Norma Araceli Bautista
Un guerrero extraterrestre y un personaje que cambia de sexo acaparan la teleaudiencia
infantil
Qienes tengan en casa hijos o hermanos entre cinco y 12 años, compartirán
la idea de que sus únicos temas de conversación en la escuela
y por teléfono son las caricaturas japonesas Dragon Ball y Ranma 1/2.
No hacen tarea, no quieren comer, no salen a jugar a partir de las seis de la tarde y su peor castigo es ir a dormir sin ver dichos dibujos animados. Si de regalos se trata, estarán pidiendo la última película de Dragon Ball,el disfraz de Ranma 1/2, los cómics de ambas series, o bien la colección de muñecos con los personajes.
Los reclamos de padres de familia empiezan por ahí y se acentúan cuando de reojo ven peleas, voltean a los pocos minutos y vuelven a ver peleas. Con el caso de Ranma 1/2 es uno que otro golpe, demasiadas conversiones de sexo y personalidad y algunos besos.
Ambas caricaturas son las más recientes adquisiciones de Televisa, empresa que en no pocas ocasiones ha adoptado posturas moralistas con respecto a la transmisión de ciertos programas.
Pero para quienes no estén familiarizados con las series, Dragon Ball parte de la antigua leyenda japonesa del Rey Mono que retoma Akira Toriyama en 1985, año en que la caricatura adquirió una respetable popularidad entre los habitantes del país del sol naciente.
La trama, sin mayor complicación, se desenvuelve alrededor de Kakarotto, un niño que habitaba en un planeta poblado por la raza de guerreros salvajes con cola de mono llamados Saiyan (o Saiyajin). Es enviado a la Tierra para destruirla pero al llegar se estrella en un lugar montañoso y pierde la memoria.
Son Gohan lo encuentra, le hace su nieto y lo bautiza con el nombre de Son Gokuu (o Gokú). Al morir el abuelo, Gokú queda completamente solo en las montañas e ignorante del mundo que le rodea; no conoce a las mujeres ni las máquinas inventadas por el hombre y es poseedor de una gran ingenuidad y fuerza superior.
Cierto día conoce a Bulma, una adolescente de 14 años, y queda sorprendido al ver un ser totalmente distinto a él. La chica advierte la fuerza del pequeño niño y cree que éste le será útil en su búsqueda. Ambos emprenden así la aventura de reunir siete esferas para que el dios Dragón les conceda el deseo que quieran. En el transcurso, Gokú aprende a convivir con los seres humanos y a eliminar su dificultad para saber distinguir entre hombres y mujeres. Obviamente, no es el único interesado en reunir las esferas, por lo cual tiene que combatir con los enemigos además de vencer adversidades.
Y como para entenderla, disfrutarla o criticarla, lo mejor es verla, las aventuras del saiyajin con cola de mono se transmiten de lunes a viernes en Canal 5 de 18:30 a 19:30 horas, en su versión light. Si desean ver batallas más sangrientas y un mejor detalle de cada golpe dado, esperen a que den las 20:30, porque llega Dragon Ball Z, segunda parte de la serie.
Ahí no termina la historia, es muy probable que el próximo año llegue a México la serie que completa la trilogía: Dragon Ball GT. Hace un par de años este cómic causó sensación en España. De hecho, el éxito de Gokú ha sido mayor en el extranjero que en su país de origen; fue la demanda de más capítulos la que convenció a Akira Toriyama para continuar con las aventuras.
Dragon Ball es una historia sencilla, ingenua, dinámica, que plantea el enfrentamiento entre el bien y el mal a través de una batalla encarnizada. Así define Francisco Jiménez Espinosa, director editorial de Cómics de Grupo Vid, la trama que comercializan en la modalidad de manga (historieta).
Las opiniones se dividen al mirar la serie. Algunos padres de familia afirman que muestra mensajes no aptos para los niños. Aluden, para afirmar lo anterior, a capítulos como en el que aparece Bulma ofreciendo a Gokú dejar tocar su trasero a cambio de que le regale su esfera. O aquel en el que Bulma diseña un radar y el maestro MutenRoshi (ése que tiene un caparazón en la espalda) se acerca para supervisar el invento y de repente le reclama a la chica: "Ya te he dicho que no uses escotes tan provocadores porque distraes mi atención"; por ese comentario, el maestro se ganó una buena cachetada.
También hay quien intenta resaltar el lado positivo de la caricatura con recuerdos de episodios en los que a Gokú no le importa enfrentar adversidades con tal de salvar la Tierra de quienes intentan apoderarse de ella. En otros episodios, dada su inocencia, se ha metido en problemas por no reconocer la maldad de los hombres, pero siempre sale victorioso de las batallas porque nadie es más inteligente que él.
Por otra parte, se encuentra la no menos famosa Ranma 1/2 transmitida también por Canal 5 a las ocho de la noche. La historia, creada por Rumiko Takahashi, gira en torno a la vida de Ranma Nibunnoichi, que quiere decir "una de las dos partes".
Ranma Saotome, como se le llama en la serie de televisión, es un chico sobre el cual pesa un encantamiento. Cuando era niño cayó a un lago encantado y esto le provoca que al contacto con el agua fría se convierta en mujer. Sobre su padre, Genma, hay un hechizo parecido, él se convierte en panda.
Cuando Ranma es pequeño, su papá lo compromete en matrimonio con la hija de su amigo Soun Tendou. La futura esposa es Akane, una chica de explosivo temperamento que no se siente atraída por los hombres porque los considera tontos. La relación entre Ranma y Akane está marcada por las discusiones y aunque ninguno de los dos lo acepta, en el fondo se quieren. Si lo anterior fuera mentira, cómo explicar los celos que le dan a Ranma cuando Ryouga pretende conquistar a Akane o viceversa, los enojos de Akane cuando Shampoo coquetea con el apuesto Saotome.
La serie se desarrolla alrededor de rivalidades por ganar el amor de una adolescente y por encontrar la forma de que Ranma halle un remedio contra su hechizo o aprenda a vivir con su doble personalidad. Ambas cosas son difíciles de lograr y la gente que lo rodea no coopera mucho para que él se sienta bien consigo mismo; por el contrario, se burlan y constantemente entra en conflicto al no saber si siente como Ranma-uhn (hombre) o como Ranma-chan (mujer).
Ranma 1/2 adquiere mayor peculiaridad dada la presencia de personajes como Shampoo, la chica enamorada del chico Saotome que se vale de cualquier cosa para lograr atraparlo y además puede convertirse en gato; o como Happosai, el maestro de artes marciales de los padres de Akane y Ranma, quien posee una singular colección de ropa interior de mujeres. Happosai entra sigilosamente a los vestidores de las chicas y roba sus prendas.
Contras y pros
Cuando se le pide a un niño que hable de ambas historias, la simplicidad es evidente. Dragon Ball es de peleas y Ranma 1/2 es de cosas de enamorados. Lo mismo puede pedírsele a los padres y ellos adjudicarán a la primera el adjetivo de violenta; a la segunda, la calificarán de sugerente en cuanto al contenido sexual.
"Y contestan así (los niños) porque las ven sin malicia alguna, somos nosotros, los adultos, quienes les empezamos a meter la idea de que son pecaminosas esas caricaturas", acusa Francisco Jiménez Espinosa, de Grupo Editorial Vid, responsable de la producción del cómic japonés Dragon Ball.
El argumento contra esa serie resalta que los altos contenidos de violencia y sexo transmitidos no pueden ser buen ejemplo para los niños. Violencia genera más violencia, se sostiene. La visión de quienes se dedican a la creación de personajes de ficción es diametralmente opuesta. Por ejemplo, Jiménez Espinosa comenta: "Mucho se dice que las caricaturas influyen en la forma en que se comportan los niños. No creeré que les causan trastornos en la personalidad o les motivan reacciones violentas hasta que no se me presenten estadísticas, notas de periódicos o cualquier evidencia clara que diga: 'Tal niño se suicidó o mató a fulanito por creerse X personaje de la televisión. O que N cantidad de personas son homosexuales por sentirse confundidas a partir de la caricatura de Ramna'".
"Las caricaturas tienen la responsabilidad, ahora más que antes, de ubicar a los niños en el contexto histórico que les ha tocado vivir. Ello implica hablarles de la bisexualidad, los asaltos y asesinatos", afirma, por su parte, el director editorial de Grupo Vid.
Al respecto, ¿qué opinan los estudiosos de los medios de comunicación?
"No me atrevería a respaldar, incondicionalmente, la aseveración de que las caricaturas generan violencia, simplemente porque no ha habido un seguimiento analítico que nos lleve a tal conclusión sostiene Delia Crovi Druetta, doctora en Sociología y profesora en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. No contamos con evidencias que demuestren que la televisión genera violencia, por ello no estamos en posibilidad de presentar estadísticas de quiénes se han visto afectados por dicho fenómeno."
"Para bien o para mal, los medios educan y a veces en cosas que a lo mejor no nos agradan como podría ser el caso de la violencia o las cuestiones sexuales añade Crovi. Pero corresponde a la sociedad poner un límite a lo que en televisión aparece."
Algunos de quienes se preocupan por el auge de las caricaturas japonesas reclaman en contra de su horario de transmisión. El Canal 5 considera que a partir de las 19 horas, su programación es para jóvenes y adultos.
Es muy fácil echarle la culpa a la televisión particularmente a las caricaturas de las conductas infantiles; sin embargo, la labor de educar también es responsabilidad de la familia, por lo cual nunca estará de más sentarse junto a ellos y ejercer la obligación de padres y orientar sobre el contenido de los programas.
"Aun los peores contenidos de la televisión, si se explican dentro de la familia, sirven. No apoya en nada satanizar Dragon Ball y Ranma; por el contrario, es necesario analizarla junto con los hijos y explicarles por qué no creemos conveniente que la vean, en caso de ser esa la postura", recomienda la doctora Crovi.
Es la familia la más calificada para indicar hasta qué punto las caricaturas no apoyan la educación dada a los hijos, y qué tanto los niños se dejan manipular por los programas. Sólo la familia puede notar las pruebas del papel de los dibujos animados en los pequeños y, por ende, es la única calificada para orientarles.
Si se está de acuerdo con tomar a los niños como incapaces de distinguir cuándo un mensaje es nocivo para su formación, la mejor manera de protegerlos contra éstos es convertirlos en espectadores críticos. Ello implica dedicarles tiempo, mirar juntos la televisión y aclarar las dudas emanadas de los programas.
Norma Araceli Bautista es becaria de la Fundación UNAM. Estudia Comunicación
en la FCPyS.