"Hemos
inaugurado la segunda centuria entre los deslumbramientos y esplendores
del pueblo de Mayo; pero
no habremos cumplido con los deberes del presente, ni con las generaciones a venir, sin
trabajar una democracia fuerte por sus organismos permanentes, amplía
por la totalidad de los esfuerzos,
y libre por la emancipación de las ideas que vienen rompiendo el molde de los personalismos. . . "
Así se
expresaba Roque Sáenz Peña al asumir la presidencia de la Nación y tales
fueron los propósitos políticos que lo guiaron en el ejercicio del poder.
Había nacido en Buenos Aires el 19 de Marzo de 1851, hijo
del doctor Luis Sáenz Peña y de doña Cipriana Lahitte. Poco tiempo
después, la ciudad se conmovía ante el pronunciamiento de Urquiza. Sus
abuelos, Roque Sáenz Peña y Eduardo Lahitte, ambos diputados de la legislatura porteña,
suscribieron una declaración de adhesión a Rosas.
Después de Caseros, la tradición federal de los abuelos y del padre, que
no cambiaron sus convicciones, los mantuvo alejados de la función
pública.
En 1870 Roque se
matriculó en la Facultad de Derecho. Desde su infancia seguía con inquieta
curiosidad los acontecimientos políticos y siendo estudiante se enroló en
el partido Autonomista. Cuando cursaba el último año de la Universidad
estalló la revolución mitrista de 1874
destinada a impedir que el presidente Avellaneda asumiera el mando. Roque
se alistó en el Regimiento Número 2, al mando de Luis María Campos.
Vencida la revolución le acordaron los despachos ce segundo comandante de
Guardias Nacionales pero pidió relevo de las filas.
En 1875 se
recibió de abogado después de presentar su tesis sobre Condición jurídica del expósito.
Sin embargo, no lo entusiasmaba el ejercicio de su profesión, sino la
actividad política. En 1876 fue elegido diputado a la legislatura de
Buenos Aires en representación del partido Autonomista Nacional. Se
destacó en la Cámara y a pesar de su juventud lo designaron presidente de
ésta. En 1878, movido
por las disidencias partidarias, fruto de la política de conciliación iniciada por
Avellaneda a la que se oponía, renunció a su cargo y terminó por abandonar
transitoriamente la política.
Poco tiempo después se ausentó
de Buenos Aires. Era el año 1879 y
acababa de estallar la guerra de Chile contra Perú y Bolivia. Sáenz Peña
tomó el partido de estas últimas. En la batalla de Tarapacá, muerto el
jefe de batallón, Roque quedó a su mando y consiguió hacer retroceder a
las fuerzas chilenas. Poco después la guarnición de Arica era sitiada por los chilenos.
Comandaba la defensa de la plaza el coronel Bolognesi, y Roque se
encontraba entre los defensores, que apenas eran 1.200 contra los atacantes, que
disponían de 6.000 hombres. Los chilenos ofrecieron una capitulación
honrosa, pero Bolognesi
rechazó la oferta. Fueron
derrotados. Roque cayó prisionero y fue llevado a Chile donde Se le formó consejo de guerra.
Gracias a las gestiones
del gobierno, argentino, después de tres meses de cautiverio,
recobró la libertad. Regresó a Buenos Aires cuando Roca ejercía
la presidencia. Su
ministro de Relaciones
Exteriores, Bernardo de
Irigoyen, lo nombró Subsecretario pero renunció al poco tiempo para
ausentar a Europa. Allí
permaneció dos años.
De regreso en Buenos Aires adhirió a la
candidatura de Miguel Juárez Celman. En 1887, Juárez
Celman, ya presidente, lo nombró ministro plenipotenciario en el
Uruguay. Junto con Manuel Quintana representó a la Argentina en el
Congreso Panamericano de Washington, en el que defendió el principio de
inviolabilidad de los Estados y combatió el proyecto sostenido por la
delegación estadounidense de crear una unión aduanera
continental.
Años más tarde, refiriéndose a esa primera
Conferencia panamericana de 1889, dijo
Sáenz Peña: "La audacia dominadora
de James Blaine ... quiso hacer
a América un mercado y de
las soberanías un tributo. El
pensamiento, económico en su forma, era político en su fondo", la
víspera de su caída, Juárez Celman lo nombró Ministro de Relaciones Exteriores.
Producida la Revolución del Parque, en medio la tremenda crisis política y económica
que sacudió al país, se abrió paso la candidatura de Roque Sáenz Peña. Su
personalidad era recibida calurosamente sobre todo por la juventud y en la
provincia de Buenos Aires. Para destruir la candidatura de Roque, Mitre aliado
de Roca, levantó la de su propio padre: don Luis Sáenz
Peña. Roque, antes de aparecer como antagonista de su padre,
prefirió declinar su candidatura. Las elecciones de 1892 consagraron a Luis Sáenz
Peña, cuyo gobierno designó a Roque jefe del regimiento de
Guardias Nacionales. En Junio de ese año se incorporó a la Cámara de
Senadores de la provincia de Buenos Aires, pero poco después resignó ambos
cargos para retirarse de la vida pública. Se radicó en Entre Ríos y en 1895 regresó
a Buenos Aires donde abrió un bufete en sociedad con sus amigos Federico
Pinedo y el gringo Pellegrini.
En ocasión de la guerra que Cuba sostuvo contra España por su
independencia y cuando los Estados Unidos aparecían abiertamente
dispuestos a intervenir, en una conferencia pública Roque Sáenz Peña
fundamentó jurídicamente su posición favorable al principio de no
intervención. En 1905, en
reconocimiento a su valiente actuación durante la guerra del Pacífico, fue
invitado oficialmente por el Perú para inaugurar el monumento a Bolognesi.
Pronunció varios discursos y en uno de ellos dijo refiriéndose al
socialismo: "... es un pleito que
la sociedad moderna debe apresurarse a transar, aceptando lo que tiene de
justo".
En 1906 el gobierno de Figueroa
Alcorta lo envió como enviado extraordinario a los actos a
celebrarse con motivo de la boda del rey de España, Alfonso XIII. De
regreso en Buenos Aires, en 1907, fue
designado para actuar al frente de nuestras legaciones diplomáticas en
Italia y Suiza. Apenas llegado a Roma recibió instrucciones para
representar a nuestro país, junto con Luis María Drago, en la Segunda
Conferencia Internacional de la Paz, celebrada en La Haya, donde ambos se
declararon partidarios de la creación de la comisión de arbitraje. Su
misión diplomática en Italia y Suiza se prolongó desde Abril de 1907 a
Septiembre de 1910. En
Italia recibió la noticia de su proclamación como candidato a la
presidencia de la República.
La fórmula
de Roque Sáenz Peña reunió tres aspectos
centrales:
-
El
voto obligatorio, un instrumento para nacionalizar a los hijos de
los inmigrantes.
-
El
voto secreto, medio para garantizar la libertad del
elector.
-
Utilización
del padrón militar, para
asegurar la corrección de las listas de electores.
Entre los opositores al gobierno
se encontraban los beneficiarios del viejo régimen, que temían perder sus
posiciones de poder con las nuevas reglas. Muchos congresales de los
grupos conservadores, sin oponerse públicamente, se dedicaron a
obstruir al gobierno en forma encubierta. La reforma se aprobó el 10
de Febrero de 1912 por 10
votos contra 8 a través de la Ley Nº 8871 y se conoció como la Ley Sáenz
Peña. El nuevo método democrático incluía el voto universal (sólo
masculino y adulto), secreto y obligatorio.
Murió siendo presidente
el 9 de agosto de 1914. Al día siguiente Carlos lbarguren escribió en La Nación: " ... Interpretó, en su momento, un ideal
colectivo y una exigencia
social; abrió, como él mismo lo
dijera, las compuertas que
comprimían la voluntad popular
para que una democracia
orgánica pudiera labrar la felicidad de los argentinos".
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