El Estado y la economía, 1930-1955 (II)
Graciela MArlgesini - Norberto Álvarez

Prólogo
Los años de la primera presidencia peronista
Carnes, divisas bloqueadas y nacionalización de servicios públicos
El Estado empresario: servicios públicos y bienes industriales
El papel del campo y el comercio exterior
El aspecto económico de la política social peronista
Las "espaldas" del crecimiento: la evolución monetaria y financiera
La larga crisis y el segundo período de gobierno


Prólogo

Durante el periodo de la segunda posguerra se produjo un reacomodamiento decisivo en las relaciones de Argentina con los EEUU y el Reino Unido, signado por una intensificación de la competencia de estos dos últimos por proyectar su influencia hegemónica sobre nuestro país.

Por otro lado, desde comienzos de la guerra, los EEUU habían tratado de atrapar a la Argentina dentro de su órbita mediante grandes prestamos y otras facilidades, en principio procurando que este abandonara su política de neutralidad. La insistente negativa había conducido al Departamento de Estado norteamericano a establecer un boicot a la economía argentina que, con distinta intensidad, duró desde 1942 hasta 1949 y se manifestó en la negativa a proveer "materiales críticos" como maquinaria de acero, equipos petrolíferos, repuestos, etc. Esta actitud se complementaba con una presión permanente a Gran Bretaña, cuyo objetivo principal era lograr un embargo general británico a la economía argentina.

Al finalizar el conflicto, la Argentina tenia acumuladas 112,1 millones de libras bloqueadas en Gran Bretaña, que esta no pensaba liberar; por esta causa, nuestro país veía limitada su disponibilidad de divisas para la adquisición de insumos básicos no británicos y para enfrentar los servicios de la deuda internacional.

Un elemento positivo que atenuó momentáneamente este difícil marco de condicionamientos externos fue la recomposición de la demanda mundial de productos alimenticios, en particular en los primeros años de la posguerra.

El ascenso de Perón dentro del gobierno surgido de la revolución de corte nacionalista de junio del '43 le permitió tomar contacto con esta realidad económica y su correlato social, canalizando en su beneficio político las aspiraciones del nuevo sector empresarial y del nuevo proletariado urbano. Ya desde antes de concluir la guerra, Perón había escogido el camino que iría concretándose en los años de la primera presidencia: la expansión de las industrias fundamentalmente livianas a partir del incremento de la sustitución de importaciones, en el marco de una economía nacionalista, desinteresada en términos generales por las exportaciones tradicionales.

La labor del Consejo Nacional de Posguerra tendió a coordinar los principales lineamientos económicos, mientras que desde la Secretaria de Trabajo y Previsión se procuró adosar el movimiento obrero al poder político, convirtiendo a la clase obrera en base de sustentación del gobierno peronista. El sector empresarial integrado en la CGE (Confederación General Económica) y los trbajadores nuecleados en la CGT, conformaron junto con los militarres, los pivotes políticos de Perón


Los años de la primera presidencia peronista

Durante el gobierno peronista surgido de las elecciones de febrero de 1946 se redimensionó y recompuso la actividad intervencionista del Estado, que a sus funciones tradicionales agregó el papel reformador de las estructuras y de empresario en ciertas actividades básicas.

Dos grandes planos de acción: por un lado, Perón y la plana mayor de su equipo; por otro, dependencias descentralizadas que conformaron una periferia subordinada en distintos grados a los centros de poder, encargadas del desarrollo de tareas específicas de la nueva política económico-social.

Figuerola: "Plan Quinquenal del Gobierno, 1947-51": expansión industrial; rescate de la deuda externa pública y privada, y la nacionalización de los servicios públicos; redistribución de la riqueza y un plan general de obras y servicios públicos referidos a sanidad, educación y vivienda; el empleo de parte de las ganancias generadas por los términos de intercambio muy favorables de que gozaba el país; mantenimiento de una política nacionalista frente a los organismos internacionales de la posguerra; movilización de los recursos nacionales, aceleración de la capitalización industrial, fomento de la creación de un importante mercado de consumo interno y máxima utilización de la fluidez dotada al sistema bancario, para independizarse de las fluctuaciones de la balanza de pagos.


Carnes, divisas bloqueadas y nacionalización de servicios públicos

Pese a los intentos de los EEUU por impedir los contratos a largo término que asegurasen la vigencia de las relaciones anglo-argentinas, en septiembre de 1946 se firmó el Tratado Miranda-Eady (Reino Unido). El convenio establecía que los pagos comerciales y financieros entre la Argentina y la zona esterlina continuaría efectuándose en libras que serían libremente disponibles (mientras que las ya acumuladas seguirían bloqueadas). En relación con las carnes, el gobierno británico se comprometía a adquirir el saldo exportable durante 4 años; sobre los FFCC, se expresaba que se formaría una compañía mixta argentino-británica con el fin de explotar las líneas férreas inglesas, asegurando el gobierno un rendimiento anual del 4% como mínimo.

Debido al fracaso del sistema mixto, en febrero de 1947 comenzaron las negociaciones por parte de los ingleses para la venta de los FFCC. Perón creía que sin los FFCC su plan económico podía resultar poco menos que impracticable y se temía, a su vez, la desvalorización de las libras acumuladas en el Reino Unido.

Entonces, el gobierno peronista firmo el Pacto Andrés (febrero 1948) por el cual los FFCC fueron adquiridos con parte de la moneda bloqueada y otra parte a cuenta de las exportaciones argentinas de carne a Gran Bretaña durante 1948 y 1949.

Pero, a pesar de lo convenido, Gran Bretaña se mostró renuente a permitir el libre empleo de los saldos argentinos, lo que -unido al boicot ejercido por los EEUU a la política nacionalista de Perón- determinó una sensible reducción del comercio argentino-norteamericano.


El Estado empresario: servicios públicos y bienes industriales

Durante el gobierno peronista la explotación de los servicios públicos pasó progresivamente a manos del Estado, creándose en cada paso un nuevo ente descentralizado encargado de su dirección.

En lo relativo al papel estatal en la industria, se crearon una serie de unidades, destacándose el conjunto de Fabricaciones Militares y, entre las sociedades de capital mixto, SOMISA e Industrias Químicas ATANOR.


El papel del campo y el comercio exterior

La política del peronismo en el campo estuvo signada por 2 sombras, la de la reforma agraria y la del eventual enfrentamiento con la Sociedad Rural. A pertir del nombramiento de un ministro vinculado con los terratenientes, la primera sombra quedó desvanecida. Respecto de la Rural, los gobierno peronistas fueron realizando continuas concesiones que redujeron considerablemente los roces.

Pudo notarse que las tasas previstas de retribución de las explotaciones agrarias disminuyeron -a raíz de bajos precios reales fijados oficialmente para sus productos y los salarios rurales más elevados- y que se resintió la productividad, a causa de la transformación de las pautas habituales de producción.


El aspecto económico de la política social peronista

La premisa ideológica fundamental del peronismo fue promover la redistribución del ingreso en favor de los sectores más desposeídos; es decir, realizar la justicia social, lo que significaba algo más que aumentos nominales de salarios. Por un lado, la planificación económica incidió favorablemente en el nivel de empleo. Ampliar el universo de consumidores era también una parte central de la política económica, pues así se conseguiría expandir la demanda para la actividad industrial nacional. Los "descamisados" se beneficiaron además con una derivación de flujos de ingreso a través de variados "gastos sociales":

  1. Una abultada legislación laboral con indemnizaciones, salario familiar, escolaridad, etc
  2. Un conjunto de instituciones benéficas como la Fundación Eva Perón
  3. La ampliación del acceso a la vivienda propia, a partir de subsidios del Banco Hipotecario y otros organismos
  4. La elevación general de dotación sanitaria y educativa


Las "espaldas" del crecimiento: la evolución monetaria y financiera

Rígido control de cambios desde 1947; la relación peso-dolar, junto con el control de las importaciones, actuó para anular la competencia extranjera, pero por el tipo de cambio cada vez más sobrevaluado, algunas ramas industriales y también en parte el agro quedaron rezagados, al dificultarse la importación de insumos y bienes de capital.

En 1946 se nacionalizó el Banco Central, que pasó a concentrar la emisión de toda clase de moneda (bancaria y billetes); el sistema bancario oficial quedó completado con los Bancos Industrial (creado en 1944), Nación e Hipotecario; en otro orden, se estableció el Instituto Mixto de Inversiones Inmobiliarias que operaba en el mercado de Valores. Las características de la nueva estructura bancaria, incluyendo la garantía de los depósitos, favoreció notablemente la expansión crediticia y la circulación monetaria, incrementando las tasas inflacionarias.

Ya desde fines de 1948 se comenzó a aplicar algunas medidas para paliar esta trepada, inusitada hasta entonces en la Argentina: se encararon la reducción del déficit fiscal, una notoria restricción en los aumentos salariales y una contracción del crédito al sector privado. Recién en 1953 pudo prescribirse un relativa desaceleración del ritmo inflacionario.


La larga crisis y el segundo período de gobierno

A partir de 1949, y hasta mas allá de 1951, se produjo una crisis financiera que hizo torcer el rumbo de la política económica, basada en buena medida en una situación de corto plazo favorable. Esta estuvo caracterizada por serias dificultades en la balanza de pagos: la gran caída de reservas y la acumulación de pagos atrasados, fundamentalmente con los EEUU.

Dos grandes condicionantes externos accionaron revirtiendo la coyuntura favorable de la posguerra: la tremenda desvalorización de las divisas acumuladas en el exterior a causa de una gran inflación internacional; la acción del Plan Marshall, por el cual el grueso de las adquisiciones alimenticias de los países europeos en reconstrucción estuvo dirigido hacia el mercado estadounidense quedando excluidas las compras a la Argentina.

A su vez, existieron dos agravantes internos. En primer lugar, la evaluación equivocada acerca de la Guerra de Corea, se creyó que se desencadenaría la Tercera Guerra Mundial, que hizo que se emplearan las reservas para comprar mercaderías que supuestamente empezarían a escasear. A esto se sumó una política de estimulo de las exportaciones que dio pocos frutos, debido en parte a las sequías de 1949/50 y 1951/52, que agravaron la regresión de las actividades agropecuarias.

El Plan Económico de 1952 fue enunciado bajo la consigna de "consumir menos y producir más" y, según el gobierno, estaba destinado a conjurar la "crisis de desarrollo" por la que atravesaba el país. La nueva política económica que se comenzó a aplicar en 1953 se fue tornando impopular por su carácter restrictivo y porque llevaba implícito el abandono de los postulados nacionalistas intransigentes que habían caracterizado al peronismo un lustro atrás.

Como resultado de una década en el poder, el peronismo había transformado la fisonomía económica del país. A costa de errores, imprevisiones y fracasos múltiples se logró principalmente diversificar la producción nacional; ampliar considerablemente el capital básico del país; eliminar ciertos factores de vulnerabilidad relativos a la ausencia de un desarrollo interno importante, característico de la Argentina de preguerra; reducir la gravitación global del capital extranjero en las actividades industriales y de servicios y, sobre todo, distribuir mas ampliamente la renta nacional. Este último hecho quedó gravado por décadas en la memoria colectiva argentina.

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