Todos los días nos hablan de una danza de millones de dólares y la mayor parte de nosotros no tenemos la menor idea de lo que un millón de dólares puede comprar, mucho menos cuando oímos de 1,000 millones o de 15,000 millones de dólares que se nos ha dicho por todos los medios de comunicación que les ha dado el gobierno a los "pobrecitos banqueros para salvarlos", a cargo de nuestros impuestos, o lo publicado recientemente por la prestigiosa revista norteamericana Forbes que son 45,000 millones de dólares la fortuna de los multimillonarios mexicanos listados.
Por ejemplo, si convertimos un millón de dólares actuales a la tasa de 7.80 pesos por dólar, tenemos 7,800 millones de pesos (de los nuevos), y esta cantidad alcanza para pagar por un día el salario mínimo vigente de 22.60 pesos diarios a un contingente de 345,132 personas, cantidad otra vez que es muy difícil imaginar, el estadio Azteca se dice puede alojar a 110,000 espectadores, podríamos llenarlo por tres días consecutivos y darles a la entrada 22.60 pesos por persona o bien llenar el estadio de La Corregidora en Querétaro, que le caben 35,000 espectadores por 10 días consecutivos, que para transportarlos en autobuses de 45 pasajeros cada día requeriríamos 777 camiones.
Si tratamos de conceptuar un millón de dólares en autos Volkswagen como los taxis al precio anterior de 42,500 pesos por unidad, se pueden comprar 183.52 unidades que miden entre defensa y defensa 4.15 metros, si los formamos con las defensas pegadas una a otra necesitamos un espacio de 761.6 metros o sea poco más de siete calles normales, si llenamos de ida y vuelta desde el Zócalo de la ciudad de México hasta Acapulco de la mal llamada "autopista" necesitaríamos comprar en vochos 1,060 millones de dólares, probablemente por esos volúmenes se podría conseguir un descuento y necesitar 1,000 millones para llenarla de estos modestos autos defensa con defensa, si ya hablamos de los 15,000 millones de dólares que les han dado a los banqueros, necesitaríamos que la "autopista" citada tuviera 15 carriles de ida y otros tantos de regreso llenos de vochitos para conceptuar lo que les han dado en dinero.
La NASA asignó a McDonnell Douglas un contrato por 1,000 millones de dólares para construir un nuevo vehículo espacial reusable, radicalmente diferente al que se ha empleado en los vuelos espaciales, en lugar de tener que pasar varios meses en readaptaciones para volverlo a usar, sólo requerirá de unas cuantas horas, lo que es otro parámetro aceptable.
Si nos referimos a 25 millones de dólares es una cifra mucho más difícil de concebir qué se puede hacer con ella, se me ocurrió investigar cuánto había invertido la NASA en el programa NASA Human Space Flight, que empezó en 1959 con el proyecto Mercurio, que costó 289.1 millones de dólares, le siguió el proyecto Apolo que costó 19,407 millones, a lo que hay que adicionar de otros costos 1,991.8 al término del año 1973, para un gran total de 22,758 millones de dólares. Fuente: NASA Special Publications 4012, 1988 y Aeronautics & Space Report of the President, Fiscal year 1994, Washington, DC.
Lo que reporta Forbes que los mexicanos más ricos de México tienen, equivale a poco más de dos tantos de lo que ha invertido el gobierno norteamericano en su programa de vuelos espaciales tripulados por humanos entre 1959 y 1973, lo interesante es saber cómo han logrado acumular tales fortunas; gracias a que sus transferencias bancarias son tan grandes sólo se pueden manejar electrónicamente vía computadoras, han dejado registros imborrables, que son fácilmente rastreables, si se hicieron esas grandes fortunas en tan pocos años deberían haber dejado rastro de algunos impuestos que hubieran pagado, que desde luego no ha de ser mucho. La revista citada es una publicación de muy alta respetabilidad, ya que investiga cuidadosamente lo que publica, en el caso de los superricos mexicanos no aparecen todos los que debieran, los que sí, lo son porque deben haber sometido sus estados financieros al sistema bancario norteamericano para obtener líneas de crédito para comprar más descentralizadas con garantías infladas, su voracidad no tiene límite, pero esto es harina de otro costal.
Francisco Villa.