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TRADICIÓN DE OJOS SALTONES


La Animación Japonesa causa furor. DragonBall, Sailor Moon, y los Caballeros del Zodíaco son los favoritos. Pero no son tan nuevos como parece. Desde hace dos décadas, estos monitos saltan de la pantalla de la tele a las cabezas del público nacional, ya sea encarnado en una rolliza niñita de los Alpes o en un gigantesco robot llamado Mazinger.


Ahora que lo oriental está de moda, ver los últimos engendros de la cada día más millonaria industria de la animación japonesa, es casi una obligación. Pero no se trata de una fenómeno totalmente nuevo. Hace unos años atras, aunque quizás con menos bulla, fueron muchos quienes crecieron al alero de los que se solía llamar entonces "monitos japoneses".

Los había de todo tipo. Primaban los dulces y tiernos como Heidi o Marco que hicieron tomar contacto a las niñas y adolescentes con los primeros culebrones. Pero también hubo otros que hicieron fruncir el ceño a padres, profesores y especialistas, porque dejaban entrever la latente ferocidad de la ciencia ficción nipona, llena de robots y mutantes, desde el más inocente como Astro Boy (Jet Marte) hasta el más agresivo Mazinger Z.

Detrás de estos personajes, se encuentra la historia de una de las industrias más poderosas de Oriente, la de los dibujos Animados made in Japan. Por esas ironías del vida, el mismo país que sufrió la colonización de Estados Unidos, después de la Segunda Guerra Mundial, tuvo una capacidad única para recuperarse e iniciar su reconstrucción. No sólo salió adelante hasta convertirse en una potencia, sino que tuvo la capacidad de tomar aquello que le impusieron y devolver la mano. Al punto de convertirse en el mayor deudor del mismo pais que lo doblegó.

De Japón vía los Alpes a los Andes

La última revancha tiene lugar en el terreno de la cultura popular. Después de recibir durante años el bombardeo de los personajes creados por Walt Disney, Japón contratacó con su propia versión de esa industria para convertirse en toda una potencia mundial. El fenómeno de la animé o animación japonesa ha logrado niveles de fenómeno mundial y en todo Occidente las revistas, las pantallas de televisión y el mercado del video se ven invadidos por una legión de personajes que existen en el papel o en la imagen electrónica, pero que tiene a millones de fanáticos pendientes de sus aventuras.

Nadie hacía pensar tamaña invasión cuando, hace más de veinte años, a mediados de los '70, se inició una de las primeras incursiones japonesas, vía los Alpes. Realizada en 1974, Heidi (Alpes No Shojo Heidi) era una serie de dibujos animados de 52 episodios que recuperaban una clásico europeo de la literatura juvenil. Contaba la historia de una huerfanita que era criada por su hosco abuelo en los Alpes, en medio de la naturaleza, junto a su amigo Pedro, su perro San Bernardo Niebla, un pajarito llamado Pichí y un montón de cabritas que respondían a nombres tan conmovedores como Blanquita y Copo de Nieve. Las aventuras de esta niña de cachetes colorados eran de lo más bucólicas, hasta que un día, una tía la envía a Frankfurt para que sirva de compañía a Clarita, una niña lisiada de la ciudad. Ahí la cosa se pone de frentón melodramática, en especial a causa de los hostigamientos constantes de la pesada institutriz, la señorita Rottenmayer.

Heidi fué un clásico instantáneo. Su horario en Chile, justo antes del noticiero central, era en esa época, privilegio de las grandes entetrenciones familiares (como la Pantera Rosa y El Chavo), mucho antes que las teleseries nacionales llegaran para quedarse.

Era un tiempo en que sólo había dos canales que se veían más allá de Santiago, y ni se soñaba con el cable, por lo que ciertos programas eran casi una obligación, y terminaban siendo conversación para todo el mundo. Y parte del inconsciente colectivo también.

La serie fué creada por Hayao Miyazaky, uno de los grandes de la animación japonesa (hoy reconocido por los fanáticos, por Porco Rosso) y dió origen a la rápida aceptación de un modelo. Ese mismo se repetiría después en otras tan famosas como Marco (De los Apeninos a los Andes) o Remi (El niño de nadie), también sacadas de clásicos de la literatura juvenil europea; o la sin igual Candy Candy, primera teleserie para niñas, con las aventuras de una huérfana (para variar) que va enfrentándose a los golpes de la vida, como la muerte de su amado Anthony- tras caerse del caballo- y la pérdida de su querido Terry, cuando éste decide casarse con otra por lástima.

Candy Candy fué creada por la dupla formada por Yumiko Igarashi y Kyoko Mizuki, pertenecientes a la exitosa corriente japonesa de las historietas para niñas. Como casi la totalidad de los dibujos animados japoneses, su origen está en un popular comic.

De hecho, el origen de esta bullante industria se encuentra en el manga, o comic japonés, y en un hombre en especial: Osamu Tezuka, el Walt Disney de Japón.

El Señor de los Monos

Nacido en Osaka en 1928, Osamu Tezuka es uno de los más prolíficos realizadores de comics de su país y ha incursionado en diversos género. Durante veinte años, forjó una carrera que lo transformó en un auténtico puntal de la historieta nipona, y es celebrado por sus pares como el Manga No Kamisama (el dios vivo de los comics).

Reproduciendo las técnicas de animación de la compañía Hanna- Barbera (creadores de Los Picapiedra, entre muchos otros), Tezuka fundó en 1961 la Mushi Productions, una empresa destinada a hacer dibujos animados sobre la base de sus propias vidas. Al año siguiente dió vida al primer "mono" televisivo japonés Testsuo Atom (conocido como Astro Boy), que a su vez dió vida a una vertiente repetida hasta el cansancio en ese país, la de los robots.

Osamu Tezuka se inspiró en los filmes de Walt Disney para hacer sus comics, por lo que no demoró en querer secundar a su maestro en la industria de la animación. Así llegaron a la televisión otros personajes claves como la ambigua Pincesa Caballero (Ribon No Kishi) y Kimba, El León Blanco (Jungle Tatei). Gracias al éxito de series como esas, Tezuka creó un imperio que se extendió por todo el mundo.

Son muchos los personajes que han salido del comic que fueron trasladados a la pantalla y que lograron traspasar las fronteras. La mayoría sigue en gran parte el legado de Tezuka, lo que incluye además de esos característicos ojos grandes y redondos , la mezcla de acción cinematográfica con mucho movimiento con un dibujo de trazo simple y directo.

Luego del desembarco de los primeros personajes , los más inocentones, del tipo Heidi, se desplegó la potencia de los más aguerridos, que siguiendo la línea de los robots gigantes y los mostruos, que también tienen una rama de actores disfrazados, que van del legendario Ultraman hasta los recientes Power Rangers.

Uno de los más grandes ejemplos precursores de este fenómeno fué Mazinger Z. Creado por el artista de comics Go Nai primero como personajes de historietas, esta enorme maquinaria manejada por el joven Koji pasó al cine con algunos largometrajes, hasta que fué convertido en en serie de televisión por la compaía Toe. El gigantesco Mazinger emergía de las aguas del Instituo de Investigaciones FotoAtómicas del Dr. Yumi para enfrentar a los malvados invasores del espacio comandados por el Barón Ashler. No faltaban tampoco los horribles robots malignos, los arranques de violencia, los personajes exóticos (el barón era hermafrodita), y hasta una robota - Afrodita A- que lanzaba sus pechos como misiles.

Desde Mazinger Z, los monos japoneses suelen ser blancos de críticas por sus excesos, aunque no han perdido el favoritismo de los pequeños y de los que no lo son tanto. Sus exacerbaciones tecnológicas, su despliegue visual, las espectaculares peleas interminables y sus pequeñas infiltraciones de líbido, conforman un cóctel muy atravctivo hasta hoy.

Los tiempos han cambiado. Ahora es el turmo de los Caballeros del Zodíaco, de las Sailor Moon y del insuperable DragonBall , DragonBall Z y sus secuelas, de Toriyama. Pero los monos japoneses siguen ahí. Para el disfrute de los adictos a los rayos catódicos, a los cada día más numerosos seguidores de la animación oriental y para seguir fortaleciendo el poderoso imperio del Sol Naciente.

Aunque sus emperadores sean chicos, de ojos saltones, chascones... y de mentira


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Animé en la TV Mexicana: Trata sobre lo que ha sido el ingreso del animé en la televisión mexicana. Se parece mucho a como se ha presentado en nustro país, Chile. Por lo demás hay una cantidad de series que no he nombrado, pero que han pasado por nuestras pantallas, tal como en México.

Animé en las TV Mexicana: Otra web que trata sobre algunas series que han dado en el país del norte. Vulevo a repetir que son muy similares a las que han presentado en Chile. Hay información sobre muchas series como Ranma 1/2, Mikami, la Cazafantasmas, Slam Dunk, Zenki, etc.

 

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