Historia del AIKIDO


Hace mucho tiempo, en un lugar muy, muy lejano... existía una pequeña masa no más grande que una nuez, que pesaba millones de toneladas; de repente una vibración hizo que esta materia explotara, dando origen a todos los elementos del universo. Así, el origen del Aikido se remonta a los orígenes del Universo.

Japón, siglo XIX, época donde empiezan a desaparecer los samuráis, una antigua casta guerrera que llevaba dominando al país por dos siglos.

Hacia la segunda mitad de ese siglo, se dieron toda una serie de circunstancias que despertaron al Japón de su eterno conservacionismo y feudalismo tradicionalista. La situación política de ese país entra en ebullición; el príncipe Mutsuhito, descendiente número 122 de la dinastía imperial, decide recuperar el poder que desde hacía siglos habían acumulado los señores feudales y su representante, el "Shogun", quién era el que realmente controlaba al país, ya que el poder del emperador, era desde el siglo XII, solo ornamental (con motivos representativos o religiosos). La tarea de Mutsuhito no iba a ser fácil, pues el Shogun contaba con el apoyo de los samuráis, quienes le juraron lealtad hasta la muerte, debido al código del Bushido.

Pero el príncipe Mutsuhito contaba con dos ventajas: primero era despreciado y subestimado por los samuráis, ya que lo creían un jovenzuelo manejable y pusilánime, cuando en realidad era muy ambicioso y astuto; y segundo tenia una mente progresista y aperturista, que lo llevaba a interesarse por la tecnología y avances de occidente, los cuales eran totalmente desconocidas para el Japón de su tiempo.

Lo que hizo fue formar un ejército en secreto, dotado de lo último en armas de la época en occidente y entrenado a la forma guerrera moderna; para esto, mando a un grupo de embajadores y oficiales a Francia y Alemania. Éste ejército enroló a campesinos, que para los samuráis eran inferiores e incapaces de tomar un arma y sin el honor de morir en la batalla.

En 1867, el príncipe ataca las tropas del Shogun pertenecientes a la familia Tokugawa. El ejército de Mutsuhito vence de manera casi ridícula a los samuráis, ya que contaba con la tecnología bélica de occidente (fusiles, pistolas, cañones, etc. ) y los samuráis a caballo y espada no consiguieron siquiera acercarse a las tropas enemigas. Pero una ciudad resiste y proclama su fidelidad al Daymio (nobles) y al Shogun Tokugawa, esta ciudad fue Aizu, situada a trescientos kilómetros al norte de Tokio, en la prefectura de Fukushima.

Mutsuhito, cansado de sangre, envió repetidos tratados de paz para poder gobernarlos, pero estos no aceptaron a pesar de que Mutsuhito les decía que morir por el Shogun seria una causa perdida, pues éste, como dictador, había demostrado ser inútil y corrupto. Pero los samuráis de dicha región, obligados por el código Bushido, no entendieron razones.

Entonces se prepararon para el combate; escogieron sus mejores armaduras, se perfumaron el pelo, compusieron un pequeño poema-testamento, que llevan consigo en la batalla, fijan el símbolo de su familia en el peto de su armadura para hacerle honor durante la batalla y hasta el momento de su muerte (como se hacía a la vieja usanza). Así, se encontraban en la colina Mutsuri y esperando a las tropas de Mutsuhito. Estas tardan en llegar y mientras, se entretienen bebiendo sake y bromeando de como iban a derrotar al ejército de campesinos errantes y aterrorizados, que van sin orden ni valor.

Pero cuando llegan, los samuráis indignados, exclamaron que la tropa enemiga no venía a caballo, ni llevaban un sable en la cintura y vestían como gaijin (diablo extranjero), además, como nunca habían visto armas de fuego, se burlaron de lo ridículos que se veían los rifles. Entonces un samurai dió unos pasos al frente esperando comenzar la lucha cuerpo a cuerpo; una bala fue disparada y el cráneo del samurai se deshizo. Así comenzó la cruel batalla; era de esperarse, los samuráis no pasaron ni la primer fila del ejército enemigo y los matan a todos. Avanzan las tropas de Mutsuhito a Aizu, donde ya se organizaba la defensa. Las mujeres cogieron su naguinata (lanza) y caballos para lanzarse al ataque, al igual que los niños; todos fueron aniquilados y barridos a cañonazos. Sólo sobreviven unos cuantos jóvenes y se hacen el seppuku (suicidio) para morir con honor.

Derrotado este pueblo, se proclama la victoria de Mutsuhito y la caída del Shogun.

Mientras esto pasa, un joven de 17 años, llora sobre la tumba de su familia y de sus amigos que fueron exterminados en Aizu. Se trata de Takeda Sokaku Minamoto Masayoshi, quien durante la guerra se encontraba en Tokio aprendiendo Ju-Jitsu. Era un estudiante de la escuela Daito Ryu Aiki Jitsu, de la familia Genji. Por ser el último representante de esta escuela y experto en este arte, no puede hacerse el seppuku (suicidio), que debió haber hecho por no morir con los suyos. Así que por respeto a su maestro tiene que buscar a un digno sucesor y vengar la muerte de su familia y amigos, matando a los oficiales responsables de la matanza de Aizu. Para ello intensifica su entrenamiento hasta convertirse en una terrible máquina de matar.

La nueva era Meiji no era propia de un samurai, ya que el emperador había prohibido el porte de armas por la calle. Pero Takeda Sokaku era muy hábil y se las arregla para seguir siendo un samurai sin exponerse a ser detenido. Despreciando la vestimenta a la moda europea, su ropa consistía en un keikogui (traje de entrenamiento) decorado con las insignias de su familia. Bajo ese holgado traje llevaba un camuflajeado arsenal, que consistía en un tanto (puñal) en la cintura y otro en la pantorrilla, un abanico hecho de filosas láminas cortantes y puntas aceradas, y un bastón metálico con un extremo afilado y el otro con un pesado pomo de plata. Esto causó polémica en su tiempo provocando a veces problemas.

Se dice que en una ocasión, el maestro Takeda caminaba por un sendero y encontró a un grupo de obreros que trabajaban en una vía, estos al verlo, lo interceptaron por su vestimenta tradicional que obviamente no estaba a la moda. En aquél tiempo los obreros eran antiguos delincuentes o mafiosos sin clan, por lo cual la agresividad de estos era evidente y reaccionaban violentamente a cualquier provocación. Sin embargo ésta razón no le importó al Takeda Sokaku que defendió su honor y se enfrentó contra todos los obreros, que eran alrededor de 50; entonces todos saltaron contra él, armados de ganchos fijados a largos palos, barras de hierro y puntas de yari. El primer salto ,le sirvió para matar con su sable a varios maleantes, y cuando perdió su espada en el combate se armó de los utencilios de los obreros y continuó hiriendo y matando a sus enemigos; al final Takeda venció.

Con la apariencia de un apacible ciudadano, comienza a ejecutar a cada uno de los principales oficiales de la batalla de Aizu. Su manera de actuar era simple y anónima. Seguía a un oficial hasta conocer sus hábitos y costumbres diarios y de repente, en algún camino solitario los mataba. A la mañana siguiente la policía encontraba al cuerpo dislocado y desangrado.

Hubo otros altercados que demostraron la extraordinaria habilidad de Takeda. Se dice que en una ocasión, cuando pasaba por la provincia de Kunamoto, en la isla de Kyushu, se encontró con un karateka okinawense, éste lo atacó con su técnica favorita de pie queriendo asestar una poderosa patada en Takeda, quién tranquilamente esquivó y bloqueó con su “tegatana”, éste volvió a atacar con la tibia y Sogaku contra-atacó con un golpe a la zona nerviosa lateral del tórax, entre las costillas. El karateka no pudo controlar el dolor que le causó tal impacto y abandonó el combate derrotado física y moralmente.

En otra ocasión se topó en su camino con dos bandidos muy bien armados, quienes quisieron impedir el paso a Takeda, los bandidos estaban ocultos estratégicamente; éste se acercó sin inmutarse y levantó su pie derecho como si fuera a dar un paso al otro lado de uno de los bandidos que estaba tendido; pero en un instante pisó fuerte en el costado rompiéndole las costillas (se dice que utilizó una técnica llamada denko no satsu) en una ejecución rápida y limpia. De repente tomó el arco de uno de sus enemigos y disparó una flecha que entró justo entre los ojos (en el punto Uto), después tomo a uno de los bandidos y le pegó en el punto Kasumi y con eso terminó con los atacantes. Era realmente una máquina de matar, que parecía actuar sin fallos.

El hecho de que Takeda nunca rechazaba un duelo y la costumbre Kirisute Gomen (matar a cualquier persona que actuara en contra de la moral del Bushido, es decir, que le faltara el respeto a él o a otros) le trajo muchos problemas en su vida. Por ejemplo, se dice que cuando había cerca de su camino alguna pandilla de bandidos, en vez de alejarse, se desviaba para poner en orden a los maleantes, así, Takeda Sokaku se sentía responsable, por ser samurai, de proteger a las clases humildes de los pueblos cercanos.

Cuentan que también hizo huir a un clan entero de Yakuzas, por esto, siempre que Takeda llegaba a algún pueblo dos regalos le esperaban, uno de la policía local, pues sabían que la población estaría en calma en su presencia, y otro de los Yakuza del pueblo para evitar cualquier enojo de Takeda. Lo apodaban el “pequeño demonio de Aizu” o “Tengu (demonio de corta estatura y narizón) de Aizu”

Por ser samurai, Takeda no podía ganarse la vida más que peleando (tenía prohibido hacer cualquier otra cosa por el código Bushido). Enseñó el Arte del Daito Ryu Aiki Jitsu, y así además de ganarse la vida enseñando, buscaba un sucesor digno entre sus amistades, quienes estaban en desacuerdo con la nueva época, y le ayudaban en sus coartadas cuando sospechaban de él.

El gobierno no tardó mucho tiempo en darse cuenta de las acciones de Takeda Sokaku, pero por falta de pruebas, deciden matarlo discretamente.

Así comienza a haber muchos atentados contra este que, obviamente, son fallidos, gracias a la ideología de Takeda, que era desconfiar de todo. Nunca salía desarmado, ni le daba la espalada a la muchedumbre; doblaba las esquinas con cuidado; cuando era invitado a algún lugar, primero revisaba los jardines y todos los sitios y entradas ocultas que hubiera, hasta llevaba su propia comida. Nunca lo sorprendieron; finalmente lo dejan en paz, puesto que los cazadores de este, a menudo resultaban los cazados.

Así se retira a una granja lejana cuidada por sus seguidores.

Vamos a dejar esta historia para pasar a otra igual de interesante. Dieciséis años después de la batalla de Aizu, el 14 de diciembre para ser exactos, nace un niño en el distrito de Motomachi de la ciudad de Tanabe, prefectura de Wakayama, fue el cuarto de una familia adinerada hasta cierto punto. De su madre heredó su gusto por la poesía y el arte. Y de su padre el gusto por las artes marciales. Era un niño de constitución débil y enfermiza. Las historias que circulaban por el pueblo de hombres milagrosos (de la región de Humamuno) como Kobo Daishi y de En no Gyoja, grandes maestros budistas, parecían serle de gran interés a este niño; así a los 7 años comenzó a estudiar los clásicos chinos en una escuela budista de la secta Shingon. A pesar de ser tan joven, mostraba especial interés en la meditación, las ceremonias y las plegarias de ésta. Además, gracias a su padre, un hombre muy vigoroso que sentía preocupación por la excesiva inclinación espiritual de su hijo, lo animó a la práctica del Sumo y la natación para que el pequeño se volviera mas disciplinado y fuerte, a eso aunándole que le contaba historias de su tatarabuelo, el gran Kichiemon, uno de los samuráis más poderosos de sus días.

Un día cuando caminaba con su padre, fueron atracados por un grupo de asaltantes (su padre en ese tiempo era un politico importate de su pueblo, por lo que no faltaba que otros señores poderosos trataran de intimidar a su familia); su padre resultó mal herido y el pequeño niño, que en ese entonces no pudo hacr nada, decidió entrenar hasta volverse muy fuerte para que eso jamas volviera a pasar.

Durante los años siguientes, el jóven estudio en la escuela primaria de Tanabe donde fortaleció su espíritu y cuerpo. Luego, tomó clases de ábaco, y en menos de un año, se volvió tan hábil en la materia que lo nombraron profesor asistente del instituto donde estudiaba.

En 1901, a sus 18 años, con la ayuda económica de su padre, se instaló en Tokio y fundó una Compañía, una librería-papelería, para la que contrató a varios vendedores. Sin embargo, a pesar de ser exitoso en los negocios, estos parecían no satisfacerlo. Debido a su creciente interés por el Budo, durante su estancia en Tokio, estudió en las escuelas Kito Ryu de Ju Jitsu y en la de Shinkague Ryu de Ken Jutsu (esgrima) en donde encontró su verdadera vocación. De nuevo enfermo (de Beri-Beri) se vió en la necesidad de ceder su negocio a los empleados y regresar a Tanabe, en donde se casó con Hatsu Itogawa, una amiga de la infancia.

Las responsabilidades de la familia fortalecieron profundamente las responsabilidades sociales que su padre le había inculcado.

Convencido de que el cambio sólo podía ocurrir por medio de la acción, comenzó a participar en proyectos de reforma social.

Por esa época, cuando trabajaba en la Oficina de Impuestos, se aprobó una ley que favorecía a las grandes flotas comerciales y perjudicaría a los pequeños grupos de pescadores costeros del distrito en que vivía.

Oponiéndose a dicha ley, luchó con los pescadores para la abrogación de ésta y participó en la manifestación de Iso, un pequeño pueblo de pescadores. Gracias a su ayuda, se arregló el problema y esto le dió cierto prestigio en la región.

Cuando empezó la Guerra Ruso-Japonesa, este valiente joven (de solo 1.50 m) decidió enrolarse al ejército para servir a su país, sin embargo no lo aceptaron por no tener la altura mínima requerida. Se avergonzó tanto que de inmediato se fue a las montañas a entrenar su cuerpo hasta llegar a sus límites. Se dice que se colgaba de las ramas de los árboles y se balanceaba por largos ratos para estirar su cuerpo y alargar su talla.

A los veinte años, volvió a intentarlo y se convirtió en un infante de marina sirviendo al 37o. Regimiento de la cuarta división de Osaka.

Atrajo enseguida la atención de sus superiores por la forma en que trabajaba y por su extraordinaria habilidad. Era sumamente rápido en el manejo de la bayoneta, tanto que los que lo miraban no creía lo fácil que derribaba a sus adversarios en un abrir y cerrar de ojos.

No faltaron las historias alrededor de su destacado valor, por lo que lo apodaron “soldado kami” (soldado de Dios). Después entró a la escuela de oficiales; tenia un gran futuro en la milicia, pero después de 4 años de servicio, decidió regresar con su familia a Tanabe, y se llevó con el un diploma de la escuela de esgrima Yagyu-Ryu que había obtenido entrenándose en su tiempo libre.

En ese tiempo, el jóven regresó mas fuerte y continuó entrenándose. Se la pasaba día y noche, casi de manera frenética, haciendo tajos con su espada al aire. Su padre viendo su gran potencial, construyó un dojo en su granja, e invitó al famoso instructor de Jiu jitsu Takaki Kiyochi para que fuera su tutor; con esto incrementó su fuerza y habilidades de una forma sorprendente. En 1911 nace su hija Matsuko

En 1912 el gobierno japonés anunció el proyecto de repoblación de Hokaido, al norte de Japón. El objetivo de la misión era volver esa isla inhóspita en habitable y cultivable, ya que Rusia quería apoderarse de ella. El jóven de 29 años de edad reunió un grupo de 80 personas procedentes de 54 familias de su región, con las que fundó Shirataki en el condado de Monbetsu, en Hokaido.

Al principio, las condiciones ambientales (tormentas, nevadas) hicieron sumamente difícil el objetivo de dicho proyecto, ya que la explotación del bosque así como los trabajos de rotuaje siempre eran interrumpidos por lluvias glaciales. Así durante dos años vivieron en albergues improvisados sin cosechar nada. Los colonos desconsolados fueron animados por la inquebrantable voluntad del jóven y después de dos años comenzaron recolectar los frutos del trabajo, volviendo dicha región habitable por fin. Se cultivaba menta, habían logrado la explotación forestal, cría de caballos, cooperativa lechera, etc.

Lo llamaban el “rey de Shirataki” y la gente acudía a consultarlo cuando tenía problemas. Más tarde fue elegido para el consejo municipal y favoreció la explotación de los recursos del subsuelo. Su fuerza muscular aumentó mucho en esa época, tanto que el poder de sus brazos se volvió casi legendario.

O Sensei proyectando a varios metros a un oponente sin dificultad

Regresamos con Takeda Sogaku; en su retiro (1915) entrenaba e impartía clases a unos cuantos elegidos. Su eficacia empieza a ser casi legendaria, consiguiendo formar a excelentes peleadores. Sin embargo, ninguno le parece digno de ser su sucesor y de enseñarle todos los secretos de su arte. Pero una tarde, mientras descansaba tomando algo, vio al famoso de joven de 32 años de edad, en un viejo albergue de Enraku, Hokaido, quien impresionó al viejo samurai. Éste se da cuenta que por primera vez alguien podría derrotarlo(esto cuando Takeda tenía 60 años). Convierte a este joven en su alumno y en tan solo cinco años se vuelve el Memkyokaiden (al que le han enseñado todo) de la escuela de Takeda. El alumno pronto supera al maestro y comienza otra leyenda de las artes marciales; este joven no era otro sino el mismísimo Morihei Ueshiba, futuro creador del Aikido.

O Sensei demostrando la suavidad del Aikido

Durante su entrenamiento con Takeda, Morihei parecía haber olvidado todo lo demás, lo invitó a su granja en Hokaido a vivir en donde lo cuidó con gran abnegación. Ahí fue donde Morihei aprendió la importancia de hacer siempre el bien a los demás, pues a pesar del respeto que sentía por su maestro, también le tenía lastima porque siempre estaba en guardia, esperando a su enemigo, temiendo por su vida, incluso en esa época seguía cuidando igual la elaboración de su comida, pero Morihei había ganado su confianza y trató de hacer de la vida de su maestro lo mas tranquila posible.

Cuenta Minoru Mochizuki (quien estaba estudiando en el dojo del maestro Ueshiba en esos tiempos): “estaba solo, ya que el maestro había salido. Después de comer sentí una voz que me interrogaba: ¿Esta Ueshiba aquí adentro?”

“Me pregunte quién sería ese hombre. Fui hacia el sitio de donde surgía la voz y vi a un hombre de baja estatura y ya muy viejo. Era Takeda Sogaku, le expliqué que el maestro Ueshiba había salido. Él me preguntó: ¿Practica el Judo de Jigoro Kano? Cuando respondí afirmativamente me dijo: Eso no es ni Budo ni Bujitsu” “Entonces entró a la casa señalando con el bastón hacia la puerta de una habitación y me preguntó: ¿Qué es esto? ¿el dojo? ¡Abra la puerta!”

“Después me hizo abrir el baño, la cocina, la habitación de Ueshiba sensei..., en pocas palabras, todas las habitaciones. Entonces se sentó en el Tokonoma con su bastón. Era casi verano y el brasero no estaba prendido. Pero se lo arrimó hacia él. Era de tamaño bastante grande. Cogió un par de pinzas de brasero y las puso junto a él. Me fijé mucho en su absoluta cautela. Le pregunté si quería té y él insistió en preparárselo él mismo; por si a caso las hojas de té estuvieran envenenadas me hizo probar el té primero que él. Me dijo que era la etiqueta que yo bebiera primero, pero sabía que no era cierto. Me pidió algo para comer, le dije que iría a comprarlo, pero el buscó en un armario y encontró un recipiente con galletas y me ofreció para que comiera una. Le dije que después de él, mostrándome cortés, pero él me respondió con autoridad: ¡COME!”.

Hasta sus últimos días Takeda Sogaku actuó con cautela, cuidándose siempre de la venganza de alguno de los aliados de los que mató (hay que recordar que la gente involucrada en la matanza de Aizu que mató Takeda, era gente poderosa en su tiempo).

Durante todo este tiempo, Morihei sentía en la práctica de las técnicas del Budo algo mas allá de la eficacia de éstas, eran como flashazos de algo más grande que todo lo demás; pero solo en eso se quedaba, en resplandores aun indescifrables para él. En 1917 nace su primer hijo varón Takemori.

Pasó el tiempo, y su padre (Yoroku Ueshiba) enfermó gravemente, por lo que vendió todas sus propiedades y dejó el dojo en manos del maestro Takeda.

En el camino a casa, Morihei se detuvo en Ayabe, en la central de una nueva religión llamada Omoto-Kyo shinto, en donde conoció a su dirigente “Onisaburo Deguchi”.

Cuando por fin regresó a su casa, su padre había muerto, lo tomó tan apecho que vendió todas las tierras heredadas de su familia, y regresó a Ayabe a estudiar en la secta Omoto-Kyo.

Durante los siguientes 8 años Morihei estudió con Onisaburo, que debido a la pena por la muerte de su padre, buscó apoyo espiritual con él; sin embargo por su vocación, abrió el Dojo Ueshiba Juku en donde enseñaba a los practicantes de su religión técnicas de espada, pértiga, lanza y jujitsu.

Durante ese tiempo aprendió las técnicas de meditación Chinkon Kishin para calmar su espíritu y regresar a su estado puro; y también comenzó el estudio de la Kotodama, que es un sistema esotérico japonés cuyo objetivo es descifrar el universo por medio de los sonidos, incluyendo palabras especiales pronunciadas o mentalizadas en cierta forma.

Deguchi Onisaburo era un pacifista, y abogaba por la desarmamentación y la no-violencia. Él afirmaba que gracias a la guerra y a la venta de armas, los terratenientes y capitalistas se enriquecían mientras que los pobres sufrían.

Es intrigante como un hombre como éste, podía estar tan apegado con Morihei Ueshiba, ya que éste último era un samurai en toda la extensión de la palabra. De todas maneras, Onisaburo no tardó en notar el gran potencial de Morihei en las artes del Budo y en descubrir su verdadera misión en la Tierra: “ enseñar el verdadero significado del Budo, y terminar con todo tipo de pelea y contienda”.

En 1920 nació el segundo hijo de Morihei Ueshiba llamado Kuniharu, pero desgracidamente Takemori falleció a causa de un virus y poco después Kuniharu, también por la misma causa. Esto entristeció muchísimo a Morihei Ueshiba, y solo encontró consuelo en la meditación y el entrenamiento de las artes marciales. La gente cuenta que por esa época había un hombre en las montañas que se pasaba el día entero haciendo tajos con su espada al aire.

En 1921 nace su tercer hijo varón, Kisshomaru Ueshiba.

En 1922 muere su madre Yuki.

Por ese entonces Morihei, ya vuelto todo un humanista, se olvidó de la agresión e inició su propia técnica: el Aiki Bujitsu.

El maestro rodeado por numeroso grupo de atacantes, sale sin problema de la situacion

El estudio del Omoto-Kyo y del Daito Ryu Aiki Jitsu, influenció en gran medida al maestro Ueshiba. Él decía que había abierto sus ojos al Budo gracias a Takeda Sogaku, y obtuvo la iluminación gracias a las experiencias obtenidas por el Omoto-Kyo.

En el año de 1924, Morihei Ueshiba acompañó a Deguchi Onisaburo a Manchuria para fundar un centro espiritual para una cooperativa mundial de gentes de las cinco razas y colores, aplicando los principios del Omoto-Kyo. El viaje estuvo plagado de peligros, con enfrentamientos contra bandidos y soldados. Sin embargo, el maestro había empezado a desarrollar una sensibilidad espiritual muy especial. Decía “ Antes de que el adversario pudiese apretar el gatillo su intención de matar se manifestaba en una bola de luz espiritual que volaba hacia a mí. Si yo evitaba la bola de luz ningún proyectil podía alcanzarme. Giraba y por muy poco esquivaba la bala”

También cuentan que en una ocasión un enemigo chino le apuntó con una pistola.

El hombre se encontraba como a seis metros de él. De repente, el hombre fue desarmado, sin que tuviera tiempo material para impedirlo. Y le preguntaron ¿cómo la había logrado? Y él respondió “en el momento en que un hombre tiene la intención de matar y el momento que tiene de apretar el gatillo pasa un tiempo muy grande”, (mas o menos un segundo) y este tiempo le fue suficiente para desarmarlo. Sin embargo, capturaron a Onisaburo y a Ueshiba y los encerraron en prisión; Morihei no tardó en hacerse notar por su increíble fuerza, ya que, en los trabajos forzados, podía levantar piedras que los demás reos no, e incluso podía arrancar de raíz a algunos árboles pequeños.

En ese momento se dio cuenta de los límites de la fuerza humana y empezó a idear la manera en que seguiría en su vejez, ya que estaba consciente de que no iba a ser joven por siempre. Después de un tiempo iban a fusilarlo a él y a su compañía, pero fue salvado por una llamada de último momento de la embajada japonesa.

A los cuarenta años (alrededor de 1925) Morihei Ueshiba tuvo muchas experiencias espirituales que lo impresionaron muchísimo y cambiaron para siempre la forma que tenía de ver su entrenamiento.

Tal vez la más significativa de estas experiencias espirituales fue la que tuvo en la primavera de 1925. Un día, llegó a retarlo un teniente la marina imperial, gran maestro de Kendo. El maestro trató de explicarle que su filosofía era la no-violencia, pero éste no entendió y con su bokken comenzó atacarlo con toda su fuerza. Morihei comenzó a esquivar todos sus tajos de una forma casi sobre natural, era como si no estuviera ahí, y el maestro de Kendo no tuvo mas remedio que reconocer el nivel de excelencia en el que se encontraba Morihei; entonces el maestro con voz seca le dijo: ¡Ahora controle su genio o salga de este lugar!, el teniente confuso y agotado inclinó su cabeza, ofreció disculpas y se marchó; sus alumnos le preguntaron: "Maestro, ¿por qué no derribó a ese insolente? Todos vimos lo fácil que hubiera sido para usted hacerlo" al que el maestro contestó: "¿Para que? Nunca estuve en peligro. Todos sus movimientos eran tan obvios que pude anticiparlos fácilmente. Además si lo hubiera hecho, estaría negando los principios del Aiki Bujitsu" (obviamente todos sabemos que el tajo de un kendoka va a una velocidad centelleante y por lo tanto, es algo extremadamente difícil esquivar dicho ataque); Después de este encuentro, (usando las palabras con las que describe esta experiencia Morihei Ueshiba), “estaba dándome un paseo por el jardín de dojo, y después saqué un poco de agua del pozo para refrescarme el rostro, me situé bajo la sombra de un árbol y de repente sentí cómo un espíritu dorado brotaba directamente de la tierra y me envolvía”

“Del cielo descendió una cascada de luces cegadoras. En ese mismo momento mi cuerpo y mi mente se iluminaron. Mi cuerpo se empezó a volver cada vez más grande hasta alcanzar el tamaño del Universo". "Era capaz de entender el trino de los pájaros y poseía una clara conciencia de la mente de Dios, el creador de este Universo”

“En aquel momento me hallaba iluminado. La fuente del Budo es el amor divino, que sin ningún error, produce, protege y cultiva todas las cosas del Universo. Mientras comprendía esto, abundantes lágrimas de gozo corrían por mi rostro. Desde entonces siento que toda la tierra es mi hogar y que el sol, la luna y las estrellas son amigos cercanos. Me liberé de todo deseo de fama, fortuna o poder.”

“Entonces, ¿cómo puedes purificar tu mente corrupta, purificar tu corazón y estar en armonía con la actividad de todas las cosas que existen en la naturaleza? En primer lugar, debes hacer tuyo el corazón de Dios. Es un amor Omnipresente, que se haya en todos los lugares y en todos los tiempos del universo, en el amor no existe discordia. El amor no tiene enemigos. Una mente impregnada de discordia, que piensa que los enemigos existen, no está en absoluto de acuerdo con la voluntad de Dios”. A esto se refería su hijo (Kisshomaru Ueshiba) cuando decía “Cuando alguien se dispone a atacar, este rompe con la armonía del universo, por lo tanto, ya esta vencido”.

Cabe mencionar que el amor al que se refiere no es un amor débil o sentimental, sino una manifestación divina creadora de todo; y armonía no refleja quietud o paralización, sino todo lo contrario, se refiere al movimiento regenerador que pone en equilibrio a la naturaleza.

Al parecer, Morihei Ueshiba había descubierto la naturaleza del KI, que él mismo definiría como “el centro espiritual del hombre, de donde parten todas las fuerzas psíquicas y corporales, sobre el cual es necesario concentrarse para ponerlo a actuar. Esta fuerza interna es inflexible, variable y hace que todas las partes del cuerpo se integren y formen una unidad coordinada, logrando que todas las funciones del cuerpo se enriquezcan”. El KI entonces, es una fuerza que sirve de vínculo entre la mente, el cuerpo y el espíritu.

En tan solo un año, el pequeño dojo que Morihei había hecho para la práctica de los estudiantes de shintoismo Omoto-Kyo, pronto se volvió muy famoso por todo Japón, y grandes personalidades fueron a aprender con el gran maestro Ueshiba, como el famoso Almirante Takeshita.

En aquellos días, Kenji Tomiki, alumno del Dr. Jigoro Kano, gracias a sus alumnos que le habían platicado de las hazañas de Morihei, le pidieron que se probara con el Maestro, a lo que él dijo: “Yo también he oído de esas demostraciones fraudulentes de Ueshiba, pero miren él tiene mas de cuarenta años. Si yo le pusiera una zarandeada me vería muy mal con mis compañeros de Judo y dirían que soy un abusivo”, pero sus alumnos le dijeron que nadie se atrevería a pensar algo así.

Entonces Tomiki accedió y fue a retar a Morihei Ueshiba. Ya en combate, Tomiki trató de sujetar la solapa y la manga de su adversario (como buen judoka), pero antes de que lo lograra se encontraba proyectado a varios metros. Luego, el maestro Ueshiba lo clavó firmemente en el tatami sin que pudiera moverse este. Dejó que se levantara y le dió otra oportunidad, este volvió a intentar otra de sus llaves, pero nuevamente se encontró suspendido en el aire para finalmente aterrizar de espalda en el suelo, después de esto se disculpó y le pidió respetuosamente si lo aceptaba como alumno. Años después Tomiki creó su propia versión de Aikido.

Morihei estudió y entrenó arduamente día y noche usando sus propios métodos para desarrollarse tanto en el plano físico como en el espiritual; comenzó la práctica de danza(muchos de los movimientos del Aikido son tan plásticos como los de la danza)y muy pronto su habilidad empezó a rebasar el nivel humano. Al ver esto, Deguchi animó a Morihei Ueshiba a que siguiera su propio camino.

Había cumplido un objetivo de su destino, sabia que el “Budo no consiste en derrotar al adversario por medio de nuestra fuerza. Tampoco es una herramienta para destruir al mundo. El verdadero Budo consiste en aceptar el espíritu del Universo, salvaguardar la paz del mundo, proteger y favorecer el crecimiento de todos los seres”.

Morihei se mudó a Tokio y abrió un dojo formal en el distrito de Ushigome (lugar donde actualmente se encuentra el cuartel general del Aikido “Aikikai”) Muchos grandes maestros fueron a visitarlo, incluyendo a Jigoro Kano, fundador del Judo moderno (Kodokan). Este último quedó tan impresionado de la habilidad del maestro Ueshiba que dijo “este es mi ideal del Budo”, “Verdadero Judo” (refiriéndose este al significado de Judo que es el camino de la suavidad). Se dice que Kano tenía en mente invitar a Morihei como instructor; pero al ver la excelencia del maestro y lo diferente de su arte, mandó a sus mejores alumnos a entrenar bajo la tutela del O Sensei. Existe una evidencia (en película) de una demostración que hizo, que nos muestra a Morihei Ueshiba de unos 75 años de edad y con una estatura de 1.50m aproximadamente, en donde es atacado por dos fornidos cinturones negros en judo. Si se ve la película en cámara lenta, se puede observar en los fotogramas, que el maestro permanece inmóvil cuando van avanzado hacia él y justo cuando lo van a agarrar, se desplaza a cierta distancia de punto de donde él se encontraba, los judokas siguen avanzando a una velocidad considerable y se estrellan violentamente entre ellos bajo la mirada atenta del maestro.

Este movimiento, como lo muestra la película, se tuvo que realizar en un tiempo menor a la décima cuarta parte de un segundo, demostrando que se han alterado las leyes del tiempo y el espacio; el maestro podía unificar su ser con el universo.

En 1931 el Kobukan (o como muchos le llamaban “el dojo del infierno”) quedó por fin fue terminado. La “Sociedad Pro-Budo” fue instituida con Morihei Ueshiba como Jefe Instructor. Contaba con 80 tatamis y un sitio para albergar a mas de 30 estudiantes como internos. Se dice que después de estar todo el día trabajando en tareas tan pesadas como construcción, albañilería, jardinería, venia el pesado entrenamiento. Cuentan que había veces, en el entrenamiento de las 7 a.m. con el clima nevando y los alumnos aún agotados de la jornada del día anterior, en que Morihei abría todas las ventanas del dojo para que entrara el aire fresco y ponerse a entrenar, a lo que sus alumnos seguían inmediatamente. Muchos fueron a aprender con él, antes de la Segunda Guerra Mundial enseñó a muchos jefes militares y en casi todas las academias de policía. En los siguientes 10 años se fueron tejiendo cada vez mas historias acerca de las increíbles habilidades de Ueshiba sensei.

Su único hijo (Kisshomaru Ueshiba), se convirtió en su biógrafo y se hizo a cargo de los asuntos administrativos que involucraba al Aikido.

Existen muchas historias que narran como muchos maestros lo visitaban, y algunos deseaban comprobar el dominio de Ueshiba sobre el KI. Uno de ellos, un joven practicante de Karate, el cual era fanático de su estilo, estaba convencido que nadie podía aguantar el ímpetu y potencia de sus golpes (uno de los hechos mas comprobados de Morihei fue su capacidad de absorber y repeler golpes con su organismo), así que el jóven fue un día en su busca, y dijo “ A pesar de lo que se diga, no llegaré jamás a creerlo. Si con mis 80kg le doy un puñetazo, lo lanzaré por lo menos a 6m de distancia”.

“No sucederá nada de eso” dijo Morihei sonriente, que pesaba unos 56kg aproximadamente.

El karateka lo retó a demostrarlo y después de mucha insistencia fijaron una fecha y lugar donde hacer la demostración, que además sería publica. Así, llegó el día y el maestro Ueshiba ofreció su torso desnudo a su oponente. Este tomó impulso y lanzó un potente golpe al pecho; fue como si hubiera golpeado al vacío. El maestro sonreía, sin siquiera haberse movido. “Le ruego vuelva a hacerlo” dijo Morihei al joven desconcertado, este tomó mas impulso y golpeó con más fuerza que la primera vez; Pero esta vez el resultado fue totalmente lo contrario, el karateka en vez de golpear a la nada, lanzó un agudo grito de dolor, pues su muñeca sé había roto limpiamente. En el primer golpe se había contentado con absorber el impacto, pero la segunda vez le devolvió su energía, la cual se le regresó al doble.

Su fama se había extendido por todo el mundo, incluso un gran luchador estadounidense llamado Mangan fue a retarlo. Aquello se comparaba con la pelea entre David y Goliat. Mangan atacó con una patada voladora y el Maestro solo lo esquivo y lo arrojo bastante lejos. El luchador al ver esto se volvió otro mas de sus alumnos.

Se dice que en otra ocasión fue a verlo el General Miura, héroe de guerra (Ruso-Japonesa) y maestro en Jujitsu Daito Ryu. Este dijo que su actuación fue regular y que su técnica no serviría en una situación real, así que lo invitó a su escuela (la Academia Militar de Toyama) a demostrar su habilidad en una lección de Jukendo (bayoneta) y este aceptó. Una vez allá, los mejores y más fornidos alumnos se colocaron frente a él. El general Miura pidió que se pusiera un equipo protector, a lo que contestó: “así esta bien, ya es suficiente que las bayonetas sean de madera”.

Solicitó que lo atacaran todos al mismo tiempo, pero nadie lo tomó en serio y solo uno se animó a atacarlo.

El maestro lo proyectó por los aires y los demás furiosos lo atacaron simultáneamente intentando acertarle con sus bayonetas, pero Morihei, moviéndose como brisa entre los árboles los esquivó a todos y nadie lo tocó, hasta que los alumnos de Miura, exhaustos y maravillados desistieron y fueron a sentarse otra vez en el tatami dejando sus armas.

Hubo una ocasión en que Morihei, dando una demostración en Osaka, para el Departamento de Policía, notó que había escepticismo entre los espectadores. Pidió que cinco de los más grandes y fuertes de los oficiales, todos expertos judo, lo inmovilizaran en el suelo; de esta forma, se tendió bocarriba en el suelo y cuatro lo tomaron de cada una de sus extremidades y el quinto lo tomó por el cuello haciendo una de sus mejores estrangulaciones.

De repente, lanzó un Kiai (grito) y los 5 policías fueron proyectados lejos de él. Se puso de pié y dijo bromeando “más vale que aprendan mejores técnicas de arresto si quieren capturar criminales peligrosos”. Cuando él publico preguntó que había pasado, el policía que aplicó la estrangulación dijo haber sentido una tremenda fuerza invisible que le separó las manos; los otros cuatro dijeron que el cuerpo del maestro, cuando lo sujetaron, parecía hecho de seda, pero que en un momento de volvió fuerte y pesado como el acero y fueron lanzados fuera de él.

Se dice que nunca se podía agarrar descuidado al maestro Ueshiba, nunca, incluso cuando estaba dormido, el adversario era inevitablemente proyectado, sin importar su rapidez o habilidad, fuera cual fuera su ángulo de ataque.

Entre los años de 1941 y 1942, cuando daba clases de su Aiki Budo a los cadetes de la Escuela Militar de Tokio, los alumnos de dicha institución quisieron probar al maestro y decidieron emboscarlo; así, una noche oscura, cuando el maestro sé dirigia, a través de los terrenos de la escuela, rumbo al dojo para dar su clase, salieron de los arbustos 30 cadetes con sus bokenes y sus rifles de entrenamiento rodeandolo. Comenzaron a atacarlo, y él sin preocupación alguna, girando y desplazándose, proyectó e hizo que se atropellaran unos a otros hasta que se cansaron los atacantes, se detuvieron, ofrecieron disculpas y se fueron, perdiéndose en la noche.

El poderoso Ki del maestro Ueshiba se manifestaba muchas veces en hechos cotidianos, como la vez en que una mañana, se encontraba con su hijo dando un paseo por el campo, y encontraron a ocho trabajadores intentando mover un tronco que yacía con las raíces expuestas. Sudaban, empujaban y jalaban, pero sin resultado.

Después de obsérvalos por unos minutos, les pidió que se apartaran. Entonces sujetó el tronco y fácilmente lo llevó al lugar que señalaron los trabajadores.

Una vez, e Wakayama, un sumotori muy fuerte llamado Mihamahiro fue a visitar al maestro Ueshiba, y mientras conversaban le dijo: “He oído que usted, sensei, tiene una gran fuerza. Yo también, ¿por qué no nos probamos?”. El maestro aceptó y, sentándose en el suelo, le dijo al luchador que lo empujara con toda su energía. Resoplando y poniendo en juego toda su potencia, este no lo movió ni un centímetro. Entonces utilizando toda esa fuerza, lanzó al gordo por los aires. Cuando azotó en el suelo, puso su dedo índice en el pecho del sumotori y lo inmovilizó por completo, como si algo muy pesado hubiera estado encima de él. Dejó que se incorporara y se volvió a sentar en el suelo, extendiendo sus piernas al frente y usando sus manos como apoyo, para que lo volviera a empujar, el resultado fue el mismo, no lo movió. Mihamahiro solo pudo pedirle que lo aceptara como discípulo y el maestro lo aceptó.

En otra ocasión, un grupo de sus alumnos le preguntó al maestro, si las hazañas de los ninjas, como volverse invisibles, caminar sobre el agua, y demás eran posibles. A lo que contestó: “Han estado viendo muchas películas sobre eso, pero en el cine no es sino una ilusión. Traigan sus bokenes y sus jos y les daré una demostración de ninjitsu verdadero”. Más de una decena lo rodearon y cuando lo atacaron al mismo tiempo, ¡se desvaneció!, buscaron por todos los rincones del cuarto pero no lo encontraron. De repente escucharon la voz del maestro “¡Aquí!", estaba a diez metros de distancia, semioculto a mitad del segundo tramo de la escalera que llevaba al piso alto del dojo. Cuándo le pidieron a coro “¡otra demostración de Ninjitsu!" el maestro respondió: “¡Intentan matarme solo para su entretenimiento! Sepan que cada vez que una persona hace esta técnica pierde de 5 a 10 años de su vida”

En el año de 1940, el 30 de abril, el gobierno japonés, conciente de la enorme aportación del maestro a las artes marciales, y por medio del Ministro de Salud y Bienestar, le concedió a su dojo, el “Kobukan”, el carácter legal de Fundación Incorporada, bajo el nombre de “Kobukai”.

Al poco tiempo comenzó la Segunda Guerra Mundial.

Ahí tuvo otra visión espiritual que lo impactó mucho. El maestro relató: “Alrededor de una madrugada estaba efectuando una purificación espiritual. De pronto sentí olvidar todas las técnicas marciales que había aprendido. Luego, las enseñanzas de mis maestros regresaron a mí, pero con un significado totalmente diferente. Éstas se habían convertido en el medio para cultivar la vida, el conocimiento y la virtud, no en maniobras para proyectar gente”. Con esto el maestro se volvió aún más humanista.

En 1941, gracias a las influencias del Almirante Takeshita, el maestro fue a dar una exhibición al dojo Sainekan de la residencia imperial ante los miembros de nobleza japonesa.

También fue invitado a Manchuria, para dar instrucción durante la semana de las artes marciales de las Universidades de Shimbuden y Kenkoku.

Gracias a todo esto, ese mismo año, el Aiki Budo de Morihei Ueshiba quedó inscrito en la prestigiosa organización gubernamental “Dai Nihon Butokai”.

En 1942, cuando la guerra estaba en su etapa más violenta, Morihei tuvo otra visión, que relata de la siguiente manera: “El gran espíritu de la paz se presentó ante mí, y me explicó que la paz es el sendero que todos debían seguir para eliminar confrontaciones y reconciliar a la humanidad entera”. “El camino del guerrero ha sido mal entendido e interpretado como un medio para asesinar y destruir a otros. Los que buscan la rivalidad, la discordia y la competencia contra otros, cometen un grave error. Aplastar, herir y destruir es el peor pecado que un ser humano puede cometer. La verdadera senda del guerrero lleva a evitar y prevenir la matanza y la violencia. Es el Arte de la Paz, el poder del amor”. “La Agricultura y el Budo son lo mismo”.

Por la Segunda Guerra Mundial muchos abandonaron el Kobukai y Morihei Ueshiba decidió dejarlo en manos de su hijo Kisshomaru, regresando a las granjas, a la prefectura Ibaraki de Iwama donde construyó un dojo al aire libre y un nuevo y resplandeciente Santuario del Aiki en donde se combinaba la práctica del Aikido y la agricultura. Eran tiempos de reflexión para el maestro y decidió nombrar a su arte Aikido.

Primero era Aiki jitsu, luego AikiBudo, y en Iwama se consolidó el moderno Aikido en el año de 1942.

En 1945, cuando la Segunda Guerra Mundial terminó, los ejércitos de los aliados tomaron los países del Eje Berlín-Roma-Tokio, ya que fueron los perdedores; como era de suponerse, no tardaron en imponer sus reglas a estos gobiernos, una de éstas fue la prohibición de todo tipo de arte marcial en Japón, pues según éstos, alentaban el sentimiento bélico del pueblo. Sin embargo, muchos aikidokas continuaron sus prácticas en secreto, pues según el maestro Ueshiba, la práctica del Aikido era buena para que recuperaran la confianza (hay que recordar que la moral de los japoneses quedó destruida con las ciudades de Hiroshima y Nagasaki por las bombas atómicas).

Así, después de realizar exhibiciones, de todas las artes marciales japonesas para los generales de los ejércitos ganadores, estos vieron de cerca como era la práctica de estas y se entusiasmaron, y quisieron aprenderlas. Gracias a esto, la prohibición fue levantada el 9 de febrero de 1948.

Después de la Guerra , en 1956, el Aikido creció rápidamente en el Kobukan (ahora conocido como Hombu dojo) en las manos de Kisshomaru Ueshiba.

Condecoraciones

En 1960, junto con Yosaburo Uno, décimo dan de Kyudo, recibió del emperador Hiroito la “Medalla de Honor con Listón Púrpura” o “Shojuhoso” en reconocimiento a su labor en pro de la salud física, mental y espiritual de Japón.

De esa fecha en adelante, el maestro realizó muchas exhibiciones y abrió muchas escuelas para difundir su Aikido.

En 1964, gracias a sus extraordinarias exhibiciones (se dice que lo llevaban cargando al dojo, pues por su edad ya no podía caminar, pero en cuanto tocaba el tatami, se llenaba de una fuerza increíble y proyectaba a cualquiera con gran maestría) le otorgaron “La Orden del Sol Naciente”

En el año de 1969 el maestro realizó su última exhibición. En la primavera de ese mismo año, O Sensei Morihei Ueshiba enfermó gravemente; antes de morir dijo a sus estudiantes “El Aikido es para todo el mundo. Entrenen Aikido, no por razones egoístas, sino para compartirlo con la gente de todo el mundo”.

Los Últimos días

Un día sentado, estando enfermo, uno de sus discípulos quiso tomarlo de los brazos para cargarlo y llevarlo a la cama, pues se había quedado dormido en el suelo del dojo; pero no pudo hacerlo, era demasiado pesado para él; llamó a un compañero y fue la misma historia, así fue hasta que llegaron 10 compañeros y no pudieron levantarlo. Finalmente se despertó y dijo “Perdóname hijo, había anudado en mi, el cielo y la tierra”; pareció relajarse y enseguida fue levantado por uno de ellos, estaba ligero como una pluma.

El 26 de Abril del mismo año tomó la mano de su hijo y le dijo “encárgate de todo” y murió a los 86 años de edad. Dos meses después murió su esposa Hatsu; se llevaron mechones de los cabellos y barba de O-Sensei así como sus cenizas al santuario sagrado del Aiki en Iwama, cada 26 de Abril se conmemora el aniversario luctuoso del maestro en dicho lugar.

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