El tema referente al poder, la posición y conducta del Partido Radical en la Argentina preperonista es uno de los más discutidos, pero rara vez ha sido estudiado. Los polemistas de dicho partido han proclamado que la Unión Cívica Radical es un instrumento eficaz de la democracia y la reforma social. Los opositores, por lo general izquierdistas y aristócratas, han alegado que el partido era ineficaz, fraudulento consagrado burdamente a su propio beneficio.
Hechos fundamentales del radicalismo
1890: La Unión Cívica irrumpió contra la oligarquía dominante en el famoso Noventa. La revuelta terminó en un acuerdo, cuando Bartolomé Mitre aceptó cooperar con el gobierno; pero dos años más tarde, la fracción disidente del movimiento dio origen a la Unión Cívica "Radical". Conducidos primero por Leandro N. Alem y luego por Hipólito Yrigoyen, los radicales boicotearon todas las elecciones en señal de protesta por los procedimientos fraudulentos, y llevaron a cabo dos frustrados intentos de revolución.
1912: Después de que el presidente Roque Sáenz Peña promulgara la Ley del Sufragio Universal en 1912, los radicales abandonaron su política de abstención y triunfaron en las urnas.
1916: Yrigoyen fue elegido presidente de la república.
1922: Ganó las elecciones Marcelo Torcuato de Alvear, también radical.
1928: Yrigoyen triunfó nuevamente.
Al promediar la década del 20 se produjo una escisión entre el gobierno de Alvear y el ala yrigoyenista del partido, originándose dos fracciones conocidas como radicales "antipersonalistas" y "personalistas" respectivamente, debido a que el grupo de Alvear supuestamente se negaba a someterse a las exigencias del caudillo.
1930: Un golpe militar interrumpió bruscamente el predominio radical, y el partido no tardó en volver a su política de abstención electoral contra el fraude. A partir de esa fecha, los radicales se eclipsaron temporariamente.
Economía en manos de sector Rural
La evolución económica del país durante esta época se caracterizó principalmente por el desarrollo de la exportación y la importación. En términos de producción, esto significaba que la mayor parte de la actividad económica argentina estaba en manos de los sectores "rurales", en particular la agricultura y la ganadería, amplios proveedores de la exportación: la producción agrícola y ganadera aventajó, hasta el período 1945-1949, a la producción manufacturera.
Quizás la interpretación más importante de la conducta política de la Argentina a comienzos del siglo XX sea la Tesis de la "Clase Media", de John Johnson, que centra su atención en el surgimiento de los "sectores medios" del país, en particular de los grupos urbanos, cuyo poder económico se basaba en la industrialización progresiva. Según Johnson, esos sectores desafiaron a la oligarquía terrateniente y trataron de reorganizar las estructuras social y económica, adoptándolas a su "moderna" perspectiva, encabezando un ataque general contra el régimen establecido.
La tesis de la clase media ha sido examinada recientemente por Ezequiel Gallo y Silvia Sigal; dicho trabajo está fundado en un análisis de estadísticas electorales y datos biográficos de líderes radicales, y asegura que el Partido Radical estaba formado principalmente por miembros de tres grupos sociales que habían sufrido diversos tipos de frustración durante el boom económico que hubo en el país a fines del s.XIX.
En vez de conectar a los radicales con la industrialización paulatina, como lo hace Johnson, Gallo y Sigal subrayan la conexión existente entre el Partido Radical y el próspero sector importador-exportador de la economía nacional. Sin embargo ambas interpretaciones concuerdan en que el Partido Radical se apoyaba en los diversos sectores medios urbanos y que estos grupos constituían la base electoral que haría triunfar al partido en las elecciones.
Pero ambos análisis difieren en los siguiente: Johnson considera a los radicales de clase media como un grupo urbano opuesto por principio a la actividad económica exportadora e importadora y a los oligarcas que la realizaban; mientras que Gallo y Sigal ven al a mayoría de los radicales como participantes de la economía de exportación e importación, interesados en su desarrollo y probablemente inclinados a defender su hegemonía.
Entre 1900 y 1942, la exportación de carne equivalía aproximadamente a la mitad del comercio exterior del país, por lo tanto las actitudes hacia la industria ganadera pueden ser tomadas como índice bastante fidedigno de las actitudes más generales sobre el desarrollo económico y la importancia relativa de los sectores industriales y agrícola-ganadero.
Los conflictos concernientes a la industria argentina de la carne influían de manera directa en los intereses de cuatro grupos principales, cuyos diferentes grados de poderío económico pueden ser clasificados con bastante precisión:
Si bien se concuerda en general en que los crecientes sectores medios constituían la porción mayoritaria del partido, no existe consenso respecto del problema referente a la dirección de éste. Johnson sostiene que los radicales más importantes provenían, como sus seguidores, sobre todo de la clase media urbana. Gallo y Sigal, por su parte, concluyen que algunos de los puestos principales fueron ocupados por miembros de la aristocracia tradicional.
Si la mayor parte de los principales dirigentes radicales provenían de la clase media urbana, se puede suponer con razón que formaban un grupo más o menos homogéneo, separado de la oligarquía, y que probablemente podían atacar la estructura social existente. Pero si los miembros de la aristocracia terrateniente ocupaban un lugar destacado entre los conductores del radicalismo, cabe suponer que los elementos de clase media del partido habían concertado alguna especie de alianza con los oligarcas del país y aspiraban a asociarse con la clase alta más que derrocarla. |
La representación de la Sociedad Rural en los ministerios es particularmente importante debido a la índole de la institución. La mayoría de sus miembros eran hombres que provenían de la tradicionalmente rica provincia de Bs. As. Como cualquier otra institución privada, la Sociedad Rural estaba a favor de la aristocracia tradicional.
En general, la Sociedad Rural poseía un poder político enorme. Cinco de los nueve presidentes que gobernaron al país desde 1910 hasta 1943 pertenecieron a ella; o sea, más de la mitad de los jefes del Ejecutivo provenían directamente de la aristocracia ganadera.
¿Incorporaron Yrigoyen y Alvear a miembros de la Sociedad Rural en sus gabinetes? ¿O fue ésta, de algún modo, atacada por los radicales?
Ambos presidentes radicales designaron a muchos miembros de la Sociedad Rural en cargos importantes del gabinete, tal como lo hicieron los conservadores antes y después. Esto sugiere con fuerza que los radicales se hallaban íntimamente de acuerdo con la Sociedad Rural, como lo estaban los grupos conservadores. Pero a partir de 1928, el segundo gabinete de Yrigoyen fue reclutado casi por entero en los sectores medios urbanos; sólo uno de los ocho ministros pertenecía a la Sociedad Rural. Aunque la prueba es sucinta, sugiere que los radicales "personalistas" tendían a apoyarse en el ala urbana del partido, mientras que los "antipersonalistas" recibían amplio apoyo de sus partidos del sector rural.
La posición antiobrera adoptada por el gobierno radical durante la huelga de los frigoríficos ofrece un precedente significativo de su conducta en la infame "Semana Trágica" de febrero de 1919, cuando los trabajadores y la policía sostuvieron sangrientas batallas en las calles de Buenos Aires. Se ha sugerido que esta horrible experiencia apagó el ardor de Yrigoyen a favor de los obreros: como representante de la clase medio, no tomó partido por los trabajadores, sino por los reyes de la carne y los capitalistas extranjeros.
Durante la 1ra. Guerra Mundial, la fuerte demanda europea de carne argentina había llevado a los ganaderos a aumentar su hacienda. Pero el volumen de comercio externo disminuyó en forma aguda después de la primera guerra, y luego, hacia 1923, retomó al pico alcanzado en el período bélico. Pero la oferta era en ese momento mayor que la demanda creciente; como resultado, se produjo en 1922 y 1923 un rápido descenso del valor del ganado.
La 1ra. Guerra había fomentado muchísimo la industria manufacturera local. Con esta industrialización incipiente, el gobierno argentino, controlado por los radicales, enfrentaba una importante decisión política: o fomentar el desarrollo industrial, o relativizar la antigua actividad exportadora-importadora. Los radicales, tanto en el plano de la retórica como en el de los hechos, acudieron al auxilio de los estancieros.
Debido a la creciente demanda de carne enfriada, la caída de los precios del ganado repercutió de diversas formas:
Guido, abogado radical de la provincia de Buenos Aires, en nombre de la independencia y dignidad de la Argentina, reunía las fuerzas de clase media en defensa de los hacendados del país, así pues, los radicales tanto en el plano de la retórica como el de los hechos, acudieron en auxilio de los estancieros. En febrero de 1922, se informó que el gobierno no consideraba que la crisis fuera consecuencia de un trust frigorífico, sino de la oferta y la demanda. Si la actitud de Yrigoyen era pasiva, también, también era ambivalente.
El gobierno de Alvear tomó una determinación decisiva. Le Bretón fue designado ministro de agricultura, y pronto comenzó a afrontar el problema. En febrero de 1923 el presidente envió 2 proyectos: uno era una medida general que establecía la inspección por parte del gobierno del Estado de cuentas de los frigoríficos, y permitía al ministerio clausurar cualquier frigorífico; el segundo proyecto era crear un frigorífico nacional para reducir las exageradas ganancias mediante una competencia intensa.
Decir que el gobierno de Alvear estaba más comprometido con los intereses estancieros que el de Irigoyen parece ser una peligrosa suposición. Deben sugerirse otras explicaciones:
1923, 4 leyes:
Casi todas las leyes tropezaron con problemas, pero ninguna tanto como la de los precios mínimos. Los frigoríficos dijeron que era anticonstitucional, y respondieron de forma decidida y precisa: suspendieron toda compra de ganado de exportación. El comercio de carne se interrumpió de repente. El problema no tardó en llegar a un punto crítico. El 7 de noviembre, 3 semanas después de firmar el decreto que fijaba los precios, Alvear suspendió la aplicación de la ley por un período de 6 meses. Los defensores de la ley se sentían furiosos, pero eran impotentes, pero todas las recriminaciones fueron inútiles. Los frigoríficos habían triunfado.
"Comprar a quien nos compra"
Al promediar la década del 20 los valores en el mercado argentino de la hacienda habían mejorado pero el volumen de los envíos al exterior había decrecido. Esto generó miedo a perder el mercado de exportación más grande, Gran Bretaña. Esto llevó a reorientar la vieja política con respecto al comercio internacional. En 1926 Duhau (nuevo presidente de la Rural) lanzó la propuesta "comprar a quien nos compra".
Había un rasgo nacionalista en esta idea. Sin embargo, en la práctica, el lema significaba que Argentina debía ligar su economía a la de Gran Bretaña. Pese a su culto antiimperialista, esta política tendía deliberadamente a hacer de la Argentina una especie de colonia económica de Inglaterra. En términos de mayor alcance esta medida favorece a los criadores y a los invernadores, pero más a los invernadores. Debe recordarse que Inglaterra era el principal comprador de carne enfriada de novillos especialmente engordados en campos de invernada. Mientras que la carne congelada era enviada al resto de Europa.
Indirectamente el nuevo sistema tendía a promover sólo carnes enfriadas. El lema también era promovido por los frigoríficos ya que la carne enfriada era su mayor negocio.
Luego de que haya subido nuevamente Irigoyen el poder ejecutivo adoptó diversas medidas prácticas para llevar a cabo esa política. En 1929 se firma el Pacto D´Abernon, por el cual la Argentina obtendría equipos para los ferrocarriles estatales, mientras que los inglese utilizarían su crédito para adquirir cereales y probablemente carne. Aunque el acuerdo nunca fue puesto en práctica, y no obstante la índole predominantemente urbana, la Sociedad Rural continuó influyendo en la política del gobierno.
Los dirigentes radicales, reclutados entre los sectores de las clases altas y media, identificaron sus intereses con los de la aristocracia ganadera. En esa época no plantearon ninguna oposición de clase media urbana a los orgullosos reyes de la carne. No promovieron en medida significativa los intereses de los consumidores en oposición a los de los productores. No denunciaron que esa sobredependencia de la exportación, o la crisis de los precios, corroboraban la necesidad del país de industrializarse. No aplastaron la industria ganadera cuando esta decayó, sino que saltaron en su defensa. En resumen, los radicales no inauguraron de ningún modo una era de conflicto urbano-rural.