctico de la entrega del país a los banqueros extranjeros. Durante su gobierno se decidió el predominio del capital extranjero en la economía y en la política argentina. Fue el presidente que sentó la teoría y la práctica de la entrega de los servicios públicos al capital privado.
Antes del desatamiento de la crisis, al Unicato de Juárez Celman no le faltaron críticos, entre ellos, Sarmiento, Alem y Aristóbulo del Valle, denunciando la enajenación del patrimonio nacional, los negociados, la burla de la voluntad popular mediante el fraude y la violencia.
La agitación política cundió contagiosamente, especialmente dentro de la juventud de las capas medias con fuerte repercusión entre los universitarios, pero alcanzando también a la oficialidad joven de las FFAA.
Se lanzó la idea de formar una unión juvenil que demostrara la mayoría opositora entre los miembros jóvenes de los sectores ilustrados de la clase alta, principalmente los universitarios. Esto se concreto en el mitín del Jardín Florida el 1/9/1889.
La constitución política que abarcara también las generaciones mayores era el propósito inmediato de la Unión Cívica. Para eso comenzaron a organizar "clubes" por cada una de las parroquias de la ciudad de Buenos Aires. El domingo 13/4 tuvo lugar el famoso mitín de la Cancha de Pelota, en que quedó constituida la Unión Cívica, con Leandro N. Alem como su presidente. Esta dinámica sumaba una fuerte crisis política a la crisis económica y financiera que volvería insostenible la situación del gobierno, que preanunciaba cambios importantes. El componente mitrista no podía sino frenar y moderar a la Unión Cívica y eventualmente servir de fuente para negociaciones con el gobierno, pero nunca encabezar una nueva identidad política perdurable.
Esta nueva configuración se fue perfilando durante el proceso revolucionario mismo de 1890, pero también continuó realizándose durante los 3 años siguientes, hasta el desencadenamiento del segundo alzamiento armado civil y militar de 1893, ya configurada la Unión Cívica Radical (y existiendo también la denominada "Unión Cívica Nacional" mitrista, una entidad política de tan efímera vida como lo han sido todas las de orientación conservadora en la historia moderna argentina).
Como "radical intransigente" Alem rechazó el acuerdo Mitre-Uriburu y la Unión Cívica se escindió en la UCR y la UC Nacional mitrista.
La popularidad de Leandro N. Alem crecía cada vez más, mientras la agitación civil y militar se renovaba, lo que preanunciaba el desencadenamiento de un nuevo intento revolucionario que, efectivamente, se produjo en 1893 y estuvo mucho más cerca del triunfo que la de 1890.