Relato de un desenterrado

Son los amores de los hombres,
los que llevan al poeta
a lo más alto del cielo azul
y lo crucifican sobre praderas muertas.

Las aguas que agitan mi alma
ahogan a mi mente lentamente,
como la rosa que desea ser cortada
para que la admiren en los salones de plata,
como la mirada de un pobre niño
que juega con los ratones de su miseria.

Las palabras acaban siempre en ti...
debe ser que la aurora no te puede enfrentar,
ni las flores me pueden convencer
de su belleza y sus aromas dulces
mientras tu estés acariciándome
desde lo alto de mis sueños.

Esto es una conspiración en mi contra,
estoy solo y desprotegido ante mi
sin poder ver el reflejo de la luna
en tus ojos mientras duermes
ni poder sentir tu piel
en mi mientras respiro...

Que corra la pluma
por los senderos de la poesía,
que rescate al hombre que una vez hubo,
antes de congelarse en el fuego
de la pasión blanca,
y lo vuelva al mundo de los vivos.

Ya es inútil,
la soga ya se cortó del muelle
dejándome a la deriva en el mar...;
ahora debo remar con mis manos
por las tormentas de las sentimientos
para finalmente,
naufragar en ti.




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