Introducción


Hace mucho tiempo, en un lugar muy, muy lejano... existía una pequeña masa no más grande que una nuez, que pesaba millones de toneladas; de repente una vibración hizo que esta materia explotara, dando origen a todos los elementos de este universo. Esa vibración era el KI.

Japón, siglo XIX, época donde empiezan a desaparecer los samuráis, una antigua casta guerrera que llevaba dominando al país por dos siglos.

Hacia la segunda mitad de ese siglo, se dieron toda una serie de circunstancias que despertaron al Japón de su eterno conservacionismo y feudalismo tradicionalista. La situación política de ese país entra en ebullición; el príncipe Mutsuhito, descendiente número 122 de la dinastía imperial, decide recuperar el poder que desde hacía siglos habían acumulado los señores feudales y su representante, el "Shogun", quién era el que realmente controlaba al país, ya que el poder del emperador era, desde el siglo XII, sólo ornamental (con motivos representativos o religiosos). La tarea de Mutsuhito no iba a ser fácil, pues el Shogun contaba con el apoyo de los samurais, quienes le juraron lealtad hasta la muerte, debido al código del Bushido.

Pero el príncipe Mutsuhito contaba con dos ventajas: primero era despreciado y subestimado por los samuráis, ya que lo creían un jovenzuelo manejable y pusilánime, cuando en realidad era muy ambicioso y astuto; y segundo tenia una mente progresista y aperturista, que lo llevaba a interesarse por la tecnología y avances de occidente, los cuales eran totalmente desconocidas para el Japón de su tiempo.

Lo que hizo fue formar un ejército en secreto, dotado de lo último en armas de la época en occidente y entrenado a la forma guerrera moderna; para esto, mando a un grupo de embajadores y oficiales a Francia y Alemania. Éste ejército enroló a campesinos, que para los samuráis eran inferiores e incapaces de tomar un arma y sin el honor de morir en la batalla.

En 1867, el príncipe ataca las tropas del Shogun pertenecientes a la familia Tokugawa. El ejército de Mutsuhito vence de manera casi ridícula a los samuráis, ya que contaba con la tecnología bélica de occidente (fusiles, pistolas, cañones, etc. ) y los samuráis a caballo y espada no consiguieron siquiera acercarse a las tropas enemigas. Pero una ciudad resiste y proclama su fidelidad al Daymio (nobles) y al Shogun Tokugawa, esta ciudad fue Aizu, situada a trescientos kilómetros al norte de Tokio, en la prefectura de Fukushima.

Mutsuhito, cansado de sangre, envió repetidos tratados de paz para poder gobernarlos, pero estos no aceptaron a pesar de que Mutsuhito les decía que morir por el Shogun sería una causa perdida, pues éste, como dictador, había demostrado ser inútil y corrupto. Pero los samuráis de dicha región, obligados por el código Bushido, no entendieron razones.

Entonces se prepararon para el combate; escogieron sus mejores armaduras, se perfumaron el pelo, compusieron un pequeño poema-testamento, que llevan consigo en la batalla, fijan el símbolo de su familia en el peto de su armadura para hacerle honor durante la batalla y hasta el momento de su muerte (como se hacía a la vieja usanza). Así, se encontraban en la colina Mutsuri y esperando a las tropas de Mutsuhito. Estas tardan en llegar y mientras, se entretienen bebiendo sake y bromeando de como iban a derrotar al ejército de campesinos errantes y aterrorizados, que van sin orden ni valor.

Pero cuando llegan, los samuráis indignados, exclamaron que la tropa enemiga no venía a caballo, ni llevaban un sable en la cintura y vestían como gaijin (diablo extranjero), además, como nunca habían visto armas de fuego, se burlaron de lo ridículos que se veían los rifles. Entonces un samurai dió unos pasos al frente esperando comenzar la lucha cuerpo a cuerpo; una bala fue disparada y el cráneo del samurai se deshizo. Así comenzó la cruel batalla; era de esperarse, los samuráis no pasaron ni la primer fila del ejército enemigo y los matan a todos. Avanzan las tropas de Mutsuhito a Aizu, donde ya se organizaba la defensa. Las mujeres cogieron su naguinata (lanza) y caballos para lanzarse al ataque, al igual que los niños; todos fueron aniquilados y barridos a cañonazos. Sólo sobreviven unos cuantos jóvenes y se hacen el seppuku (suicidio) para morir con honor.

Derrotado este pueblo, se proclama la victoria de Mutsuhito y la caída del Shogun.

Sigue "Takeda Sokaku"

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